El movimiento obrero frente a la ofensiva patronal que continúa de la mano de un gobierno vacilante.
El paro general del 10 de abril se sintió en la mayoría de los sectores. La industria; la construcción, el transporte (salvo los colectivos) la administración pública, los bancos. Fue menor la adhesión en el comercio, lo que ya ha ocurrido en otras medidas de fuerza.
Que el paro haya sido fuerte no equivale a que todes les trabajadores hayan parado en la misma proporción. Otro punto insoslayable es el profundo y duradero descrédito que a la CGT le han acarreado sus posiciones conciliadoras y sus prácticas burocráticas. Según el contexto, esto puede derivar en el activismo antiburocrático o en la parálisis
Merece una evaluación específica el campo de de cuentapropistas, empleados “en negro”, monotributistas y otras “ramas” de la elevada precarización. Para esos sectores es difícil parar al menos por dos razones:
a) Sus ingresos se generan en el día a día y la provisión de sus gastos cotidianos dependen por completo de ellos. Dejar de trabajar un día “hace un agujero” en sus economías personales o familiares.
b) En respuesta al cumplimiento de la medida de fuerza sus explotadores los pueden despedir sin indemnización o aplicarle otro tipo de sanciones, sin que puedan apelar a los resguardos que tiene un trabajador estable.
La movilización al Congreso Nacional el día anterior puso otro ladrillo en la solidaridad cada vez más amplia y generalizada con las jubiladas y jubilados. La CGT movilizó en solidaridad con “los viejos”. No lo hizo a todo vapor. Si bien la manifestación fue importante, es sabido que la central obrera puede convocar a una multitud más cuantiosa.
Hay que valorizar que se rompió la inercia de casi un año. Los dirigentes gremiales ya no pueden ignorar el descontento que recorre a los trabajadores y a buena parte de la sociedad. Hasta firmaron un documento con fuertes críticas al gobierno. Héctor Daer, uno de los secretarios generales declaró: “No se puede pensar una Argentina con precios libres y salarios pisados”. El reclamo es claro.
Sobraron los motivos para adherir al paro y movilizarse: Aumentos de precios, convenios salariales a la baja, pauperización de los jubilados, amenazas a diversas fuentes de trabajo, Cierres, desfinanciamiento y despidos generalizados en la administración pública.
Aún quienes votaron a Javier Milei comienzan a dejar filtrar su desencanto. Y una rabia revitalizada hacia el conjunto de la dirigencia, que de modo gradual apunta al actual gobierno.
Éste, sin ser un paro activo en sentido estricto, puso trabajadores en la calle. Se inscribió así en la secuencia de movilizaciones que surca el territorio nacional desde febrero. Y apuntó esta vez a una protesta generalizada, algo que supera los por cierto muy valiosos reclamos sectoriales en curso.
Del otro lado hay que anotar que pese a la medida de fuerza, gran parte de los grandes sindicatos prosiguen su camino de claudicaciones. Hay organizaciones que aceptaron aumentos en torno al 1% este mismo mes, mientras sus “representados” se enteraron en cuestión de días de que la inflación mensual fue del 3,7%.
La autoridad laboral suele intervenir para contener incrementos salariales “excesivos”. Aún cuando los empresarios los hayan aceptado en principio. A la orientación general del gobierno se suma que el secretario Julio Cordero ha sido alto ejecutivo del grupo Techint, en el corazón del gran capital.
Las negras también juegan
Lo hizo a fondo la secretaría de trabajo para prevenir la participación de la UTA en el paro en búsqueda de disminuir su alcance. La actitud capituladora del sindicato es conocida. Se le añade la presión gubernamental que amenaza con intervención o sanciones de la obra social y el corte de algunos aportes sindicales.
Es además verdadero que, salvo en unas pocas provincias no surgió una respuesta de las direcciones locales o por empresa del gremio de colectiveros que afectara el servicio, como ocurrió en alguna otra ocasión.
Se puso todo el empeño en que el funcionamiento de los colectivos pusiera en jaque la efectividad del paro. No lo lograron, lo que no quita que alguna influencia tuvo en que la medida no fuera aún más masiva.
No ya el gobierno sino los servidores de la clase dominante afincados en el congreso reaccionaron de inmediato frente a la exitosa medida de fuerza. El diputado radical y economista proempresarial Martín Tetaz convocó a una reunión de la comisión de legislación del trabajo. Trataría varios proyectos de reforma laboral.
Les interesa exhibir que no retroceden frente a la protesta social, así ésta sea un paro general de alcance nacional. Al contrario, que redoblan los ataques del capital contra el trabajo ante cada desafío.
