Mario Hernandez
Rebelión
Mario Hernandez (MH): Estamos en comunicación con el economista Julio Gambina. Comenzamos el programa haciendo referencia al crimen social de Castelar, no me gusta llamarla tragedia y precisamente hoy publicaste un artículo: “El fracaso de las privatizaciones”. Me quedé con varias cosas, pero en particular con una que quisiera que desarrollaras. Se trata de tu afirmación: “La rebelión popular de 2001 golpeó duro en el paradigma ideológico del neoliberalismo, pero la institucionalidad estructural no mutó y así como los ferrocarriles siguieron siendo administrados por empresas privadas, el régimen privatista se mantuvo instalado y sostenido por subsidios públicos, muy pocas empresas privatizadas fueron estatizadas y cuando ocurrió se explicó por falencias o incumplimientos explícitos en la operatoria de la actividad, tal el caso del Correo, algunas líneas ferroviarias y el propio sistema de jubilaciones en plena crisis mundial durante el pico que afectara al mundo financiero en 2009”.
Te interrogo sobre esto porque en “¿Sin Salida?” venimos desarrollando una serie de entrevistas que pretenden hacer un balance de estos diez años de kirchnerismo. Hace dos semanas comenzamos con Claudio Katz. Particularmente, me llamó la atención esta afirmación tan fuerte que “la institucionalización no mutó”.
Julio Gambina (JG): Para tratar de ser didáctico puedo ampliarlo a distintas esferas de lo que llamo lo estructural-institucional.
En los ’80 y, sobre todo en los ’90, se modificó de manera muy importante la relación capital-trabajo, favoreciendo la flexibilización laboral y salarial con un impacto claro en una redistribución regresiva del ingreso, con merma de salarios, crecimiento del desempleo, el subempleo, la informalidad en el trabajo y esos son temas que se mantienen.
Fijate que pese al importante crecimiento económico en la última década del nivel de actividad y el empleo, el último dato estadístico del Indec señala que el 34.6% de los trabajadores están en situación informal.
Los subsidios a las empresas privadas superan el gasto en salarios de la administración pública
MH: En el propio empleo estatal es muy alta la informalidad.
JG: Altísima, pese a que era más grave en 2001-2, a una década de crecimiento económico muy importante, como pocas veces ha habido en Argentina, la situación de la flexibilización salarial-laboral y el impacto que tiene en la desindicalización, sigue siendo importante.
Lo mismo ocurre en el ejemplo que estás sugiriendo que es el tema de las privatizaciones. En Argentina, hubo un cambio muy claro en la función del Estado transformado en un soporte de la rentabilidad de los grandes capitales. Hoy el presupuesto vigente tiene una asistencia en subsidios a empresas privadas que es superior a todo el gasto en salarios de la administración pública nacional.
Es normal escuchar una crítica al empleo público, a cómo el Estado resuelve muchas cuestiones políticas con empleo estatal, y nos encontramos que hoy el nivel de subsidios a las empresas privadas es superior a la totalidad del salario de maestros, médicos, policías, empleados administrativos, etc. La totalidad del empleo público tiene un gasto menor que el gasto en subsidios a empresas privadas, con lo cual queda claro que han pasado diez años de gobierno kirchnerista y la orientación del presupuesto público sigue marcando niveles de inequidad y de favorecer a la iniciativa privada.
Ha cambiado la función del Estado, por eso no hay definiciones de reorientación de ese cambio a través de la apropiación de empresas. El caso más evidente es el de la expropiación parcial de YPF y lo primero que hace la empresa con gestión pública es una asociación con Chevron para que haga inversiones y desarrollar la tecnología de la fractura hidráulica, el fracking, para avanzar en la explotación de hidrocarburos no-convencionales. Es decir, que más allá de la gestión pública o privada, seguís teniendo una YPF que antes gestionada por Repsol servía al capital externo y ahora gestionada por el Estado sigue haciéndolo, lo que motivó renuncias en el Directorio.
Más allá del ‘Adiós al Alca’ del 2005, también existe la participación argentina en el G20
MH: Me sorprendió la renuncia de Basualdo, un duro crítico a toda la política de los ’90.
JG: Ese es un dato concreto que tiene que ver con diferencias con el proceso. Obviamente, eso no se ventila. Con Basualdo hemos compartido y ha sido uno de los constructores intelectuales de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) en los ’90. Estuvo y está co-participando del gobierno lo que supone que tengamos lecturas diferenciadas. Hay mucha gente que las tiene, pero participa honestamente y con convicción del proceso de gobierno y cuando se dan situaciones de esta naturaleza se generan algunas contradicciones como la que estamos planteando. Pero quiero insistir que en esa orientación que significó la relación laboral por un lado, o el papel del Estado por otro, no veo que haya cambios sustanciales en el patrón que define la situación.
