Años de rupturas, dominación y resistencia. Por Enrique Elorza.

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Desde el golpe militar en  Argentina en 1976 han prevalecido años de rupturas. Rupturas de diferentes iniciativas que se fueron conformando desde los sectores populares en la búsqueda de una alternativa al sistema capitalista. También rupturas en aquellas políticas, que sin explicitar la búsqueda de salir del capitalismo, fueron políticas dirigidas hacia los sectores populares y medios. Decimos dominación en el sentido que, desde el poder hegemónico local e internacional, se han ido construyendo diferentes “obstrucciones” para limitar e impedir que en la Argentina se consoliden las  prácticas políticas orientadas hacia las mayorías populares. De allí la importancia de los espacios de resistencia que se van construyendo día a día. En este sentido, interesa reflexionar acerca de  dos interrogantes: la vigencia de una tensión permanente en la construcción de resistencias y poner en el horizonte el  2023, como dos aspectos para reflexionar.

1-Alcance de la dictadura militar

El golpe militar sentó las bases de un nuevo modelo productivo-ideológico,  bajo el ideario capitalista y la política neoliberal, estableciendo las condiciones para la inserción de Argentina al capitalismo global y de subordinación económica, política, cultural e ideológica. Inserción y subordinación, que es considerada como un valor y un lugar a arribar, para los sectores de la sociedad que entienden  que la globalización y el mercado capitalista es el espacio para el desarrollo de la sociedad. Es la consolidación de una subjetividad colectiva que por momentos adquiere un carácter masivo, basada en el individualismo como parte de la solución de los temas de interés para la sociedad.

Han sido años de desarticulación social, territorial, productiva y de rupturas posibilitando una mayor dominación. Es necesario mirar detenidamente  dos momentos de nuestra historia reciente y observar la complejidad que implica el pensamiento y prácticas de un cambio de dirección, al cual no debemos renunciar. Nos referimos a los logros del golpe militar y el legado que van dejando los gobiernos constitucionales.

2-Algunas huellas a 46 años de todo esto

Interesa poner en tensión el hecho de que, con la violencia y brutalidad del golpe militar, se logró que en Argentina, se diera paso a la construcción de una política profesionalizada, pragmática y posibilista, seudo tecnocrática, y  que el objetivo fue la construcción de un vivir mejor, siendo su resultado una economía de minorías, dejando de lado las luchas con las utopías de “un  mundo mejor es posible”. A partir del año 1983 los gobiernos constitucionales, no han generado proyectos políticos que incluyan un modelo productivo social y que expresen los intereses  de los sectores populares, con solidaridad y en búsqueda de transitar la salida del extractivismo depredador y dependiente. Más allá de que existieron intentos e iniciativas, las mismas  no pudieron sustentarse y fueron insuficientes, destacando que ninguna de estas fue en dirección de un cambio de sistema.

Son años, desde el golpe militar hasta el presente, en que hay un entrecruzamiento generacional que conviven y que tienen a las nuevas generaciones como  protagonistas en  la vida política institucional y que es necesario detenerse  a su estudio y análisis (Elorza, https://bit.ly/3MzQbV8). En tal sentido es oportuno  interrogarnos: ¿Cuáles fueron las estrategias que se pusieron en práctica y que no lograron amalgamar un sentido común que contrapese, por ejemplo, al individualismo y al mercado, como columna vertebral de la organización social en las diferentes generaciones? O en su defecto, preguntarnos si no estuvo presente alguna  estrategia al respecto ¿cuál serían el o los motivos? O dicho de otro modo,  ¿Cómo  llegar desde el campo popular para incidir en  una nueva subjetividad a estos fragmentos generacionales de población que hoy tiene su protagonismo en la política nacional? ¿Cómo pensar un camino, y desde donde hacerlo, que contribuya a construir prácticas,  actividades de formación y de acción  para  incidir en  un cambio en la subjetividad?

También buscar dar respuestas y tratar de entender  ¿Cómo ha sido y es su reproducción actual y su aceptación? ¿Cuáles han sido los límites o motivos de no haber logrado un cambio de dirección? ¿Qué tienen que ver el golpe militar y las políticas de gobiernos constitucionales con la no construcción de un proyecto político direccionado a salir del  capitalismo y las  políticas neoliberales?

