La sostenibilidad, como concepto, se perfiló hace casi 40 años y constituyó un tema clave de la Conferencia de ONU sobre el Medio Humano que se llevó a cabo en Estocolmo en 1972. En lo fundamental, sugería que era posible lograr el crecimiento económico y la industrialización sin dañar el medio ambiente. Más tarde el Informe Brundtland (1987) definió la sostenibilidad como ‘el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la aptitud de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades’.
Aunque imprecisa, esta definición puso de relieve dos cuestiones fundamentales: el problema de la degradación ambiental que tan frecuentemente acompaña el crecimiento económico pero, al mismo tiempo, la necesidad de ese crecimiento para aliviar la pobreza. Al momento presente, la principal corriente de pensamiento sobre la sostenibilidad consiste en una idea de tres dimensiones: sostenibilidad ambiental, social y económica, que se extiende y se resume, a mi juicio, en el terreno de lo político.
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