Al asumir el macrismo las fuerzas de izquierda y progresistas y un sector del justicialismo lo caracterizamos como una grave amenaza contra los intereses populares a los que sólo cabía enfrentarla. A poco de andar entre los que supuestamente íbamos a resistir empezaron a aparecer planteos que, en sintonía con la posición de políticos justicialistas y dirigentes sindicales como Massa y Moyano que habían apoyado a Macri en las elecciones de 2015, comenzaron a argumentar que el gobierno estaba muy fuerte y había que ser estratégicos y hacerse cargo de que debíamos enfrentar una lucha larga porque el gobierno iba a tener como mínimo dos mandatos.
O sea, “no nos gastemos todos los cartuchos ahora que esto va para largo; mejor busquemos lineas de negociación”. Esta fue la argumentación de “los gordos” de la CGT para hacer la plancha, pero que también incluyó a la casi totalidad del PJ, incluído los “Renovadores” con Massa a la cabeza. Todos ellos se plantearon una negociación con el gobierno, cambiando apoyos a leyes que le interesaban al macrismo como la de negociación con los fondos buitres, el presupuesto, etc. por leyes de emergencia social, presupuestos para las provincias etc.
Desde esa lógica un sector de la izquierda popular, concretó negociaciones como fueron los acuerdos CTEP-Carolina Stanley. El gobierno excluyó de esa negociación al kirchnerismo duro y realizó una fuerte ofensiva judicial contra la ex-presidente y sus allegados más cercanos. Podremos discutir si fue por convicción o por necesidad, pero sin dudas el único sector del justicialismo que resistió al macrismo fue el kirchnerismo duro.
Fue la resistencia popular la que puso límites a la avanzada del macrismo, y el punto de inflexión fue la gran movilización en diciembre de 2017 que trabó la aprobación de la reforma previsional. Pese a que no se aprobó la ley del aborto las grandes movilizaciones de mujeres, contribuyeron a desgastar al gobierno, despojándolo del maquillaje modernoso y fortaleciendo su quiebre político con los y las más jóvenes. En los últimos tiempos la resistencia acentuó su bifurcación en dos grandes orientaciones: la izquierda apuesta a resistir y a sacar a Macri con la movilización popular y el kirchnerismo, que empieza a recomponer sus alianzas por un lado con sectores de la izquierda popular y el sector del sindicalismo mas combativo de la CGT ( Bancarios, camioneros) y por otro con Masa y los gobernadores, plantea una estrategia de no hacer olas y concentrar todos los esfuerzos en una derrota electoral en octubre de 2019.
Como bien señala Mariano Feliz, “El golpe a las condiciones de vida de las mayorías populares es evidente y atroz . Sin embargo, ese deterioro no se canalizó en la forma de un estallido o niveles de resistencia social masivos y sostenidos. La política en las calles no logró romper los límites de la gobernabilidad. No pudimos atravesar la bruma de los globos amarillos o el murmullo del resistiendo con aguante.Ganó la neutralización institucional del conflicto. En el trimestre previo a las PASO la conflictividad laboral cayó 21% interanual (ver informe ODS) a pesar de una caída salarial de 15 puntos promedio, la destrucción de cientos de miles de empleos y la caída de más de 4 millones de personas en la pobreza por ingresos. La estrategia kirchnerista de conducir el conflicto hacia la elección de 2019 se convirtió en dominante”.
Una mirada que no tendría que estar ausente
Haciendo un esfuerzo por tratar de interpretar la mirada que tuvo el pueblo sobre lo ocurrido en los últimos tiempos, propongo el siguiente recorrido. Es indiscutible que el voto a Macri en 2015 fue tranversal a las distintas clases sociales y que más allá de las campañas mediáticas y la “ big data “ de la derecha, hubo votos de las clases populares por el “Cambio”, que castigaron al kirchnerismo por sus limitaciones. En estos días en que se ensalza la sabiduría del pueblo, conviene recordar que una parte de nuestro pueblo, y no exclusivamente la clase media, hace cuatro años castigó al kirchnerismo.
