Un movimiento sin herederos y con desheredados. Por Daniel Campione

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Luego de la dura derrota del 26 de octubre el peronismo tiene sus carencias a flor de piel sin un instrumento a la vista para suplirlas.  Ha perdido presencia en las calles desde hace tiempo. Y muestra escasa capacidad de reacción aún cuando el aparato judicial ataca a su lideresa.

“La victoria tiene cien padres, la derrota es huérfana”. La frase, atribuida a Napoleón Bonaparte, podría ser aplicada a los reproches mutuos que hoy circulan en diversos espacios del peronismo.

Es casi natural que un revés electoral, para más datos amplio e inesperado, desate reclamos, pretensiones de ajustes de cuentas y demanda de cambios en la conducción partidaria.

Lo no tan comprensible es que el debate se dé por fuera de instancias orgánicas, en forma de “batalla de comunicados”. Y en la mayoría de los casos sin ahondar con rigor en los motivos del contraste sufrido.

El baile de CFK en el balcón el mismo día de la votación dejó la sospecha de que en ellaí primaba una alegría despechada sobre cualquier amargura ante los resultados.  Bullen los sentimientos encontrados y las sospechas

Intermedio judicial.

Comienza el juicio electoral por la “causa de los cuadernos”, tal vez la más manipulada de las causas contra Cristina. Cuadernos que aparecieron y desaparecieron. Que se afirmaba que habían sido quemados y luego salieron a la luz.

Se supone son de puño y letra de un chofer que, como se dijo con ingeniosa ironía “Habla como Monzón y escribe como Borges”, él que actuó bajo el estímulo de un periodista de La Nación y alguna oscura participación de los servicios. Sobre esa base se extorsionó a los empresarios imputados de soborno para que se “arrepintieran” y evitaran la cárcel.

Otra flamante decisión judicial tiene un contenido diferente. Una jueza previsional rechazó la solicitud de la expresidenta para que le sea restituida una de sus dos pensiones.  Se suscita una pregunta ¿Es necesario para la lideresa dar la pelea por una suma poco significativa para ella pero desmesurada para la gran mayoría, que multiplica muchas veces el monto de una jubilación mínima?  No es precisamente una muestra de sensibilidad.

La “justicia” trata de despojarla de todo lo imaginable, comenzando por su libertad personal, habiéndola mandado a prisión domiciliaria. Ocurre que el tan anunciado “quilombo” que se iba a armar si la tocaban a Cristina no sucedió. Y así fue sobre todo porque no hubo intentos serios de generar una gran movilización de protesta contra la sentencia de la Corte Suprema.

Hoy, ante el nuevo ataque con la causa “Cuadernos” no aparecen reacciones fuera del terreno judicial. Este proceso apunta aún peor que el vinculado con las obras de Vialidad. Si todo sigue su curso tribunalicio la expresidenta terminará con una nueva sentencia que acumule años de prisión sobre su cabeza.

Sin una estrategia de resistencia, sin convocatoria a las bases, el pueblo peronista seguirá mascullando impotencia por culpa de un sistema de manejos espurios en la “justicia” y en los medios, al que acompaña casi en silencio una dirigencia inoperante.

Pareciera que los partidarios de Cristina deberían ensayar, respuestas más políticas, con manifestación en la calle y demás espacios públicos. Producen en cambio discusiones leguleyas, como parte de disputas que sólo comprenden los entendidos. En las que además tiene casi garantizada la mala voluntad de los tribunales.

¿Pueblo peronista o peronismo sin pueblo?

Allí nos encontramos con la paradoja más seria del peronismo actual. El movimiento nació y se mantuvo durante décadas a través de la movilización de masas y con el movimiento obrero como elemento principal.

Hoy parece preferir los recintos cerrados, las negociaciones a espaldas de la militancia. Y aparenta no interesarle cuestionar con eficacia el aletargamiento de las estructuras sindicales frente a una de las peores ofensivas anti-trabajadores de la historia del país.

Además luce sumido en la imaginaria interlocución con los actores sociales de medio siglo atrás: a) Una clase obrera empleada “en blanco” y con representación sindical sólida. b) Una parte de las capas medias que disfrutaba o añoraba, según las épocas, el acceso a ciertos bienes y servicios que los gobiernos peronistas ampliaron en su vigencia.

Esa tesitura ha repercutido incluso sobre las propuestas electorales. Se esquivó cualquier rasgo de audacia programática y las acciones tendientes a captar a los votantes dubitativos. No se propuso ninguna afirmación sino poner un “freno” a un adversario al que así se le dejaba la iniciativa.

En la misma dirección transcurrió el proceso de selección de candidaturas, repartiéndose porciones de los cargos en juego de espaldas a la militancia y a la ciudadanía en general.

El peronismo corre el riesgo de convertirse en una burocracia a la espera de su próximo turno para la ocupación del poder político. Sin apuesta a justificar ese eventual acceso con un programa que marque diferencias más allá de una administración prolija de lo existente.

