Jubilaciones: una de las caras del capitalismo. Por Hugo Blasco.

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En los últimos tiempos estamos asistiendo a una serie de manifestaciones en varios países del mundo que tienen en común que son masivas y que se sostienen en el tiempo con más o menos fuerza.

El tema convocante es el presente pero sobre todo el futuro de los sistemas previsionales vigentes.

En algún caso se trata de derogar un sistema impuesto a sangre y fuego por dictaduras como la de Pinochet en Chile que pone el acento en garantizar enormes ganancias a los sectores económicos condenando a trabajadoras y trabajadores a vivir con la incertidumbre de cómo transcurrirán sus vidas como jubilados.

Uruguay se encuentra en una etapa de fuerte disputa donde el actual gobierno de derecha intenta reformar para peor el actual sistema previsional encontrando la decidida oposición del sindicalismo (PIT-CNT).

Quizás el conflicto más difundido sea el que transcurre en Francia. La oposición de las y los trabajadores a las reformas que impulsa el gobierno de Macron son realmente importantes a tal punto que el presidente galo ha tenido que recurrir a la firma de un decreto ante la imposibilidad de aprobar la ley correspondiente a la iniciativa oficial.

Son innumerables las situaciones generadas a lo largo y ancho del mundo. Todas, perjudiciales para los trabajadores y particularmente agravadas en el caso de las trabajadoras mujeres y pertenecientes a diversidades.

En tal sentido es notable la lucha de sectores de jubiladas y jubilados que en Argentina vienen luchando denodadamente por sus derechos, consagrados incluso en la propia Constitución nacional, desde hace décadas.

En líneas generales lo mencionado al principio son proyectos reformistas que apuntan a aumentar tanto la edad mínima para jubilarse como los años de aportes, establecer haberes lo más bajos posible, la disminución de beneficios para las/los jubilados, crear sistemas de capitalización financiera apostando a la salida individual.

Uno de los organismos que con más empeño insiste con este tipo de reformas es el FMI. Como instrumento de disciplinamiento del poder económico y político dominante incorpora invariablemente exigencias de reformas tanto laborales como previsionales en ocasión de conceder préstamos. En el caso de esta última, en los términos de lo expresado en el párrafo inmediato anterior. Y como es sabido al FMI no le interesa tanto que le salden las deudas sino usarlas para imponer reformas estructurales en línea con los dictados del capitalismo.

Todo lo hasta aquí expresado es una muy sintética descripción de la realidad previsional imperante en casi todo el mundo.

Por otra parte, es habitual leer y escuchar a los representantes del “orden económico” mundial haciendo críticas a lo  que  ellos llaman populismo, demagogia e irresponsabilidad gubernamental. Lo hacen en nombre de la libertad y en tal sentido algunos hasta se atreven a sostener que todas y todos tenemos “la libertad” de morirnos de hambre.

El avance del capital en los últimos cincuenta años es coincidente con el auge neo-liberal iniciado en Chile con el golpe de Pinochet y acompañado por las distintas dictaduras criminales que asolaron la región latinoamericana. Pero también tuvo su correlato en el llamado primer mundo, por ejemplo, gobiernos de Reagan (EEUU) y Thatcher (Gran Bretaña).

El desplome del llamado “estado de bienestar” conduce a este presente en Europa donde a través de reformas “en cuotas” en las relaciones laborales se perjudica en general al conjunto de la clase trabajadora y en particular a las y los jóvenes, en el presente y en el futuro. Es el caso de Francia extensivo a otros países.

Simultáneamente se trata de imponer reformas previsionales.

Los impulsores de todas estas iniciativas representan a un amplio abanico político-partidario. Desde “moderados” hasta ultras de derechas pasando por la casi totalidad del espectro político salvo honrosas excepciones.

Sin embargo a pesar de las diferencias cuando deben tratar lo previsional se aferran a ciertos latiguillos coincidentes. A saber: sustentabilidad del sistema, expectativa de vida, déficit fiscal, libertad de elección (sistema solidario vs sistema individual), vivir con lo propio, no comprometer las cuentas públicas con medidas demagógicas, etc.

Habría que preguntarles cómo podrían ellos vivir en Argentina, por ejemplo, con $73.665 ($58.665 de haber y $15.000 de bono) en marzo de 2023 cuando la canasta para adulto mayor  ronda los $180.000 ó más de acuerdo a la Defensoría de la Tercera Edad de CABA haciendo que el 85% de los jubilados estén por debajo de la línea de pobreza.

El fuerte avance de las ideas más conservadoras y reaccionarias en vastos sectores de la sociedad lleva consigo la instalación de un sentido común xenófobo, racista, patriarcal, aporofóbico, gerontofóbico.

“¿Para qué sirven los viejos si no producen? ; son caros, requieren mucha atención de la salud, etc. etc.

Una de las ideas es transformar a las jubilaciones en “subsidios a la vejez”. Un haber muy debajo de las necesidades más elementales que no afectaría mayormente al famoso y sacrosanto déficit fiscal. Cada uno debería, entonces, tener su propia cuenta de inversiones personal, individual para completar un ingreso más o menos decoroso (a través de los bancos).

Esto terminaría con los sistemas solidarios, intergeneracionales, de reparto, móviles y fundamentalmente justos o menos injustos.

En este punto habría que preguntarse por qué muchos sectores denominados comúnmente progresistas no impulsan a estos modelos solidarios.

Quizás la respuesta sea:  “porque reivindican al capitalismo y por lo tanto en esta etapa histórica de hegemonía casi absoluta del mismo en sus formas más duras se limitan a plantear variantes que no van a la cuestión de fondo sino a maquillajes para el momento”.

En conclusión se puede decir que hay una absoluta sumisión de vastísimos sectores políticos al dominio capitalista lo cuál explica tanta deserción incluso traición al pueblo.  En este estado de cosas nunca será el ser humano el centro de la atención del pensamiento y de la acción política partidaria mayoritaria. Y es en este punto donde debemos concluir que es el pueblo a través de sus organizaciones de todo tipo y en particular la clase trabajadora  quienes deberán asumir las acciones pertinentes para revertir la realidad actual planteándose firmemente el objetivo de combatir al capitalismo construyendo en simultáneo un sistema justo y democrático. 

Ciudad de Buenos Aires, 20 de marzo de 2023.-

                                  Hugo Antonio Blasco

                 Mesa Coordinadora Jubilados y Pensionados

                           Corriente Política de Izquierda


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