Las ilusiones de cambio que despertó el macrismo fueron diluyéndose en las clases populares y fue el mismo gobierno con su feroz persecución a Cristina, quien se encargó de entronizarla como símbolo de la oposición. Pero más allá de esa circunstancia, es indiscutible que,cuando,con sus tiempos,el pueblo resolvió castigar al macrismo, y levantó la vista, lo único que vio fue un PJ que se reorganizaba velozmente para presentarse como una opción de poder real. La izquierda organizada electoralmente, el FIT, no tuvo medios, ni capacidad política(alguno agregará,vocación)para ocupar el espacio. Nuestra izquierda estaba sumergida en otros debates.
Seguramente es injusto que los que pelearon poco y nada, o incluso colaboraron con el macrismo, se lleven el premio del rechazo popular al gobierno. Pero como ocurre con el amor nosotros no podemos programar el día y la hora en que vienen a tocarnos timbre. Estamos o no estamos. Y otra vez, nosotros no estuvimos.
Recordando a Fidel Pintos
Como decía al principio, no resulta difícil ponerse de acuerdo en el relato de lo ocurrido. Lo complicado es ponerse de acuerdo en la autocrítica que nos corresponde como izquierda popular, independiente o por venir. Tuvimos muchas dificultades para avanzar en la instancia de estar juntos en la calle y también en tener una propuesta común a la hora de votar. Peor aún, me da la impresión que, en algunos casos, canalizamos nuestra impotencia perdiéndonos en debates muy cercanos a nuestro ombligo y muy alejados de lo que le preocupa a nuestro pueblo. Encima, condimentamos algunas veces con agravios innecesarios.
Leyendo algunos comentarios posteriores a las elecciones creo que rebrota un debate que sí me parece pertinente. Algunos compañeros piensan que insertarnos en luchas dentro de marcos institucionales, por ejemplo participar de las elecciones, es una pérdida de tiempo. Y fundamentan esa posición en que significa meternos en una maraña donde tenemos todas las de perder. Otros compas piensan que una estrategia de poder supone tener “el cuerpo en la calle y un pie en las instituciones”, o algo así.
Cuando estos temas se plantean me parece necesario hacer una referencia de lo que hemos construido en uno u otro sentido. O dicho en términos setentistas “desde qué construcción efectiva estamos hablando”.
Afirmar que los esfuerzos realizados por nuestra izquierda se han diluido y se malgastan en la maraña del sistema, cuando no tenemos ni siquiera una herramienta electoral municipal, y las únicas elecciones que ganamos fue en un centro de estudiantes o un sindicato (pocos), es del mismo calibre que decir que estamos por la lucha por el poder por fuera de los marcos institucionales, cuando ni siquiera tenemos bien organizadas estructuras de autodefensa para las movilizaciones.
Haciendo una comparación cercana: cuando Chávez hacía referencia a mediados de 1996 a pelear por fuera de los marcos institucionales y proponía una insurrección cívico-militar en Venezuela, había ya protagonizado una rebelión militar donde estuvieron involucrados diez mil militares, había desarrollado los círculos bolivarianos como sustento territorial de la conspiración en todo el país y había construido un movimiento político fuerte donde sustentaba su proyecto. Era tan importante ese movimiento político, que cuando se cambió la estrategia de aproximación al poder y se eligió la vía electoral, en menos de dos años, le sirvió para construir una herramienta competitiva para disputar una elección presidencial.
Por esto, estamos como estamos. Y en la construcción de herramientas que sustenten una estrategia de poder somos más parecidos a Fidel Pintos(1), que al Che Guevara. Decir que luchamos, que nos movilizamos, no reemplaza la respuesta necesaria a un par de preguntas: Ustedes quieren ser gobierno o parte de un gobierno popular?. Y si quieren…con qué política y estrategia se plantean conseguir ese objetivo ?
Nos falta lucha
El debate de cómo se enfrentaba al macrismo entre poner el acento en la movilización callejera o no haciendo olas y esperando la convocatoria electoral, se ha prolongado después de las PASO. Ahora discutimos cómo llegamos a diciembre y otra vez vuelven aparecer posiciones enfrentadas.
Los mismos que, con argumentaciones que fueron cambiando, nos dicen que lo mejor es no hacer olas en las calles, ahora nos convocan a la paz social, para que nada empañe el triunfo de los FF.
Está buena la lucha, no abandonar las calles. La movilización que hoy 15 de agosto se realizó en Buenos Aires y distintos lugares del país desde en arco afín de movimientos sociales fue excelente. Pero poner el eje en la lucha, no debería hacernos caer en el error que todos los problemas de nuestro pueblo se resuelven exclusivamente por la lucha, o que no estamos mejor “porque falta lucha”.
