Y para que no haya confusión quiero decir claramente que si representamos lo nuevo, lo que no tiene precedente, la esperanza de un cambio, esto no quiere decir que hayamos nacido ayer. Tenemos la veteranía y experiencia de nuestro grupo, de sus luchas, de su larga historia. Nos hemos puesto a prueba en periodos difíciles. Y hoy, pase lo que pase, no vamos a transigir contra nuestros principios y valores, ni vamos a retroceder ante las dificultades traicionando nuestros compromisos. Decepcionaremos a quienes esperan que hagamos tal cosa.
Permitidme recordar un consejo de aquellos maestros que nos enseñaron a pensar la emancipación social: nuestra lucha política tiene como punto de partida principios y valores inmutables, pero no debemos vaciarlos de contenido por empeñarnos en una ciega obstinación. Siempre hemos estado, aún más ahora, obligados a servir a estos principios y valores, elaborando una táctica eficaz e inteligente que tenga en cuenta las relaciones de fuerza, la disposición de los trabajadores y el pueblo, nuestro margen de maniobra en cada momento y en cada recodo del camino, los imperativos planteados a nuestro país.
Esta capacidad para discernir es la principal virtud en una situación como la actual, en la que Syriza se enfrenta a un reto sin precedentes: promover el cambio social y político, asumiendo responsabilidades de gobierno, ya no como fuerza reivindicativa colocada en la oposición.
¿Sabéis lo que eso significa? Quiere decir que cada decisión, cada evaluación de nuestros actos, cada actitud, cada posición pública tiene repercusiones no sólo sobre la imagen actual de la izquierda y de su futuro, no sólo sobre todas las movilizaciones progresistas, sino también sobre el presente y el futuro de nuestro país y de nuestro pueblo. Es una nueva responsabilidad, inédita, en una situación completamente nueva. Y estoy seguro de que somos capaces de asumir esta responsabilidad con el apoyo de nuestro pueblo.
Hace apenas un mes desde que el pueblo griego confió el mandato gubernamental a Syriza. Un mes que ha sacudido los códigos y los viejos usos, los tabúes políticos e ideológicos. Y sería conveniente no perder de vista el panorama general: nuestro país y nuestro gobierno se han colocado en el centro de las preocupaciones europeas y mundiales. Desde los primeros días del nuevo gobierno Grecia cesó de ser considerada un paria que recibía órdenes y aplicaba memorandos. El pueblo griego siente que ha vuelto a encontrar su dignidad, que le fue antes negada y ultrajada.
La oposición a la austeridad ha estado en el centro de todos los debates. La crisis humanitaria, las personas que sufren, a las que representamos en esos debates, ya no son consideradas como simples cifras sin dimensión humana.
Hemos encontrado aliados en nuestra lucha de denuncia de una crisis autoalimentada. Hemos recuperado el derecho fundamental que tiene todo pueblo libre para opinar sobre su propio futuro. Para decidir su porvenir.
Durante estos días hemos dicho NO, no sólo una vez sino varias veces, pese a presiones que a veces se han hecho espantosas y chantajistas.
Tras estas pruebas hemos llegado a una primera conclusión política: hoy en día ya se ha ampliado la libertad de acción de nuestro gobierno y de nuestro país. La liberación respecto a los memorandos y a las desastrosas políticas de austeridad ya no son sólo el objeto de un exaltado deseo expresado en el resultado de las urnas. Nuestro gobierno ha hecho de ello un acto político, afirmando su “legitimidad” ante la opinión pública europea y ante las instituciones europeas, actuando como sujeto de negociación y de confrontación política.
Hemos dado los primeros pasos en el camino esa emancipación, con la que Syriza se ha comprometido uniendo a nuestro pueblo.
Si constatamos este hecho político no es para satisfacernos con felicitaciones ni para embellecer la dura realidad falsificando la verdad. Los subterfugios no engañan a nuestro pueblo y son la antítesis de la cultura de nuestro partido. Por el contrario, esta constatación contribuye a explicar nuestra conducta presente y futura, ya que la mejora de nuestra posición y de la situación en general nos permitirá reivindicar y aplicar otra política, la que deseamos y hemos prometido.
