Por Eugenia Candelaria Pardo. En 2009 se cumplieron 120 años del comienzo del Sistema Interamericano, cuya Conferencia inaugural recomendó el establecimiento de un “Banco Internacional Americano”; también, 50 años de la creación del Banco Interamericano de Desarrollo -BID- institución heredera de aquel sistema. Es el año, además, donde procede la redacción del Convenio Constitutivo del Banco del Sur -BdS-; la puesta en marcha del Banco del Alba -BALBA-; y la firma del Convenio del Sistema Unitario de Compensación de pagos Regional -SUCRE-, tres pilares de una Nueva Arquitectura Financiera Regional -NAFR- para América Latina. Sin dudas, esta secuencia cronológica evidenciaba un curioso derrotero de la región que proponía preguntarse, ¿por qué serían necesarias nuevas instituciones monetarias y financieras?,
¿aquella arquitectura podía ir más allá de un nuevo anhelo regional, provocando una ruptura con el tipo de instituciones existentes yendo al meollo de nuestros problemas?