Entre otras cuestiones que el proceso venezolano trajo en estos 12 años está la recuperación de la categoría “revolución”, acompañada del calificativo bolivariano, lo que supone recuperar la perspectiva de la lucha por la emancipación de hace dos siglos.
Es una perspectiva asociada a la visibilidad del sujeto indígena en la zona andina que aporta la novedad de las reformas constitucionales de Bolivia y Ecuador con la categoría constitucional del “buen vivir”.
La revolución bolivariana posibilita así la articulación del bicentenario de la lucha por la emancipación con la histórica gesta de los indígenas originarios.
La revolución vuelve para intentar poblar el imaginario de la región y constituir sujetos y el nuevo mito de la transformación social en Nuestramérica, posibilitando re-significaciones en el presente de anteriores proyectos civilizatorios.
Otra vez re-significada la lucha de los pueblos originarios; de la gesta emancipatoria; o las más recientes del Siglo XX; todas ahogadas en la violencia genocida de las clases dominantes. Esta re-significación constituye la base de la esperanza por un nuevo tiempo en revolución.
El socialismo otra vez
Desde el proceso venezolano se renovó la práctica y el lenguaje de la revolución y con ella la del “socialismo”.
Entre 2004 y 2005, Hugo Chávez inició una prédica, en pleno desarrollo hoy con la crisis, sobre que el capitalismo no aporta soluciones a los problemas de los pueblos de Nuestramérica, y por lo tanto, la búsqueda se orienta por el “Socialismo del Siglo XXI”.
Al calificar al socialismo, incluía una crítica a la experiencia en el este de Europa, y una propuesta de renovación del ideario y práctica del socialismo.
Como hace un siglo con Mariátegui, el socialismo se promueve como mito revolucionario de los pueblos en la región, y como el amauta sostenía, hoy más que nunca “el socialismo no será calco ni copia, sino creación heroica de los pueblos”.
Ante la crisis mundial del capitalismo en curso, los pueblos estamos desafiados a pensar y construir sociedades más allá del capitalismo, contra el capitalismo y por el socialismo.
Convengamos que es un tema en discusión, ya que el cambio político en la región incluye experiencias con fuerte crítica al neoliberalismo, manteniendo el rumbo capitalista, con la expectativa de un “capitalismo nacional, autónomo, e independiente”, lo que supone pensar en la existencia de una burguesía nacional y en su defecto un Estado capitalista que asuma ese papel. Por otro camino transitan las experiencias renovadas de crítica al capitalismo y de propuesta socialista, con las especificidades nacionales de la tradición e historia de luchas de sus trabajadores y pueblos.
No resulta igual definir un rumbo capitalista u otro socialista, aún cuando ambos proyectos puedan transitar experiencias comunes como la UNASUR o la CELAC, entre otras manifestaciones del cambio político en curso en Nuestramérica.
Integración alternativa
En simultáneo a la propuesta por el socialismo, Venezuela y Cuba suscribían a fines del 2004 un conjunto de acuerdos económicos, políticos, sociales y culturales que habilitaron el surgimiento de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos, ALBA.
Se concretaba así la iniciativa por una “integración alternativa” a la que luego se sumarían varios países y la expectativa de la articulación de los pueblos de la región y sus emprendimientos económicos, sociales y culturales, más allá de las adhesiones de sus propias naciones al ALBA.
La integración subordinada del libre comercio sostenida desde el ALCA y los TLC era y es desafiada por una experiencia que apunta a relaciones solidarias entre los procesos de cambio en Nuestramérica.
El proyecto de integración supera al propio ALBA y sustenta propuestas de articulación productiva y financiera, como Petroamérica, el Banco del Sur, o la moneda común. Muchas de esas proposiciones son asignaturas pendientes, pero es realidad el inicio de la articulación energética en el Caribe; el Banco del ALBA y el Sucre, que promueve el comercio con monedas locales entre los países del ALBA.
Con los cambios locales puede pensarse en la recuperación del proyecto independiente y emancipado de Nuestramérica. La revolución, el socialismo y la integración son parte de un mismo proyecto emancipador.
Síntesis de una tríada
La revolución, el socialismo y la integración alternativa son tres partes del legado del proceso venezolano, que no puede pensarse sin el liderazgo de Hugo Chávez.
Son aportes simbólicos y materiales en la disputa por el rumbo de Venezuela y Nuestramérica, asumiendo la posta y completando la soledad por décadas del aporte cubano a la emancipación de la región.
Muchos señalan las insuficiencias en el cambio, especialmente en la modificación de las relaciones sociales de producción. Es cierto, aunque el actual debate cubano por la renovación del proceso económico del socialismo nos enseña que no alcanza con la modificación del régimen de propiedad, que se necesita algo más para afirmar el tránsito del capitalismo al socialismo.
El sujeto político popular ha sido el fundamento de la construcción de este tiempo, imprescindible para el cambio político, signo de nuestra época.
Quizá sea el próximo tiempo cercano el de la gestación del sujeto para los cambios económicos, lo que supone la conciencia de construir una nueva sociedad sin explotación.
Creo que por ahí viene el legado viviente de una experiencia que surgió como revuelta de masas, el caracazo, marco político social de construcción del liderazgo de Hugo Chávez.
Buenos Aires, 5 de enero de 2013