¿Son difíciles las circunstancias? Sí, enfrentamos grandes dificultades, porque cada día libramos nuevos combates y van a llegar otros aún mayores. Pero nos estamos preparando, mejorando nuestras posiciones y la situación general con el fin de lograr nuestros objetivos.
Por tanto, está claro que hoy en día la troika se ha acabado. Y allá aquellos que ven troika donde están la Comisión europea o las instituciones europeas e internacionales, con las que colaboramos y discutimos porque estamos en la eurozona.
La troika como mecanismo de control y dominación extrainstitucional, arbitrario, sin legitimidad democrática, está formalmente acabada. Y esta misión la ha cumplido el nuevo gobierno griego. También está claro que los memorandos son cosa del pasado, como pone de manifiesto la lectura de la forma y del contenido del acuerdo de préstamo, ya que no forman parte del texto adoptado y que las absurdas medidas de austeridad ya no se incluyen en nuestro nuevo acuerdo.
Este nuevo acuerdo, alcanzado tras difíciles negociaciones, demuestra no sólo la perseverancia de los dogmáticos de la austeridad dogmática sino también la determinación de nuestro gobierno para poner fin a sus dogmas.
Pero me gustaría señalar que si el comportamiento de los ex gobernantes que pretenden que sigamos por su misma vía parece cómico, escuchar los discursos de denuncia que deforman la realidad, pronunciados por representantes de fuerzas políticas de la izquierda poseídas por una ingenuidad revolucionaria, nos resulta, sin embargo, triste y nos consterna [….] Por supuesto, hay y debe haber diversas opiniones y valoraciones, debates, matizaciones, desacuerdos. Por supuesto, hay y habrá ataques de nuestros adversarios en Europa y Grecia. Pero destapar y decir la verdad es una obligación que hemos contraído ante nuestro pueblo y ante los pueblos de Europa que nos observan con atención y con un sentimiento de esperanza, una obligación contraída con los movimientos que luchan por poner fin a la austeridad.
¿Cuáles son entonces las verdades a decir sobre las negociaciones que llevaron al acuerdo puente?
Primera verdad: llegamos a una zona minada. Las fuerzas conservadoras más agresivas de Europa, en colaboración con el Gobierno Samaras, nos tendieron trampas para que naufragáramos antes de empezar a gobernar. Su propósito era la asfixia financiera y el derrocamiento de nuestro gobierno, haciendo que la victoria de Syriza quedase reducida a un breve paréntesis antimemorandatario.
Así, lo que encontramos fueron unos plazos premeditadamente muy cortos, las arcas vacías y los bancos con muy poca liquidez, así como los compromisos firmados por los gobiernos anteriores y los acuerdos que hicieron con sus protectores. En definitiva, nos habían puesto en la garganta el cuchillo del estrangulamiento financiero. Tenían todo preparado para provocar nuestro naufragio y también para provocar el naufragio del país. Pero no esperaban que nuestra victoria nos llevase tan cerca de la mayoría absoluta, ni que seríamos capaces de formar un gobierno tan rápidamente sin recurrir a ellos, ni que tendríamos un apoyo popular sin precedentes después de las elecciones, ni que hubiese una movilización popular para apoyar nuestra lucha por la dignidad y la soberanía con un alcance sin precedentes desde el período de la Resistencia Nacional.
Todo esto les pilló de imprevisto y anuló sus planes dándonos un margen de libertad que nos ha permitido eludir su trampa.
Segunda verdad: ya antes de las elecciones habíamos previsto las dificultades con las que nos encontraríamos, pero la estimación teórica de los obstáculos no es suficiente. Se necesita tiempo y medios de gobernanza para hacerles frente. Hemos tenido que reaccionar incluso antes de que se constituyese el nuevo parlamento. Y no teníamos más arma que nuestra determinación de obedecer la voluntad del pueblo tal como se expresó en las urnas.
Tercera verdad: habíamos entendido correctamente que el temor a una desestabilización general provocada por un posible descalabro predominaría sobre el proyecto orquestado por las fuerzas conservadoras en Europa. Esta preocupación llevó a grandes países como Francia, Estados Unidos, China y otros a una posición más positiva y responsable en cuanto al eje de la austeridad europea, lo que nos ha permitido promover nuestros argumentos.
