Bettina Müller y Darío Farcy
Hamburgo, Alemania.
Las actividades en contra del G-20 pueden ser divididas en dos: por un lado, las movilizaciones y protestas y, por otro la “Cumbre de Solidaridad Global”, realizada en vísperas de la cumbre oficial los días 5 y 6 de Julio en el centro cultural Kampnagel y sus alrededores. Dicha cumbre contó con decenas de talleres, paneles y diferentes expresiones en torno a la temática de la globalización neoliberal y la crisis del capitalismo. Participaron en ella más de 1000 personas (entre ellas el sindicato de aceiteros de Argentina y ATTAC Argentina, que además realizó un taller acerca de la llegada de la OMC a fin de año).
Ahora bien, el enfoque de los medios y la mayoría de las organizaciones estuvo puesto en las movilizaciones que comenzaron el día Domingo 2 de Julio con una gran movilización, continuaron con una gran fiesta-movilización el día Miércoles, “Welcome to hell” (bienvenido al infierno), el viernes se desarrollaron las acciones en contra de la logística del evento (Block G20), el Sábado fue la gran movilización en contra del G-20 y, finalmente, el domingo una demostración frente a las cárceles-containers que las autoridades improvisaron para poder retener a hasta 400 detenidxs.
Desde que el Gobierno alemán definió que Hamburgo sería la ciudad sede de la cumbre, podía anticiparse, sin mucha dificultad, que las acciones en contra del G-20 serían contundentes y masivas.
La ciudad posee grandes agrupaciones de izquierda y un movimiento ciudadano bastante comprometido con la solidaridad hacia los refugiados y en contra de la globalización neoliberal propuesta por las potencias mundiales; además es uno de los centros políticos de los grupos autónomos o de izquierda “radical”. Justamente el centro geográfico de esos grupos de izquierda son los barrios “Schanze, Karolinenviertel y “St. Pauli”, donde existen diversos clubes, bares, centros culturales (Rote Flora, un centro cultural ocupado, es uno de los iconos), casas tomados, etc. que son iconos de esta resistencia a la modernidad capitalista. Los organizadores eligieron el centro de convenciones (CCH) para el desarrollo de la cumbre del G-20, el cual está separado solo por una calle de donde están estos barrios de izquierda.
Bajo la óptica de los grupos políticos y lxs activistas en general este hecho fue considerado una provocación. Las autoridades por su lado, alegaron cuestiones de infraestructura para las más de 6000 personas que asistían a la cumbre, como así también, que Hamburgo es una ciudad simbólica, ya que se trata de un centro neurálgico del comercio mundial. Más allá de que, objetivamente, no toda ciudad tiene las condiciones para alojar este tipo de eventos, la decisión de la ciudad estuvo más vinculada a mostrar a la misma como una ciudad pujante, mostrando los “beneficios” del libre comercio y la liberalización de los mercados. También, y no menor, otro objetivo fue realizar una demostración de poder hacia los sectores que se oponen al modelo de globalización que propone Alemania; mostrar cual es el trato que se les va a dar a los que intentan mostrar que existe alternativa. Por eso es que no se escatimaron gastos para las fuerzas de seguridad.
Si tenemos en cuenta que la situación económica mundial es de una profunda crisis, a la cual no escapa Alemania, el costo de organizar toda la militarización de la ciudad es un tema muy grave en términos sociales y políticos. Las zonas de control y seguridad se dividían en tres cordones. La zona roja abarcaba únicamente al centro de convenciones y una tarde a la Filarmónica, luego la zona amarilla a la cual solo podían acceder los habitantes y por último la zona azul que estaba a 38 km². En todas las zonas estaba prohibida cualquier manifestación y la policía gozaba de amplios derechos.
Sumado a esto, la ciudad entera estaba militarizada, incluido los transportes públicos que venían a Hamburgo (trenes, buses, barcos, etc.). A los policías uniformados hay que sumar miles de policías de civil (a uno de los cuales se lo puede ver en un video disparando hacia un grupo de manifestantes en un bar al ser descubierto), equipos, infraestructura y logística. Según cálculos oficiales toda la cumbre tuvo un costo cercano a los 400 millones de Euros, aunque difícilmente sepamos algún cuánto le costó, realmente, al pueblo alemán pagar la fiesta de la globalización financiera.
El día Miércoles 5 comenzaron las grandes movilizaciones con una fiesta-movilización “Liebertanz ich als G20” (Mejor bailar que G20) que recorrió gran parte de la zona Azul (que entró en vigor recién el viernes a la mañana) impuesta por la policía llegando hasta las fronteras con la zona Roja.
De esta actividad participaron, según datos oficiales, más de 20.000 personas. Allí la policía se mostró atenta pero en ningún momento intentó evitar la movilidad de las personas, cosa que más adelante fue uno de los centros del problema.