Algo similar pasa con las relaciones internacionales donde se destaca mucho que durante estos diez años ha habido un acercamiento con Venezuela y en 2005 el NO AL ALCA. Es cierto, pero al mismo tiempo Argentina ha sido parte del G20, que es el núcleo mundial donde las potencias hegemónicas han decidido resolver el tratamiento de la crisis mundial del capitalismo y la respuesta por un lado es el ajuste, claramente visibilizado en Europa y, por otro, el salvataje de los países capitalistas más desarrollados y a sus empresas en crisis. Pensá que EE. UU. que se dice tiene una política diferenciada de la europea, porque Europa tiene una política de austeridad y EE. UU. emite todos los meses U$S 85.000 millones para sostener el nivel de actividad en el país, eso no se hace en beneficio de las mejores condiciones de vida de los trabajadores y los sectores estadounidenses empobrecidos. La política de salvataje, sea de Japón, EE. UU. o Europa, con más o menos austeridad, es la que viene empujándose desde el G20 y Argentina, junto con Brasil y México, participan de ese organismo que una de las pocas cosas que ha resuelto es fortalecer la potencia mundial del FMI cuando éste estaba prácticamente en la lona.
La crisis mundial empieza en 2007-8 y hacia 2006 Brasil al igual que Turquía, Argentina y Rusia, habían cancelado la deuda con el FMI y éste prácticamente se había quedado sin funciones. La realidad es que el G20 revivió al FMI, facilitó la ampliación de su capital y recientemente el Parlamento argentino aprobó la capitalización de nuestro país en el FMI.
Entonces, más allá del ‘Adiós al Alca’ en 2005, que reivindico y destaco, también existe la participación argentina en el G20 y el fortalecimiento del FMI. En general, todo aquél que piense críticamente la situación mundial sabe cuál ha sido en décadas pasadas y en el presente el papel del FMI, del BM y de los organismos financieros internacionales.
En los últimos tres años las empresas más rentables fueron los bancos
El sentido del comentario de esta nota en la que aludo al tema de las privatizaciones es que hay novedades institucionales que plantearon Videla y Martínez de Hoz y no pudieron materializarlas por la resistencia popular, que sí lo hizo Menem en los ’90, que continuaron con la Alianza y, lamentablemente, todavía subsisten. Quizás la más emblemática de todas las medidas sea la Ley de Entidades Financieras aprobada en 1977. Cuando Martínez de Hoz dejó el Ministerio de Economía en 1981 planteó que el instrumento más revolucionario que habían generado en el gobierno de Videla había sido esa ley que favoreció el proceso de extranjerización de la banca y la apertura de la cuenta de capitales sea para inversiones extranjeras o el crecimiento de la deuda pública. Fue un instrumento fundamental para la inserción subordinada de Argentina en la economía mundial de los ’70 generando las condiciones para el gran ajuste de los ’80 y la profundización de esa entrega subordinada en la división internacional del trabajo en los ’90. Hoy sigue habiendo la misma Ley de Entidades Financieras y sigue habiendo extranjerización de la banca como sistema bancario hegemónico.
Fijate que 2001-2 comienza con una crítica social extendida a la banca, principalmente a la banca privada extranjera y en los últimos tres años las empresas que más rentabilidad han tenido fueron los bancos. Han pasado diez años y esos bancos que presentaban balances complejos y que llevó a muchos a retirarse del país, que se visibilizaron como el problema principal y que mucha de la bronca del ‘que se vayan todos’ se orientaba hacia ellos, prácticamente todos tuvieron que blindar sus vidrieras, excepto el Credicoop, porque se las rompían en las protestas, movilizaciones y las broncas que había. El resultado que tenés de todo eso es el restablecimiento de una banca extranjera en el sistema financiero argentino y su preeminencia como sector altamente rentable al que se le mantuvieron todas las eximiciones de impuestos durante todos estos años.
*MH: Quisiera que volviéramos al tema de los ferrocarriles. El sábado pasado lo escuché a Ing. Rosendo de “Salvemos al tren” señalando que si los subsidios dados a los operadores privados, los hubiera utilizado Ferrocarriles Argentinos, hoy tendríamos trenes como en Francia, que son de los mejores del mundo. Sin embargo, días antes de la masacre de Castelar, el 9 de junio, en la contratapa del Suplemento Económico de Página 12, Claudio Scaletta escribía lo siguiente: “Contra lo que barruntan los sectores neoliberales más recalcitrantes, esos que ven en el oficialismo una versión acriollada de chavismo, o hasta de castrismo encubierto, el kirchnerismo no estatiza con fruición. No opera por fuera de la historia. No se trata de un sector trotskista al que todo le parece inmediatamente posible”.
