Inflación y concentración económica

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Fabiana Arencibia

En una nota que publicamos en enero de 2011 analizábamos datos oficiales de la Encuesta Nacional de Grandes Empresas (ENGE) con información del 2009.

Si repasamos la última ENGE publicada a la fecha (con datos de 2011) vemos que la situación de concentración de riqueza en manos de un grupo de empresas, en su gran mayoría de capital extranjero, no ha variado.

Las 500 empresas más grandes del país concentran un 23,2 por ciento de lo que Argentina produce (producto bruto / valor agregado), incrementándose 1,2 por ciento respecto a la encuesta anterior.

El alto nivel de concentración permanece. Las 100 más grandes generan 7 de cada 10 pesos del producto bruto; las 50 más grandes concentran 5 de cada 10 pesos. Pero son solo las 4 grandes que explican 1,5 pesos de cada 10.

De las 500 que están a la cabeza del ranking, 455 obtuvieron ganancias por 15.000 millones de pesos más que a fines de 2010. La encuesta anterior mostraba ganancias en 417 con un incremento en las utilidades 2008-2009 de 9.000 millones de pesos. Si promediamos en forma lineal, a fines de 2009 las 417 empresas obtuvieron 22 millones de pesos más cada una, mientras que en 2011 las 455 se llevaron cada una 33 millones más. Más empresas, más ganancias cada una.

Estas grandes empresas han incrementado su personal asalariado en menos de un 6 por ciento durante el 2011. Si analizamos cuál fue el aporte de cada actividad al generar ese incremento, veremos que “resto de actividades” va a la cabeza (35,6%), seguido por el de “maquinarias, equipo y automóviles” (25,3%). Muy lejos está “minas y canteras” (5,3%), “combustibles, químicos y plásticos” (4,4 %) y más lejos aún los de “alimentos, bebidas y tabaco” y “comunicaciones” (cada uno con 2,4 %).

Las 50 más grandes – que produjeron más de la mitad del PBI y se llevaron más de la mitad de las ganancias – sólo han generado (dentro de las 500), 3 de cada 10 puestos de trabajo.

Por otra parte, la productividad (valor agregado por cada trabajador) creció durante 2011 en más de un 20 por ciento. Según la encuesta cada asalariado de las 500, aportó con medio millón de pesos al producto bruto/valor agregado.

Según la nueva encuesta se mantiene la extranjerización: casi 7 de cada 10 de las empresas más grandes del país son extranjeras (178 son de capitales nacionales y 322 son de capital extranjero).

En cuanto a las áreas productivas, 37 son del sector minas y canteras, 284 de la industria manufactureras (alimentos, bebidas y tabaco: 100 – combustibles, químicos y plásticos: 78 – otras industrias: 59), 41 son del sector electricidad, gas y agua, 20 de servicios de comunicación e información, y el resto corresponde a otras actividades.

Todos estos datos no incluyen a la actividad financiera, agropecuaria ni de servicios personales. En el caso de la primera es una de las que más utilidades han obtenido durante el 2012. Según los datos del INDEC, el sistema financiero (que creció durante el 2012 casi un 18 por ciento), aporta más del 60 por ciento al 1,9 del crecimiento de la economía durante el año pasado.

Según informó a fines de enero el Ministerio de Industria, empresas líderes anunciaron a fines del año pasado que van a invertir alrededor de 28.300 millones de pesos para ampliar su producción. Las industrias automotriz-autopartista, materiales de construcción, alimentos, maquinaria agrícola, medicamentos y electrodomésticos son las que encabezan la lista de inversiones. La cartera que conduce Débora Giorgi precisó la lista, entre las que se encuentran Newsan, Mobitec, Brighstar, Syngenta, Camargo Correa, 3M, Walmart, Kraft Food, PepsiCo, Nestlé, Quilmes, Pharma ADN, Sinergium Biotech, Lacoste, Nike, Agco, Case New Holland, John Deere, Mercedes Benz, General Motors, Pirelli, P&G y Alladio. La mayoría son empresas de capital extranjero o con porcentaje elevado del mismo.

Grandes empresas e inflación

El reciente acuerdo para congelar precios en el final de la cadena de comercialización (supermercados) no solucionará aumentos futuros que se producen en el origen de su producción. Allí el capital concentrado no resigna utilidades y opera en la formación de los precios. En este rubro, la última Encuesta Nacional de Grandes Empresas muestra que, dentro de las 500 grandes empresas, este sector incrementó sus utilidades entre 2010 y 2011, en un 48,6%, aportando apenas un aumento del 0,8 por ciento en la creación de empleos.

En declaraciones recientes, el director ejecutivo de la Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas, Miguel Ángel Calvete, aseguró que “no hay motivo” para que aumenten los precios de los alimentos, porque la Argentina “es productor y exportador de materia prima”. El directivo advirtió que “el 80 por ciento de los alimentos lo producen 25 empresas multinacionales y el otro 20 por ciento se reparte en 10 mil empresas pymes.

Esto claramente muestra que para que la inflación sea contenida es imprescindible que los controles costos-utilidades se concentren allí, donde se inicia la cadena y no solamente al final de la misma.

La inflación perjudica a una gran mayoría de la población que vive de sus ingresos fijos (trabajadores registrados y no registrados, jubilados y quienes cobran planes sociales) y de cuentapropistas de bajos ingresos.

Tal como afirma el economista Julio Gambina (2), “la inflación es un mecanismo redistributivo del ingreso y la riqueza socialmente creada” y por lo tanto es la forma en que los sectores concentrados de la economía (grandes empresas) tienen para apropiarse de la riqueza de las mayorías. La inflación constituye, al decir de Gambina, “un mecanismo de defensa de la ganancia empresaria”. Por lo tanto, “la inflación expresa una relación social de poder y solo puede resolverse enfrentando el poder de aquellos que tienen capacidad de incrementar los precios”.

El problema de fondo: la concentración y extranjerización de la actividad productiva

Dos años han pasado y los datos oficiales avalan lo que venimos afirmando. Este modelo no ha modificado la estructura productiva-económica instalada desde el golpe del 76. Concentración y extranjerización siguen siendo dos elementos basales del modelo que se basa en el crecimiento económico de la industria automotriz, del sector agropecuario (en especial a la soja), la minería, la construcción de viviendas para sectores con importante poder adquisitivo y la actividad bancaria y financiera.

Sostenemos lo que entonces afirmábamos: Las grandes empresas, mayoritariamente extranjeras, son quienes concentran la actividad económica y la riqueza y los únicos a los que beneficia la inflación. Pensar que de allí deberían provenir los recursos para inclinar la balanza hacia los trabajadores, los jubilados y los sectores de menores recursos – y no del permanente endeudamiento con organismos como Anses – sería una alternativa más que lógica y necesaria.

Para lograr al menos una equitativa distribución de la riqueza hay que plantearse un modelo de ruptura de las actuales estructuras productivas que es, a nuestro entender, el camino contrario a la profundización del modelo.


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