Para darse una idea de cómo el gobierno y las élites gobernantes prepararon el escenario debemos ver que en la ciudad fueron convocados más de 20.000 policías, y en el transcurso de los días se sumaron más efectivos de otras ciudades, provincias y hasta países, gran cantidad de camiones hidrantes, tanquetas anti-motines, helicópteros, lanchas, barcos de prefectura; y como corolario se movilizaron tanques y fuerzas especiales militares por si las fuerzas policiales se veían desbordadas. Todo este despliegue para enfrentar un número de manifestantes que se calcula en los 100.000 en esos días, lxs cuales provenían de diversos países.
Cabe aclarar que no estamos hablando de grupos armados o con prácticas de confrontación directa con la policía (con excepción de lxs del “Black Block”), sino de manifestantes, en su mayoría sin pertenencia visible a organización alguna, se movilizaron en repudio a las políticas de los gobiernos nucleados en el G-20. Una de las frases más cantadas en estos días ante la desmedida presencia policial fue “this is what democracy looks like” (esto es la democracia o así es como se ve la democracia), sin lugar a dudas, una de las frases más atinadas a la hora de pensar lo sucedido. Todos los gobiernos presentes, con la excepción de Arabia Saudita, son elegidos democráticamente, sin embargo, sus gobernantes deben refugiarse detrás de miles de policías, en zonas de exclusión para sociedad, viajando en helicópteros militares y recluidos en edificios blindados. Ellxs estaban reacixs a recibir lo que comúnmente se dice “clamor popular”.
El día Jueves 6 la intención de las organizaciones era partir del “Fischmarkt” para finalizar en las cercanías de las barricadas levantadas por la policía en las inmediaciones del Centro de Convenciones donde se desarrollaba la Cumbre.
Aquí debemos hacer una aclaración sobre las formas de manifestar y de reclamar, así como también de enfrentarse con las fuerzas de seguridad que hemos podido ver en estos días. Una de las grandes diferencias entre las manifestaciones presentes en Hamburgo y las de Argentina, es que nosotros intentamos evitar las zonas de debilidad táctica (zonas bajas, lugares con pocas posibilidades de escape, espacios muy cerrados, etc.), es decir, evitamos acorralarnos o quedar en situaciones donde la policía u otros grupos tengan las ventajas absolutas para reprimir y de causar muchxs heridxs en las filas de lxs manifestantes. La manifestación del día Jueves comenzó en un lugar que no ofrecía ningún refugio a las personas allí presentes. Por un lado un paredón de dos metros de alto, que de ser franqueado daba lugar a una explanada lindante con el río, enfrente de ese paredón una fila de edificios de más de cinco pisos, hacia la parte final de la concentración una calle en subida que terminaba en un cruce de caminos y en el frente una larga calle que continuaba en una posición baja; la definición de este lugar por parte de lxs organizadores del evento parece haber sido un tanto incomprensible. También es cierto que la policía había dejado pocas posibilidades debido al cerco policial en casi todo el centro de la ciudad y alrededor del lugar de la manifestación.
A pesar de los deseos de marchar por la ciudad, la policía rápidamente bloqueó el frente de la concentración y desplegó camiones hidrantes al final de la calle, en una posición de altura en el cruce de calles, las más de 15.000 personas concentradas allí no tenían a dónde ir. Mientras esperaban el horario para intentar avanzar, la policía fue cercando aún más a los manifestantes posicionándose frente a los edificios en la vereda frente al paredón.
Sin embargo, el enfrentamiento abierto no comenzó a raíz del avance de la concentración, sino por el contrario fue producto de la provocación policial.
Mientras los policías se atrincheraban, los camiones hidrantes comenzaron a presionar a los manifestantes exigiéndoles que se destapen las caras (cosa ilegal en Alemania). Mientras tanto un grupo de unos 50 policías intentó infiltrarse en la parte superior del paredón, la cual estaba controlada por los manifestantes.
Ahí fue cuando los hidrantes comenzaron a atacar a las personas, armónicamente acompañados por los golpes policiales desde las cuatro direcciones.
A pesar del bloqueo muchxs manifestantes lograron escapar, reorganizándose y generando nuevos grupos de protestas en diferentes partes de la ciudad que, también, fueron reprimidas en varias ocasiones. Ese día los enfrentamientos continuaron durante todo el día hasta bien entrada la madrugada.
