Acción criminal contra Irán. Por Daniel Campione.

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El gobierno Israelí ha bombardeado hoy territorio iraní en procura de la destrucción de todo lo relacionado allí con investigación y producción nuclear. No es sólo una agresión sobre bienes materiales: Destacados científicos iraníes han sido aniquilados en ataques de altísima precisión. Los muertos se cuentan por lo menos por decenas.

Como desde hace mucho, la gran potencia mundial  y sus socios integran un “club nuclear” excluyente. Quien trate de incorporarse sin permiso se encuentra a tiro de misiles, cuando no de invasión lisa y llana.

La finalidad de anonadamiento del sistema defensivo iraní no se detuvo en lo vinculado con la energía atómica. Altos jefes de las fuerzas armadas del país también fueron asesinados durante las primeras horas del ataque. Pese a eso Irán ha respondido. Sus misiles vuelan sobre territorio israelí.

La agresión de Israel quedó de inmediato teñida por una amenaza de Donald Trump: “Irán debe llegar a un acuerdo antes de que no quede nada”. La proyección genocida de la “advertencia” es transparente: la república islámica se arrodilla ante el Estado sionista y EE.UU o puede ser destruida por completo. En sendas declaraciones el presidente norteamericano declaró que estaba en todo al tanto del ataque pese a lo cual “intenté salvar a Irán. “. Se anunció asimismo que naves estadounidenses se acercan a la zona de enfrentamiento.

Si quedaban ingenuos que creyeran en un rol “negociador” de parte del imperio del norte, ya tienen concluyentes evidencias en contrario. Las conversaciones que se realizaban en Omán, un poco conocido país de religión islámica, han quedado sólo como una puesta en escena para mejor encubrir el propósito de destrucción.

Éstas son operaciones planeadas por largo tiempo. Precedidas por una larga preparación en armamentos, tecnología, espionaje, infiltración.

Manos criminales arrasan con todo.

Una de las conclusiones más generales que inspiran estos hechos es que las soberanías nacionales dejan de existir cuando EE.UU y su aliado estratégico así lo disponen. El derecho internacional se torna en broma macabra. La propia noción de “sentimientos humanitarios” se mueve como “bandera de conveniencia” a desplegar sólo cuando la oportunidad vuelve útil su invocación.

El Estado israelí oficia de larga mano de su socio mayor una vez más. Irán es una espina en la piel para EE.UU desde 1979. El año del alzamiento popular que derrocó a un dictador sanguinario y furioso pronorteamericano, el sha Mohamed Reza Pahlevi. Y lo reemplazó por la república  que se sostiene hasta hoy.

No se necesita tener coincidencias con los objetivos y modalidades de acción de los sucesivos gobiernos iraníes para visualizar que el coloso norteamericano lo tiene desde siempre en la mira. Lo ha desprestigiado todo el tiempo como “Estado terrorista”, tratándolo también en tono desdeñoso como “el régimen de los ayatollash”.

Representaría, claro, la “irracionalidad” y el “atraso” frente a la rampante modernidad que exhibía el shah desplazado. Por lo tanto blanco escogido del supremacismo religioso y racial  de “Occidente”. Y claro, caracterizado como una autocracia irredimible. Es sabido desde siempre que para la política imperial la mejor definición del término “democracia” es “gobierno aliado de EE.UU”.

Para quienes, con la ideología y los métodos que sean, intentan siquiera un poco de autonomía, brota la probabilidad de ser tarde o temprano víctimas de la sangre y el fuego esparcidos en nombre de la “libertad”.

Más allá de las tapaderas ideológicas, lrán se ha tornado hace tiempo un enemigo prominente para el imperio. Mantiene vínculos más o menos cercanos con China, Rusia, Corea del Norte, Venezuela. Su ubicación geopolítica lo coloca en la vereda de enfrente. Neutralizar por completo o incluso conseguir la eliminación de ese enemigo constituye uno de sus sueños dorados en materia de “reordenamiento” internacional. La carga exterminista hoy asciende a la superficie.

En ese entendimiento, China y Rusia se han expedido con rapidez en condena del ataque en curso

Estamos en el mapa.

Israel ensaya su desvergonzado discurso de siempre: “No teníamos otra alternativa”. Ellos se presentan hasta el hartazgo como objeto de agresiones y atentados. Frente a los que toman represalias o adoptan medidas “preventivas” ante males mayores. Como otras veces, la potencia imperial y su socio cuentan con la colaboración activa o el silencio cómplice de los integrantes de la OTAN y de otros servidores esparcidos por fuera de Europa.

Para nuestra desgracia, el gobierno argentino está instalado en el seguidismo más absoluto hacia las políticas norteamericanas e israelíes. Hasta la sobreactuación: Aplaude cada una de sus decisiones. Viaja una y otra vez hacia cualquiera de los dos países aliados.

Los representantes argentinos en la O.N.U y otros organismos votan en soledad junto a los dos “amigos” en diversas cuestiones. En especial cuando se trata del rechazo de cualquier condena u observación hacia el Estado sionista.

Encabezamos este pasaje con referencia a la desgracia porque nuestro presidente es un hombre que baila alborozado al lado del muro de los lamentos. Lo hace junto a corrientes ultrarreligiosas que suelen ser exponentes del pensamiento más reaccionario. Eso nos coloca en la mira de posibles retaliaciones de Irán y sus aliados. Argentinas y argentinos llevamos aún en el cuerpo los dolores suscitados por el ataque a la AMIA.

Nada le importa eso al imaginario émulo de Moisés y los macabeos que oficia de jefe de Estado en nuestras tierras. La posibilidad de un ataque no le atañe. Hasta es posible que piense que su reputación de “centinela de Occidente” se verá realzada si se produce una tragedia de ese tipo.

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Estamos obligados al repudio más amplio  que sea posible. A la solidaridad firme con el pueblo iraní objeto de una política criminal. Se despliega la convicción inconmovible de que el dominio de “la gran nación del norte” es antagónico con cualquier noción auténtica de justicia, libertad y democracia. Todo lo que venga de la mano de EE.UU e Israel es un paso seguro hacia la barbarie.

Asistimos hoy al genocidio de Gaza. Se necesita alzar como nunca la voz para condenarlo. Asociarla a la denuncia de las nuevas acciones de aniquilación que se desenvuelven a orillas del golfo pérsico. No es sólo la causa de palestinos e iraníes. Es la suerte del mundo entero la que está en juego.

La protesta es un deber ineludible para los críticos de todas las latitudes del planeta del cruento “desorden mundial”. Es necesario movilizarse para que las seguras manifestaciones de repudio que habitarán las calles de Argentina se destaquen tanto por el número de asistentes como por la contundencia de sus manifestaciones.

Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/06/13/accion-criminal-contra-iran/


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