Tampoco se ha podido  avanzar  en la construcción de  una subjetividad colectiva  que dé lugar a  pensar en otras alternativas. ¿No ha habido interés al respecto? ¿No han existido iniciativas dispuesta a sumergirse a estas transformaciones? De haber existido tales iniciativas ¿Se ha carecido de una estrategia para esta construcción colectiva? ¿Era posible su construcción?  ¿Con qué límites y obstáculos se han encontrado? ¿Cómo establecer un nuevo dialogo con los sujetos protagónicos de los cambios para pensar en la construcción de otro modo de desarrollo?

Se podrá observar la complejidad que conlleva  enfrentar  la búsqueda de modificar la dirección del desarrollo capitalista, al tiempo que pareciera que no es un tema central de la discusión en la coyuntura actual. Sin embargo entendemos que es necesario pensar acerca de por qué y en cómo salir del capitalismo.

3-Dos temas para  pensar las alternativas 

  • La vigencia de una tensión permanente

Uno de los temas para la reflexión es cómo  procurar correr las “fronteras – límites” que se dan  para avanzar en los procesos de alternativas, que muchas veces en parte, proviene del mismo campo popular. A ello quiero referir en este punto. Se trata de cómo  habilitar prácticas y desarrollo teóricos  entre  los diferentes espacios y partidos políticos del campo popular en la búsqueda de alternativas. Es decir cómo posibilitar dar  continuidad a la construcción de nuevas síntesis en la generación de  alternativas al capitalismo y sus políticas desde los espacios populares en la construcción de gobiernos alternativos.

Una de las  tensiones  permanente esta dado en el hecho de que hay ciertos consensos, en sectores progresistas ligados al campo  popular,  acerca de que dentro del sistema capitalista es posible la construcción de un proyecto autónomo para las mayorías. Entendemos que hay límites  concretos para avanzar en esa dirección dentro del capitalismo. Aquí hay una tensión que es importante revisar y que no es algo que en general  está en discusión. Varias pueden ser las puertas de entrada para reflexionar acerca de este “consenso”  del capitalismo.

Nos interesa visibilizar que es difícil pensar las transformaciones  que signifiquen procesos de cambios con alternativas al capitalismo, sin tener en cuenta el lugar que ha ocupado y ocupa el peronismo, considerando que los recurrentes  períodos en que fue gobierno, los sectores populares, en parte,  fueron  protagonistas e impulsores de políticas en materia social, productiva y cultural, entre otros. También, destinatarios de los logros alcanzados, como  afectados por las políticas inconclusas e insuficientes, o de aquellas que estuvieron ausentes.

Es decir, también  conforman  el campo popular.

No se pretende  hacer una caracterización del peronismo. Es un fenómeno imposible de sintetizar en estas líneas, como también la historia de otros movimientos populares y partidos políticos en Argentina que tienen sus especificidades, características, dimensiones y complejidades.

Solo interesa destacar, como un punto de análisis, el nexo evidente entre peronismo-gobierno-mayorías populares como una triada en la política nacional, que es difícil obviar al momento de plantear la construcción y ampliación de espacios alternativos. Dicho esto hay  cuestiones  que interesa poner en tensión en línea a la búsqueda de otro tipo de sociedad.

Algunas  experiencias indican que en el devenir de  gobiernos  peronistas se han habilitado  y/o retomado  espacios de diálogos y prácticas entre los diferentes colectivos populares. Se recuperan y aparecen o reaparecen  otros derechos, se discuten políticas acerca de cómo garantizar   llegar mejor a los sectores populares y medios, entre otras cuestiones.  Sin embargo, hasta ahora, siempre concluye en un círculo que  cada vez es más cerrado a la incorporación de lo alternativo, poniendo  límites para las transformaciones, quedando “atados” de alguna manera en este ciclo de ruptura, dominación y resistencia.

En definitiva las políticas que se orientan hacia el campo popular en respuesta a sus necesidades, con toda la ambigüedad de esta expresión, tendrían que confluir habilitando espacios, generando articulaciones entre los colectivos, con los nuevos y viejos sujetos sociales que surgen y se hacen visibles con sus pronunciamientos y hasta con sus propias prácticas. Se trata de encontrar cómo quebrar al poder hegemónico, que en gobiernos militares como en los constitucionales, condiciona al  campo popular al momento de recuperar su protagonismo espacios de lucha.

