Esa heroica operación fue liderada por tres brillantes y valientes jóvenes cubanos: Fidel Castro Ruz, quien a punto de cumplir 27 años era el jefe del operativo secundado por su hermano Raúl, un joven que apenas acababa de cumplir 22 años y Abel Santamaría, de 26, capturado vivo y torturado salvajemente para que delatara el nombre del jefe del alzamiento, cosa que no hizo y lo pagó con su vida. Fidel y Raúl libraron de correr esa suerte porque hubo demasiados testigos que los vieron cuando, pocos días más tarde, eran capturados por los militares de Fulgencio Batista, el dictador cubano. Poco después se montó una farsa jurídica, el célebre Juicio del Moncada, y allí Fidel Castro, abogado él, asumió su autodefensa y pronunció un discurso que visto con la perspectiva que otorga el paso del tiempo puede sin duda ser calificado como uno de los más excepcionales documentos políticos del siglo veinte.