Intentar una reflexión sobre la situación de Argentina al final de 2008 implica el desafío de salir de las elucubraciones sobre el declive de la popularidad del gobierno, los escasos logros de la oposición y de la prospectiva más o menos vulgar sobre el horizonte de crisis económica que todo indica se avecina. Lo que nos interesa aquí es examinar el cuadro desde el ángulo dado por las perspectivas de los movimientos populares, atravesados en muchos casos por la puja entre una tendencia más o menos desfalleciente a dar apoyo a las “políticas populares” del gobierno Kirchner, y la de mantener claramente la independencia y la actitud crítica frente a un gobierno que en lo sustancial está ligado a la suerte de la gran empresa, mas allá de gestos fuertes de “arbitraje” entre distintos sectores capitalistas, vinculados también a la necesidad de afirmar un rol más activo para el aparato estatal, en una perspectiva de crisis.
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