Hoy el PJ y sus aliados no superan por mucho el 30% de los votos. Y están amenazados todo el tiempo por “fugas” de sus propios partidarios. Allí están los gobernadores peronistas o afines que acudieron prestos a la convocatoria del presidente Javier Milei de la semana pasada.

Las tribulaciones bonaerenses.

El gobernador de Buenos Aires no confirmó las expectativas de renovación en programa y métodos que prometía con sus “nuevas canciones”. Su discurso eludió las innovaciones.

Ocurre que para conseguir una conjunción de respaldos de distintos polos dentro de la dirigencia, optó por ampliarlos incluso con los peores elementos. En el campo sindical se abrazó a Héctor Daer y otros burócratas de la CGT. Llegó hasta el elogio de José Ignacio Rucci en reivindicación de su memoria.

En el “territorio” subió al carro a los intendentes de antecedentes más que dudosos. Con el muy cuestionado Fernando Espinoza al frente. Con esos elencos cualquier oferta que se pretenda renovadora y progresista pierde credibilidad y su posibilidad de concreción queda en entredicho.

En momentos de acentuado descrédito de toda la dirigencia, la conformación de un “tren fantasma” es contraproducente en términos éticos y de prestigio.  

Constituye además una claudicación a la hora de señalar con buen sustento las tropelías del poder real. ¿Cómo podría hacérselo en connivencia con gremialistas y líderes locales que son millonarios en medio de la pobreza de sus “representados”? No por azar Kicillof menosprecia los reclamos en torno a la deuda y el papel de los organismos financieros internacionales.

Trascendió que el gobernador, a la hora de balancear los resultados del 26 de octubre, cargó e peso sobre la crisis de representación que aqueja al peronismo, no en exclusiva pero sí con mucha fuerza. La pregunta es si ese reconocimiento puede tener algún correlato práctico, ser el comienzo de algo. Por el momento no lo parece.

Los intendentes fueron acusados de manera directa por la conductora de no haberse movido para la elección de medio término, al no estar en juego las estructuras de poder municipales.

La respuesta fue airada, incluso por parte de los jefes comunales que hasta ayer nomás eran acendrados partidarios de la dos veces presidenta. Una línea de resquebrajamiento interno que solo apunta a un pase de facturas, no a una discusión de fondo.

Se alzan las voces en favor del desplazamiento de Máximo Kirchner de la jefatura del partido justicialista de la provincia. Difícil, la agrupación La Cámpora y fuerzas afines de menor cuantía están atrincherados en torno a Cristina y aferrados a sus espacios de poder. No asoman posibilidades de consenso. Tampoco ninguna confrontación abierta que pueda determinar ganadores y perdedores.

Una crisis no sólo de coyuntura.

El movimiento peronista atraviesa uno de los momentos críticos de su historia posterior a 1983. La relevancia de esa situación radica en parte en que deja desamparados a sus seguidores frente a un ataque en toda regla desde la cúspide del aparato estatal.

Esto último se verifica en cuanto trasciende el normal regusto amargo después de una derrota. Ocurre cuando todos los partidos están en baja salvo, todo hay que decirlo La Libertad Avanza.

No parece haber una preocupación raigal y encauzada hacia adelante por la suerte del pueblo trabajador y pobre por parte de la dirigencia. Ésta sigue entrampada en un enfrentamiento interno que puede tener motivos atendibles, pero está muy lejos de la sensibilidad e intereses de las mujeres y los varones “de a pie”.

Entretanto la presencia de las estructuras peronistas ha estado por debajo de sus posibilidades en la mayoría de las luchas transcurridas desde la asunción de Milei. Chocan con una restricción al menos en parte voluntaria.

A la vez que incide sobre la capacidad de resistencia en general. Pese a todo, siguen siendo la fuerza con mayor potencial para la movilización masiva. Su ausencia tiende al debilitamiento de los esfuerzos en la lucha de calles.

En materia de desempeño del peronismo las crisis pueden parecer definitivas, nunca lo han sido hasta ahora. Lo que debe remarcarse en esta coyuntura es que sí hay un descenso electoral notable y persistente. La afirmación “el pueblo es peronista” ha perdido primero su valor de axioma. Hoy constituye sólo una hipótesis cuya corroboración no es muy sencilla.

La presencia en el espacio público está rutinizada y disminuída. En un momento en que los alineamientos políticos no despiertan entusiasmo alguno, el “movimiento” por excelencia no suscita pasión.

Es una encrucijada desangelada, expresiva del declive de una democracia que pierde atractivo. En un escenario en el que se corre el riesgo de dejar el campo libre a la extrema derecha y a las fuerzas sociales que la sustentan, ellas sí con una buena dosis de entusiasmo.

El “emperador” Donald Trump puede por ahora estar tranquilo. Y el flamante embajador Peter Lamelas confiar en que no correrá la suerte de su antecesor Spruille Braden. “La patria no se vende” quedó en consigna de resonancia hueca, a la espera de otras que den nuevo sentido a los impulsos antiimperialistas.

Imagen de portada: Chequeado.

Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/11/07/un-movimiento-sin-herederos-y-con-desheredados/


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