De la calle al palacio por los derechos del pueblo. Por Daniel Campione.

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El Senado aprobó el jueves 11 de julio un conjunto de proyectos, qlgunos casi por unanimidad.. Una parte contaban con previa aprobación por la cámara de diputados, por lo que ahora están sujetos al casi seguro veto presidencial. Son los que atañen a jubilaciones y a emergencia en discapacidad. Otros, más ligados a los intereses de los gobernadores de provincia deben pasar aún por diputados.

Derrotas y victorias.

Entre los primeros análisis en los grandes medios primó el enfoque de que se trataba de una grave derrota del gobierno. Llegaron a calificarla de “paliza”. Sin negar lo anterior, hay que rescatar la victoria de abajo más que el traspié de arriba. 

Hay una causalidad entre las luchas populares de los últimos tiempos y la marcha favorable de los proyectos relacionados con los ingresos de los jubilados, la prórroga de la moratoria previsional y la asignación de mayores recursos para la atención de la discapacidad.

Las tradicionales manifestaciones de jubilados y las más recientes de pacientes, familiares y prestadores de atención a la discapacidad están en la base de la respuesta parlamentaria. La que puede calificarse de muy insuficiente en el volumen de los recursos. Lo que no quita que propicien un alivio para las dramáticas situaciones que viven millones de argentinas y argentinas.

Es todo menos casual que también se hallan en trámite proyectos atinentes al financiamiento de las universidades y a la emergencia de la atención pediátrica. Vinculadas ambas también con protestas populares de alta presencia callejera e incluso mediática.

La reflexión inmediata es obvia. Las luchas populares sirven. La presencia en las calles y en otros espacios públicos rinde frutos. Es más, son el modo más eficaz de enfrentar a las políticas del gobierno. Sin la apuesta con preeminencia a futuras victorias electorales o a hipotéticos fallos judiciales.

Causas y efectos.

A la hora de discernir causas para la derrota del oficialismo se ha alegado su falta de aptitud y voluntad negociadora. O bien su indiferencia frente al revés, ya que ir en contra del “equilibrio fiscal” sería una contribución al desprestigio de los “degenerados fiscales”

Ambas cosas pueden ser en parte ciertas; la torpeza y la falta de voluntad. El presidente aprovechó un discurso en la bolsa de comercio el mismo jueves para presentarle sus respetos al gran capital. No se privó de ratificar que prefiere otorgarle reducciones de impuestos a las grandes empresas que aumentos a jubilados o a coberturas sociales.

También anunció, con evidente placer, el veto inmediato de todas las iniciativas aprobadas. Los magnates presentes lo ovacionaron y corearon tres veces el clásico “viva la libertad carajo”, entre aplausos. ¿Cómo no sentirse eufóricos frente a semejante fidelidad y entusiasmo respecto a sus intereses y propósitos estratégicos?

Es ahí que está la razón última de las acciones del gobierno: Ser la instancia política más decidida en toda la historia a impulsar la ofensiva de los empresarios contra los trabajadores, de los ricos contra los pobres. Apuesta ahora a una victoria electoral por buen margen que mejore las posibilidades de imposición de las “imprescindibles” reformas; laboral, previsional y tributaria.

Lo ha dicho más de una vez Javier Milei, le interesa menos su popularidad que el efectivo cumplimiento de la reestructuración en sentido regresivo de la sociedad argentina.

La batalla que viene.

Pocas veces los tantos quedan más claros que después de la jornada de ayer. El combate de trabajadores y pobres ha sido exitoso en la incidencia sobre las instituciones. La batalla sigue, ya que el gobierno autoritario lo hará todo para “voltear” estas leyes. Mediante el veto. Y si el congreso logra insistir, irá al poder judicial.

Habrá que salir a las calles. Presionar contra el ataque a lo ya aprobado; por la aprobación de lo que se halla aún en discusión, por el ingreso al debate de lo que aún no lo hizo. Desde abajo frente a todas las instancias del poder estatal. Es posible frenar los ataques. Hay potencial para obtener victorias. Asambleas, movilizaciones, iniciativas solidarias. Nuestro pueblo tiene experiencia en esas materias.

Hay que capitalizarla frente a poderes que se fingen invencibles y pueden tener la fragilidad y la crisis a la vuelta de la esquina. Ayer el “gordo Dan” y otros voceros del gobierno en redes sociales convocaban a ocupar con tanques el Congreso o a reclutar milicias populares para ir contra el parlamento.

No hay que tomarlos en broma. Es necesario ensayar desde hoy las respuestas a ese nivel de violencia, a ese desprecio por cualquier atisbo de democracia. Impedir un ataque de pretensión decisiva contra las libertades y el derecho a la protesta es un imperativo de la hora.

Se necesita para ello dar visibilidad y articulación a todas las demandas. Éstas tienen idénticos adversarios: Las fuerzas de la concentración capitalista, el ajuste permanente, los desmantelamientos y privatizaciones, la “flexibilización laboral” , el  hambrre generalizado y la represión continuada.

Tenemos historia a reivindicar y presente a modificar. Fuera de las instituciones y también en ellas. No hay que descuidar ningún terreno de lucha. Todos son prioritarios hoy.

Imagen de portada: América 24.

Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/07/11/de-la-calle-al-palacio-por-los-derechos-del-pueblo/


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