Códigos de guerra. Por Guillero Cieza.

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Los legisladores que apoyaron el veto para quitar el aumento a los jubilados fueron homenajeados por el presidente con un asado. Los jubilados y jubiladas que volvieron a protestar en las calles de Buenos Aires, recibieron otra ración de gases y de palos. Las decisiones políticas del gobierno tienen un fuerte contenido pedagógico: honores a los que traicionan y represión a los que resisten. El gobierno aplica códigos de guerra abierta, donde las intenciones no se disimulan.

El peor error que puede cometer una persona que vive en un escenario bélico es no enterarse de que está en guerra.

Hay miles de argumentos que explican que pegarle a los jubilados no junta votos, que definanciar la educación pública puede ser contraproducente, que es un error asediar a los gobernadores y que hacer alarde de la compra de legisladores para ratificar un veto es políticamente incorrecto. Pero para evitar una guerra, no basta con que una parte presente argumentos convincentes o intente ser racional. Y para desencadenarla alcanza con que una parte esté decidida a iniciar las hostilidades.

Por ahora, Milei ha sorprendido a sus adversarios.

Los gordos de la CGT, por ejemplo supusieron que ceder en las reformas laborales, les permitirían salvaguardar las cajas sindicales, que es lo que más atesoran. Pero es cuestión de tiempo. Para el gobierno la cajas son una concesión inútil a una casta parasitaria, va a ir por ellas.

Los gobernadores, contribuyeron a que se aprobara la Ley Bases, pero el reparto de las rentas nacionales no los contempla. El manejo de las vías navegables Paraguay, Paraná quedarán a cargo del narcotráfico y de la DEA, las regalías mineras y petroleras se las llevarán las multinacionales, el complejo sojero exportador continuará como una aspiradora de recursos en manos de un puñado de empresas que se encargarán de sembrar (pooles de siembra), industrializar (biocombustibles, aceite y harina de soja) y exportar.

Los políticos que se ilusionaron con esquemas de alternancia, o una menor concentración de los beneficios dentro de los límites de la casta, advierten que la fuerza política gobernante aspira a deglutirse al PRO, terminar de destruir a los radicales y barrer con los chantajistas de las minorías colaborativas. Si el gobierno llega en pie a las parlamentarias del 2025, las listas las va a confeccionar Karina Milei.

Por el lado de quienes ya están siendo víctimas directas, pero todavía no se enteraron, sigue estando presente una buena dosis de lo que Alfredo Grande denomina el alucinatorio político y social. Hay una buena parte de la sociedad, particularmente los más jóvenes, que está convencida que siguiendo las pautas y tips que le brinda el algoritmo diseñado por las grandes plataformas de comunicación masiva, van a estar informados y van a acertar en sus decisiones políticas. Peor aún, que aunque se evadan de sus responsabilidades de construir el futuro, alguien va a ocuparse de defender sus intereses y su porvenir. De alguna manera, se sienten protegidos por un Gran Padre, que les va a asegurar un futuro confortable.

Una sociedad donde están quebrados los lazos intergeneracionales, y donde el pensamiento crítico se ha convertido en una pieza arqueológica, es funcional al desarrollo de esta guerra no declarada pero existente.

Como ocurrió con la última dictadura, los soldados de Milei nos bombardean con propaganda, ahora trolls, boots y otros proyectiles, nos dicen todos los días que: la solidaridad es una expresión decadente; que luchar no vale la pena; que la justicia social es aberrante y violenta; que quien defiende intereses colectivos es un fracasado social; que vivimos en un país de mierda; que entre el Estado y la mafia es preferible la mafia, y que la frase “donde hay una necesidad, hay un derecho” es una atrocidad.

La combinación de los que se niegan a informarse con autonomía de los menús programados por las multinacionales y el bombardeo sistemático de basura cultural e informativa, son una combinación mortal. En ese escenario el gobierno recluta voluntades y votos.

Lo que juega en contra de la propaganda bélica, es la realidad. La evidencia de que algo funciona mal, se advierte cuando se paga un precio exhorbitante por el transporte público, cuando llega una factura de luz o de gas, o se va a la feria y el supermercado y se padece que los precios se siguen remarcando a un ritmo mayor que el de la suba de salarios o jubilaciones. Por el momento. estos quiebres entre la realidad y el discurso aprendido, han provocado mayoritariamente un estado de estupor. Para muchas personas resulta humillante aceptar que otra vez, han sido estafadxs.

He escuchado argumentos insólitos, para justificar esa decepción. Por ejemplo: Al final tenés que llegar a la conclusión que este tipo es un pelotudo. ¿Cómo se va a meter con la Yuyito Gonzalez?.

No he tratado de corregirlos, en la guerra solo hay dos trincheras. Con tropas escasas no es conveniente ponerse muy selectivo.

La presencia de las y los jubilados todos los miércoles frente al Congreso, está adquiriendo un carácter simbólico. Los viejos y las viejas siempre fueron muy importantes en las sociedades originarias tanto americanas como africanas o asiáticas. El capitalismo ha reducido a lxs viejxs a la condición de pasivos. Desde su lógica: No producen, son una carga y su palabra no tiene valor.

Sobreponerse al mandato de quedarse en la casa cuidando a los nietos, terminar recluídxs en un geriátrico, para cargar sobre sus hombros con toda la dignidad de un pueblo, es un hecho subversivo.

Nuestro pueblo siempre ha tenido vanguardias. En algún momento fueron los obreros industriales, en otro los estudiantes. Fueron vanguardia las Madres y las y los piqueteros. También las mujeres y disidencias. Hoy quienes han tomado la posta para ir al frente son lxs jubiladxs.

Estos tiempos son diferentes a los que vivimos en los últimos 40 años. Del otro lado hay una fuerza política que está en guerra. Y un presidente que se referencia en el colonialismo israelí que está masacrando al pueblo palestino. Quienes gobiernan han demostrado que no les tiembla la mano cuando están frente a personas de 70 años o más. Disfrutan golpeando a los jubilados y hasta festejan que le robaron una parte de sus magros ingresos. Pueden ir más lejos.

Para enfrentar este gobierno que aplica códigos de guerra contra todos aquellos que considera un obstáculo para su política, hará falta algo más que el ejemplo de lxs jubiladxs. La historia dirá si se sumarán nuevas fuerzas sociales y si la militancia con vocación transformadora estará a la altura de las circunstancias.

Fuente: https://tramas.ar/2024/09/19/premios-y-castigos/


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