El Viernes 7, amaneció con una gran cantidad de autos incendiados, comercios y bancos destruidos. Además, las acciones en contra del G20 continuaban. Desde las 7am, grupos de militantes intentaron bloquear la entrada de lxs participantes de la cumbre oficial, acción denominada “Block G20”, lo cual incluyó también una acción en el puerto de Hamburgo que tuvo la intención de hacer colapsar la logística del capital y por ende se llamó “shut down the logistic of capital”. Se generaron diversos cortes de calle y manifestaciones para bloquear la logística del evento y de la ciudad en general con cierto éxito. El presidente Trump llegó tarde, la primera dama estadounidense no pudo salir de su hotel durante horas, el programa cultural de las primeras damas y señores fue cambiado ya que no podían salir del centro de convenciones y la reunión entre el Ministro de Economía alemán Sigmar Gabriel y el ministro de finanzas estadounidense Steven Munchin se postergó debido a cuestiones de seguridad, y la lista sigue.
Aquí se pudo ver con claridad una diferencia a lo que estamos acostumbrados nosotrxs en el Sur mundial, en este día las manifestaciones no fueron del punto A al punto B, sino que estuvieron dispersas por toda la ciudad y centralizadas en 4 o 5 puntos neurálgicos; por ejemplo las entradas y salidas de la filarmónica donde los mandatarios asistían a un concierto. En resumen, el centro de la ciudad, unos 30km2, fueron un campo de batalla constante. Recorriendo la ciudad podía verse a diferentes activistas con diversas formas de organización realizando acciones directas en casi todas las esquinas, mientras también se veía a gente moviéndose de un lugar a otro para generar nuevas concentraciones. Por su parte, la policía se refugiaba en la zona “amarilla” y ejecutaba salidas para atacar a las concentraciones de manifestantes o reprimir acciones de boicot. Grupos de 50 policías se movían constantemente desde y hacia la zona amarilla, acompañados por la caballería (sí, la caballería en el SXXI y en Alemania) o por camiones blindados. Todo esto supervisado, constantemente, por 6 helicópteros que sobrevolaban la zona. El movimiento de las protestas no solo se vio en tierra, ya que también se dio por vías acuáticas. Varias organizaciones, entre ellas “Greenpeace”, avanzaron con 12 barcos hacia las inmediaciones de la “filarmónica del Elba” con un gran muñeco burlando a Trump. Esto también generó el movimiento de la prefectura y de barcos de la policía alemana para reprimir esta protesta.
Todo esto generó un juego constante de avance de lxs militantes, represión policial, retroceso de lxs militantes y, finalmente, retroceso de lxs policías. En estas idas y vueltas, la policía quedo bastante extenuada (se vieron escenas de policías acorralados en sus autos o en la calle con claros signos de terror ante la presencia de manifestantes que los atacaban, hay que recordar que en todo momento la policía portó consigo sus armas personales con munición letal) (Cabe recordar que en una situación similar en el año 2001 un policía asesino al joven Carlo Giuliani en Italia durante las protestas en contra del G-8.) , ya que al tener que estar en constante movimiento no hubo momentos de paz, y todo el tiempo debían estar reprimiendo los avances populares. Obviamente, esto también generaba detenidxs y heridxs entre lxs manifestantes, así como cansancio, pero estos contaban con un número superior de personas; sumado a la solidaridad de gran número de habitantes de las zonas donde se desarrollaban estas acciones.
La gran victoria del día fue haber destruido la restricción de la zona “azul” en donde regía el estado de sitio de facto, que en la práctica se había convertido en algo inexistente debido a la gran presión sobre las fuerzas de seguridad. Además, la gran mayoría de los comercios de las zonas centrales, con excepción de los bares y restaurantes, permanecieron tapiados con maderas y
cerrados al público, lo que genero grandes pérdidas. Sin embargo, el mayor impacto generado no fue materialmente a la cumbre sino mediático, toda Alemania habló de lo sucedido esta semana y junto a ella toda Europa.
Caída la noche comenzaron a aparecer las barricadas, incendios y más ataques a los locales de grandes empresas. Durante toda la jornada los grupos más activos fueron los incluidos en los “Black Block”, grupos compuestos por diferentes organizaciones (principalmente la Acción Antifascista) que se mueven en células con el objetivo de enfrentar a la policía y realizar acciones de intervención directa. Son parte de la izquierda autodenominada “autónoma” o comúnmente llamada
“radical”. Es importante detallar que durante estas jornadas los grupos “Black Block” al enfrentarse con la policía no utilizaron las tácticas que solemos ver en los enfrentamientos directos con la policía en nuestro país; por ejemplo en las represiones de los años 90 y 2000 en donde los sectores de seguridad de las organizaciones políticas enfrentaban el embate de las fuerzas de seguridad con el objetivo de permitir una retirada ordenada y lo más segura posible a los miembros de las protestas. En el caso de Hamburgo, cuando se daban los avances de la policía, los grupos retrocedían e intentaban mezclarse con el resto de los manifestantes presentes en la zona, lo que en algunos momentos implicaba cambiar de ropa. Al mismo tiempo en algunos casos se dio el enfrentamiento directo cuerpo a cuerpo, pero fueron hechos puntuales por verse acorralados o por ir directamente a ser aprehendidos por las fuerzas de seguridad quedándose inmóviles ante la carga de la represión. La utilización de piedras y botellas lanzadas con el objetivo de frenar el avance de lampolicía estuvo presente, especialmente en la noche del 7, pero no fue algo masivo o táctico.