Este comentario referido a los ferrocarriles ignora que la necesidad de re-estatizarlos se cae de madura. La situación no da para más, no se trata de ser trotskista.
Los argentinos no comemos soja pero sí pan, facturas y pastas*
JG: Además, escribir de esa manera es una falta de respeto hacia cualquier organización. Cada cual tiene derecho a pensar como quiera y a discutirlo en sociedad. Hay que ser respetuoso a todo nivel, pero me animo a complejizar más el análisis y decir que tampoco sé si los subsidios hubieran ido a una empresa pública hoy tendríamos un mejor servicio porque cambió la función del Estado paralelamente al cambio de modelo productivo en Argentina.
El ferrocarril es funcional para que el grupo Urquía traslade sus productos desde la provincia de Córdoba hasta el puerto de Rosario desde donde salen la soja y sus subproductos.
La privatización del ferrocarril le sirve a Urquía, político y empresario vinculado al kirchnerismo, que termina desembocando en un puerto privado en Rosario. Allí tenés las terminales privadas, el tren privado y el desarrollo de la soja que subordina buena parte de la producción argentina.
Hoy tenés estímulos a la política triguera porque está cayendo brutalmente la producción de trigo que es una de las producciones tradicionales y emblemáticas de Argentina. El tema es importante porque los argentinos no comemos soja pero sí pan, facturas, pastas, es decir, el trigo sirve para hacer harina y ésta para fabricar los alimentos que te mencioné, por lo tanto, tiene que ver con nuestra dieta.
MH: Se ha llegado a hablar de importar trigo.
JG: Argentina está perdiendo soberanía alimentaria y hoy hay un conflicto muy serio con Bolivia porque una de las pocas insuficiencias productivas que tiene ese país en materia alimentaria es el trigo e importa harina desde Argentina. El tema es que el precio se ha encarecido para los bolivianos y están en problemas porque le ha aumentado el pan y han tenido que abrir la importación para resolver el problema. Se trata de un pueblo que consume mucho pan al igual que nosotros y, por lo tanto, el problema de la insuficiencia alimentaria derivada de la producción de trigo en Argentina también afecta a Bolivia, con lo cual en vez de pensar en términos de soberanía argentina, boliviana, regional, estamos pensando en una inserción internacional como proveedores de soja y, sobre todo, de soja transgénica. Esto empezó con Cavallo, Menem y Felipe Solá en 1996, pero ya llevamos más años que en ese gobierno produciendo soja. Eso también es parte de lo estructural.
Argentina sojera no fue siempre, es producto de los últimos quince años, de los cuales llevamos diez durante el kirchnerismo. Acordate de los discursos que aludían al “yuyo”. Un tema clave del financiamiento del Estado argentino son las retenciones que constituyen una cifra más que importante de apropiación de renta por parte del Estado y es bueno preguntarse en qué la usa. Recién te mencioné los subsidios a las empresas privadas, pero el gran rubro es el pago de la deuda. Argentina es un gran pagador. Todos los comentarios que leés sobre los instrumentos financieros que se han creado para el blanqueo de dólares están basados en la seguridad que brinda Argentina al pago de sus compromisos externos.
Además, está el pago de la importación de combustibles. En los últimos dos años hemos pagado U$S 9.300 y 10.200 millones. Este año se espera una cifra superior a U$S 13.000 millones y es lo que se aspira a resolver a partir de la expropiación parcial de YPF y el avance sobe los hidrocarburos no-convencionales. No solo se trata que los recursos que se llevan los privados se los dieran a una eventual empresa pública como la ferroviaria, sino habría que discutir que hay un fracaso para los sectores populares con las privatizaciones y el modelo productivo que se instaló de la mano de la dictadura genocida hasta nuestros días, que consolida la concentración de la economía y la extranjerización. No alcanza con tener discursos críticos, que son valorables respecto de las políticas hegemónicas en los ’80 y ’90, sino que se requiere modificar sustancialmente esas reformas institucionales que marcaron a fuego el desarrollo de la economía, la sociedad y el Estado en los últimos 30 años en nuestro país.
Tanto Chile en 1973 como Argentina en 1976 han sido parte de la reestructuración del sistema mundial. En el caso chileno estamos hablando de casi 40 años cuando ese país, Argentina y las dictaduras del Cono Sur fueron el ensayo territorial regional de algo que se iba a generalizar en los ‘80/90 en la economía mundial.