Sin embargo, hemos tenido que lidiar con un eje de fuerzas políticas, animado principalmente por los gobiernos de España y Portugal, que, por razones políticas obvias, intentó que las negociaciones fracasasen, asumiendo el riesgo de crear un incidente en el plano internacional sólo para evitar perturbaciones políticas en sus países.
¿A qué conclusiones nos llevan estas verdades?
Ha habido un proyecto en el que ha colaborado el primer ministro saliente de Grecia, que no ha vacilado en firmar resoluciones del Partido Popular Europeo en contra de su propio país, justo cuando Grecia iniciaba negociaciones cruciales. Este proyecto pretendía y sigue pretendiendo llevar nuestro gobierno a la impotencia o la capitulación antes de que hayamos puesto a prueba nuestras capacidades, antes de que el paradigma griego tenga repercusiones sobre la relación de fuerzas políticas en otros países, sobre todo antes de las elecciones en España. Es decir, ese proyecto pretendía crear presiones que nos llevasen a concesiones inaceptables bajo la amenaza de asfixia financiera. Pretendía que decepcionásemos para privarnos de apoyo popular. Pretendían utilizar el estrangulamiento financiero para provocar descontento popular. Su objetivo era obligarnos a participar en una coalición gubernamental de dudosas moral y legitimidad política, al modo del gobierno de Papadimos. O bien derrocarnos, poniendo fin a nuestras reivindicaciones políticas, a las que tanto temen.
Permitidme añadir un comentario. Estos proyectos, que pretendían atar a Syriza y también a Grecia sobre un “lecho de Procusto” (1), estaban fundados sobre una sobreestimación ciega de su fuerza, sobre la incomprensión de los datos concretos sobre Grecia y la fuerza de su izquierda, sobre la subestimación de nuestra determinación y nuestra capacidad de recuperación.
Acostumbrados a las conversaciones con los representantes serviles del sistema memorandatario, les sorprendió nuestro NO en la primera reunión del Eurogrupo. Muy irritados por nuestro segundo No en la reunión siguiente, nos dieron un ultimátum. Pero nuestro rechazo a éste y al chantaje que implicaba movilizó a otras fuerzas políticas europeas que intervinieron para defender el camino de la razón.
Nuestro pueblo también ha intervenido eficazmente al manifestarse y movilizarse. Se ha alzado una ola de apoyo internacional con una amplitud desconocida desde los tiempos de la dictadura. De esa forma alcanzamos un compromiso que nos permitió recuperar aliento y evitar los peores escenarios que tendrían consecuencias desastrosas para Grecia y para Europa.
[….]
Permitidme recordar los principales objetivos de esta negociación. Buscamos la disociación entre el acuerdo de préstamo y los memorandos. El acuerdo puente transitorio nos ofrece el tiempo y el espacio necesarios para desarrollar la negociación principal, que gira sobre la deuda pública, y para poner en práctica una política de crecimiento que se sitúe fuera del pantano de la austeridad.
Pero no sólo hemos logrado sortear la trampa que nos habían tendido. También hemos puesto término al memorando, formal y materialmente. Las medidas dictadas por correo electrónico al anterior ministro de finanzas, Hardouvelis, han desaparecido de la mesa de negociaciones. ¡Y recordáis bien el carácter y rudeza de esas medidas! A partir de ahora, no negociaremos con empleados, sino con la Comisión y las instituciones que por su naturaleza estrictamente política están obligadas, en el cuadro de sus funciones y de sus conversaciones, a adoptar criterios que no sean exclusivamente tecnocráticos sino también políticos.
Hemos puesto término a los excedentes irreales e inalcanzables, que son sinónimos y base de la austeridad, y hemos podido proteger a los bancos, que siguen abiertos, y preservar la seguridad del sistema financiero en su conjunto.
No nos hacemos ilusiones. Además, no tenemos derecho a tenerlas. “Sin cesar, sin pausa, sin tregua.”. Sólo estamos en un comienzo.
Hemos dado el primer paso, pero nos esperan otras muchas tareas, como el aumento de los ingresos públicos, la puesta en pie de una sociedad devastada por cinco años de abusos o la superación de las presiones y chantajes que todavía se siguen ejerciendo sobre nuestro gobierno.
