Hemos sostenido varias veces que los pobres son los que sufren la inflación, ya que la mayoría de sus ingresos se destinan a la alimentación y sustento cotidiano de la familia. La conclusión se valida con estos datos de los incrementos de precios, especialmente de los alimentos, los que, juntos a la suba de las tarifas de los servicios públicos privatizados, dolarizados y extranjerizados, evidencian a los perjudicados directos de la situación económica actual.
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