El mundo y su crisis
Del encuentro en México, más allá de declaraciones por el crecimiento de la economía y el empleo, lo real resultante es la recapitalización del FMI por 456.000 millones de dólares, sin aportes de EEUU y compromisos de contribuciones sorprendentes.
Entre otras, las de Europa con 200.000 millones de dólares, que confirma que el salvataje es a los bancos y empresas en problemas más que atender las necesidades de desempleados y empobrecidos por la crisis.
Más sorprendente aún resulta el apoyo de los países emergentes, donde China se anota con 43.000 millones; Brasil y México con 10.000 millones cada uno, e incluso Colombia con 1.500 millones. Imaginemos esos recursos aplicados soberanamente al desarrollo alternativo de nuestros países.
¿En qué piensan aquellos que imaginan un buen destino de esos cuantiosos recursos en manos del FMI? ¿Cuánto cuesta que emerja el Banco del Sur y con qué facilidad resurge el FMI desde la existencia del G20?
En Río+20 no puede disimularse el fracaso, aún con la colorida propuesta por una “economía verde”, que no es otra cosa que la mercantilización de la naturaleza.
Pintar de verde la mercantilización de la producción en curso no esconde los problemas económicos sociales y la crisis mundial del capitalismo contemporáneo, donde se verifica el crecimiento de la desigualdad, con millonarios más millonarios, en el mundo y en la región nuestramericana, según Informe de la Consultora Capgemini – RBC Wealth Management, y sin sorpresa, estos millonarios en dólares provienen del sector minero, agrícola y energético, es decir, del negocio de los recursos naturales, de la llamada “economía verde”.
No hay duda que la apuesta a la industrialización trasnacionalizada de la producción agraria y minera tiene entre sus beneficiarios a grandes corporaciones económicas que privilegian sus beneficios por encima de la calidad de vida de las poblaciones en que asientan sus inversiones; y aún hablando de “trabajos verdes” la apuesta es a la reducción de los ingresos de los trabajadores, ya que el salario es concebido como un costo que debe reducirse para enfrentar la crisis; y ni que hablar de la depredación de los recursos naturales.
El fracaso de Río+20 era un resultado esperado, más allá de la magnitud del cónclave con presencias prácticamente de todo el mundo. El problema es que el modelo productivo capitalista, aún en crisis, es contaminante, súper explotador, depredador y destructor.
Las cumbres populares desarrolladas en México y Brasil demandan un debate en la sociedad para modificar el modelo productivo y de desarrollo, pensando en soluciones alternativas.
En ese sentido sorprende el llamamiento de los movimientos campesinos que destacan la potencia de la producción alimentaria indígena, campesina y de agricultura familiar, contra la segmentación irracional de la industrialización que domina desde el paquete tecnológico inicial a la comercialización en grandes tiendas y supermercados, que achica la diversidad de la dieta y la riqueza proteica necesaria para una vida cotidiana.
Pero también destaca las convocatorias realizadas a investigar el delito económico cotidiano, especialmente con el movimiento de dinero y principalmente con la deuda pública, gran condicionante de nuestras economías, y por supuesto rechazar el accionar de los organismos internacionales y el salvataje de bancos que continúan acumulando grandes ganancias a costa del empobrecimiento de gran parte d ela población.
El Paraguay “verde” golpea
Es más, no puede entenderse el fenómeno del golpe institucional a Lugo, el Presidente paraguayo sin la dominación de la producción sojera que pinta de verde la agricultura de los países del Mercosur, la región productora y exportadora por excelencia de la oleaginosa y sus derivados.
Horas previas al golpe, en una potente denuncia, el periodista paraguayo Idilio Méndez anticipaba el “duro revés a la izquierda, a las organizaciones sociales y campesinas, acusadas por la oligarquía terrateniente de instigar a los campesinos; avance del agronegocio extractivista de manos de las transnacionales como Monsanto, mediante la persecución a los campesinos y el arrebato de sus tierras y, finalmente, la instalación de una cómoda platea para la los oligarcas y los partidos de derecha para su retorno triunfal en las elecciones de 2013 al Poder Ejecutivo.”
