Aprendiendo del pasado, construyendo el futuro

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Victor Mendibil

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Victor Mendibil: Mi gremio de base es la Asociación Judicial Bonaerense, gremio que representa a los trabajadores judiciales de la provincia de Buenos Aires. La organización nacional es la Federación Judicial Argentina, que representa a los trabajadores judiciales de la mayoría del país.

Es pertinente destacar que la AJB fue y es una organización que reúne particularidades en lo que hace a su integración y a su diversidad ideológica. Es una de las pocas organizaciones sindicales que surgió en los años ’60 como producto de la unidad de distintas corrientes sindicales que había en el gremio judicial en la provincia de Buenos Aires y que expresaba una corriente sindical de peronistas, radicales, independientes y comunistas. Desde ese momento de la fundación hasta el día de hoy, la AJB ha mantenido ese perfil de integración desde una diversidad en la participación de profundo respeto a la diversidad en el pensamiento; por supuesto, con dificultades en algunos momentos, ya que la mayoría de las organizaciones sociales en la Argentina se ha identificado con el peronismo, es más, la frase hace unos años era “Los sindicatos son de Perón”.

Pero nosotros siempre dijimos que los sindicatos son de los trabajadores, que son una herramienta de los trabajadores. Por eso, nos descalificaron como comunistas, lo que nos ha acompañado toda la vida. Efectivamente ha habido militantes del partido comunista, pero también han conducido la AJB compañeros que han venido del peronismo, de la militancia de la iglesia, de sectores de izquierda, progresistas y también provenientes del partido radical. Pero siempre, por no ser peronistas, te identifican como gremio comunista.

La experiencia en la AJB y la FJA me marcó, fue una escuela extraordinaria de vida. En realidad, ya inicié mis actividades gremiales en mi adolescencia, durante el secundario, en el año 1963, como presidente del centro de estudiantes de la Escuela Normal Mixta de Dolores. Luego, en los años 1968-69 me acerqué a la AJB, que en ese momento estaba vinculada con sus posiciones plurales y clasistas a la CGT de los Argentinos que conducía Agustín Tosco.

Ahí encontré un lugar de una diversidad ideológica impresionante. Nosotros acompañamos el Cordobazo y la lucha por la liberación de Tosco, incluso fuimos a recibirlo a Aeroparque con un grupo de compañeros cuando fue liberado de la cárcel de Rawson. Vengo de esa historia que me formó, de la experiencia de la CGT de los Argentinos con la crisis en el peronismo y el golpe militar, con la triple A que empieza a matar compañeros y una lucha muy importante que se produce en respuesta. En ese momento, Agustín se enferma y muchos compañeros como Alberto Piccinini, están presos, otros ya están muertos.

En el año 1975 me trasladé a La Plata. El 24 de marzo de 1976 se dio el golpe militar de Videla. Fueron circunstancias muy difíciles las que vivimos durante toda esa etapa. Muchos compañeros que eran delegados, congresales, o que integraban la conducción del gremio fueron despedidos del Poder Judicial; otros, detenidos durante años; exiliados algunos; y también nos desaparecieron compañeras y compañeros de La Plata y del interior de la provincia. Fue difícil sostener la organización, pero nos mantuvimos.

Fuimos a las comisarías a rescatar compañeros; visitamos a los que estaban presos en las cárceles; mantuvimos solidaridad con la familia de los compañeros y también iniciamos todas las acciones posibles para lograr su liberación y su reincorporación al trabajo. En ese mismo tiempo de dictadura genocida, con otras organizaciones sindicales, protagonizamos numerosas acciones de protesta, presentamos petitorios a la Casa Rosada y realizamos actos en organizaciones sociales y en las iglesias. Así fue que logramos la recuperación del sistema de porcentualidad salarial, que había sido derogado por Martínez de Hoz y Videla y la reincoroporación de compañeros que la Corte de la dictadura había despedido y que esa misma Corte se vio obligada a reincorporar. El 30 de marzo del ´82 nos encontró en la Plaza de Mayo movilizados junto a miles de trabajadores; Galtieri ordenó la represión; detuvieron a muchos compañeros, a quienes esa misma noche logramos liberar.

El 2 de abril los dictadores lanzaban la aventura de Malvinas. No fuimos a aplaudir a la plaza; sí, acompañamos a las familias de los conscriptos y organizamos numerosas actividades solidarias para que les llegaran mensajes y ayuda desde el continente. Después nos enteramos de que nada, o muy poco, les llegó.

En todo este tiempo, nosotros trabajamos con la CGT que después va a liderar Saúl Ubaldini y participamos en la totalidad de las manifestaciones en defensa de los trabajadores en la época de Alfonsín. Entiendo que nos tenemos que hacer responsables de todos los paros que se le hicieron a Alfonsín y que siempre los presentan como producto de haber impedido que el Gobierno se consolidara.

Aunque en verdad, los que impidieron que se consolidara el Gobierno de Alfonsín fueron los grupos económicos que hacían que el gobierno tuviera que retroceder en medidas económicas que distribuían la riqueza, implantando la economía de guerra o aprobando la Obediencia Debida y el Punto Final en relación a los derechos humanos, cuando había sido el gobierno de Alfonsín el que había promovido el Juicio a las Juntas y el Nunca Más.

El golpe al primer gobierno constitucional después de la dictadura lo dieron los grupos económicos concentrados que a través de esos metódos prepararon la llegada del menemismo. Fueron entonces las fuertes tensiones e intentos de golpes de Estado que hicieron que Alfonsín retrocediera.

En 1989 asume el menemismo con la consigna del Salariazo y la revolución productiva. Sonó lindo, pero no obstante, desde la FJA somos el primer gremio que a los 45 días le hace paro a Menem. ¿Por qué? Porque en reunión con nosotros, entre otras cosas, se comprometió a no modificar el sistema salarial de los judiciales, y después, lo primero que hizo fue derogar el sistema de enganches horizontales y la porcentualidad salarial. Entonces nos vimos obligados a hacerle paro.

El menemismo era un gobierno de una perversidad infinita; lo que no logró la dictadura, lo logra el menemismo, formando parte de ese movimiento tan difícil de entender que es el peronismo. El menemismo instaló lo que ya había empezado a ser un éxito en el sentido neoliberal, poíticas económicas puestos a prueba en Chile y luego aplicados en EEUU e Inglaterra. Menem es un avanzado en ese sentido, entrega exitosamente (para los inversores internacionales) la mayoría de las empresas, entre ellas YPF.

Las empresas que habíamos construido con el esfuerzo y el ahorro de los trabajadores del pueblo argentino son regaladas a las multinacionales y los ferrocarriles son reducidos a 11.000km (una reducción de 9.000km de vía); los 70.000 trabajadores ferroviarios fueron reducidos a 20.000. Para que todo eso sucediera, hubo complicidades extraordinarias de los empresarios, de periodistas, de la iglesia y de un conjunto importante de dirigentes sindicales de la Argentina, que al calor de estas reformas convalidaron y acompañaron las privatizaciones. Eso llegó a tal punto que Menem, sus funcionarios y los sindicalistas cómplices como José Angel Pedraza van a decir “Ramal que para, ramal que cierra”, refiriéndose a la huelga.

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