Fuente: https://tramas.ar/2022/03/08/en-el-poder-crece-el-acuerdo-para-someterse-al-fondo/
8MAR22
El proyecto de ley que aprueba el pacto con el organismo internacional avanza esta semana en la Cámara de Diputados. Los apoyos se extienden y también tienen lugar cuestionamientos desde la reacción. Quienes impugnan el pago de la deuda tomarán las calles en señal de rechazo.
¿También tú, “Wado”?
Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior, hizo declaraciones acerca del acuerdo con el FMI durante su reciente gira por España. Le manifestó al diario El País: “El acuerdo es el comienzo de la solución. Evita una catástrofe en lo inmediato. Ahora el FMI tiene que comprender la nueva etapa en la que Argentina necesita mantener el nivel de crecimiento y de inclusión social y bajar los niveles de pobreza.”
Como se ve, De Pedro no hace más que reproducir el discurso predominante en el gobierno: El pacto como alternativa a un default al que se atribuyen efectos de destrucción total. Y el enunciado de la improbable ecuación entre pago de la deuda, sometimiento a la auditoría permanente del Fondo, crecimiento económico y mejora de la situación social.
Hace ya un tiempo, el actual ministro del interior era caracterizado en los grandes medios y por variados analistas políticos como un “moderado”, con actitudes “racionales” dentro del universo a menudo estigmatizado de la dirigencia de “La Cámpora”.
Luego, la actitud de encabezar la ola de renuncias de altos funcionarios que siguió a la derrota del Frente de Todos (FdT) en las elecciones primarias, lo quitó de ese sitial.
Ahora de Pedro parece orientado a recuperar ese lugar, y nada menos que mediante su posición frente al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que será tratado por el Congreso Nacional en estos días.
La actitud ministerial desdibuja aún más los pronunciamientos críticos de sus compañeros de “La Cámpora”. No es un dirigente cualquiera, sino el miembro de la agrupación que ocupa el lugar más destacado en la estructura del gobierno. Hasta hubo observadores que relacionaron su recorrido por España, jalonado por entrevistas de primerísimo nivel, con un propósito de presentarse en el exterior como “presidenciable”.
La renuncia y las ausencias de Máximo Kirchner y el continuado silencio de la vicepresidenta no equivalen a una conducta concreta a seguir en el recinto legislativo. ¿Terminarán en actitud disciplinada y votarán a favor; navegarán a media agua mediante la abstención; se animarán al voto negativo? Son preguntas que hasta ahora quedan abiertas.
Lo que sí parece claro es que los “camporistas” que disienten con el tratamiento que se dio a las negociaciones con el Fondo se abstienen de contraponer posiciones en el espacio público. La última acción que se les conoce es la de difundir videos con expresiones críticas de Néstor Kirchner en materias relacionadas con el FMI.
No se expresan con voz propia, se escudan de algún modo tras la palabra de su referente histórico.
Demasiado poco a la hora de sostener una mirada disidente. Es el clásico juego que lleva a distintos sectores del peronismo a oficiar de oposición aunque sea su propio partido el que está en el poder. Y en este caso el componente opositor parece bastante tímido.
En una reunión con intendentas y concejalas peronistas, el presidente de la Nación se expresó hace poco en estos términos: “…discutí durante dos años con ese mismo Fondo Monetario Internacional que yo desprecio tanto como todos”, en medio de una exposición sobre las supuestas virtudes del pacto alcanzado.
En esa línea afirmó “… la infraestructura va a seguir creciendo, que la educación no va a caer, que la inversión en ciencia y tecnología se va a mantener, que los cuidados que necesitan los sectores más humildes seguirán en pie y que nadie va a doblegar nuestro deseo y definición de seguir creciendo.”
El presidente se jacta así de una de las características que atribuye al contenido del acuerdo: Que el “sendero fiscal” acordado no lleva necesariamente a la reducción del gasto público o que, de hacerlo no caería sobre bienes públicos esenciales como la educación o la salud.
Y para la tribuna, la manifestación de ese “desprecio” a esta altura desmentido por los hechos.
Alberto Fernández y otros dirigentes no se han privado de destacar que el peronismo siempre pagó las deudas. Y toman como un gesto “liberador” que Néstor Kirchner haya cancelado el total de la deuda con el Fondo durante su gobierno.
Parece que ese es el límite de sus propósitos emancipadores: Pagar siempre, por principio. Y sobre esa base obtener algún grado de “alivio” respecto a lo más despiadado del repertorio de políticas que suele imponer el FMI.
Son evidentes las coincidencias entre las manifestaciones del ministro de Pedro y las del jefe de Estado. La solapada oposición del “kirchnerismo puro” al acuerdo por la deuda no cuenta con el respaldo de uno de sus representantes más conspicuos. Y se debilita a fuerza de ambigüedades y medios tonos.
La derecha en busca de coincidencias.
En lo que respecta a la oposición de derecha, en el fin de semana tuvo lugar una “cumbre” virtual de los distintos componentes de la coalición. Tras la cual publicaron un comunicado estructurado en torno a “tres coincidencias”.
Ellas fueron: “1) Por responsabilidad institucional, no podemos ni vamos a empujar, a la Argentina al default. 2) No compartimos ni estamos de acuerdo con el programa económico que ha presentado el Gobierno. Esta posición la vamos a profundizar a partir del día de mañana con la presencia del ministro Martín Guzmán, para que nos aclare todas las dudas. 3) Se facultó a los Presidentes de bloque a llevar adelante la estrategia parlamentaria”.