El Peronismo a partir de 1946 rompe con parte de la hegemonía del momento. Irrumpe en  la vida política e institucional poniendo en tensión al poder establecido en articulación con  espacios populares. El peronismo con sus mutaciones, sigue estando presente en el campo popular, pero cada vez, hasta ahora, está  más lejos de iniciativas de confrontar con los poderosos. Más allá de ser un espacio gravitante en la política nacional, no está en la hoja de ruta  buscar alternativas al capitalismo,  quedando atrapado a los acuerdos con el “sistema”. Es por esto que nos interrogábamos anteriormente cómo procurar correr la “frontera-limites” desde el campo popular.

Por más que no se quiera ver, está vigente esta tensión y es parte de los desafíos a enfrentar desde el campo popular.

 La derecha conservadora lo sabe y cultiva muy inteligentemente las rupturas para que no surja  un eje de conexión entre los diferentes espacios del campo popular en la búsqueda de otros caminos para encontrar alternativas al capitalismo.

Esto requiere una permanente rearticulación desde los espacios populares que todavía no se logra. También contar con una evaluación  crítica que nos aproxime a dar  respuestas a algunos de los interrogantes planteados. Sabemos que en este proceso de construcción no existe la copia a tal o cual experiencia.

Si se observa la historia reciente en Nuestramérica, de manera general, se puede apreciar que no hay procesos de transición para salir del capitalismo que sean únicos. Tres experiencias y tres caminos diferentes  en  direcciones similares, en distintos momentos y cada uno con sus especificidades dan muestra de ello.

Cuba en 1959 mediante la lucha armada construye el inicio del  cambio de sistema.  Chile 1970-1973, a través de la  Vía Chilena al Socialismo, en el marco de la democracia liberal, da inicio a su  proceso de transición. Y por último,  Venezuela, que con la movilización popular da lugar al  Caracazo en el año 1988,  dejando atrás la  IV República que surgió en 1958, que fue  un acuerdo de alternancia  entre dos partidos políticos: Partido Social Cristiano que conformaba el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD). Y, con el advenimiento de Chávez a partir del año 2000, luego de haber aprobado por referéndum la nueva constitución, surge la V República, en la búsqueda del socialismo.

Por eso los caminos de la transición no se copian pero se deben construir. Las experiencias antes aludidas, tienen en común, la existencia de  liderazgos y de procesos de resistencia y de construcción popular continua que dieron  lugar  al  cambio de dirección. Fueron de ruptura y construcción de alternativas al capitalismo. De allí la importancia de la construcción, desde el campo popular, de líderes y de luchas continuas.

¿El 2023 y la consolidación  de una política de centro derecha?

Ya en el  2019 siendo gobierno el Frente de Todos y a partir de algunas de  las políticas implementadas, se puede apreciar cierta tendencia a coincidir con políticas que sostienen desde  Juntos por el Cambio. Aspecto este que el poder hegemónico trabaja para que en el horizonte próximo, se puede converger en políticas de centro derecha que   garanticen la  gobernabilidad de sus intereses.

Juntos por el Cambio ha logrado aglutinar de manera mayoritaria los intereses políticos y económicos del poder hegemónico local e internacional, y que al momento de ser gobierno implementaron una política afín a estos grupos de intereses. En tanto el Frente de Todos, en su diversidad de conformación, si bien expresa mayoritariamente intereses distintos a Juntos por el Cambio, ante la agudización de la crisis, inherente al  funcionamiento del capitalismo, la tendencia está siendo de mutar a políticas de centro derecha, que no necesariamente significa la aceptación de las mismas hacia el interior de sus votantes.

Es imposible imaginar escenarios y comportamientos políticos partidarios a futuro. Solo se quiere hacer notar que el poder hegemónico, como también  la crisis económica nacional y mundial, seguirá poniendo límites a todas aquellas políticas que pretendan romper el ciclo de la rentabilidad de los intereses hegemónicos. El imperialismo pone límites, que no tienen  límites. Es decir, va desde la política hasta la violencia, como también, de contar con el poder suficiente como para tener a  un Embajador de EE.UU que habla, actúa  y se “planta”  ante los argentinos, como si fuera Ministro del Interior. En tanto que la política económica, es diseñada y definida desde la Gerencia del FMI.

