La ultraderecha de nuestro país, las condiciones de su ascenso al poder, el perfil del jefe de Estado y de la fuerza política en la que se basa merecen un análisis para su mejor caracterización. Lo mismo para su relación con el gran capital, su ofensiva contra la clase trabajadora y su embate selectivo sobre el aparato estatal.
Una falsa luz en tiempos oscuros.
Javier Milei aparece en un momento de crisis del sistema de partidos y de deslegitimación de la representación política muy profunda. Lo que estaba en íntima relación con la existencia de un estancamiento económico prolongado, inflación en alza, precarización y pérdida de poder adquisitivo. Se le suma la percepción de que la dirigencia política hacía caso omiso de esa situación de emergencia para disfrutar de sus privilegios.
Milei llega al gobierno después de dos presidencias claramente fracasadas. Y sucesivamente dirigidas por las coaliciones que regían la disputa política hasta ese momento. Era entonces sencillo presentar a todas las fuerzas políticas gravitantes como lo viejo, lo corrupto, lo injustamente privilegiado. Es lo que sintetizó en el término “la casta” a la que los “libertarios” vendrían a combatir.
La inflación muy elevada destruye toda capacidad de previsión y cálculo. El actual presidente proponía bajar la inflación con medidas drásticas y eso le confirió legitimación cuando inició su acción de gobierno y el índice de precios al consumidor comenzó a bajar. La “motosierra” sobre el aparato estatal aparecía como una herramienta antiinflacionaria. En la mirada del gobierno no existía ninguna necesidad ni derecho que ameritara un incremento del gasto y sobraban los motivos para disminuirlo
-La pandemia con su encierro y sus irregularidades fue una fuente de resentimiento hacia la dirigencia política. Y generadora de un ansia de libertad imperativa. “El Estado nos encierra, queremos liberarnos”. El entonces economista mediático tuvo la astucia de volverse un abanderado de los “anticuarentena”.
Capitalismo y ultraderecha.
Argentina arrastra una situación de empate hegemónico desde hace décadas. Las clases dominantes no logran imponer a pleno sus objetivos. En gran parte merced a un nivel de organización y capacidad de resistencia popular que siempre buscaron destruir. Quieren aplastar al movimiento obrero y a todas las formas de organización popular. Lo intentaron varias veces, con éxito sólo parcial. Un gobierno de ultraderecha es una carta fuerte como apuesta a una derrota popular completa e irreversible.
La Libertad Avanza (LLA) practica el repudio al poder político y la exaltación del poder económico. Los empresarios son “héroes” incluso cuando fugan capitales y evaden impuestos. La dirigencia política merece en cambio todas las descalificaciones posibles. Esto tiene amplia repercusión.
Para la ciudadanía común, hay un solo enemigo hacia arriba, la mal llamada “clase política”. El resto de los supuestos enemigos están hacia abajo: El que recibe planes supuestamente sin trabajar, el que no lucha lo suficiente por superarse, aquel que se ha visto beneficiado por subsidios o prestaciones gratuitas que no todos reciben, lo que sería un “privilegio”. Hasta el trabajo formal es a veces percibido como un privilegio injusto.
Milei y LLA no eran la primera opción del gran empresariado. La propuesta de ellos era más “moderada” y menos antisistémica. Si bien con idéntico contenido de clase y visión estratégica similar. Aspiraban a un regreso al gobierno de la alianza Juntos por el Cambio. Lo anterior no quita que adhieran e impulsen las acciones del gobierno actual. Más allá de discrepancias no esenciales visualizan al actual presidente como un vehículo para concretar reformas regresivas que buscan hace décadas.
Así se expresa cuando hacen críticas al modo de construcción partidaria, a las políticas de alianzas, a ciertos “excesos” contra el liberalismo político y la libertad de expresión, y al mismo tiempo manifiestan su respaldo a las reformas que encabeza el jefe del poder ejecutivo.
En los grandes medios de orientación conservadora esa línea es predominante. Tienen a su servicio a un soldado del desenfreno capitalista y carecen de una alternativa más “razonable” e “institucionalista”. Por lo tanto lo respaldan hasta con entusiasmo.
Contra el Estado y con el Estado.
Milei logró penetración con su discurso “antisocialista” y en parte la mantiene hasta hoy. El cuadro ideológico tendría una divisoria de aguas. De un lado los liberales a ultranza, partidarios sin tapujos del “libre mercado” y de la “libertad” en toda su extensión. Del otro todos los demás, desde neoliberales “moderados” hasta trotskistas. Juntos formarían el “partido del Estado”, todos “socialistas”, todos enemigos de la propiedad privada.
Su posición respecto al Estado es tal vez la más radicalizada en el campo de las extremas derechas mundiales. La expresa en términos de destrucción (el “topo” que lo horada desde adentro), pero en realidad es una reformulación.
El planteo es la supresión de todo aquello que pueda tener relación con políticas sociales o servicios de bien público, ya que la “justicia social” es un robo, una aberración resultado de la envidia y el resentimiento. También actúa contra organismos reguladores de la economía que no actúen en un todo de acuerdo con el interés del gran capital. Desregulación y privatizaciones son las palabras de orden.
