Dos grandes ondas de ascenso y los nuevos gobiernos del progresismo. Por Pedro Fuentes.

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En este siglo XXI tuvimos en América Latina dos grandes ondas de ascenso de masas. La que tuvo inicios en los años 2000 con las insurrecciones o rebeliones de Ecuador, Argentina, Bolivia y la derrota del golpe en Venezuela, que  tuvo como expresión política más visible el bolivarianismo. Y más de una década después una nueva onda  anunciada en las movilizaciones de  2018 (Nicaragua, Puerto Rico, Haití), y que se desarrolló fuertemente en 2019 en las movilizaciones andinas de Ecuador, Chile, Bolivia, Perú y posteriormente Colombia, y más recientemente nuevamente Ecuador y la que ahora está en curso en Panamá.

Ambas ondas de rebeliones o insurrecciones dejaron huellas profundas en los países, que explican los resultados electorales posteriores. Salvo Ecuador en las elecciones de 2021, en todos los casos surgieron nuevos gobiernos diferentes de los burgueses de los partidos tradicionales que se han denominado en forma genérica ”gobiernos progresistas”, aunque, como veremos, han sido y son diferentes.

Ver la continuidad,- los elementos comunes a estas dos ondas-, y la discontinuidad, los elementos diferentes o nuevos, entre ambos procesos es un ejercicio de análisis indispensable para definir la actual situación latinoamericana, ver sus desigualdades y contradicciones con el objetivo de precisar la política y las tareas que están planteadas, como también hacer pronósticos sobre su perspectiva.

La década del 2000

Del ascenso de masas de ese período de grandes movilizaciones rebeliones semi insurreccionales o insurreccionales (recordemos el argentinazo, los levantamientos en Ecuador, la guerra del agua y derrota de Losada en Bolivia,  la derrota del golpe de estado en Venezuela…)  emergieron posteriormente dos tipos de gobiernos que podemos claramente diferenciar. Los de Lula, Mujica, Bachelet, Kirchner, a los que podemos caracterizar como de conciliación de clases, ya que hicieron  algunas reformas o concesiones sin tocar los regímenes y mucho menos el sistema de dominio del imperialismo. En un extremo de este tipo tenemos el gobierno de Lula, que fue claramente social-liberal e integró en su gabinete a genuinos representantes burgueses del agronegocio, la industria y los bancos. También consideramos parte de este tipo de gobierno al de Kirchner, aunque en este caso tuvo roces con la burguesía agraria. Sin embargo, el denominador común de todos ellos es que permanecieron en el marco de los viejos regímenes democrático burgueses y sin medidas económicas que tocaran substancialmente a la burguesía o al imperialismo.

Por otra parte, los gobiernos de Chávez, Evo Morales y Correa, -especialmente los dos primeros-, fueron de ruptura política con la burguesía, es decir cambiaron los regímenes políticos, aunque el Estado siguiera siendo burgués, y desde el punto de vista económico llevaron adelante nacionalizaciones claves como la energía. Bolivia logró el Estado plurinacional, que se reconquistó rápidamente luego del golpe de estado de 2019. Contra quienes ponen a todos los gobiernos surgidos en el 2000 como iguales o en el “mismo saco” hay que recordar que Brasil bajo Lula jugó un rol de freno al desarrollo del bolivarianismo y que actuó como un sub-imperialismo. Los procesos más avanzados (Ecuador, Bolivia, Venezuela) fueron continuidad de las insurrecciones o procesos revolucionarios democrático populares que derribaron a los gobiernos burgueses tradicionales en Ecuador y Bolivia. En Venezuela fue el Caracazo de 1989 que anticipó el chavismo, que tomó fuerza con la derrota del golpe militar de 2002; en Ecuador las rebeliones de 1998 y luego 2000. En Bolivia la guerra del agua (2003) y luego el levantamiento cocalero que tiró a Losada (2005), el argentinazo del 2001 que dio origen al kirchnerismo, un gobierno burgués a la izquierda de Lula.

Los gobiernos antiimperialistas radicales (Evo, Correa, Chávez), como los de mayor conciliación de clases y social liberales (Lula, Bachelet, Mujica, Kirchner), fueron procesos relativamente estables, es decir, duraron casi una década o se aproximaron a ello. Como ya dijimos, los sociales liberales o de conciliación hicieron meras reformas o concesiones; los radicales tomaron medidas económicas (nacionalizaciones) y modificaron los regímenes políticos con nuevas asambleas constituyentes.

