Pablo Vommaro asume la dirección ejecutiva de CLACSO con una agenda clara: integración regional desde los movimientos sociales, un compromiso antirracista transversal y el protagonismo de juventudes e infancias. En diálogo con Negrx, destaca la urgencia de transformar estructuras académicas, disputar sentidos frente a las ultraderechas y construir un mundo más justo desde lo colectivo.
Desde Bogotá, Colombia.
En el marco de la X Conferencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) que está teniendo lugar en la capital colombiana, se realizó la 28° Asamblea General para la elección del nuevo Director Ejecutivo. Pablo Vommaro, argentino, es doctor en Ciencias Sociales, docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Posdoctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, especialista en juventudes y movimientos sociales, es quien tendrá la tarea de conducir la organización durante el próximo trienio 2025-2028. Vommaro conversó en exclusiva con Negrx sobre las expectativas que genera su llegada a la dirección ejecutiva y la urgencia de seguir construyendo e impulsando la agenda antirracista en el CLACSO que se viene.
Un triunfo colectivo: ¿cómo se gestó? ¿Qué distingue al proceso que se abre en CLACSO? ¿Cuál es la novedad de este momento y de la elección del proyecto que representás?
Mira, como vos justamente decís, creo que fue un gran triunfo colectivo, de un proyecto colectivo. Porque venimos construyendo desde hace muchos meses un espacio plural, amplio, diverso, con objetivos y valores claros, pudiendo mostrar esa diversidad que tiene CLACSO, que a veces aparecía como un poco más oculta. Entonces, creo que una de las innovaciones tiene que ver con poder funcionar mucho más colectivamente, poder funcionar mucho más capilarmente, para que cada uno de los centros miembros, cada uno de los grupos de trabajo, cada una de las organizaciones que hacen parte formalmente de la red CLACSO, o que están vinculadas a partir de diferentes proyectos, se puedan sentir parte y puedan ser protagonistas del movimiento que es CLACSO.
En la última reunión que hicimos en nuestro espacio, decían: -Hemos conformado un verdadero movimiento-. Porque había más de 100 personas de 15 países distintos y eso creo que tiene que ver con una potencia colectiva que hoy en día hace mucha falta. Eso es una forma de trabajo, pero también es un principio de construcción política porque hoy en día, ante los embates de las ultraderechas, ante un sistema cada vez más mercantilizado que nos invita a competir, a individualizarnos, a un sálvese quien pueda, a que yo gano, pero te voy a pisar o te voy a hundir a ti para que tú no ganes. Apostar a lo colectivo es un valor político.
Entonces, creo que eso es un punto de partida para lograr muchos cambios. Por supuesto que hay un programa con diferentes medidas y con muchas dimensiones, pero ese punto de partida no es solamente una manera, o sea, no es solamente una metodología, sino que es un principio político para poder construir esos cambios.
¿Cuáles son los principales desafíos que estás viendo?
Bueno, uno tiene que ver justamente con poder avanzar en una integración regional mucho más potente, mucho más fuerte, que sea no solamente desde los gobiernos o los Estados, sino desde los pueblos y desde las organizaciones sociales. Creo que ese espacio continental de integración y de articulación de organizaciones sociales, movimientos, colectivos, territorios es muy necesario. Hoy no existe, hay una gran vacancia. Muchas veces uno dice, los que a lo mejor tenemos más años: -El lugar es el foro social mundial-. Bueno, pero eso fue hace más de 20 años. Hoy en día el foro sigue, pero mucho más debilitado, al menos en el continente. Por lo tanto, es volver a crear o recrear, pensando en cuáles son estos desafíos actuales que tienen que ver con algunas realidades políticas, inclusive geopolíticas, que son muy distintas a las de hace 25 años atrás.
Pero ¿por qué comencé por esta cuestión de integración regional? Porque creo que muchas de las restricciones que tienen que ver con movilidad, que tienen que ver con discriminación, que tienen que ver con xenofobia, que tienen que ver con racismo; podrían contrarrestarse. O, mejor dicho, las herramientas para poder contrarrestarlo tiene que ver con una integración regional mucho más potente. Y para eso no hay que descansar en los gobiernos, ni siquiera en los gobiernos progresistas, populares o de las izquierdas, porque uno podría decir, bueno, una integración que inicie en Brasil, en Uruguay, que pueda recorrer Chile, Bolivia en sus contradicciones, Venezuela, Honduras, Colombia, Guatemala, México, Cuba. Sí, sin duda, pero creo que la potencia del movimiento social está empujando desde abajo esa integración. Empujando a los gobiernos de las izquierdas, progresistas, populares para que esa integración sea realmente posible y condicione entonces a las ultraderechas.
Porque las ultraderechas muchas veces pueden avanzar mucho más gracias a las limitaciones o a los errores de las izquierdas. Por lo tanto, Creo que ahí el movimiento social tiene como una tarea que ojalá CLACSO pueda promover, impulsar, potenciar, que es ponerle freno, hacer un cerco contra las ultraderechas, pero también empujar a los gobiernos de las izquierdas para que puedan realmente hacer medidas que puedan contrarrestar estos procesos de una forma mucho más efectiva.
Las ciencias sociales son un espacio reproductor de lógicas coloniales, de lógicas racistas y la plataforma que impulsó tu candidatura explícitamente ha hablado del antirracismo. ¿Qué tenés para decirnos de esta realidad y cuáles son las propuestas en relación a esta agenda?
