X Encuentro sobre Globalización
La Haine-Julio Gambina
La contradicción entre capitalismo y socialismo dejó paso a la ofensiva del capital transnacional y una mirada unilateral con un discurso hegemónico de predominio del horizonte capitalista.
Luego de la ruptura de la bipolaridad global entre 1989 y 1991 se puso nuevamente en discusión el rumbo del sistema mundial.
La contradicción entre capitalismo y socialismo, o incluso la posibilidad de una visión de Tercer Mundo más inclinado al primer mundo liderado por EE.UU., aún en la disputa por Europa y Japón, o al segundo mundo encabezado por la URSS, dejó paso a la ofensiva del capital transnacional y una mirada unilateral de un discurso hegemónico de predomino del horizonte capitalista.
La acumulación capitalista eliminó por entonces obstáculos estructurales para su desarrollo y con ella legitimó un discurso único sobre el orden económico y social.
De ese modo se instaló el programa de la liberalización económica, con la apertura de los mercados, la facilidad para la circulación del dinero y las mercancías; definiendo una orientación al mercado sustentada en la promoción de la iniciativa privada. La carrera del capitalismo se presentaba ahora sin el obstáculo que por más de 70 años le había interpuesto el intento socialista de la revolución en Rusia.
Es en ese marco que adquirió relevancia la emergencia de una institucionalidad transnacional que junto al papel tradicional de los Organismos Financieros Interna-cionales (FMI, Banco Mundial, BID) se destaca la aparición de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995 y un conjunto de Foros e instancias de articulación del capital más concentrado a escala global y los principales estados capitalistas desde comienzos de los 70 hasta nuestros días.
Entre las iniciativas privadas destaco al Foro Económico Mundial (Davos, Suiza), la Comisión Trilateral (Lobby integrado desde Europa, Japón y EEUU); y entre los estados nacionales al Grupo de los 7 y sus consecuentes ampliaciones; junto a otras iniciativas que intentaban otorgarle rumbo a la iniciativa política de la dominación y explotación capitalista.
El camino aparecía liberado para esa estrategia global, pero la inevitable respuesta del bloque social y económico agredido generó respuestas de resistencias diversas desde el comienzo de la ofensiva del capital, poniendo en crisis la estrategia discursiva y de acumulación del capital transnacional y los estados imperialistas.
Son resistencias que buscan constituirse en proyecto global alternativo y entre las cuáles sobresalen por el intento de articulación global el Foro Social Mundial en despliegue a comienzos del nuevo siglo y un conjunto de campañas globales tales como el No al ALCA o a los tratados de libre comercio; contra el FMI y el pago del endeudamiento de los países empobrecidos; de confrontación con las estrategias belicistas y de militarización impulsadas por el imperialismo contemporáneo liderado por EE.UU.
Son iniciativas que pretendían poner en crisis la estrategia de acumulación del capital y al mismo tiempo confrontar y deslegitimar el discurso hegemónico. En este último aspecto sobresalen los intentos de una nueva búsqueda intelectual por renovar la crítica de la Economía Política en la actualidad.
En ese contexto debe insertarse la experiencia de los “encuentros internacionales de economistas sobre globalización y problemas del desarrollo” realizados anualmente en La Habana entre 1999 y 2007, que ahora vuelve a citarse por décima vez en marzo del 2008.
UNA DÉCADA PARA EVALUAR
Desde el comienzo de la convocatoria ha pasado ya una década de un debate plural sobre la economía mundial, su estado actual, las perspectivas y alternativas, “al neoliberalismo” para unos y “al capitalismo” para otros.
Es un debate entre los que defienden la política hegemónica actual, “neoliberal”, más allá de críticas o matices por los “efectos indeseados”, como la pobreza o el desempleo; y los que ejercemos la crítica al pensamiento hegemónico.
En esta última corriente se sustentan cambios “dentro de lo posible” y los que proponemos ir más allá del capitalismo. Convengamos que este debate solo es posible en Cuba, por las condiciones inigualables que este país ofrece para una discusión democrática de pensamientos antagónicos.
Algunos han criticado que desde la isla de la revolución se le otorgue la palabra a responsables globales de la inequidad y la sobreexplotación de los trabajadores, sin embargo nos parece encomiable la posibilidad de poner en evidencia la lucha de ideas entre protagonistas de la lucha por la emancipación humana y los promotores del orden de explotación vigente.
En estos cónclaves confluyen los representantes de los Organismos Internacionales, los dirigentes regionales de la profesión (Contadores, Administradores, Economistas), e intelectuales de todo el mundo, entre los cuales algunos premios Nobel. Cada versión convoca a miles de profesionales cubanos y cientos de participantes de más de cincuenta países en una reflexión diversa de una realidad compleja.
Una complejidad que deviene últimamente del papel de la asociación entre EE.UU. y China como promotores globales de la reactivación productiva y especulativa mundial, que impacta directamente en la demanda de recursos naturales de América Latina y el Caribe, como en la alimentación de un circuito de circulación de dinero comoforma de apropiación de la renta generada en los países empobrecidos.