Las condiciones favorables de la primera onda

Esta primera onda se produce en medio de dos condiciones que la favorecen. De una parte, está la situación económica de alza mundial de los precios de las materias primas que produjo ese viento de cola para que se alcanzasen PIB de crecimiento de casi una década. Y por otra parte, en sus inicios ocurre la derrota del ALCA, un plan de semi-colonización yanki, que es rechazado gracias al ascenso de masas y también porque sectores burgueses se oponen al mismo. Con ello hay un repliegue del imperialismo americano, así conserve su influencia en el norte y centro de L A. Por esa época también se hace más presente el imperialismo chino, lo que significa una nueva situación geo- económica en Latinoamérica que se mantiene hasta nuestros días. (El imperialismo chino comenzó a hacer inversiones especialmente en el extractivismo minero, aunque también funciona en industrias y la banca). De todas formas no se puede dejar por eso de despreciar que pese a su decadencia, el imperialismo americano sigue teniendo la principal influencia política y también económica.

Esta situación de ascenso en América Latina produjo la alternativa bolivariana

El chavismo fue una dirección con un programa antiimperialista y de integración latinoamericana, de nacionalizaciones y de economía mixta. Frente al mismo, practicamos en diferentes momentos una política de frente único antiimperialista, apoyando las medidas progresivas sin perder por eso la independencia política. Esta dirección llevó adelante el proyecto del ALBA, que si bien quedó limitado a algunos países, rompió el aislamiento de Cuba. La posible integración latinoamericana fue frenada por la política al servicio de la gran burguesía y especialmente por el gobierno brasileño.

Lo destacado de este período fue que surgió una vanguardia antiimperialista y anticapitalista entusiasta, (recordemos que Chávez hablaba del socialismo del siglo XXI). El PSOL con sus características propias fue parte de este proceso y participamos activamente del mismo.

La situación reaccionaria

Los gobiernos reaccionarios de Piñera, Bolsonaro, Uribe-Duque, Macri, a los que hay que sumar Maduro y Ortega, (¿por qué no el giro más represivo del régimen cubano?), son más que un mero interregno accidental entre dos ondas. Sería un análisis fácil y lineal considerarlos así. Hay una interrupción importante en donde aparecen el triunfo de Trump, los golpes reaccionarios de Honduras, Paraguay y posteriormente el de Brasil. Si lo comparamos con el período neoliberal del 90 este período reaccionario fue más corto, inestable y desigual. Uno de los rasgos fundamentales es que surge a escala global y también en Latinoamérica el autoritarismo con características neofascistas. Este es consecuencia de varios factores que se combinan:

a/ La crisis económica de 2008, que llegó tarde a Latinoamérica, pero que lo hizo en forma devastadora, a la que luego se sumó la gravísima crisis sanitaria de la covid.

b/ La crisis de los regímenes políticos de alternancia de los partidos tradicionales que ya sufrían el golpe del ascenso de la década del 2000;

c/ la decadencia del progresismo, en particular el cierre del ciclo progresivo del chavismo en Venezuela de forma más notoria con la muerte de Chávez.

Estos elementos -crisis económica (ahora una combinación de inflación y estancamiento del PIB), crisis de los regímenes, decadencia del progresismo, más los flujos migratorios, el crecimiento de las Iglesias evangélicas, son componentes que llevan a sectores de la clase media, a trabajadores y sectores populares a sumarse a una ultraderecha que permanecía en estado latente, para revitalizarse y dar origen a los gobiernos de ultraderecha con características neofascistas. Este autoritarismo  neofascista se convirtió en una nueva realidad que perdura así, como veremos, la nueva onda los esté desplazando del poder.

La nueva onda de ascenso. Triunfos esencialmente democráticos con nuevas características

El mapa de América Latina comenzó a teñirse con nuevas movilizaciones que –como veremos-, tuvieron muchos puntos en común con la anterior onda de ascenso. Se repitieron grandes movilizaciones, semiinsurrecciones y rebeliones que enfrentaron a los gobiernos de derecha. El levantamiento indígena y popular de Ecuador, la situación insurreccional prolongada en Chile, la movilización encabezada por los obreros mineros que derrotó al gobierno golpista de Añez, las movilizaciones obreras campesinas y populares peruanas que no tuvieron la misma magnitud que las anteriores, la huelga general y rebelión popular en Colombia con el posterior epicentro en la ciudad de Cali. En su reflujo nuevamente dejaron huellas para que nuevos gobiernos triunfaran sobre las derechas más reaccionarias en el poder.