Bueno, a ver, sin duda que en CLACSO persiste una lógica que es la lógica dominante, no solo la lógica académica, sino también la lógica social dominante, que es una lógica excluyente, racista y discriminatoria. En CLACSO, el ingreso de toda la dimensión afrodescendiente, afrodiaspórica y de las negritudes fue algo tardío. Quizás la inclusión de los pueblos indígenas fue un poco anterior, en los años 90, y recién a partir de 2015 o 2018 comenzó a incorporarse esta otra dimensión.
Pero no se trata solo de que CLACSO no sea racista, sino de que sea antirracista; es decir, que pueda implementar medidas concretas para contrarrestar el racismo estructural, esos mecanismos invisibles, imperceptibles, naturalizados… Bueno, imperceptibles al menos para quienes no los viven, pero que están naturalizados y muchas veces llevan a que alguien diga: «¿Cómo va a ser racista CLACSO si mirá todo lo que hay, todos los que están?». Claro, pero no hay que pensarlo sectorialmente, hay que pensarlo transversalmente. Como decimos: no se trata de que CLACSO sea más feminista solo porque haya más espacios de género donde las mujeres hablen sobre género. Esto es similar: no se trata de que las personas negras hablen únicamente sobre cuestiones afrodescendientes. Tiene que ver con una transversalidad.
Por eso hablamos de un CLACSO antirracista, contra el racismo epistémico. Porque también existe eso: «Bueno, tienen sus costumbres y tradiciones, hacen folklore y a lo mejor visibilizan sus ancestros… pero la ciencia la dejamos a nosotros». Por eso hablamos de un racismo estructural y también de un racismo epistémico, que tiene que ver con estas discriminaciones en el modo en que se produce el conocimiento, en quiénes son las voces autorizadas para decir ciertas cosas.
Sobre esto hay iniciativas concretas vinculadas con la investigación y con la formación. Creemos que es necesario incidir en las agendas públicas, pero en agendas públicas situadas, territorializadas, no solamente en las agendas mainstream de Ginebra o Nueva York. También hay que incidir ahí, claro, pero creo que hay que incidir mucho más en las realidades continentales, territoriales, situadas, del propio movimiento afrodescendiente. Y creo que en eso es importantísimo que CLACSO sea un aliado en el sentido de poder trabajar juntos, como un aliado horizontal.
Sos un investigador especializado en niñeces y juventudes. Imagino que este tema va a tener una presencia destacada en tu gestión.
Totalmente. Creo que es necesario construir un CLACSO mucho más intergeneracional, abierto fuertemente a las nuevas generaciones, abierto a las juventudes en diferentes planos, a jóvenes estudiantes, académicos, profesores, investigadores, activistas sociales. Por un lado creo que es necesario innovar también en las herramientas interpretativas, en las formas de construcción política a donde la nuevas generaciones traen otras improntas que muchas veces son desconocidas o son postergadas.
La juventud es aquí, es ahora, es el presente y esa irrupción de las juventudes, creo que hay que poder escucharla, creo que hay que poder crear los espacios de protagonismo, participación y toma de decisiones inclusive para las nuevas generaciones. Porque ¿dónde están las ultraderechas disputando subjetividades, mentalidades, formas de concebir el mundo, o ideologías como decíamos hace 30 años?. En las juventudes, o sea, tienen toda una serie de dispositivos montados desde las corporaciones mediáticas, desde el gran capital concentrado, desde los grupos fascistas, violentos, xenófobos, todo montado para que las nuevas generaciones incorporen esos discursos y esas formas de ver el mundo.
¿Cuál es el desafío de las ciencias sociales del siglo XXI y sobre todo en América Latina que sigue teniendo ese eslogan/realidad, del lugar más desigual del planeta?
Uno puede trazar una trama donde se entrelazan territorialidades, racismo y desigualdad generacional, por ejemplo, en el caso de las mujeres negras rurales. Se puede pensar en estas jóvenes negras rurales, en los jóvenes varones negros que viven en las favelas, quienes muchas veces experimentan desigualdades múltiples. Son ellos y ellas quienes reciben el mayor hostigamiento, que en algunos casos se expresa como criminalización o judicialización, y en otros, directamente, como eliminación física por parte de las fuerzas estatales.
¿Quiénes van a tener los empleos más precarizados? ¿Quiénes tendrán menor acceso a la educación, a la salud, a los servicios públicos? Precisamente estas poblaciones. CLACSO tiene una responsabilidad intelectual, política y también ética, como espacio de cientistas sociales articulado con los movimientos sociales, de intervenir para interpretar, para explicar o comprender científicamente estas desigualdades en su multidimensionalidad. Pero también tiene la responsabilidad de generar iniciativas concretas para contrarrestarlas. No se trata sólo de comprender, sino también de transformar.
Hay que incidir directamente en cómo contrarrestar estas desigualdades multidimensionales dentro de la propia academia. Es necesario reflexionar sobre el racismo epistémico, mirar hacia nuestras propias prácticas. ¿Cuáles son las prácticas que estamos reproduciendo en términos de discriminación de género, racismo, xenofobia, estigmatización, segregación? Abordar estas cuestiones puede contribuir a transformar capilarmente estas realidades y dinámicas.
Hoy es más difícil —aunque ojalá podamos lograrlo— pensar en un gran cambio estructural masivo, como una revolución. Esa utopía debe mantenerse, porque es lo que nos permite seguir caminando hacia ella. Si logramos generar ámbitos de mayor igualdad, zonas de resguardo, espacios seguros que no sean marginales, sino que comiencen a ocupar lugares centrales, eso constituye una estrategia viable para construir un mundo más igualitario, más justo y más democrático.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/832653-pablo-vommaro-no-se-trata-de-que-clacso-que-no-sea-racista-s