Con los resultados a medio digerir aún, se multiplican los pronunciamientos, tentativos o en firme, en cuanto a quien apoyar en el ballotage. El más resonante hasta ahora es la opción de Patricia Bullrich por el voto a Javier Milei.
Cobertura especial de Contrahegemoníaweb y Tramas
Como no podía ser de otra manera, en la misma noche de las elecciones comenzaron las tentativas para obtener apoyos en segunda vuelta.En particular los que provengan de las fuerzas que quedaron fuera del balotaje.
Vale la pena repasar las líneas de acción esbozadas hasta ahora por las diferentes agrupaciones, con miras a la muy cercana elección de noviembre.
Unión por la patria (UxP) después del triunfo.
Si bien cuenta con la ventaja de más de seis puntos porcentuales sobre su contendiente, su camino hacia la presidencia no parece un itinerario sencillo.
Entre las coaliciones que quedaron afuera del balotaje no hay ninguna que parezca definida desde el vamos por el voto a la coalición identificada con el peronismo. UxP necesita jugarse en espacios en disputa. Debe buscarlos entre fuerzas muy heterógeneas. Y que salvo el FIT-U se sitúan hacia su derecha.
Es probable que Sergio Massa pueda contar más con el espanto que suscita Javier Milei en un amplio segmento de la ciudadanía, más allá de identificaciones partidarias, que con apoyos orgánicos de otras fuerzas.
Dista de ser evidente, por ejemplo, que el radicalismo vaya a pronunciarse en bloque por su candidatura, más allá de declaraciones que irían en esa dirección de dirigentes como Federico Storani o Facundo Suárez Lastra. Por lo pronto, es sabido que los guardianes del alfonsinismo procedentes de la antigua “Junta Coordinadora” no tienen desde hace años un poder predominante en el interior del partido.
Y las conjeturas acerca de que Horacio Rodríguez Larreta y quienes lo respaldan se pronunciarían en favor de Massa por ahora son especulaciones. Ello implicaría una ruptura del espacio PRO, del que el todavía jefe de gobierno es miembro fundador.
En cuanto a que los espacios que votaron a “Juan” y “Myriam” hagan sendas convocatorias a votar por el ministro de Economía, aparece más que dudoso.
Esto es aplicable en particular al Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U), ya que implicaría no sólo sustentar a un candidato burgués, sino a quien está haciendo ya un ajuste en la línea propiciada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). El FIT-U hizo bandera principal de campaña la no subordinación a los dictados del organismo internacional y el no pago de la deuda.
Tal vez el expresidente de la Cámara de Diputados necesite cuidar más de otros aspectos que prestar atención a los acuerdos de cúpula. Nos referimos a mantener y reforzar la secuencia de medidas dirigidas a sectores populares que tomó entre las PASO y los comicios del último domingo. Y al afianzamiento del rechazo que los desbordes reaccionarios del aspirante de La Libertad Avanza (LLA) ha suscitado. Repulsa que, es de presumir, va bastante más lejos del 36,7% que votó por UxP el 22 de octubre.
Al mismo tiempo necesita resguardarse de algún desbande adicional de la economía que ponga en peligro la poca vulnerabilidad que Massa ha tenido hasta ahora frente a la profunda crisis que le pega de lleno a las mayorías populares. Sería muy riesgoso para él que dé por supuesto que posee un blindaje definitivo frente a una coyuntura que no sólo ocurre bajo el gobierno de la coalición que representa, sino que lo tiene a él como responsable directo, dado su cargo ministerial.
Escrito lo anterior, no quita que si se diera un rosario de pronunciamientos más o menos orgánicos en contra del apoyo a Milei esto podría beneficiar a Massa, ya que crearía una fuerte sensación de aislamiento y de declive de las posibilidades del “libertario”.
De todos modos es sabido que, al menos en la política de estos días, es un error suponer algún traslado lineal que conduzca de las decisiones de la dirigencia al sentido del sufragio popular. Son muchxs lxs ciudadanxs que no sólo se consideran independientes sino que hacen gala de que votan lo que se les da la gana, más allá de cualquier orientación que venga desde arriba.
Esa actitud es parte insoslayable de la manifiesta crisis de representación que se vive en este tiempo.
La libertad ¿avanza o retrocede?