Se trata de un ciclo económico que recrea y amplia la crisis capitalista que se manifiesta de múltiples formas, tanto como las contratendencias. No olvidemos que buena parte del déficit fiscal estadounidense se financia con las compras de bonos del tesoro desde Beijing, y otros países emergentes (dependientes). La compra de divisas para fortalecer las reservas internacionales de los países y evitar vulnerabilidades externas actúa como mecanismo de financiamiento de la crisis fiscal de los países más desarrollados, especialmente de EE.UU. Es una estrategia que tiene a China en la vanguardia con más de un billón de dólares de reservas internacionales, y al conjunto de nuestra región con unos 200 000 millones de dólares y en pleno ciclo de expansión. EE.UU. tiene su crisis fiscal y quien se la financie.
En este sentido y para agregar complejidad, el discurso venezolano por un “Socialismo del Siglo XXI” instalado desde el 2004 actúa como un disparador estimulante en el pensamiento sobre ¿qué hacer desde los gobiernos, desde los movimientos sociales y los partidos políticos para transformar la realidad? Interrogante que atravesó buena parte de los debates de las últimas versiones de los cónclaves académicos realizados en Cuba, ya que pone en debate el límite de formulaciones previas para confrontar adecuadamente con la corriente principal.
Es que desde la primera convocatoria se pretendía la emergencia de un discurso alternativo a las Políticas de Ajuste Estructural (PAE) y al Consenso de Washington (CW) y que por el nivel limitado de las luchas globales apenas si asomaba con restringidas propuestas para avanzar hacia un incierto pos neoliberalismo.
¿Alcanza con la formulación de medidas que eran parte de los programas de la izquierda en los 50, 60´ o 70, tales como las “nacionalizaciones” o los “controles”; o la construcción del socialismo requiere de cambios de las relaciones sociales? Es que la experiencia de los nuevos gobiernos emergentes en Sudamérica, tanto Brasil, la Ar-gentina ó Uruguay están dando cuenta de los límites que impone la dominación capitalista para avanzar en el camino de las “reformas”.
Por eso, más allá de la formulación de “programas”, lo que interesa es la constitución de sujetos para la organización de nuevas reglas (relaciones sociales) de funcionamiento económico social. Ese parece ser el camino que con matices se impulsan en las experiencias más radicalizadas, tales como Venezuela, Bolivia o Ecuador, los que parten de reformas políticas, constitucionales para encarar procesos de reformas económicas sustanciales.
Son procesos en construcción en los que aparecen nuevas formas de articulación cultural, política y económica, que como con la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, iniciada por Cuba y Venezuela contiene hoy a Bolivia y Nicaragua, con un proceso creciente de articulación con Ecuador y otros estados y movimientos sociales de varios países.
Resulta claro que uno de los temas claves es la participación popular en la toma de decisiones de los programas de gobierno, no solo de lo que se debe hacer, sino en el involucramiento del cómo hacerlo. No puede haber inserción internacional que no parta de la solución de reivindicaciones y problemas que sufren los pueblos. La integración alternativa requiere de sujetos y por eso no alcanza con los enunciados de “programas”. Lo definitorio es la constitución de sujetos para la transformación de las relaciones sociales.
La complejidad del momento actual del sistema mundial incluye a la ofensiva del capital y la búsqueda, especialmente en América Latina y el Caribe, de rumbos alternativos. La virtud de la discusión del sistema mundial y sus diferentes visiones es de los organizadores del cónclave anual en La Habana, los anfitriones de la Asociación nacional de Economistas de Cuba, ANEC y de la profesión regional mediante la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe.
En fin, discutir el mundo de la economía hoy es tan complejo como estudiar las tendencias del sistema mundial y su hegemonía estadounidense, pero también constatar la emergencia de proyectos alternativos, los que se procesan desde algunos gobiernos, sí, pero sobre todo en múltiples ámbitos de construcción de subjetividad para un nuevo orden mundial.
AÑO 2008, CAPÍTULO DÉCIMO
Resulta conocido que el impulsor de la saga fue Fidel Castro y que los entusiastas ejecutores fueron los economistas cubanos, quienes cuidadosamente articularon solidaridades diversas entre profesionales e intelectuales (no solo de la economía política) para afirmar una cultura del debate a punto de cumplir su primera década. En su primera versión de 1999 aún se respiraba el aliento del pensamiento único y resultaba aventurado imaginar que en tan poco tiempo los vientos soplarían en otra dirección.
Primero fue la crítica al modelo hegemónico y ahora comienzan a esbozarse propuestas alternativas. Es un proceso producto de las nuevas dinámicas políticas del movimiento de emancipaciones en desarrollo entre nuestros pueblos, que obliga a la intelectualidad orgánica del movimiento popular a producir las necesarias síntesis teóricas que aporten a las progresivas transformaciones sociales.
Son páginas a escribir por un colectivo intelectual que nos compromete como parte sustancial de nuestras prácticas de agrupación de pensadores y militantes por la emancipación humana. Es el aporte a la batalla cultural y de ideas por resolver en nuestro tiempo las demandas de la mayoría empobrecida. Es una disputa que invita al protagonismo y con final abierto.
El autor es Profesor Titular de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario y Profesor de posgrado en la UBA, Córdoba, Mar del Plata y Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.