En materia política ocurre a veces que la misma acción que procura debilitar a una figura o a una fuerza política en su conjunto se vuelve en contra y contribuye a fortalecerla.
Algo así ocurre con el pedido de condena a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la conocida como “Causa Vialidad”. En cuanto se conoció el pedido de 12 años de prisión con accesoria de inhabilitación para la vicepresidenta de la Nación, los distintos sectores del peronismo, incluido el conjunto de los gobernadores, se abroquelaron en defensa de CFK. A ninguno le conviene ser víctima de la campaña de desprestigio con la tacha de corrupción, así sea de rebote.
Todes contra el intento de proscripción.
Diversas instancias institucionales del Partido Justicialista y sus aliados se pronunciaron en el sentido qie venimos exponiendo. Y la solidaridad frente al acoso judicial llegó a desplegarse en el ámbito internacional. Los primeros mandatarios de México, Colombia y Bolivia firmaron junto al presidente argentino una condena a la estrategia de persecución judicial “para eliminar a los contrincantes políticos”.
Las declaraciones condenatorias se extendieron hasta campos lejanos al “cristinismo”. Myriam Bregman, del PTS y Manuela Castañeira; del MAS se manifestaron sin vueltas en contra de la acusación del fiscal. Poco después se conocieron declaraciones en sentido contrario del Partido Obrero y del MST.
Más allá de la polémica en el interior de la izquierda, esta podría ser una muestra de que esas dos dirigentes jóvenes y carismáticas, poseen ductilidad y sentido de la ubicación. Al menos en mayor grado que algunos de sus colegas del FIT-U.
En los ámbitos más enrolados con el kirchnerismo, se ratificó y tomó fuerza la consigna “Si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”. Marchas, es cierto que no masivas por el momento, comenzaron a poblar las calles. Y no sólo las de Buenos Aires, el jueves algunos medios informaban y brindaban imágenes acerca de concentraciones en Corrientes, Rosario e incluso Córdoba, provincia desde siempre más bien hostil a la expresidenta.
Dadas las características y alcances de esas convocatorias, cabe presumir que se combinaron los asistentes “espontáneos” con los militantes que acudieron organizados o en grupo. El intento de los medios opositores de reducirlas al plano de simpatizantes kirchneristas provenientes de la clase media de “Palermo sensible” aparece tan sesgado y reduccionista como ya es costumbre hace mucho.
Una y otra vez se puso desde parte del liderazgo del Frente de Todos (FdT) al 17 de octubre de 1945 como ejemplo, en expreso entronque de la situación actual con la que dio origen al peronismo.
CFK entonando la marcha peronista desde un balcón del Congreso Nacional constituye una estampa inhabitual entre sus gestos políticos. Más aún porque fue ella la que pidió a quienes llevaban su adhesión que cantaran ese himno al que nunca fue muy adepta.
La táctica en el FdT parece ser la de no apresurarse. Y generar de modo progresivo un clima de protesta contra el “partido judicial” y su arco de aliados. En búsqueda de un desemboque más o menos próximo en una movilización de masas del máximo volumen posible y de alcance nacional.
Quienes planearon un horizonte de profundo descrédito y “muerte política” de la dos veces presidenta parecen haberla impulsado a un contraataque que busca el extremo contrario: La construcción de un baño de masas, de un momento de gloria, que recomponga un sentido épico hoy esquivo para la dirigencia peronista.
Que incluso convierte, como se manifiesta de modo tajante, el ataque a la lideresa del Frente de Todos en una agresión contra el peronismo en su conjunto, tanto en el presente como en sus antecedentes históricos.
La “oligarquía” y el imperialismo, reaparecen en algunos discursos como los factótums de un ataque contra los intereses populares. “No vienen por mí, vienen por ustedes” . Fue la consigna ingeniosa lanzada por Cristina para exponer a las últimas acciones judiciales como una impugnación de la “década ganada”, y de la felicidad conquistada durante los años de gobiernos kirchneristas. Que apuntaría a la supresión de los derechos alcanzados o bien ampliados durante ese lapso.
Aquéllos serían los mismos sectores sociales y políticos que hace setenta años no cejaron en su odio de clase hasta derrocar al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, para luego disponer su proscripción. Son señalados hoy como culpables de un intento de exclusión del campo político de la actual dirigenta máxima del peronismo.
Los contrarios también juegan.
La voz contraproducente estuvo a cargo, como otras veces, del presidente Alberto Fernández. Estimulado por el conductor de un espacio televisivo en la señal de noticias TN, el jefe de Estado se metió con la presunción de que el fiscal Alberto Nisman se suicidó. Y agregó la frase fatal “…espero que (Diego) Luciani no haga algo así”.
No valen las excusas de haberse encontrado con un entrevistador hostil y de haber sido tergiversado a posteriori. Un político de primera línea debe saber confrontar con operadores disfrazados de periodistas. Y prevenirse de arbitrarios e intencionados “recortes” de sus palabras. Y si no siempre queda el recurso de no concurrir a ciertos programas.
La oposición de derecha, hasta ese momento algo descolocada y sin un discurso claro, se recompuso rápido. Ya no disponía sólo del ditirambo sobre el carácter “histórico” del alegato del fiscal sino de la posibilidad de una contraofensiva. No ya con “botellas al mar” lanzadas por sus dirigentes más vociferantes sino con la decisión de todas las fuerzas de “Juntos por el Cambio” (JxC) de elevar su condena a las “intromisiones” y “amenazas” del presidente.
Sumaron la previsible sobreactuación de pedir el juicio político del primer magistrado, a sabiendas de que no tendrán ni de cerca los votos para hacer efectiva esa solicitud. Importa poco, lo gravitante para ellos es poner en primer plano la acusación de interferir en las decisiones de otro poder del Estado. Y alegar que se viola de modo grosero la división de poderes. Y por lo tanto la letra y el espíritu de la Constitución Nacional.
La carambola propicia.
Un resultado, si no buscado por el gobierno, al menos aceptado por conveniencia desde la coalición que lo sustenta, es el de que la brutal supresión de gastos anunciada por el flamante “viceministro de Economía” Gabriel Rubinstein fue desplazada de los primeros planos de la información.
Recortes cuantiosos en áreas tan sensibles como la educación y que incluyen quita de recursos, por ejemplo, a un programa de tanto peso efectivo y simbólico como el Conectar Igualdad, recibieron sólo un lugar secundario en la información pública circulante.
El mayor agrupamiento docente, la Confederación de Trabajadores de la República Argentina (CTERA) se limitó a una condena sólo discursiva, ya que no anunció ninguna movilización ni medida de fuerza. Es sólo un ejemplo, una sordina parecida han aplicado los gremios de la salud, asimismo afectados por la “tijera” presupuestaria.
Tampoco hubo pronunciamientos drásticos sobre otra arista de la política económica en curso. Nos referimos a la búsqueda de generar facilidades cambiarias para el agronegocio y otros sectores concentrados y exportadores, “perjudicados” por la llamada brecha cambiaria y otros reales o supuestos desajustes de la macroeconomía.
La consecuencia práctica es que el debate, por cierto relevante, acerca de la agenda judicial que hostiga con empeño y continuidad a la expresidenta, oficia también como tapadera de una realidad acuciante que las últimas medidas de gobierno sólo tienden a agravar.
Eso no quita que los padecimientos bien reales de las mayorías populares, más allá de “bonos” compensatorios o “aumentos por única vez” terminen en la generación de protestas más generalizadas, diversas y numerosas que las que se han visto hasta ahora.
Fuente: https://tramas.ar/2022/08/26/todos-con-cristina/