De allí que interesa poner en evidencia esta eventual “chilenización de los 90” de la política argentina en procura de garantizar la reproducción del capital. Aspecto este que implica un   desafío desde el campo popular para definir  cómo enfrentar  este  escenario  de derechización.  

La experiencia chilena en  los 90 da cuenta que se institucionalizó  la Concertación de Partidos para la Democracia, que estuvo integrada  por  partidos políticos de izquierda, centroizquierda y centro. Construyeron un eje de poder de centro de políticas neoliberales  y  fueron gobierno con alternancia durante 19 años, teniendo en común  políticas de puro mercado, apertura sin restricciones y desnacionalización total de la economía, sin  discutir el capitalismo.

 La pregunta que nos realizamos es si en Argentina, a partir de algunas coincidencias centrales, entre el Frente de Todos, en la superestructura, y por otra parte, los espacios conservadores y de derecha, tal sería el caso de Juntos por el Cambio,  ¿no  estaríamos dirigiéndonos a ese rumbo? 

Tal hipótesis parte de observar que en temas que son estratégicos en ambos espacios, pareciera existir una coincidencia relativa a partir de la huella que ha dejado el golpe militar, tales como: el tratamiento de la deuda externa, política de hidrocarburo, política internacional, política presupuestaría, la pérdida de soberanías en los litigios internacionales. También en la falta de control de los recursos naturales de nuestro territorio, el tratamiento de la exclusión social, la profundización de la concentración y centralización del capital, la coincidencia en que los excedentes que genera la economía nacional que pueden salir del  país sin ningún tipo de límites, entre otros tantos aspectos, que son coincidentes en el arco de la política profesionalizada e institucionalizada, que forma parte de la alternancia de gobierno en los últimos años, estando la misma,   penetrada por el pragmatismo, oportunismo, tecnicismo, en la cual los poderes facticos tienen una influencia dominante.

Lógicamente surgen interrogantes que nos interesa visibilizar. Por una parte, cómo recuperar y armar estrategias de manera colectiva desde los sectores populares y medios; y por la otra, clarificarnos hacia dónde va la política profesionalizada que esta institucionalizada en el marco de la “democracia”, sabiendo que en cada uno de estos espacios, también están “presente”, parte de los  sectores populares y medios.

Entonces al situarnos en la acción para los próximos años implica, entre otras cuestiones, preguntarnos colectivamente ¿desde dónde y cómo participar en la construcción de alternativas? ¿Cuáles son los espacios que pueden habilitarse desde el peronismo, que contribuyan a avanzar cualitativamente facilitando caminos en la construcción de un modelo alternativo, en los términos expresados inicialmente?, ¿Qué tipo de articulación y confluencia puede desarrollarse desde las izquierdas y otros espacios del campo popular? En definitiva ¿Cómo construir un eje de conexión entre los diferentes espacios del campo popular en la búsqueda de otros caminos para encontrar alternativas al capitalismo?

4-Algunas referencias finales

Las tareas son muchas y de difícil priorización  dada la dinámica de la lucha popular. Al focalizarnos en las dos cuestiones que hemos planteados: la tensión permanente y la tendencia a la derechización, entendemos que la complejidad es inmensa y los desafíos por momentos se nos presentan como imposibles. Sin embargo, cabe considerar, que las   reflexiones surgidas en el reciente encuentro realizado “Movimiento Popular y Sujetos para la Revolución” y publicado en el Boletín Transiciones N° 22, bit.ly/3qdAhXC, contribuyen a la discusión y análisis de estos temas. Destacamos algunos  aportes de los participantes:

*Entendemos que más allá de la agenda que busca imponer la política profesionalizada e institucionalizada,  hay dos temas que fue destacado por  Arturo Gómez Barroso, que es  la “tarea de formación y de construcción de  síntesis de los procesos que  contribuyan  a comprender que el capitalismo no es la opción para el movimiento popular”. Estos dos aspectos que son parte del  mismo problema, deben ser tenidos en cuenta como una estrategia a construir desde  la militancia para la transición y que aún no tiene la densidad necesaria para transformarse en una alternativa desde el campo popular.