El socio de Victoria Villarruel viene de engolosinarse con la creencia de que precisamente sus exabruptos jugaban a su favor. Y se dio contra la pared, después de que él mismo y varios de sus partidarios se solazaron manifestándose en contra de reivindicaciones muy arraigadas en vastos sectores de la sociedad argentina.
La inesperada caída del domingo 22 hizo cundir la desorientación. El candidato derrotado hasta tuvo que desmentir versiones de que se preparaba para bajar su postulación con miras al balotaje.
Ahora le toca remontar una derrota bastante amplia. Ello tiene como requisito insoslayable atraer a una porción mayoritaria de los sufragios de JxC. Para eso necesita profundizar sobre todo las pulsiones antikirchneristas de esa parte del electorado. Y asimismo ir en contra de su naturaleza y moderarse respecto de la anterior campaña, hecha bajo el signo de la motosierra.
De allí su asunción furibunda del discurso anti K la noche misma de los comicios. Y su mano tendida hacia el sector más a la derecha de la dirigencia de PRO. A contramano de haber insultado de la peor manera a Patricia Bullrich. La “montonera asesina” ha sido ahora sujeto de un virtual llamado para encargarse de la seguridad en un eventual gobierno de LLA. Con Mauricio Macri tiene sí una buena relación que viene de bastante antes de la campaña electoral y el que fuera presidente hasta 2019 no disimula su adhesión.
Las plurales y numerosas manifestaciones en contra del voto a Milei que han partido desde la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y otras agrupaciones afines no juegan en dirección de una avalancha de votos a favor del acólito del anarcocapitalismo.
Hasta del presidente de la Corte Suprema ha salido una declaración que, sin nombrarlo, remite al libertario al rincón de la inconstitucionalidad y a un sendero contrario a la unidad nacional.
Sí acaba de conseguir un espaldarazo tan previsible como oportuno, el de Patricia Bullrich, en articulación con el del expresidente. ¿Qué porción del total de sufragantes que votaron por la exministra de seguridad harán propia la decisión y lo hará ahora por el apodado “león”? Será una de las incógnitas a develar en la noche del 19 de noviembre.
Algo sobre lo que sí existe certeza es que el libertario ha torpedeado su propio discurso “anticasta” que tanto le rindió. Se abraza con “Juntos por el cargo”, el mote que él mismo creó para esa alianza.
¿Juntos?
Hoy, con JxC fuera de la segunda vuelta y Massa como candidato más votado, cunden los lamentos sobre la leche derramada. El supuesto es que de haberse unido la oposición el triunfo de la coalición peronista hubiera sido entre muy difícil e imposible. El hecho es que la unidad no ocurrió, disuelta entre las extravagancias del abanderado de la versión más ultra del libre mercado y la creencia arraigada en los herederos del macrismo de que su camino a la presidencia no reconocía obstáculos significativos.
La coalición triunfante en los comicios parlamentarios de 2021 tiene marcado un sendero muy difícil. Ha sufrido un fracaso gravísimo que, para colmo, tiene un claro sabor a autoderrota. Quienes hace menos de un año parecían tener todas las posibilidades de triunfar han terminado en tercer lugar, después de una interna con mucho de salvaje y de los actos de sabotaje del expresidente Mauricio Macri.
El “padre” del PRO dejó traslucir en demasía y desde hace tiempo que las ideas de Milei no sólo no le inspiran rechazo sino que le atraen más que muchas de las que circulan en su propio espacio de JxC.
Un respaldo de los distintos partidos de esa coalición por el postulante ultraliberal redundaría en el derrumbe violento del rótulo “republicano” con el que se han cubierto desde antes del inicio de esa alianza. Alinearse detrás de un candidato que ha formulado un derroche de propuestas inconstitucionales dejaría en mayor evidencia que nunca antes que las reglas de la democracia son sólo un instrumento. Al que se puede dejar en la banquina en cuanto las conveniencias así lo indiquen.
En la UCR aparece como muy arduo y costoso manifestarse a favor de quien se proclama representante de “las fuerzas del cielo”. Con su tesis de que Argentina sufre una decadencia desde hace más de 100 años, el autoproclamado “león” sitúa a los mandatos presidenciales de Hipólito Yrigoyen entre las causales de un declive hasta ahora irreversible. Más doloroso aún para el radicalismo, considera a Raúl Alfonsín como el peor presidente desde el regreso al régimen constitucional. Y en una de sus grotescas confesiones, aseguró que lanza puñetazos contra el retrato del fallecido expresidente.
