El acuerdo con el FMI llegó con alza de precios, aumento de la deuda pública y compromisos para continuar con el ajuste fiscal y las reaccionarias reformas estructurales, especialmente laborales y previsionales.
Resultado del acuerdo se levantó parcialmente el cepo, las restricciones a las operaciones con divisas. Era una demanda del capital concentrado, que los medios y redes oficialistas instalaron como necesario para la salud de la economía local. Lo curioso es que muchísima gente no tenía ni idea de que era el “cepo” y que aun celebrando su levantamiento no le genera ninguna posibilidad de ahorrar o invertir en divisas.
En efecto, al nuevo tipo de cambio, de 1.230 pesos por dólar, en las primeras horas de la nueva política cambiaria, para comprar 100 dólares, lo permitido para efectuar por la ventanilla de un banco, el comprador tiene que tener un excedente de 123.000 pesos. Pretendemos señalar que luego de pagar todo lo necesario para la reproducción de la vida cotidiana, personal o familiar, al eventual comprador de divisas tiene que sobrarle esa magnitud para adquirir 100 dólares.
Además, es una operación que podría hacer todos los días hábiles por ventanilla bancaria. Es a todas luces imposible con los ingresos populares actuales, por ende, aun parcial, el levantamiento del cepo solo favorece a sectores concentrados del ingreso y la riqueza.
Por si fuera poco, por vía bancaria, con una cuenta en dólares, no hay límite para adquirir divisas. Algunos dicen “con mi dinero hago lo que quiero” y claro, falta agregar, con mucho dinero sobrante luego de satisfacer inmediatas necesidades, que es lo que no le ocurre a la población empobrecida de la Argentina, sean los 38% de pobres, los 42% de trabajadores/as en situación irregular, y muchos otros/as que apenas satisfacen las mínimas necesidades.
Levantar el cepo es la demanda de los grandes capitales que quieren libertad para ingresar capitales y sacar los excedentes que ellos generen en actividades económicas para remesar utilidades al exterior.
El FMI coloca recursos que, así como ingresan salen por una puerta giratoria para acumular en cualquier territorio del mundo.
La devaluación de la moneda, pasar de un tipo de cambio de 1.074 pesos por dólar a 1.230 o a donde llegue en el futuro cercano, es un mayor deterioro de la capacidad de compra de la mayoría de la sociedad que vive de ingresos fijos.
Además, como se esperaba la devaluación, aun cuando el gobierno juraba que no, los precios escalaron, tal como señala el INDEC en 3,7% en marco. Se esperan índices similares para abril e incluso mayo, lo que lleva al gobierno a imaginar que luego se recuperará una tendencia a la baja e incluso a cero a mediados del 2026. De ilusión también se vive. La realidad es el crecimiento de los precios, de la deuda pública, que convoca a mayor ajuste fiscal y más sufrimiento popular.
¿Es posible transitar otro rumbo?
La respuesta es afirmativa, si la sociedad hace crecer la resistencia a la política oficial y de sus cómplices, al tiempo que se enarbola una política alternativa, que privilegie resolver las necesidades elementales de la población empobrecida.
Se trata de confrontar con la lógica gubernamental y de poder en el país, lo que puede lograrse construyendo otro poder, que desarme lo construido durante esta gestión y especialmente rechace el acuerdo y la subordinación al FMI.
Buenos Aires, 15 de abril de 2025