Por Claudio Acosta*
Como veces anteriores, la opción del “mal menor” se nos presenta ante nosotros/as para decidir qué camino tomar. Prevalece como “posible” el administrar la desigualdad, signo de “madurez y responsabilidad” política en estos tiempos.
En las elecciones del 2015 a los sectores populares se le pidió votar a Scioli para enfrentar a Macri (quien finalmente se convirtió en presidente), repitiéndose el argumento en el 2019 para que sea Fernández quien le devuelva a las/los argentinos la felicidad arrebatada durante los años de macrismo.
Los grupos económicos concentrados imponen su agenda y candidaturas a través de los medios de comunicación. Expertos en roscas partidarias nos cuentan cómo se conspira a espaldas de la gente, atendiendo muchas veces a ambiciones personales. Ahora intentan convencernos de que Massa es el “mal menor” ante el cual resignarse, reduciendo la política a “decisiones convenientes” para la actual etapa. Sin preguntarnos por qué nuevamente nos encontramos en esta situación, parece que a la sociedad solo nos resta contemplar y opinar sobre el escenario trazado.
Lo sucedido con el espacio de Grabois muestra los límites de la estrategia de disputar políticamente dentro de la estructura del PJ. Se impone un acuerdo de superestructura mostrando que el sistema goza de muy buena salud: quienes tienen posibilidad de llegar a la presidencia continuaran con la entrega de nuestra soberanía política acatando las órdenes del FMI para cumplir con sus metas económicas. Luego de las PASO el espacio de Grabois seguramente acompañará la fórmula ganadora y aunque su caudal de votos “por izquierda” sea minoritario para UxP ¿por qué ofrecer ese capital político, que se esperanza en un proyecto popular para los de abajo, a la coalición que hace 4 años se viene alejando de las necesidades de los/as humildes? ¿Por qué no animarse a trazar un camino por afuera de la estructura gobernante y capitalizar estas contradicciones que ya parecen insalvables?
Los gobernadores junto al presidente y la vicepresidenta consensuaron los candidatos presidenciales. ¿De verdad la izquierda, el progresismo y el campo nacional popular creen que Massa (Interlocutor privilegiado de los grandes grupos económico) puede representar a los sectores populares? ¿No inquieta ni un poquito que sea un probado instrumento de la Embajada de EEUU? Alguien puede argumentar que Morales es peor y entonces seguir eternamente dando vuelta alrededor de lo “posible”. Eso es asumir la estrategia de cambiar algo para que nada cambie.
La historia del garrote y la zanahoria es muy conocida. Lo que ocurre en Jujuy es un ensayo de los sectores más conservadores, necesitados de herramientas para responder a la rebeldía popular nacida de la desigualdad creciente. Gane quien gane las próximas elecciones, el rumbo actual parece garantizado y la resistencia popular más tarde o más temprano va a expresarse como en Jujuy.
Mientras se apela “frenar a la derecha” las políticas de ajuste se profundizan. Cabe preguntarse si no hay derecho y necesidad de alternativa al saqueo de nuestros recursos naturales. ¿No es justo indignarse por la pobreza que desde la dictadura ningún gobierno descendió a menos de dos dígitos? ¿No hay derecho a pensar una alternativa al modelo productivo basado en el extractivismo y el agro negocio?¿Por qué no? ¿Dónde está escrita esa fatalidad histórica?
Basta de justificaciones por izquierda. Más que miedo a ser funcional a la derecha, habrá que temerle a ser parte de sus proyectos.
*Médico y dirigente del espacio Desde el Pie