Los ultrarricos del capitalismo contemporáneo rodean y financian a Donald Trump, recién asumido al frente del gobierno estadounidense entre 2025 y 2029. Elon Musk, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos, entre otros, son la expresión de la expectativa de la vanguardia de la burguesía mundial que en el ámbito de la tecnología diseña los rumbos del desarrollo capitalista actual.
La mayor competitividad del capital se asienta en la innovación tecnológica, la inteligencia artificial (i.a.) en particular, mecanismos contemporáneos de estímulo a la mayor producción de plusvalor.
Asistimos a una nueva etapa de la ofensiva del capital en contra del trabajo, por la apropiación de los bienes comunes y el disciplinamiento social bajo la cultura consumista del régimen del capital. La nueva gestión Trump intentará avanzar sobre los derechos laborales y sociales al interior de la formación socio económica estadounidense. Y como anunció en su discurso inaugural, promoverá la explotación de los recursos petroleros no convencionales sin preocupación por la afectación ambiental, todo en aras de la reducción del costo de producción empresario.
Es el punto de discusión en la disputa de la hegemonía económica que sostiene EEUU con China. La planificación oriental bajo gestión del Partido Comunista de China hegemonizó la producción fabril global en esta primera parte del Siglo XXI. Y EEUU disputa la preeminencia en el proceso integral de producción y circulación de bienes y servicios. Lo hace desde las mejoras en la productividad vía i.a. y el peso mundial del dólar, de las finanzas transnacionales, y el poder militar. Por lo que la gestión del magnate Trump se asocia a esa expectativa por sustentar los objetivos del capital más concentrado y de vanguardia del sistema capitalista.
Convengamos que esos capitales transnacionalizados aspiran a la liberación del mercado mundial, para lo que necesitan de la iniciativa del Estado estadounidense, que se asume “proteccionista” bajo la gestión Trump. ¿Es acaso una contradicción? No, es parte de la realidad que supone la competencia entre la dinámica global de acumulación de las empresas de origen chino, con fortísima participación estatal, y el capital más concentrado de EEUU. E incluso de otros países capitalistas desarrollados.
El proteccionismo del capitalismo desarrollado es una característica histórica de los países hegemónicos del orden capitalista. La promoción del libre cambio en los orígenes del capitalismo suponía al mismo tiempo el aperturismo a la libre circulación del capital, de las relaciones de producción capitalistas, en el ámbito mundial, en los territorios a colonizar. Por caso, Javier Milei sustenta desde su gobierno en la Argentina un aperturismo exacerbado mientras Trump enuncia el privilegio a la protección de la capital local. No hay contradicción en tanto éste ejerce un papel dominante, de potencia imperialista y aquél, el de un país dependiente, subordinado a la lógica hegemónica de EEUU y el capital concentrado transnacional.
Asistimos al gobierno de la potencia imperialista asentado en el gran capital de origen estadounidense, más allá de cualquier contradicción entre distintas fracciones, incluso, con la particularidad de condiciones óptimas de hegemonía institucional. De ser Trump un outsider en el Partido Republicano en el inicio de su primera gestión en 2016, se transformó en el jefe de las diferentes facciones políticas del partido, con una orientación de ultra derecha.
Todos los poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial quedaron al servicio de una lógica con pretensión de superar la crisis capitalista explicitada hacia 2007/09 y un desarrollo capitalista ralentizado desde entonces. La “democracia” liberal de EEUU avanza en un rumbo de autoritarismo o de totalitarismo propio del capitalismo de nuestro tiempo, bajo mecanismos de violencia explícita, verbal o física, que se convierte en norma recurrente de la cotidianeidad.
La Secretaria del Tesoro saliente, Yanet Yellen informó por escrito a los legisladores, un mes antes de finalizada la gestión, que alcanzarían el techo de deuda permitido a fin del mandato de Joseph Biden, y que realizarían ajustes contables para evitar el límite de la deuda permitida, afectando pagos de jubilaciones y de seguridad social.
En este sentido puede entenderse que una prioridad del gobierno Trump será la reducción de un gigantesco déficit fiscal que se acrecienta por décadas y que se sostiene en la emisión de moneda y un endeudamiento que alcanza el 140% del PBI de EEUU. Elon Musk, el multimillonario designado al Gabinete para hacer “eficiente” al Estado, será el responsable de achicar ese déficit, principalmente recortando gasto social y compromisos asociados a campañas por el medio ambiente en contra del cambio climático y todo aquello asociado a derechos conquistados en estos últimos años en materia de derechos sociales, de minorías o de género.
Se asegurará Musk de mantener los contratos estatales o los subsidios gigantescos receptados por sus empresas, al tiempo que potenciará el papel del Estado capitalista para el desarrollo del régimen del capital. En rigor, son beneficios logrados más allá del territorio estadounidense, por lo que utilizará su jerarquía de funcionario gubernamental para incidir en concesiones de otros Estados nacionales del capitalismo mundial. El Estado capitalista está gobernado por grandes empresarios, entre ellos Donald Trump y Elon Musk.
Esos objetivos pretenden mundializarse, para lo que la política de Milei resulta funcional. Un poder libertario, liberalizador, de ultra derecha, afirmando el rumbo autoritario del capitalismo en nuestro tiempo, resulta un signo de época, que requiere de la crítica para contribuir a desarrollar imaginarios alternativos de otro mundo posible.
Una tarea para el internacionalismo popular que requiere materialización local, especialmente en tiempo en que se deterioran las condiciones de vida de una mayoría empobrecida. Y se despliega una fuerte iniciativa por hacer realidad la restauración conservadora del proyecto golpista entre 1930 y 1976, reasumido en los 90, luego por el macrismo y ahora por Javier Milei.
Imagen: El presidente Donald Trump, Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg.
Julio C. Gambina.
Fuente: https://tramas.ar/2025/01/22/trump-y-el-gobierno-del-gran-capital-concentrado/