En paralelo, toma el camino del fortalecimiento de la armazón represiva del Estado, desde las fuerzas armadas y policiales al poder judicial. Y los organismos de inteligencia. Se necesita atemorizar, disciplinar, espiar, perseguir, castigar, matar. Esa sí es función indelegable del Estado y así se la sustenta.
La demanda de orden, incluso de represión, de “seguridad”, favoreció y favorece el consenso hacia el gobierno “ultraliberal”. Exhiben una “mano dura” que abarca no sólo a la delincuencia sino a la protesta social, en particular a los “piqueteros” que trastornaban el tránsito y hoy se ven afectados por el “protocolo antipiquetes”.. Es un objetivo “Limpiar las calles” de cualquier presencia no controlada y disciplinada
Algo más sobre ¿qué es esto?
Las peculiaridades y extravagancias, que abundan, no son el rasgo fundamental del gobierno. Y pueden ponerse al servicio de objetivos estratégicos bien razonados. “En la locura hay un método” se ha escrito. El gobierno no se desvía de sus grandes líneas de acción.
Hay lógica en el ataque a trabajadores y jubilados, en el intento de desmantelar la educación y la salud pública, en la repulsa a las políticas de derechos humanos y perspectiva de género. También en la política exterior de alineamiento absoluto con EE.UU. Nada de eso es errático o incoherente.
Jugó a favor de la propuesta reaccionaria el hartazgo con el doble discurso, la invocación del bien público y la realidad del negocio privado, la política de ampliación de derechos que se conjuga con la creación de privilegios. Todo le ha dado alas a los denunciantes de “la casta”. Es otra de las responsabilidades de la dirigencia política tradicional y en particular del peronismo.
En medio del reinado de la hipocresía, Milei aparece como auténtico, sincero hasta la exageración, hombre de coraje, sin timideces ni inhibiciones. Lo contrario a Mauricio Macri, por ejemplo.
A la hora de darle un nombre al “mileísmo” algo a destacar es su fuerte sesgo autoritario. Las tendencias represoras y de avasallamiento de libertades se articulan con el mantenimiento del pluralismo político, las elecciones periódicas y el funcionamiento parlamentario. Esas instituciones se ven restringidas en su campo de acción, pero no son suprimidas. Hay estudiosos que hablan de “democracia no liberal” o de “autoritarismos electorales”.
El primero ofrece el problema de que le asigna carácter democrático, cuando Milei y otros gobernantes no hacen más que sofocar el componente de democracia de la vida política y de la configuración de la sociedad. Parece preferible nombrarlo como “autoritarismo” adjetivado por la instancia electoral.
En todo caso lo primero a destacar es el carácter de clase. Y su actitud consecuente para definirse como enemigo estratégico del pueblo argentino y su historia. No es una “maldición” ni una “pesadilla”. Es un enemigo decidido y persistente. Hay que tomárselo en serio y asumir el esfuerzo de combatirlo.
Hay quienes se detienen en las diferencias entre unas expresiones nacionales y otras. Donald Trump es proteccionista, Milei es partidario de la ampliación del comercio exterior. Los ultras europeos son nacionalistas,, el argentino abandona cualquier atisbo de autonomía nacional para entregarse por completo a las orientaciones políticas de EE.UU e Israel.
Tal vez se trate de que algunas de estas expresiones se dan en el centro del mundo capitalista y otras en la periferia. Igualmente, dentro de estas últimas, la argentina lleva a la exageración el sometimiento, la política de brazos abiertos frente al capital extranjero, la justificación del genocidio en nombre de “Occidente”.
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Si se le permite seguir su propia lógica, el actual gobierno y sus bases de apoyo en el gran capital local e internacional y otros sectores llevarán adelante una reestructuración regresiva de la sociedad argentina, de alcance integral. Como hemos visto eso incluye las relaciones entre capital y trabajo; el modo general de concebir las acciones sociales y las actitudes individuales, y la configuración y objetivos del aparato estatal, entre otros aspectos relevantes.
Sin subestimar las instancias institucionales, parlamentarias y judiciales, el parate a las reformas de sentido reaccionario debe venir de la conciencia y la organización de las clases populares, unidas a una presencia articulada, fuerte y con continuidad en el espacio público.
Ese es el desafío. Parte de la fuerza que aún conserva la actual administración proviene de la ausencia de oposición articulada que presente un programa alternativo verosímil. Sería en vano esperarla de los partidos del sistema y de las organizaciones sociales por completo burocratizadas.
Las clases explotadas deberán impulsar la resistencia con proyección de contraofensiva. Con confianza sobre todo en sus propias fuerzas y en su capacidad de comprensión y creación para modificar de raíz la realidad que padecemos.
Este artículo ha sido elaborado sobre la base de un texto destinado a la capacitación de la militancia de Vientos del Pueblo-Frente por el poder popular.
Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/08/22/la-ultraderecha-argentina-en-algunos-apuntes/