Fueron triunfos democráticos importantes. Si iniciamos una cierta cronología nos encontramos primero con el triunfo de Lopez Obrador contra el viejo régimen heredero del PRI en México, podemos incluir con dudas a Fernandez contra Macri en Argentina, Castillo sobre la Keiko en Perú, Boris sobre Piñera y Katz en Chile, tal vez el más contundente de Arce en Bolivia derrotando al golpe y aplastando en el terreno electoral, Xiomara Castro en Honduras, Petro en Colombia sobre el uribismo, y el probable triunfo de Lula en Brasil. En Ecuador, no se logró ese triunfo por la política divisionista (objetivamente pro Lazo), de un sector de Pachakutik.

Teniendo el denominador común de ser triunfos democráticos contra la derecha neo liberal o autoritaria-neofascista, no tienen el mismo origen. Mientras que  Lula es un viejo conocido de las clases dominantes, en Colombia tenemos un ex guerrillero, en Perú un maestro y en Chile un ex líder estudiantil.

La continuidad con el 2000

Los elementos de continuidad, los puntos en común con la primera onda se encuentran en la situación de crisis social por las medidas de ajuste que trae como consecuencia el desprestigio de los gobiernos y la situación de creciente malestar social que llega a la explosividad.  Como en el 2000, se produjeron grandes movilizaciones y rebeliones democrático-popularesAl igual que en la primera onda, los resultados electorales se dan posteriormente a un proceso de movilización, rebeliones e insurrecciones populares.

Las diferencias

Compartimos la alegría por los triunfos alcanzados. La derrota de las derechas no es poca cosa; significa más libertades democráticas para el movimiento de masas. Sin embargo, es necesario evitar  exageraciones sobre el alcance que tiene los nuevos gobiernos, darles un contexto, señalar sus contradicciones y posibles límites, cuestiones de las que no son amigas aquellos sectores de la izquierda que idealizan los progresismos y ya dan por descontado el nacimiento de un nuevo período de reformas profundas y de bienestar para los trabajadores y el pueblo, como de una nueva integración latinoamericana. La situación no es la misma que en la primera onda.

a-Hay ahora una crisis multidimensionalPasaron casi 20 años. El marco en el que vivimos esta nueva onda es el de una crisis superior del capitalismo, caracterizada como multidimensional, donde se interconectan la crisis económica, social y política que se agravan con la pandemia de la covid y ahora con la agudización de una lucha interimperialista con la guerra de agresión de Rusia a Ucrania. Esta guerra trae consigo más desorden y caos mundial y hasta la amenaza de una guerra nuclear. En esta situación vivimos un mundo de inestabilidad, crisis permanente e incertidumbre. (Con diferencias de horas tuvimos la renuncia de Boris Johnson en Inglaterra, el asesinato de Abe en Japón, y la huida precipitada del presidente de Sri Lanka cuando los manifestantes invadían la sede del gobierno).

b- Se ampliaron las reivindicaciones y los sujetos socialesHay que decir que los sujetos sociales se hicieron más amplios, comenzando por el rol protagónico de las mujeres y sus reivindicaciones. También se incorporaron en forma más nítida las reivindicaciones de los pueblos originarios, de la lucha racial y de la defensa de la naturaleza, que se suman a la lucha de los trabajadores especialmente los de servicios. Esto conlleva también la necesidad de dar un salto mayor por las reivindicaciones agregadas y los sujetos sociales activos. Sin embargo, el carácter democrático, el de las consignas reivindicativas de la diversidad agrega, pero se echa todavía en falta  una columna vertebral del conjunto de reivindicaciones. En otras oportunidades ese rol lo jugó el proletariado, especialmente el industrial. Pero ahora vivimos un proceso de desindustrialización que fragilizó lo que fuera la columna vertebral. Esto se vive en los países andinos y en general en toda Sudamérica; tal vez no sea el caso de México y algunos países de Centroamérica, donde EE UU ha invertido en maquilas para sustituir en parte la importación de China. La izquierda anticapitalista tiene que aprender a convivir con esta situación, sin abandonar por supuesto su inserción y política entre la clase obrera y los trabajadores de servicios que son fundamentales, pero sin ser esquemáticos, incorporando los nuevos sujetos y las nuevas formas de poder que pueden aparecer.

c- Hay más polarización social y las movilizaciones han sufrido mucha represiónEl autoritarismo no se acabó con los triunfos democráticos. Si bien perdió espacio, no está aplastado y puede reavivarse como parece que sucede con Trump en EE UU. Se ha transformado en un nuevo enemigo del movimiento de masas que hay que tomar en cuenta en el presente y en el futuro.

