Juan José Sebreli fue un intelectual argentino cuyo recorrido abarcó siete décadas, a partir del decenio de 1950, con el primer peronismo aún en el gobierno.
Sus tempranos pasos en la elaboración del pensamiento lo condujeron a un ámbito donde bullían ideas de izquierda con una impronta innovadora, reacia a cualquier ortodoxia.
Intelectual para una nueva izquierda.
Nos referimos a su pertenencia al grupo de Contorno, una revista fundada en 1953 en la que despuntaban nuevas orientaciones intelectuales. Sebreli se destacaba allí por su adscripción al existencialismo sartreano.
En la revista convivió con los hermanos David e Ismael Viñas, León Rozichner, Oscar Masotta, Noé Jitrik, entre otros. Fueron críticos del peronismo. Y a la vez bien distantes del antiperonismo de las derechas, clasista y antipopular.
La impronta renovadora del grupo contribuyó al bagaje ideológico de una izquierda surgente que superaba en sentido progresivo a los modos de pensamiento y acción de las izquierdas tradicionales.
En sus libros, producción que despuntó en el filo inicial de la década de 1960, supo cultivar un lenguaje y un modo expositivo que lo acercó con rapidez al gran público. Esa sería una constante en su trayectoria. A través de reorientaciones y cambios profundos, sus publicaciones siempre atrajeron lectores por decenas de miles.
Iniciaría esa línea de best sellers con una impronta intelectual elevada con Buenos Aires. Vida cotidiana y alienación, una mirada irreverente acerca de la vida y los modos de pensar de los sectores medios porteños.
Cuando decidió abordar al peronismo, en 1964, su mirada fue admirativa. Su libro Eva Perón ¿aventurera y militante? batió récords de ventas para una obra de ensayo. En su itinerario posterior llegó a ser un amargo crítico de los mitos populares, en una propensión contrapuesta a la de esta producción temprana.
A comienzos de la década de 1970 supo responder con entusiasmo y activismo a la noción de que lo privado también es político. Fue animador del Frente de Liberación Homosexual, en confluencia con Néstor Perlongher, Blas Matamoro y Manuel Puig.
Marcó así una saludable disrupción, en tiempos en que el “armario” era el forzado habitáculo de la gran mayoría de los homosexuales.
Rumbo hacia la derecha.
Tras la noche dictatorial, su primera publicación gravitante marcó un giro de relevancia. Se subía a una ola de antiperonismo conjugada con las expectativas favorables hacia la refundación del sistema constitucional que presidía Raúl Alfonsín.
Nos referimos a Los deseos imaginarios del peronismo. También muy difundido, reconstruía una imagen de identificación con el fascismo de ese movimiento popular. El “gorilismo” del que no participó en la fase anterior pasaba a ser una de sus señas de identidad. Ese antiperonismo desempeñaría un papel central en su deriva hacia posiciones cada vez más conservadoras.
Alejado de su radicalidad inicial, alumbraba un admirador de la socialdemocracia. Que acompañó luego el viraje hacia el neoliberalismo del grueso de los representantes de esa corriente. Ya no la izquierda radical sino las vertientes del reformismo se alejaron sin pausa de su ideario.
Su nueva orientación no le impidió seguir como escritor de sumo éxito. Un factor explicativo de esto es que conservó las virtudes iniciales de su escritura al tiempo que acompañaba al clima de época que siguió a “la caída del muro”. El jalón principal en esa línea fue El asedio a la modernidad, de 1991.
Los medios de comunicación hegemónicos y ciertos cenáculos del establishment lo acogieron en su seno cada vez con más intensidad y frecuencia. Él correspondió con una orientación hacia la derecha cada vez más pronunciada. Gustaba definirse como un “liberal de izquierda”, pero su modo de interpretar el primer término se tornó incompatible con el segundo.
Los pronunciamientos políticos de sus años tardíos se correspondieron con sus predilecciones ideológicas. Apoyó la candidatura de Ricardo López Murphy en los comicios presidenciales de 2003. Y fue luego crítico del kirchnerismo desde una perspectiva “antipopulista” que no permitía el rescate de ningún elemento positivo en su transcurso.
En las épocas de pandemia se sumó al elenco de intelectuales que fustigó las políticas contra el Covid-19 y las tildó de “infectadura”.
Un tiempo después, reforzó su alineamiento. Cuando se jugaba la interna de la coalición de derecha entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich respaldó sin ambages y en forma pública a la actual ministra de seguridad.
Conservó su estilo provocativo y su facilidad para la comunicación de masas hasta sus últimos días. A diferencia del grueso de sus antiguos compañeros de Contorno, no fue nada consecuente con sus impulsos iniciales en lo intelectual y en lo político.
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Fuente: https://tramas.ar/2024/11/04/sebreli-de-izquierda-a-derecha/