**También hemos aludido en estas líneas  a la importancia  de construir una subjetividad colectiva para el cambio de dirección para  salir del capitalismo,  María Carla Rodríguez,  hace notar  que la actual coyuntura nos desafía en el sentido de que estamos en presencia “de una larga marcha, ya que la ofensiva del capital es muy grande”. Esto nos tiene que llevar a reflexionar cómo hacer para que cada día haya más  personas que comprendan que el capitalismo es el problema. Aquí, entre otros aspectos, lo que hay que proponerse es cómo desplazar a la política profesionalizada  en institucionalizada. Al respecto desde los progresismos anidan aún demasiadas disidencias que no contribuyen al fortalecimiento de núcleos alternativos.

*** En tanto que Guillermo Cieza, realizó algunos señalamientos que nos interesa traer aquí. Es el tema de  conectar el pasado de las luchas con el presente, destacando que  “hay una novedad extraordinaria en el movimiento piquetero. Pero el movimiento piquetero fue mucho más que novedad. Y tampoco fue huérfano. Su padre y su madre fueron el movimiento obrero y también las luchas de los asentamientos”. Esto es muy importante porque es parte de la reconstrucción histórica en el procesamiento del trasvasamiento generacional que es imprescindible escalecer.

Los otros dos aspectos que Cieza  incorpora en sus reflexiones, lo pondríamos en estos términos: cómo trabajar con el “otro” en el proceso de transformación, y hacia donde deben converger las luchas populares. En cuanto a lo primero, señala que  “debemos empezar a plantearnos que sólo tendríamos que hacer solos, desde nuestro grupo político de pertenencia, aquellas tareas que no podemos hacer con otros grupos”. Y con lo segundo destaca  que “las revoluciones no empiezan en el mundo, empiezan por países, son localizadas”, de allí de la importancia de llegar a ser gobierno.

Parte de las huellas que han ido dejando  estos 46 años tiene que ver la construcción de una generación de dirigentes pertenecientes a la política profesionalizada e institucional insertada en los diferentes espacios de los gobiernos constitucionales, poniendo como certeza,  que “un mundo mejor es posible”, forma parte del pasado y del fracaso. Asimismo, y en relación con lo anterior, la otra huella de estas casi 5 décadas, es haber acotado, obstruido el desarrollo de un eje de conexión entre los diferentes espacios del campo popular en la búsqueda de otros caminos para encontrar alternativas al capitalismo. De allí la importancia que ha tenido los debates dados en el encuentro  “Movimiento Popular y Sujetos para la Revolución”, en particular los últimos tres puntos que destacamos para pensar estrategias al capitalismo.

Haciendo una generalización, con los límites que siempre significa, decimos que desde las izquierdas y los peronismos, insertados en el campo popular, se debe buscar cómo construir y avanzar en la transición de  alternativa al capitalismo, para superar la tensión vigente que venimos aludiendo en estas líneas. A pesar de los múltiples intentos que se han hecho y de sus  fracasos, es un camino que hay que seguir transitando para encontrar estrategias que tengan la densidad suficiente para frenar el proceso de derechización  de la política nacional, y construir una alternativa al capitalismo.

El poder hegemónico  hace tiempo que  encontró la forma condicionar y esquilmar a la democracia del actual orden constitucional, que se la puede visibilizar en la actual política profesionalizada e institucionalizada que se da en la Argentina, habiéndola transformada en parte de su equipo, como fue en su momento la chilenización de los 90. Desde los espacios populares antes aludidos, debemos  proponernos sin buscar privilegios individuales y protagonismos mediáticos, superar ciertas pertenencias partidarias –sectoriales y confluir hacia una larga marcha en la construcción de otra organización social que deje atrás al capitalismo.

Enrique Elorza
Enrique Elorza

Enrique Elorza es Doctor en Administración Pública. Coordinador del Centro de Pensamiento Crítico Pedro Paz, y Director de la Especialización en Estudios Socioeconómicos latinoamericanos, dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas, Jurídicas y Sociales, en la Universidad Nacional de San Luis, UNSL, Argentina. Investigador del Grupo de Trabajo sobre Crisis y Economía Mundial de CLACSO. Investigador de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.


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