En el 2000 como ahora partir del 2019 hubo represión. Sin embargo, en la nueva onda fue más intensa y persistente como consecuencia de la implantación que logró la derecha en un sector de la clase media, especialmente en la alta clase media que lo apoya. Al mismo tiempo, tenemos ahora una valiente, persistente y radicalizada vanguardia de masas que enfrenta la represión de los gobiernos que matan a manifestantes e hieren a miles.

d-Las direcciones del progresismo jugaron un papel de retaguardia y/o freno en las movilizaciones. En Colombia las direcciones sindicales burocráticas y del progresismo quedaron a medio camino. (Recordemos que Petro y la alcaldesa de Bogotá se pronunciaron por el levantamiento de las medidas luego que el gobierno decidiera parar la reforma impositiva). En Chile, cuando la movilización estaba también en ascenso el Frente Amplio, Convergencia Social y la Concertación (Con la excepción del PC) entraron en el pacto constitucional que permitió parar la movilización.

e- No surgió una dirección que se convierta en una alternativa ni a nivel regional ni por país. Si la primera onda dio el proceso del bolivarianismo, que con sus limitaciones fue una dirección que agrupó a amplios sectores de la vanguardia del movimiento de masas y las propias masas en Venezuela, en esta segunda onda eso no ocurrió. Apareció una vanguardia amplia muy combativa que se enfrentó valientemente a la represión y tomó consignas radicales, pero este proceso no cuajó en una dirección alternativa; si se dieron, fueron fenómenos parciales o locales.

Un factor que debe tener su peso para este déficit es el agravamiento de la misma crisis que si por un lado exige un programa anticapitalista, pero  por el otro se vive una crisis de programa, como consecuencia del retroceso de la conciencia, que se agravó aún más con la situación de Venezuela, que es vista como el fracaso del bolivaranismo o socialismo del siglo XXI. Por otra parte, está la adaptación a la democracia burguesa de amplios sectores de las viejas vanguardias y tenemos que reconocer la debilidad de la extrema izquierda y del trotskismo en estos procesos.

f- Las direcciones de los gobiernos que surgen son menos hegemónicas, tanto en su relación con el movimiento de masas como con la vanguardia. Si bien las expectativas y los apoyos varían de país a país hay menos adhesión incondicional, más reservas. En el caso de Chile quedó evidente entre la votación de Boric entre la primera y segunda vuelta. Boric no surgió de una continuidad lineal de la movilización, sino que participó en la concertación. En Perú la adhesión popular a Castillo se está disipando rápidamente; en Argentina ya son varios años de experiencia con Fernandez y en Brasil sabemos que el PT como organismo, ha perdido adhesión orgánica en el movimiento, no así la figura de Lula.

Los nuevos gobiernos

La situación que describimos hace que los gobiernos que han surgido (Perú, Chile, Colombia) sean más frágiles, más precarios e inestables que los del período anterior. Objetivamente, la situación de crisis y la ausencia de márgenes imponen tomar medidas profundas: la moratoria de la deuda, los impuestos sobre las grandes fortunas, la reforma agraria son alguna de ellas, y van a chocar con dos escollos para enfrentarlas: la crisis de programa que frena a la vanguardia de masas  y, lo más importante, los propios gobiernos que, temerosos de apoyarse en la movilización latente de la que provienen, prefieren aliarse con el centro (los partidos más democráticos defensores de los regímenes burgueses; liberales en Colombia, Concertación en Chile, tucanos en Brasil), para administrar el estado y desmarcarse de la derecha, tratando meramente de restablecer los regímenes demo-burgueses.