Subyacen a las tres coincidencias enunciadas, algunas discrepancias sobre el criterio a seguir. Por ejemplo si los legisladores de Juntos por el Cambio (JxC) se abstendrán o votarán por el rechazo de las propuestas de medidas económicas que exige la implementación del pacto con el Fondo y que irán como anexos al proyecto de ley.
Sobre todo en el ámbito de PRO, lamentan que el FMI no imponga una reforma laboral, previsional y cambios tributarios regresivos. No se conforman con la reducción forzada del déficit fiscal, las restricciones a la emisión o los fuertes incrementos en las tarifas. Hubieran querido una imposición en toda regla de las demandas históricas del gran capital.
Además desconfían de medidas que tachan de posibles “impuestazos” como serían un revalúo inmobiliario o la aplicación de mayores alzas tarifarias a los más ricos. Es un clásico, cualquier amago de equidad tributaria pone nerviosos a los abanderados del poder económico.
Por fuera del interbloque de JXC, los “libertarios” liderados por Javier Milei y José Luis Espert hacen sus “aportes” a la discusión. Cumplen así el papel que el sistema político les asigna desde sus logros electorales en los últimos comicios: Correr la agenda de discusión aún más a la derecha.
Sus posicionamientos contribuyen a que en lugar de discutirse acerca de los efectos destructivos del acuerdo alcanzado, se abra el debate sobre el carácter “concesivo” del pacto en curso de aprobación. Espert calificó el acuerdo como “poco serio”, “inconsistente” y “fuera de la realidad”.
Se entiende, su horizonte deseable es el despido de centenares de miles de empleados públicos, la supresión “sin anestesia” de los planes sociales y la aniquilación del sindicalismo.
Su posicionamiento mantiene en discusión la perspectiva del ajuste estructural más extremo. Y muestra cercanía con los “duros” de JxC, con el expresidente y Patricia Bullrich al frente.
En los medios empresarios, si bien se exteriorizan reservas, predomina un parco aval al acuerdo. Entre varios pronunciamientos en ese sentido puede tomarse el del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), que manifestó: “Un acuerdo implica tener la posibilidad de empezar a trabajar hacia una Argentina más creíble que pueda traer inversiones y generar trabajo.”
Es el sonsonete habitual de las grandes empresas: El sometimiento a sus dictados y al poder internacional del capital es la única vía hacia un país más próspero y hasta “equitativo”.
El camino en el Congreso.
En cuanto al itinerario legislativo hacia la aprobación del proyecto en la cámara de diputados, habrá varios pasos. Comenzaron el lunes con un plenario de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y la de Finanzas.
Allí el ministro Martín Guzmán repitió las amenazas de total debacle de la economía si el acuerdo de pago no es aprobado. Y se sometió a las críticas de la oposición, que ataca no al pacto como tal, sino al programa económico que lo acompaña. Se centra en que no haría más que postergar los problemas y carece de precisiones básicas. Como ser el porcentaje efectivo del importante aumento de tarifas que se avecina.
Los parlamentarios de la coalición de derecha prevén que cuando haya que pagar la nueva deuda creada por la refinanciación, ésta se convertirá en una hipoteca para el próximo gobierno, ya que el nuevo endeudamiento se volverá a su vez impagable.
Tardía prudencia de los representantes de fuerzas políticas que impulsaron en 2018 un préstamo desmesurado y con plazos perentorios de pago.
Las mismas comisiones volverán a reunirse el martes. Estarán convocadas todas las centrales sindicales, organizaciones sociales, representantes de la pequeña y mediana empresa, gobernadores de provincia y empresarios del grupo de los seis, que reúne a las mayores organizaciones patronales. Allí predominará el respaldo de los poderes fácticos a la aprobación del proyecto.
La coincidencia entre las centrales del capital y la burocracia sindical, de tan repetida, ya no llama la atención.
El miércoles habrá una nueva reunión, ya sin invitados, con la intención de firmar el dictamen. De ese modo quedará habilitada la realización de una sesión de la “cámara baja” el jueves o el viernes.
En la lucha y en la calle.
Asistimos a una variopinta conjunción de acatamiento al acuerdo con el FMI, e incluso de demandas para que el ajuste previsto sea aún más gravoso. Conjunto apenas matizado por silencios que se pretenden significativos y cada vez lo son menos.
Las fuerzas que vienen pronunciándose y actuando en contra del pago de la deuda y del agravamiento del ajuste ya en curso, siguen su camino de presencia en las calles para impugnar el acuerdo con toda la voz y con respaldo de decenas de miles de manifestantes.
La consigna de la hora es “No al pacto con el FMI, no al ajuste, las estafas no se pagan”. Bajo esa divisa se reúnen más de un centenar de organizaciones sindicales, piqueteras, ambientales, juveniles, feministas, y de los partidos de izquierda. Entre ellas todas las que integran la “Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda.”
Esta semana estarán en el espacio público, teniendo como principal actividad la manifestación masiva prevista para el 10 de marzo, día en el que es probable se trate el acuerdo en diputados.
Dentro del Congreso, los diputados del FIT-U llevarán una vez más la postura que denuncia la deuda impagable e impugna su legitimación por la vía legislativa.
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