Sábado 4 de enero de 2014, por Carlos Saglul
Mientras se dispone a publicar “La televisión alternativa, popular, comunitaria (1987-2012).”, Vinelli continúa defendiendo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual aunque enfatiza: “Ya no hay excusa para aplicarla de verdad, especialmente en lo que hace a la legalización del 33 por ciento por ciento de los medios sin fines de lucro”. Señaló asimismo la necesidad de que los medios en manos del Estado sean “públicos y no voceros de los gobiernos de turno”.
-Hablemos de la experiencia de Barricada TV. ¿Hasta donde las organizaciones populares tienen conciencia de la necesidad del desarrollo de medios propios?
– Yo creo que la importancia de la construcción de medios propios fue ganando terreno en los últimos años. Hay mayor conciencia acerca del papel de la prensa; y también hay más preocupación por las políticas de medios diseñadas alrededor de la organización de las voces propias. Pero al mismo tiempo se mantiene una seducción por los medios comerciales: aparecen como atajo para “instalarse”, para llegar a sectores de masas mientras que la comunicación popular todavía no puede garantizarlo. En este sentido creo que hay que destacar dos cosas: Una, que es necesario y posible articular ambas intervenciones en una política integral. Los medios propios organizan el discurso y en este sentido tienen que tener otro lugar en la estrategia, incluso pensando que también funcionan como fuentes. Dos, que la comunicación popular tiene que profundizar la discusión sobre la masividad, esto es algo que en Barricada debatimos permanentemente, y asumirla. Esto implica apostar a una agenda de temas amplia, no solamente la agenda de la protesta y la vida cotidiana de nuestras organizaciones sino también la investigación periodística de más largo aliento, e incluso la cobertura de los actos oficiales o las conferencias de prensa: creo que ningún otro medio va a realizar las preguntas que podemos realizar nosotros, y eso también tiene que ver con la subjetividad.
-¿Puede haber organización y poder popular sin comunicación popular?
– Recuerdo por ejemplo la importancia que se daba a la comunicación en los setenta, se hacían ejemplares en miniaturas de las revistas para que entraran en las cárceles. Documentos, etc… Yo pienso que la comunicación es estratégica en la construcción de poder popular. Nuestros medios son espacios arrebatados a la hegemonía, cuanto más fuertes, más importante es la construcción. Creo que los diarios El Mundo y Noticias, en los 70, son buenos ejemplos de esto. Medios de masas para una política de masas de las dos organizaciones político-militares más grandes de la época, que sin decirse partidarios apuntaban a llegar a los sectores más amplios del pueblo. Las experiencias del cine militante, o el papel de la radio en América Latina, también enseñan que la comunicación popular no sólo tiene que ver con la representación sino también con la acción, con la organización y con la movilización popular. Ahí está el ejemplo de las radios mineras bolivianas y el papel que cumplieron en la defensa de los distritos mineros durante las sucesivas dictaduras militares, o la Radio Rebelde cubana.
-¿Puede sobrevivir la socialización de los medios en una sociedad que se caracteriza por la concentración de la riqueza?
– Es la misma pregunta que se le puede hacer a una cooperativa del movimiento de trabajadores desocupados, o a una fábrica recuperada. Barricada TV está en IMPA, una metalúrgica que es la primera recuperada en el país, y que sigue funcionando bajo autogestión de sus trabajadores y trabajadoras. Que es una tarea difícil, no tengo la menor duda. Pero no creo que sea lo correcto esperar a que se den otras condiciones para montar nuestros medios: al contrario, estos aportan en un camino de transformación social estructural. Por eso insisto con que estas experiencias son espacios arrebatados a la hegemonía: colaboran en la construcción de la fuerza propia y a la vez nos permiten adelantar en el presente el tipo de relaciones sociales (solidarias, igualitarias, cooperativas) que nos imaginamos para la sociedad futura.
-¿De que sirvió hasta ahora la Ley de Medios? ¿Crees que va a terminar con los monoplios?
– Creo que lo más importante de la Ley de Medios fue el debate que suscitó. Sacó a la comunicación de los escenarios dominados por especialistas o técnicos y la puso al alcance de cualquiera. Quiero decir, en las casas, en los almuerzos familiares, en los lugares de trabajo se empezó a hablar de manipulación o del papel de los medios ahí cuando hasta hace poco dominaba el “el cierto, lo vi en la tele”. Esto es un paso adelante. Además no es lo mismo una ley que reserva el 33 por ciento del espectro para medios sin fines que lucro que perseguirlos, como sucedía con la ley anterior, que directamente los prohibía. Pero al mismo tiempo hay que decir que su aplicación es demasiado lenta para los años que lleva aprobada, y ni que hablar para las expectativas que despertó. Hoy nos encontramos con un mapa de medios que está cambiando pero sin que cambie el paradigma de la comunicación, que sigue asociado a las ganancias. Es decir que hay más actores, pero son comerciales. Por eso decimos que para ir a fondo contra los monopolios es necesario avanzar paralelamente en la democratización de la comunicación. Y para cumplir con la ley, el Estado debe garantizar el 33 por ciento del espectro para los sin fines de lucro. En esa pelea estamos.
-¿Qué pasa con la publicidad oficial, crees que es posible que se utilice para el financiamiento de los medios alternativos, no solo de los oficiales?
– El tema de la pauta es clave, de hecho estamos por arrancar con una campaña que democratice el reparto de la pauta. Si me preguntás por la sustentabilidad, te diría que cuál es la sustentabilidad de CN23 o de Página 12 sino a través de la plata que entra a través de la publicidad oficial. Lo importante ahí es trabajar porque el reparto sea transparente, y sin condicionamientos.
-¿Qué posibilidades concretas tiene el desarrollo de la prensa del campo popular en la Argentina y qué rol crees le correspondería en este sentido a una organización como la CTA?
– Creo que hay un escenario más que interesante, con muchas prácticas que vienen creciendo y experiencia acumulada. Hay un marco regulatorio que en un punto nos da la razón, y que tenemos que exigir que se cumpla a fondo. Hay una nueva tanda de canales de televisión en el aire, y cantidades de radios. En este marco las organizaciones de trabajadores tienen una doble tarea: la de apostar a los medios propios que demuestren la factibilidad de esas apuestas en comunicación, y la de colaborar con los medios que ya existen o van naciendo y que tienen un marco de apoyo más débil pero mucha capacidad de laburo y militancia.
-Escribiste un ensayo sobre ANCLA, que lección dejan experiencias tan “fuertes” como Noticias, El Mundo, la Evita Montonera, Estrella Roja y tantas otras….
– Bueno, lo decía al principio, creo que demuestran la importancia de contar con medios propios según la etapa y los objetivos que nos demos desde las organizaciones. Y además creo que demuestran que es posible sacar los pies del plato y apostar por otro discurso, en definitiva, por la disputa sobre la subjetividad. Porque lo que hacemos desde la comunicación popular es eso: generar acciones, trabajar para generar consenso alrededor de los proyectos populares, circular otras formas de ver el mundo, otros valores que puedan enfrentar el sentido común dominante. Hoy el escenario es otro, pero la necesidad sigue siendo la misma y creo que como pueblo estamos sentando las bases para transitar con éxito este desafío.
Artículo publicado en el Periódico de la CTA Nº 99, correspondiente a los meses de noviembre-diciembre de 2013
- Equipo de Comunicación de la CTA