Cuando escucho decir que “falta lucha” se me avalanzan los recuerdos de principios de los 70 de los compas cantando una canción de Bruno Cambareri(2), de las que me acuerdo una estrofa:
“Son dieciseis,
son dieciseis años que llevo
combatiendo, resistiendo
traidores nuevos, por chantas viejos
¿será ese el trasvasamiento?”
La canción de Bruno hablaba del drama de la resistencia peronista que advertían que quienes ponían los presos, los torturados, los exilados, los muertos, para voltear gobiernos e impedir que se consolide la dominación de los gobiernos capitalistas, nunca eran los que capitalizaban las crisis políticas que generaban.
Ese drama se prolongó , con otras experiencias posteriores hasta nuestros días (recordemos el 2001). El pueblo argentino tiene records mundiales en luchas obreras, ha sido vanguardia en la construcción de organizaciones de desocupados y hoy es una referencia mundial por su movimiento de mujeres. Ha demostrado ser uno de los pueblos más combativos y rebeldes del continente. No nos falta lucha, nos falta unidad política detrás de una propuesta transformadora que capitalice la lucha popular.
Las culpas de los otros
El relato de Macri de que los males del país fueron producto de la herencia del gobierno anterior tuvo algunos índices de credibilidad. Pero su afirmación de que ahora los males del país son producto del gobierno que viene ya roza el ridículo.
Quienes hemos criticado a Macri por no asumir responsabilidades no tendríamos que hacer lo mismo cuando hablamos de nuestras limitaciones y nuestras ausencias.
Nuestro vacío de propuestas es la cosecha obvia del culto al espontaneísmo, de nuestras limitaciones organizativas y de nuestra ausencia de política y de estrategia. Pretender justificarnos criticando a quienes, con sus más y sus menos, han estado y van a estar presentes en el escenario electoral que concretará el despido de Macri, no parece serio.
Volver a repetir que no hay que hacerse ilusiones con el gobierno de los FF, ya resulta aburrido. Quien cree que el problema es que el pueblo volvió a ser engañado (ahora por FF) y que nuestra misión es desnudar la trampa, subestima al pueblo. Valorar al pueblo es creer que nuestra tarea es aportar a construir una alternativa transformadora y generar opciones de poder efectivo que permitan canalizar las broncas y las esperanzas populares, con una perspectiva revolucionaria.
Seguramente sea necesario para que nuestra izquierda popular se encolumne y se articule como una fuerza transformadora el surgimiento de un liderazgo popular, sea un dirigente o una fuerza politica. El liderazgo de alguien con la autoridad suficiente ante el pueblo, podrá obligarnos a despojarnos de nuestras pequeñas miserias y convencer a nuestros dirigentes de que es preferible ser cabos o sargentos de un ejército revolucionario, que comandantes de una pequeña patrulla.
Pero mientras tanto, tendríamos que hacer un esfuerzo por escucharnos, por comprendernos, por desterrar las descalificaciones entre nosotros y nosotras.
Mientras tanto, tendríamos que seguir valorando muy especialmente todo aquello que hacemos con otros compañeros y compañeras de nuestro espacio. Y permitirnos hacer solos exclusivamente lo que no hay ninguna posibilidad de hacer con otros.
Guillermo cieza
15/8/ 2019.
(1) Fidel Pintos fue un cómico argentino que alcanzo cierta popularidad en los años 60 y 70 con su participacion en programas radiales y televisivos, algunos muy recordados como operacion Ja Ja. Las intervenciones de Fidel Pinto estaban caracterizado por la “sanata”, que en lunfardo significa : “manera de hablar confusa, incomprensible, en la que se expone un argumento sin sentido ni ideas claras”. Pero el remate de sus actuaciones, que todos esperábamos, es que en algún momento Fidel se ponía una mano bajo el saco y amenazaba como si fuera a sacar un arma. El contexto de la época de crecimiento y prestigio de las organizaciones armadas, daba marco a la payasada que, como es de suponer, siempre terminaba en un amague.
2- Bruno Cambareri, fue militante de las Fuerzas Armadas Peronistas y murió en combate en junio de 1971 en ocasion de la operación de rescate de presas politicas de las FAP y las Fuerzas Armadas de Liberacion. Lo del tranvasamiento generacional aludía a una frase de Perón que era muy criticada en la organización.