Todavía no se había producido el golpe, pero había claridad sobre quienes había provocado la maniobra que terminó con la muerte de 18 personas, policías y campesinos, y que el poder endilgó a Lugo para destituirlo en pocas horas, poniendo en discusión la debilidad de las democracias en nuestra región.
Los campesinos ocupan tierras ante la creciente ocupación terrateniente, de paraguayos, y vecinos, especialmente brasileños (brasiguayos), todos sustentados en el paquete tecnológico de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología con Monsanto a la cabeza. Es algo para pensar en el conjunto de los países del Mercosur.
Queda el interrogante si Paraguay se sumará a la experiencia de Honduras, que luego de fuertes declaraciones críticas de los gobiernos, el golpe institucional finalmente se abrió camino. El gran interrogante será la movilización popular que eludió el presidente destituido.
El cambio político en la región tiene el límite del poder económico, lo que supone una lección a considerar, que si no se afecta estructuralmente ese poder, enfrentándolo con otro poder (anti capitalista), para otra ecuación de beneficiarios y perjudicados, el sistema capitalista retoma la iniciativa y el rumbo de la acumulación.
No solo se trata de derechas, izquierdas o centro izquierdas, sino de orientación del rumbo económico; si afirmando las tendencias de la acumulación capitalista en curso más allá de la crisis mundial, o promoviendo rumbos alternativos al capitalismo.
Queda claro por la experiencia reciente que el poder económico no solo recurre a las armas en su iniciativa política, aunque tenga el apoyo de las crecientes bases militares en la región, la aplicación generalizada de leyes antiterroristas y otros mecanismos de intromisión e incidencia; pues con los medios de comunicación y las formas que asume la democracia representativa (poder ejecutivo, legislativo y judicial) mantiene la hegemonía del régimen del capital.
El conflicto es por la apropiación de la riqueza social
La discusión es por las riquezas. Es lo que se discute en la coyuntura de la Argentina. Es un debate sobre la riqueza y la pobreza.
Un reciente estudio de Flacso da cuenta que en la última década la tasa de ganancia es altamente superior a la de la década anterior, la del menemismo.
El promedio de la tasa de ganancia durante el 2002-2010 alcanzó al 37,2%, mientras que entre 1993-2001 fue del 24,8%. En los últimos años se verifica un porcentual de ganancia mayor al 50% que en tiempos del menemismo.
¿Cómo se explica ello? En economía no hay magia, en todo caso la riqueza cambia de bolsillo. El documento lo explica con la disminución de los salarios y el incremento de la productividad.
Esa es la razón de la recurrencia en el debate sobre distribución del ingreso, porque aún bajando el desempleo del 22 al 7% en una década, no solo se está por encima de la media de los años previos, los 80´, y ni hablar de los 70´, sino que se trata de una recuperación del empleo sobre la base de ingresos disminuidos históricamente, y ganancias en alza.
La turbulencia de la semana, con opiniones políticas muy diversas, sobre quien juega el partido que pretende la derecha, el conflicto continuará ante la convocatoria a movilización de la CGT, con un tema sensible para el debate: el aporte de los trabajadores al financiamiento del Estado vía impuesto a las ganancias.
Tal como señalamos para el caso paraguayo, si no se afectan los intereses del poder económico, este retoma la iniciativa política para asegurar su utilidad, y con ella el modelo de acumulación.
Sea por las cumbres globales o la experiencia paraguaya, en la Argentina se abre paso la discusión sobre el modelo económico y el rumbo político, es decir, sobre el modelo productivo y de desarrollo, tanto como sobre el gobierno del capitalismo local, incluso, una perspectiva alternativa.
No es una cuestión de apoyo o crítica al gobierno, sino de la orientación de la política económica y la estructura de dominación que surge de allí, con el interrogante de si es posible consolidar un rumbo por transformaciones profundas, estructurales, contra la ganancia y por los ingresos populares.
Buenos Aires, 23 de junio de 2012