La economía y la política en la manipulación mediática

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Julio Gambina

La desaparición forzada de Santiago Maldonado es un hecho político, de represión y violencia estatal para sostener una estrategia económica de larga data, asociada a la propiedad extranjera en la Patagonia desde los tiempos del genocidio indígena en la campaña de aniquilación comandada por el Estado y s ejercito a fines del Siglo XIX. Las 900.000 hectáreas de Benetton suponen intereses económicos enfrentados a la demanda territorial de los pueblos originarios y el Estado capitalista actúa políticamente en consecuencia con el sostenimiento de una estrategia más que centenaria de consolidación de un capitalismo subordinado a la lógica mundial de acumulación desde “La Compañía” en el Siglo XIX hasta la trasnacional textil de origen italiana que actúa en este Siglo XXI.

Hay manipulación ideológica en los principales medios de información y comunicación desde un relato histórico legitimador del accionar de las clases dominantes, donde los pueblos originarios constituyen el “otro” a desplazar, vencer y disciplinar para apropiar territorios a la lógica de explotación, para el caso, las ovejas, la lana y la producción textil transnacional, aunque no solo, sino también las riquezas diversas contenidas en el suelo argentino y que definen el modelo productivo y de desarrollo del capitalismo contemporáneo en la Argentina actual

Manipulación relativa al consenso electoral

Hay manipulación informativa con relación al consenso electoral también, más allá del recuento definitivo en la Provincia de Buenos Aires. El gobierno y la prensa hegemónica descuentan el triunfo electoral del oficialismo en los próximos comicios de octubre y actúan para la generación de acuerdos ideológicos en la sociedad sobre las políticas de ajuste y reestructuración regresiva que el poder económico demanda aplicar en el país, sean la reforma laboral, previsional, impositiva, y más allá en lo educativo y lo penal para disminuir la edad de imputación a menores.

Aun siendo Cambiemos una primera minoría nacional, con algo así como el 35/37% de consenso electoral, en crecimiento respecto del piso del inicio en diciembre del 2015, la euforia triunfalista fue el tono en el Consejo de las Américas reunido el pasado 24 y 25 de agosto pasado en Buenos Aires. El Consejo tiene una larga trayectoria de “lobby” empresarial para los negocios de empresas estadounidenses con intereses en Argentina, un tema largamente denunciado y explicado por intelectuales como Jaime Fuchs, especialmente como promotores del terrorismo de Estado y principales beneficiarios de su accionar económico y político.

El vocero en el cónclave de la dependencia fue el Jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, y el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que en busca de inversores estadounidenses asociaron el crecimiento del consenso electoral con los datos recientes de la evolución del nivel de actividad, que salvo la minería, muestra un recuperación respecto de la fuerte caída del 2016, aun cuando todavía no se recuperan los magros niveles del 2015. La construcción y las finanzas lideran la recuperación, asociado a la obra pública y el amanecer de los créditos hipotecarios para sectores de medios y altos ingresos.

Claro que en simultáneo tuvieron que disimular el bloqueo estadounidense al ingreso del biodiesel argentino a EEUU. No es un tema menor, cuando la lógica política del gobierno es de amistad y acercamiento al capitalismo mundial, a la apertura de la economía con libre circulación de mercancías, servicios y capitales. La decisión soberana de EEUU pone de manifiesto que existen los intereses nacionales de las empresas estadounidenses que pierden ante la competencia de la productividad en la Argentina. El Estado de EEUU no duda en interponer obstáculos a cualquier demanda externa en contradicción con sus propios intereses locales. Es un negocio de 1.250 millones de dólares, incluso por mucho menos, durante años se obstaculizó el negocio de los limones ante la presión de productores de EEUU.

Vale destacar que no alcanza con la amistad personal de Macri con Trump, o la subordinación política de un país dependiente como la Argentina a la potencia imperialista hegemónica en el ámbito mundial para que de allí se deriven complementariedades económicas. No solo EEUU es competidor de Argentina en términos de especialización productiva, por caso, ambos principales productores mundiales de soja, sino que ellos ejercen la dominación tecnológica, financiera y económica desde los mecanismos de fijación de los precios internacionales de las comodities.