Esta presión hacia los “frentes democráticos para gobernar existe en todo el continente. Sin embargo, no podemos poner un signo de igualdad entre todos los países, hay desigualdades, pero en el terreno político los gobiernos (independientemente de su origen distinto) aparecen con políticas más similares entre ellos que las que hubo en la onda del 2000. En general, todos los llamados progresismos tienden a la conciliación.  Decimos tendencia porque no en todos los casos son procesos cristalizados. El movimiento de masas puede irrumpir (como en junio de 2013 en Brasil o recientemente en Ecuador), y modificar el curso.  Veamos estas características en algunos países.

En Perú, un año después de asumir el gobierno, éste está contra las cuerdas. Ha perdido apoyo de un sector de masas, crece el desprestigio por la inoperancia y corrupción y sufre la ofensiva de la derecha. Castillo se caracteriza por ser un gobierno inoperante para ningún lado; no se apoya en las masas y la burguesía lo desprecia. Un sector de la izquierda comienza a levantar la consigna “que se vayan todos”, que aparece como equivocada porque hace el juego a la derecha, pero que de todas formas indica la crisis en la que está sumergido el gobierno y el país. Es un gobierno que está “contra las cuerdas” y que difícilmente termine su mandato.

En Chile parecen cerrarse por ahora las posibilidades de un gobierno que tome medidas progresivas y tense la cuerda con los sectores burgueses. Boric asumió hasta ahora una política conciliadora que lo ha ido desprestigiando (según las encuestas, tiene el 33% de aprobación). El hecho de que no haya liberado a los presos y que estableciera un régimen de excepción en la zona de conflicto con los mapuches tiene que haber desmoralizado al sector más combativo, que ya tenía su lógica desconfianza con su política del acuerdo parlamentario que desmontó la movilización. Por su parte, la nueva Constitución, que tiene puntos progresivos -en particular la reforma de las jubilaciones, la igualdad de género y reivindicaciones de los pueblos originarios- está bajo la amenaza real de poder quedar por ahora en el papel. El voto NO en las encuestas aparece con fuerza. No podemos descartar que gane por la desmovilización y decepción de un sector con Boric. Sería un retroceso mayor de la etapa iniciada en el 2019. Si gana el SI (que puede ser especialmente por el voto de las mujeres), se pueden consolidar conquistas democráticas y feministas dentro de los límites del sistema, pero con un régimen diferente producto de las reformas antes citadas. Se abriría un período de exigencias para que el gobierno y el parlamento las implante.

Bolivia fue el país donde el triunfo democrático fue más contundente en todos los sentidos y en especial por la defensa del Estado plurinacional. En este país sí, el interregno reaccionario fue breve. También aparece como el gobierno más estable, tal vez como consecuencia de este triunfo y por su situación económica, (gas y litio). Las peleas dentro del MAS no sabemos si son por el aparato del estado o diferencias políticas, pero indican el malestar que existe en el partido de gobierno.

Colombia fue un triunfo democrático sobre el viejo régimen y en particular el uribismo y su continuación en Duque, que es una  alianza de sectores burgueses con el narcotráfico, los terratenientes y los paramilitares, un régimen que practicó un paramilitarismo con miles de muertos.  El curso del gobierno -que todavía no asumió- aparece en abierto. Una primera tarea democrática será cómo desmantelar ese aparato. Petro-Francia están planteando un “gran acuerdo nacional” y ya Petro se entrevistó con Uribe. Hay en Colombia un genuino sentimiento de paz, lo que no está todavía claro es cuál será la política del gobierno para llevarlo adelante. La tarea de desmantelar el aparato represivo estatal será difícil si no apela a la movilización social.  Lo que sí ya es una conquista es el arribo a la vicepresidencia de una mujer negra de origen en las comunidades más pobres. Con ello se fortalece el movimiento negro colombiano y latinoamericano.

Argentina es tal vez el eslabón más débil, donde se concentra la mayor crisis y una consecuente situación de empobrecimiento y hambre de las masas, producto de los planes de ajuste dictados por el FMI. El gobierno ha quedado muy débil, y está avanzada la experiencia con Alberto Fernández, no en la misma medida con Cristina y el kirchnerismo, que aparecen como ala diferenciada del gobierno. Ya un sector de los piqueteros ha salido de ese cerco, lo que fortalece al movimiento piquetero donde tienen fuerza sectores del Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad  (FIT(U), que a su vez ha tenido un importante avance electoral. El FIT(U) sigue siendo un frente solamente electoral. Sería un avance importante para la clase trabajadora si se transformara en una organización o partido político que nucleara a toda la izquierda de ese país para dar una alternativa independiente que haga frente al gobierno, al macrismo y el surgimiento de la derecha protofascista de Milei.

