En estos últimos tiempos, la empresa YPF S.A., expropiada parcialmente en 2012 (51% del Estado y 49% en manos de privados) e indemnizada por el pago a la española Repsol en miles de millones de dólares, ha mostrado un mejoramiento en sus balances, tanto en la producción de hidrocarburos como en las ventas de combustibles, entre otros indicadores.
Dime quién te deja en el cargo y te diré qué tipo de empresa eres.
Esta gestión “exitosa” de Galuccio al frente de la petrolera con mayoría accionaria nacional es bien vista por Daniel Scioli, el pre-candidato a presidente del Frente Para la Victoria; el candidato del gobierno. En un posible gobierno de Scioli, la continuidad de Galuccio en YPF no parece algo descabellado. Pero todo se vuelve más llamativo cuando observamos que Mauricio Macri, el pre-candidato a presidente por el PRO, no descarta que en un posible gobierno de él, Miguel Galuccio también continúe al frente de YPF.
Estos y otros previsibles acuerdos entre los candidatos del establisment son una clara muestra del tipo de gestión que se está llevando adelante en YPF. Desde la FeTERA y el MORENO venimos denunciando que el “Modelo Galuccio” de YPF, no es otra cosa que dejar a la histórica petrolera argentina bajo la lógica empresarial, lejana a los intereses populares.
YPF hoy actúa como una empresa privada más en el mercado y en la industria petrolera. Realiza acuerdos a espaldas del pueblo argentino, como el que realizó en 2013 con Chevron en Vaca Muerta. Además de asociarse con la empresa norteamericana, tiene otros acuerdos con grandes petroleras como Petronas de Malasia. En estos acuerdos que realiza YPF, Argentina hipoteca sus recursos por 50 o 60 años y lo hace bajo condiciones totalmente desfavorables, como la libre disponibilidad del 20% de las divisas y los recursos obtenidos en Vaca Muerta a partir del quinto año (en la industria petrolera es muy poco tiempo).
Es decir, las grandes petroleras como Chevron que vayan realizando acuerdos con YPF para sacar el petróleo de Vaca Muerta tendrán estas mismas condiciones, que fueron reafirmadas en octubre de 2014 cuando se aprobó, a pedido de Miguel Galuccio, la nueva Ley de Hidrocarburos en el Congreso Nacional.
YPF aumentó los combustibles en las estaciones de servicio, llevando sus precios casi a los valores de Shell y ESSO, que son las naftas más caras de la Argentina. El gobierno autorizó a que YPF aumente sus precios siete veces en lo que va de 2015. Hoy YPF tiene como una de sus principales cajas al bolsillo de los trabajadores y el pueblo argentino porque depende fuertemente de la venta de combustibles para sostenerse económicamente. YPF concentra casi el 60% del total de las ventas de naftas del país, así y todo, aumentó los combustibles exponencialmente desde que se expropió el 51% en 2012.
No hay que olvidar que la YPF “profesional” de Miguel Galuccio tiene la forma jurídica de Sociedad Anónima (S.A.). Por más que el Estado tenga la mayoría accionaria, la forma jurídica es de S.A. Esto le permite tener acuerdos “entre privados”, como con Chevron. De esta manera, al ser una Sociedad Anónima, puede firmar cláusulas secretas o evitar los controles estatales y democráticos que corresponderían si fuese una Sociedad del Estado.
YPF va a seguir intentando acordar con las grandes petroleras multinacionales (por ejemplo Exxon) o con las gigantes estatales de países como Rusia o China porque tiene como principal objetivo conseguir entre 30 y 40 mil millones de dólares para la explotación de Vaca Muerta.
Todo esto sin haber discutido con organizaciones sociales, sindicatos o partidos políticos los altos riesgos de contaminación que trae la industria de explotación no convencional en yacimientos como Vaca Muerta: la técnica del fracking. Los riesgos ambientales están fuera de la agenda de la YPF de Galuccio.
Tampoco hay que olvidar que el 49% esta en manos de inversores privados. Si bien no tienen la dirección de la empresa ni el poder de decisión de los grandes lineamientos de YPF, el 49% es una gran porción que permanece en manos privadas y se llevan sus ganancias. Es llamativo, estos inversores privados son principalmente extranjeros y pertenecen a fondos especulativos (algunos denunciados como fondos buitre) o a grandes magnates como Gorge Soros o el multimillonario mexicano Carlos Slim.
Con esta composición accionaria, YPF no puede jugar a dos puntas. La disyuntiva es: o está al servicio de los interés estratégicos nacionales o continua como en una empresa privada más en el juego de la oferta y la demanda petrolera del mercado nacional y mundial.
Desde la FeTERA y el MORENO venimos denunciando que lo que ocurre es lo segundo: YPF es una empresa mixta pero con definiciones y políticas con una lógica privada, una lógica empresaria sin irse de los márgenes del mercado capitalista. Esta no es la empresa que necesitamos para los intereses estratégicos nacionales y populares.
Tanto Scioli como Macri se reunieron en el último tiempo con Galuccio y manifestaron, uno con más fuerza que otro, su apoyo y coincidencia con el modelo empresario “profesional” de gestión de YPF. Quizá sea hora de poner en discusión todo esto que no quieren discutir Scioli, Macri ni Galuccio.