Somos conscientes de nuestra responsabilidad y de que nuestra lucha será larga y constante. Pero soy optimista y creo que podemos superar todos los obstáculos, aprovechando el “respiro” obtenido para materializar rápidamente nuestros compromisos prioritarios.
Coordinando todas nuestras fuerzas, con el apoyo del pueblo, con la energía de nuestra voluntad y de nuestra perseverancia, podremos transformar el acuerdo de préstamo en una cabeza de puente hacia el gran cambio.
Sabéis que son muchos los que se han empeñado en que haya un tercer memorando antes de que acabe junio, pero de nuevo serán desmentidos. El 25 de enero se terminaron los memorandos, bajo una forma u otra. Lo que estamos buscando, preparándonos para ello con todas nuestras capacidades, es alcanzar un acuerdo con nuestros socios mutuamente aceptable y que permita liberar definitivamente nuestro país de una tutela tan sofocante como humillante. Un acuerdo que haga socialmente sostenibles nuestros compromisos financieros permitiéndonos recuperar la vía del crecimiento, de la normalidad y de la cohesión social.
La acción del gobierno
Ahora estamos entrando en un período de trabajo constructivo. Ayer, anuncié en el Consejo de ministros los primeros proyectos de ley para mudar la situación actual.
El primer proyecto se refiere a las medidas a tomar para hacer frente a la crisis humanitaria.
El segundo se refiere al trato a dar a las deudas ya vencidas con el Estado y los fondos públicos.
El tercero se refiere a la protección de la vivienda principal y será presentado durante la próxima semana, para poner fin a la angustia de cientos de miles de nuestros ciudadanos, trabajadores y jubilados, que están bajo riesgo de perder su casa.
También la semana próxima, el jueves 5 de marzo, vamos a presentar el proyecto de ley para la reapertura de la ERT, la radio televisión pública.
Al mismo tiempo, vamos a presentar una propuesta para la creación de una comisión de investigación que examine las razones y las circunstancias exactas que llevaron a nuestro pueblo a esta desventura.
Estas son las primeras intervenciones parlamentarias y legislativas de nuestro gobierno de salvación social. Y las seguirán más reformas legislativas, hasta la completa erradicación de los problemas de opacidad de la vida pública, de corrupción y de conflictos de intereses.
Sin embargo, la labor del gobierno no puede limitarse a la labor legislativa. A partir de la próxima semana iniciaremos un maratón de reformas para agilizar la administración pública y hacer la vida más fácil a los ciudadanos.
Estos primeros pasos ya ilustran los principios y la orientación general de nuestras reformas. Pero debo mencionar también otra medida clave que manifiesta de manera ejemplar el paso al periodo post-memorandos. Hemos decidido revocar el permiso de explotación de la planta de procesado de la mina de oro de Skouries, para defender, de la manera más eficaz posible, dos grandes prioridades de nuestro gobierno: el medio ambiente y el interés público.
Y nuestra respuesta a las reacciones suscitadas por nuestra decisión es sencilla e inequívoca. Si el pueblo nos ha dado su confianza es porque para nosotros, los empleados, el desarrollo productivo progresivo, el medio ambiente y el interés público están por encima de los intereses comerciales, por grandes que sean y por importantes que sean sus redes de influencia.
¿Qué hacer ante estas nuevas circunstancias?
Nuestra acción gubernamental será determinante para el futuro de nuestro país. Pero el papel de nuestro partido también es esencial. […]. Necesitamos un partido que vigile y critique nuestra acción, con responsabilidad y con un espíritu metódico que evalúe teniendo en cuenta todos los parámetros […]. El espíritu de equipo, la sensatez, la capacidad de adaptación, el compromiso, la resistencia, el pensamiento crítico son las cualidades que nos permitirán insuflar la idea de progreso en la conciencia colectiva, en la historia de nuestra sociedad y de nuestro país.
Y eso merece esfuerzo y sacrificio.
Notas:
(1) Procusto es un personaje de la mitología griega que ataba a sus víctimas sobre una cama de hierro, cortando parte de sus miembros o descoyuntándolas.
Traducción y selección de la revista Trasversales
http://www.trasversales.net/t34tsipras.htm