En Ecuador nuevamente el movimiento indígena llevó  adelante 17 días de huelga y bloqueo de caminos que obligaron al gobierno de Lazo a negociar. Lazo evitó su caída porque un sector de Pachakutik no votó su destitución en el parlamento. Por otra parte, parecería que esta vez el apoyo de la clase media urbana a la movilización indígena fue menor, confirmando de esa manera la tendencia a la polarización con un sector que evoluciona hacia la derecha.  El resultado fue un triunfo relativo del movimiento indígena y popular, ya que Lazo sigue y intentará volver con sus medidas.

Un período de ascenso favorable al movimiento de masas

Hay un cambio favorable al movimiento pero su futuro no está  categóricamente definido. Pensamos que este período con sus contradicciones no se cerrará en lo inmediato. Su ritmo sí dependerá de nuevos triunfos o derrotas parciales como puede ser el resultado del plebiscito constitucional en Chile. El marco general es de lucha de clases abierta y la movilización reciente en  Panamá lo confirma. La crisis va a seguir detonando movilizaciones e insurrecciones; los trabajadores y el pueblo no se van a dejarse morir de hambre, antes de ello seguirán saliendo a la calle.

Una política de exigencias y de movilización

El punto común que tienen los nuevos gobiernos es que administrarán estados en crisis y tienen la amenaza de la ofensiva de la derecha que va a presionar por todos los medios para desgastarlos. En este nuevo período el movimiento tiene dos escollos que salvar: la política de los nuevos gobiernos que, si bien no será la misma, se mueve en un marco limitado ya que están obligados o a hacer contrarreformas, o no hacer reformas, o hacer reformas mínimas que no son solución a los problemas y la amenaza de la derecha. Si bien la política varía de país a país, hay una cuestión general que es el programa de medidas para enfrentar la crisis multidimensional que va desde los salarios, la reducción de las horas de trabajo, la imposición sobre las grandes fortunas, la moratoria de la deuda que se va a generalizar cada vez más, la igualdad de género, la lucha por la defensa del medio ambiente.  Exigir de los gobiernos medidas que ataquen la crisis que al mismo tiempo vayan contra la derecha, que es y será un enemigo que no podemos perder de vista. Porque en última instancia, el fracaso de estos gobiernos tiene dos vías de salida: o vuelve la derecha, o se avanza a medidas más de fondo con nuevas movilizaciones que creen poder popular y de los trabajadores.

Intervenir en la movilización, en las elecciones, insertarnos y llevar adelante una política de exigencias y denuncia sin dejar de atacar a la derecha, estas son tareas básicas de la izquierda revolucionaria. No menos importante es hacer una propaganda y debate abierto del programa anticapitalista para enfrentar la crisis. También se trata de una intervención activa para debatir en la vanguardia de masas de forma sencilla y entendible las medidas, o lo que sería un sistema de pocas consignas, que puedan ser fácilmente explicadas para enfrentar la crisis.  Somos parte de la IV Internacional para llevar adelante esta política general, colaborando con todas sus organizaciones y ampliándonos en una red de contactos en América  Latina.

Hace un año y medio, nos planteamos la tarea de llevar adelante reuniones que agruparan a los sectores a la izquierda del Foro de São Paulo. Esta política quedó frustrada, y su causa objetiva fundamental fue que hubo organizaciones que cedieron a la presión del progresismo. Esa coyuntura todavía no se cerró, por lo que la política es más de propaganda en este terreno y de campañas concretas, como la que se está haciendo por Nicaragua. La experiencia política que desde la izquierda anticapitalista se vaya haciendo en Brasil si gana Lula será parte del aporte que podremos dar a la izquierda y a la vanguardia para fortalecer un polo anticapitalista.

Pedro Fuentes fue fundador de la Secretaría de Relaciones Internacionales del PSOL y es dirigente del MES/PSOL. (Movimiento Esquerda Socialista/ Partido Socialismo e Liberdade)

Fuente: https://vientosur.info/dos-grandes-ondas-de-ascenso-y-los-nuevos-gobiernos-del-progresismo/


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