Desde diciembre de 2015, el gobierno encabezado por Mauricio Macri intentó presentarse como la vía de superación de una larga noche “populista”, el abanderado de la honestidad y la eficiencia frente al presunto despilfarro y falta de escrúpulos de la gestión anterior. Acompañaban esos postulados el de asumir políticas promercado y aperturistas que reinsertaran a Argentina en “el mundo” y la convirtieran en un “país normal”. Se suponía que esa suma de virtudes se asentarían sobre una política económica que redujera la pobreza y disminuyera la inflación en una proporción significativa.
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