Existen las amistosas relaciones “políticas” entre los gobiernos de EEUU y Argentina, y pasó hace pocos días por el país el Vice Presidente de Trump, Mike Pence, y se informó a la sociedad de acuerdos para mejorar las relaciones “económicas” bilaterales. La realidad política y económica es más dura que las buenas y cordiales relaciones. No es creíble que Mike Pence no estuviera al tanto de los que se procesaba en el Departamento de Comercio de su país contra los intereses de los productores y exportadores de combustible, muchos de ellos asociados con empresas estadounidenses.

Los intereses económicos tienen correlato en la política a favor de la dominación mundial, como una lógica histórica de la supremacía asociada a la más elevada composición orgánica del capital concentrado.
El gobierno manipula información, ya que alude al crecimiento de la economía, que proyecta por encima del 3% para el 2017, y escamotea el crecimiento del déficit comercial en el primer semestre del 2017 con los principales “socios” de la Argentina, sean Brasil, China o EEUU, ahora agravado con la restricción a las exportaciones de estos combustibles derivados del agro negocio para la energía.

Los trabajadores y las trabajadoras como el “otro” a disciplinar

Durante siglos el “otro” fue el indígena originario, sobre el que se pretendía subordinar como dócil fuerza de trabajo barata para las compañías extranjeras con pretensión de incorporar a la Patagonia al ciclo de acumulación mundial de capitales. Antes había ocurrido con la colonización integral del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata y previamente con todo el territorio denominado América (los más de 500 años).

El propósito del capital fue subordinar al “otro” originario como fuerza de trabajo, pre condición necesaria para la instauración de la relación entre el capital y el trabajo. Ante las limitaciones del proceso, en la Argentina el “tema” se solucionó con inmigración, similar al proceso estadounidense, logrado con aportes de población que incorporó fuerza de trabajo pero también y más allá de lo requerido y pensado “cultura proletaria de organización y lucha”. No se trata de historiar acá la lucha por la disciplina del movimiento obrero en EEUU y en Argentina, pero esa es la síntesis del objetivo de las clases dominantes de allá y de acá.

Para el caso local, la disciplina de la fuerza laboral se desplegó con inusitada violencia desde 1975/76, acompañadas de sucesivos intentos de reformas laborales regresivas en tiempos constitucionales, matizados con despliegues represivos contenidos por la organización y lucha del movimiento obrero. Con el gobierno Macri, el tema es estratégico y demanda la baja del costo laboral a costa de modificar regresivamente convenios colectivos de trabajo, lo que se pretende realizar por sector, al estilo de los acuerdos con los petroleros patagónicos, los del sector automotor o ciertos ámbitos del Estado. En ese camino se apunta a finalizar con una reforma legal negociado en el Parlamento, la que se favorecería con el aumento de la capacidad negociadora del gobierno en el Congreso.

Esa es la razón para que desde el gobierno se busque manipular la información de una masiva protesta social del 22/08 convocada por la CGT y acompañada por las CTAs y variados movimientos sociales con demandas relativas al ingreso salarial, popular y previsional, junto a la defensa de derechos sociales y sindicales. Se manipula sesgando las imágenes de la masiva movilización, evidenciando problemas muy serios del modelo sindical hegemónico en la Argentina e instalar la crítica al orden sindical desde la óptica del poder y consensuar la necesidad de abatir derechos largamente conquistados por el movimiento obrero en su historia. Todo en lógica con la necesidad de lograr la competitividad para las inversiones en el país.

Claro que esa manipulación es posible por la fuerte iniciativa política e ideológica del poder económico y del gobierno de Cambiemos, junto a los límites por hacer visible en la sociedad el nuevo modelo sindical y de organización territorial de las trabajadoras y los trabajadores que animó la construcción originaria de la CTA, en tanto proyecto estratégico de la clase obrera ante los cambios del capitalismo operados a fines del siglo pasado y que hoy se profundizan.

Es una necesidad discutir la “otredad”, antes el indígena originario, ahora del trabajador o la trabajadora, todo en aras del capital y el capitalismo, para pensar en la “alteridad” de otro modelo de producción y de desarrollo, que suponga la transición del objetivo por la maximización de las ganancias a la satisfacción de necesidades.

Buenos Aires, 26 de agosto de 2017


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