Para la mayoría de la humanidad, que es la clase trabajadora y el proletariado todo, debe quedar muy claro que la presente es una crisis estructural, prolongada y derivada de las profundas contradicciones históricas acumuladas por el sistema en las últimas tres décadas y que son coincidentes con lo que se ha dado en llamar «neoliberalismo», es decir, un patrón de producción y reproducción, intercambio y consumo del capital internacional y de Estado, fundado en la división internacional del trabajo y en la dinámica empresarial de las fuerzas del mercado (oferta-demanda) y que, para ello, cuenta con todos los instrumentos jurídico-políticos e institucionales―así como de las fuerzas represivas― del Estado y de otros instrumentos del sistema de dominación, por ejemplo, el poder persuasivo de los medios de comunicación, la educación y los procesos ideológicos.
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