Hay que avanzar en un proceso de “desmercantilización”
MH: Me gustaría que nos explicaras una afirmación que también hacías en la nota publicada hoy por Argenpress: “se requiere pensar y actuar para avanzar en un proceso de desmercantilización”.
JG: Te agradezco la pregunta. La respuesta es sencilla, pero muy sustancial. Lo que ha pasado en estos últimos 40 años es un proceso de mercantilización de la vida cotidiana. Cuando yo era chico no había seguridad privada, muy poca gente acudía a ella, crecientemente se ha generalizado en las canchas de fútbol, en los centros comerciales, en los barrios, por todos lados. Más simple aún, cuando era chico lo que había era educación y salud públicas, todos íbamos al hospital y a la escuela del barrio, crecientemente se ha desarrollado la salud y la educación privadas. Eso significa que la seguridad, la salud y la educación, que históricamente eran derechos constitucionales de los argentinos, crecientemente se han ido transformando en servicios, en mercancías que se compran y se venden en el mercado.
Hace unos cuantos años ibas al médico y jamás pagabas la visita, estructuralmente el tema ha cambiado y ahora las visitas se pagan, los medicamentos son cada vez más caros, el hospital público está desabastecido, la escuela pública deteriorada y, por lo tanto, lo que ha crecido es la mercantilización de la seguridad, la educación y la salud. La vida cotidiana tiene cada vez más que ver con el mercado.
El planteo es ideológico, cultural, profundo, que sí podemos ir contra la mercantilización, promoviendo la desmercantilización. Primero, recuperemos el carácter de derechos de la salud y la educación. ¿Por qué no pensar en la desmercantilización de la energía? Todo es energía, absolutamente todo, fijate en el problema del gas, tan imprescindible, sobre todo ahora que hace frío. Te pregunto y a los oyentes ¿cuál es el gas más caro? El de garrafa. ¿Quiénes lo compran para calentarse? Los pobres, a quienes les cuesta mucho más calefaccionarse que a los ricos y, ni siquiera, porque en la Ciudad de Buenos aires el abastecimiento a través de la red natural es casi total. Todo lo que se hizo en los ’90 fueron gasoductos para sacar el gas de la Argentina al exterior. Siete gasoductos se hicieron en esa década. Nunca se pensaron para abastecer necesidades de la población en el interior de nuestro país. Entonces, la desmercantilización energética sería asegurar gas, luz, energía para toda la población. Eso es desmercantilizar.
Esto no se me ocurrió a mí. Lo planteó el Che Guevara en 1964 en Cuba. Alguien me va a acusar de utópico porque esto es el capitalismo como también se decía del Che en los ’60, y creo que si hay una persona apreciada y querida por los jóvenes y todos aquéllos que queremos cambiar el mundo, es la del Che.
Plantearse la utopía de lo que pueda ser, del querer ser, me parece algo fantástico y Guevara en la construcción primigenia del socialismo en Cuba decía podemos ir contra la Ley del valor, que es la ley por excelencia del mercado capitalista. Ir contra la valorización del capital, de la ganancia, vayamos a un proceso de afectación de la Ley del valor. Eso era desmercantilizar para el Che, fomentar otro tipo de relaciones en la sociedad.
Creo que en 2013 luchar en Argentina por el derecho a la salud y la educación, a la vivienda, no me parece utópico. Es algo muy concreto que puede llenar un programa de transformaciones concretas y posibles en la Argentina de nuestros días.
MH: Te voy a dejar una pelota picando. Fuiste muy crítico con la sojización y estuve leyendo un trabajo de Natanson en Le Monde Diplomatique donde reivindica el desarrollo a partir de la primarización de la economía. En un par de semanas prometo entrevistarte nuevamente pero haciendo de abogado del diablo.
JG: Creo que es legítimo tener opiniones distintas. Esas discusiones ayudan a ver cuál es el modelo productivo, de desarrollo que necesita Argentina. Es un debate legítimo y es bueno que se expliciten argumentos en uno y otro sentido, que es algo que la sociedad argentina no ha hecho. Yo pregunto ¿cuándo Argentina discutió y decidió sojizarse? Es algo que le impuso Monsanto, Syngenta, Dreyfus, las transnacionales de la alimentación, de la biotecnología, que son las que se quedan con la rentabilidad más fuerte de este negocio multimillonario.
Esto afecta hasta a los pequeños productores sojeros que tienen posiciones críticas con este modelo que los subordina a la estrategia de las transnacionales. Hay que debatirlo aunque no lleguemos a un acuerdo.