Difícil imaginar afrentas más explícitas contra las reverenciadas tradiciones del radicalismo.
Descartado el sustento al candidato liberal, quedaría para el radicalismo la elusión de un pronunciamiento a favor de cualquiera de los aspirantes en pugna. En esa dirección ha ido, entre otros, Mario Negri. Quien fuera presidente del interbloque de JxC en diputados ha manifestó: “No nos votaron para meternos en un ballotage entre candidatos de otros espacios políticos.” En el mismo sentido de neutralidad han ido declaraciones de otro de los “prohombres” radicales, Ernesto Sanz.
Las de ambos son voces inconfundibles en contra de una ruptura definitiva de la coalición. Hasta el momento pueden prevalecer o no, pero comienzan a acumularse pronunciamientos que llaman a votar por Massa desde el interior del partido. Es cierto que provienen de segundas o terceras líneas
La tercera fuerza de la alianza, la Coalición Cívica se adelantó a dar libertad de acción a sus votantes. “Ni con Milei ni con el kirchnerismo” es su divisa para esta ocasión electoral. Y endilgan a Macri el duro traspié en la votación.
Mientras tanto, ha ocurrido lo previsible. En conferencia de prensa ofrecida por los integrantes de la fórmula cambiemita, Patricia Bullrich ha hecho explícito su alineamiento con Milei.
Allí dijo “La Argentina no puede iniciar un nuevo ciclo kirchnerista liderado por Sergio Massa (…) Hace 20 años que nos hunden en la decadencia.” A lo que agregó: “Si gana el kirchnerismo, Juntos por el Cambio va a una disolución total.”
Luego de este juicio negativo, agregó una manifestación más directa de su opción:
“Nos encontramos ante el dilema de cambio o de continuidad mafiosa. La mayoría eligió un cambio, nosotros lo representamos y no podemos ser neutrales. No negociamos el cambio que la Argentina necesita” (…). “Hoy creemos que hay que unir fuerzas para un objetivo superior”. Como dijo San Martín, ‘cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla’”
Arropar su opción electoral con una cita del general de los Andes parece más destinada a la burla que a dar realce a su propuesta.
La controversial decisión fue presentada por la excandidata como una declaración que no comprende a los partidos de la alianza. Según ella tanto el radicalismo como el PRO están en su derecho de proclamar la “libertad de acción”. Escasa coherencia, es un enigma cómo aplicar ese criterio.
Acusada hace sólo unos días de un disparate como haber puesto bombas en un jardín de infantes, la presidenta de PRO ha decidido hacerlo un lado. Resulta evidente que su compromiso con las ideas reaccionarias es más profundo que cualquier sentido del honor personal.
Queda ahora por ver qué posición tomarán quienes se alinearon con Horacio Rodríguez Larreta dentro del PRO y en general se encuadran en una dirección que se ha dado en llamar “dialoguista”. Parece lo más probable que se pronuncien por la neutralidad, en similares términos a la que brota en buena parte del espacio del radicalismo. Lo que podría dejarlos en condiciones de apostar a la “unidad nacional” que propicia Massa, por fuerza sesgada hacia la derecha.
Algo que queda claro es que se afianzan los presagios de ruptura de la alianza cambiemita.
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Lo antes escrito no implica minusvalorar el escenario abierto de la compulsa electoral en marcha. No hay condiciones para pronosticar en firme la victoria de ninguno de ambos partícipes en la disputa.
Entre los muchos aspectos todavía por definir está la posición de las organizaciones que se sitúan a la izquierda de las corrientes “promercado”, pagadoras de la deuda, extractivistas, pronorteamericanas y “modernizadoras” de las relaciones laborales, predominantes en ambas fuerzas en pugna. Dentro y fuera del FIT-U.
El repudio a la ultraderecha constituye para esos sectores un imperativo insoslayable. “El gatito mimoso” del gran capital se ha enrolado con casi todas las posiciones regresivas posibles.
La conciencia de que el candidato de UxP es firme aliado de una porción sustantiva de la clase dominante ocupa asimismo un lugar imprescindible a la hora de emitir una opinión respecto a esta segunda vuelta.
El debate está abierto y es probable que no sea fácil de saldar.
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Fuente: https://tramas.ar/2023/10/25/la-segunda-vuelta-y-los-vertiginosos-acontecimientos/