Desde el elenco gobernante y los voceros de las patronales se desplegó todo el reservorio de diatribas contra los paros. Las pérdidas en el volumen de producción, las dificultades para quienes quieren ejercer su “libertad de trabajo”, la inutilidad de esa medida para mejorar la suerte de los trabajadores, etc.
Se suma la reciente introducción de los altavoces que al mejor estilo “gran hermano” despliegan un mensaje intimidatorio y condenatorio en los medios de transporte. ¿Qué efectividad tiene esta propaganda entre trabajadores y otros sectores disconformes? Hay indicios de que no mucha.
Capítulo aparte merecería el pacto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sentido de elevar el ya desmesurado y estafador endeudamiento. Que va acompañado de una devaluación apenas encubierta que golpeará de nuevo los ingresos y el nivel de vida de la mayoría de la sociedad. Y de mayores “libertades” para los “mercados”.
El secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessens viene la próxima semana para ratificar el sustento que la potencia del norte le da a las actuales políticas y a su profundización en la medida de lo posible.
No nos extenderemos a estos respectos. Los economistas contestatarios y quienes luchan en particular contra la deuda abusiva y su pago se encargarán del análisis en profundidad.
Las respuestas desde abajo
Ahora la palabra debe pasar a las bases. Las que tienen cada vez menos confianza en las cúpulas sindicales. Es la hora de mover el avispero en los lugares de trabajo: Asambleas, protestas públicas, esfuerzos para que delegados y comisiones internas conciliadores sean reemplazados por representantes auténticos y combativos, con la democracia sindical como consigna.
También es un desafío extender la conciencia acerca de que los paros se agotan en sí mismos si no tienen correlato en planes de lucha orgánicos y protestas en el espacio público.
Es el momento de decir que no a la “paz social” digitada desde arriba. Se requiere enfrentar esa tesitura y denunciarla. Que las agachadas no les salgan gratis y que la acción sindical se encauce hacia la combatividad.
Se trata asimismo de ir en procura de los sectores de trabajadores que no se hallan organizados o que lo estén en proporción muy insuficiente
Un camino fundamental es el de la articulación con otros ámbitos que tienen abultados motivos de protesta. Los que poco a poco tienden a rebasar la dinámica sectorial y albergan un creciente potencial para tomar parte en amplias instancias de unidad.
El ejemplo más reciente es todo el movimiento congregado alrededor de los jubilados. La larga batalla en soledad pero con unidad creciente dio ya un salto cualitativo el pasado 12 de marzo, al sostener una batalla callejera que ni el gobierno se esperaba.
Otro sector con una gran perspectiva es todo el campo ligado a las universidades y más allá. Estudiantes, docentes, científicos, trabajadores de la cultura. Las grandes movilizaciones del año pasado merecen revitalizarse y hay condiciones de sobra para hacerlo.
Los trabajadores de la economía popular pueden superar los golpes recibidos y elevar la resistencia con espíritu de contraofensiva
El movimiento de mujeres, hoy atacado por el movimiento reaccionario frente a la perspectiva de género en todos sus aspectos tiene un lugar enorme e indispensable para ocupar. El transfeminismo de perspectiva no “progre” sino de clase es un componente fundamental de la resistencia con espíritu de contraofensiva
El colectivo LGBTQ+ demostró todo lo que puede hacer en la multitudinaria manifestación del 1 de febrero. Luchas más generales los esperan. Ellas y ellos saben bien cuanto le deben a romper las tendencias al aislamiento y a la disposición a no regresar jamás a ningún placard.
Todos ellos tienen algo propio que decir y mucho en común con los diversos sectores de trabajadores y pobres. También deberían sumarse ámbitos menos “tradicionales”: Asambleas barriales, clubes, organizaciones de migrantes, agrupaciones de profesionales. Y a no olvidarse de las movidas orquestadas alrededor del rock.
El papel del movimiento obrero y el conjunto de trabajadores es esencial. El acompañamiento diverso y masivo también.
———-
Amplitud y unidad son hoy instancias clave. El sostén es la elevada disposición a que el grado de movilización actual sea sólo el comienzo de una lucha creciente y de largo aliento. Tal que tuerza la voluntad avasalladora del gobierno y la trueque en una derrota de consideración de los personeros del gran capital.
No es sólo lucha reivindicativa, no se puede remitir sólo al movimiento de protesta. Es lucha de clases contra el capitalismo con el horizonte de supresión de la desigualdad y la explotación.
Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/04/12/paro-y-movilizacion/