El día finalizó con grandes enfrentamientos con la policía, toma de edificios en construcción, incendios y destrucción de gran parte de los comercios de la zona. Esto generó que se pusieran en funcionamiento las fuerzas especiales que comenzaron a patrullar la ciudad llegada la madrugada e intentando apagar los focos de conflicto. Aquí es donde estuvo el punto álgido para las fuerzas de seguridad, y para la política del Gobierno de intentar frenar las manifestaciones con violencia “preventiva” por parte de las fuerzas de seguridad. Diversos medios alemanes plantearon como un error del gobierno de Merkel la forma en que se encaró la situación en Hamburgo. Todo esto a dos meses de las elecciones parlamentarias que a su vez definen al próximo Canciller.
Es importante aclarar que durante estos días no se notó gran presencia de las organizaciones partidarias, movimientos sociales o sindicales, sino que los actores centrales de los primeros días fueron los activistas individuales que no comulgan con el sistema (principalmente de clase media universitaria que no participa de instancias con orgánicas claras o partidarias), pequeños grupos artísticos o sociales y algunas organizaciones que proponen la acción directa desde la izquierda.
Ningún partido de izquierda se hizo presente en los días más intensos de las confrontaciones, a pesar de que algunxs de sus integrantes estaban allí de forma individual, y tampoco organizaron movilizaciones en paralelo para distraer fuerzas de seguridad o mostrar solidaridad con los grupos que eran reprimidos por la policía. Sí es cierto que las organizaciones políticas de izquierda más institucionales aparecieron el sábado 8 en la movilización en contra del G-20, denominada “Solidaridad sin fronteras”. Por su parte los sindicatos no estuvieron presentes ni en los momentos álgidos, ni en ninguna de las movilizaciones de la izquierda y optaron por movilizar en la manifestación oficial de la ciudad de Hamburgo, convocada por el Partido Socialdemócrata, el Partido Verde y parte de la Iglesia, a la cual acudió el intendente de Nueva York Bill de Blasio.
Ahora bien, esa movilización no atrajo más de 5000 personas, mientras que en la movilización de la izquierda participaron cerca de 80.000 personas (según números oficiales). Allí tuvieron gran presencia el movimiento por la identidad kurda y el combate contra la opresión de este pueblo, las organizaciones populares internacionales, el Partido de izquierda (Die Linke), ATTAC y otros grupos menores de izquierda. La manifestación masiva terminó con un acto contundente y casi sin incidencias de violencia.
Durante toda la cumbre, según datos oficiales, fueron heridos 476 integrantes de las fuerzas de seguridad, más un número similar de civiles y se arrestaron cerca de 200 personas (entre ellas una diputada italiana del Parlamento Europeo cuyo único delito fue su forma de vestirse). Por su parte, los comerciantes estimaron en 18 millones de euros los costos de reparación y el gobierno federal ya ha manifestado que aportará el dinero. Mientras que Ángela Merkel y el intendente de
Hamburgo, Olaf Scholz, agradecieron a las fuerzas de seguridad por su ‘gran trabajo’, desde el Partido de la izquierda Die Linke, se anunció la investigación de la violencia y el accionar policial, que en un sinnúmero de ocasiones violaron el derecho a expresarse y manifestarse libremente, entre otras cosas.
A modo de conclusión podemos decir que – a pesar de que las fuerzas de seguridad son diferentes en las diferentes regiones del mundo – que es muy probable que durante las jornadas de la Conferencia Ministerial de la OMC, en Diciembre de este año y, la Cumbre del G-20 en Argentina en 2018 veamos situaciones similares. La presencia internacional seguramente será masiva, generando un foco de atracción para manifestantes, al igual que para las fuerzas de seguridad que buscan oportunidades para ensayar nuevas formas de represión del campo popular.
Al mismo tiempo, el gobierno neoliberal de Mauricio Macri va a intentar mostrar al mundo los logros de su gestión y la “pacificación social”, llevada a cabo desde que asumió su gobierno. Deberemos entonces estar muy atentos para que durante estas jornadas nuestro rechazo al sistema mundo que nos han impuesto sea visible y contundente, pero que al mismo tiempo no dejen un saldo trágico.