Recetas europeas. Por Guillermo Cieza.

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El viejo problema del pensamiento eurocéntrico es su pretensión de universalismo. Siguen pensando que son el ombligo del mundo. Y desde allí nos bajan línea.

En un articulo publicado recientemente por la revista Jacobin, con el título “La crisis subjetiva de la clase trabajadora”, Henrique Canary plantea algunas tesis inquietantes: “Estamos entrando en una fase histórica en la que las acciones del neofascismo y su disputa con la izquierda son la nueva normalidad”. “El objetivo inmediato de los revolucionarios no debe ser intentar sustituir al capitalismo en una revolución antifascista que se convierta inmediatamente en anticapitalista, sino avanzar todo lo posible en la autorganización, la conciencia, la solidaridad y la voluntad de lucha”. Al hacer referencia a la actualidad del capitalismo, no olvida mencionar la crisis económica de 2008, ni “el colapso financiero derivado de la pirámide subprime de los bancos estadounidenses“, pero en todo el artículo no se menciona la palabra “saqueo” o “acumulación por desposesión”

La primera observación es que resulta difícil aceptar que la crisis de los bancos expliquen la expansión del colonialismo o israelí, los movimientos independentistas del Sahel africano, las sanciones económicas a Venezuela o Irán, y la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Repasando el contexto mundial, el artículo de Canary menciona la situación en Estados Unidos, a la Primavera Arabe, y a los gobiernos progresistas fallidos de América Latina. Pero la referencia central de su propuesta es “el lento declive de la Unión Europea, sumado a la crisis migratoria, que ha favorecido el ascenso del neofascismo europeo, que continúa sus esfuerzos por hacerse con el control del continente después de casi ochenta años”.

No hay una sola referencia a China, a Eurasia, a los procesos políticos en Africa Central, y por supuesto tampoco a Cuba, Venezuela, Honduras, México, etc. Alarmado por el retroceso en la conciencia de las clases trabajadoras escribe: “La crisis subjetiva es tan grande que no solo se cuestionan las ideas del socialismo, sino incluso las ideas de la Ilustración: la razón, la dignidad humana, la ciencia, la cultura”.

¡Se jodieron los obreros del mundo, se olvidaron de la revolución francesa! Si se hubieran olvidado o todavía recuerdan, las guerras independentistas, el buen vivir, las valiosas herencias culturales chinas o africanas, no tiene importancia.

Los fallidos de la izquierda eurocéntrica

El viejo problema del pensamiento eurocéntrico es su pretensión de universalismo. Siguen pensando que son el ombligo del mundo. Y desde allí nos bajan línea.

De pronto, construyen un acierto, como ha sin duda el Nuevo Frente Popular, la alianza antifascista creado en Francia para enfrentar a Macrón y a Le Pen, y enseguida empiezan a dar recetas.

Debemos tener memoria. Al pensamiento de la izquierda europea le debemos en el último siglo tesis tan “brillantes”, como:

– la lucha de clases no contiene el antimperialismo. En consecuencia es tan repudiable el nacionalismo popular argelino, portorriqueño, palestino, venezolano, cubano o argentino como el alemán o frances.

– Para proponer el socialismo deben desarrollarse a pleno las fuerzas productivas de un país, por lo tanto las revoluciones deben hacerse por etapas.

– Se pueden hacer revoluciones sin tomar el poder.

– Los movimientos revolucionarios clasistas del pasado serán reemplazadas por movimientos identitarios.

– Lo que existe en el mundo es la dictadura del consenso de los saqueadores y de los exportadores de commodities. No hay más luchas nacionales, solo locales e internacionales.

El pensamiento eurocéntrico de izquierda no puede hacerse cargo de la cuestión de la colonialidad y del antimperialismo, porque lo remonta a su propia pasado imperial. Bate los parches con la revolución francesa, pero no quiere hacerse cargo que cuando los negros y negras haitianos se declararon libres, iguales e independientes, Napoleón les mando una poderosa escuadra para someterlos. De alguna manera la situación de la izquierda europea denunciada por el magnífico prólogo de Jean Paul Sartre al libro de Fanon “Los condenados de la Tierra”, se ha mantenido. Asi es que Canary refiriéndose a sectores de la izquierda ucraniana reivindicará que: “luchó en la plaza Maidán en enero de 2014, pero fue masacrada al grito de «Slava Ukraini» y acabó quemándose en el incendio de la Casa de los Sindicatos de Odessa en mayo del mismo año”. Olvida decir que las protestas de “El Maidan” fueron parte de un golpe de Estado financiado por la CIA, dirigido por la embajada de Estados Unidos y sustentado por los nazis del batallon Azov, que tuvo como objetivo destituir a un gobierno elegido constitucionalmente que se oponía a ingresar a la Unión Europea. No podía tener otro resultado.

Esto es casi lo mismo que decir: “Participamos de la insurrección en Venezuela dirigida por la embajada de Estados Unidos y comandada por María Corina Machado. Gracias nuestro accionar conseguimos que recuperar “la democracia” aunque nuestro petroleo y el país quedaron en manos de Estados Unidos”. La valoración de la democracia formal y representativa como contracara del fascismo, facilitan los acuerdos con las socialdemocracias que son parte de la OTAN y combaten a los gobiernos “autoritarios”, que defienden los bienes naturales de sus países.

En distintos momentos de la historia, buena parte de nuestra izquierda se enamoró de esas tesis eurocéntricas y siendo parte de un mundo que funciona a contramano de esas ideas, los resultados están a la vista: no acumularon poder y por el contrario dilapidaron el prestigio obtenido en base al esfuerzo militante y su firme negativa a traicionar a los trabajadores.

¿Un frente antifascista en la Argentina?

El traslado de esta nueva tesis de los frentes antifascistas a nuestras tierras, sugiere la necesidad de una alianza entre las fuerzas troskistas y el peronismo, para enfrentar al fascismo de Milei.

La primera observación es que el protofascismo de Milei en nada se parece al europeo o estadounidense. Milei sale al mundo a regalar el litio, Vaca Muerta, las riquezas del mar argentino, las reservas mineras, y los suelos aptos para agricultura, mientras los fascismos de las potencias occidentales proponen medidas proteccionistas y defender las industrias locales de las politicas globalistas.

También hay que decir que ni el peronismo es la socialdemocracia, ni que el troskismo argentino se parece a otros que andan por el mundo.

El peronismo no es la socialdemocracia europea, ni el Partido de los Trabajadores de Brasil, que más allá de sus claudicaciones mantienen alguna coherencia en el reformismo. En tres décadas el peronismo albergó la experiencia neoliberal de Menem, la nacional desarrollista de los Kirchner, y la social liberal de Alberto Fernández. Más allá de la existencia de algunos núcleos progresistas en la Provincia de Buenos Aires, Caba y algunas grandes ciudades del interior, lo más dominante de su estructura política parece haber seguido la deriva del radicalismo. Se ha a convertido en una asociación laxa de partidos y oligarquías provinciales, o municipales, cuya única bandera es mantener la cercanía con el Estado. De hecho, alguno de sus gobernadores han apoyado propuestas legislativas de Milei que, supuestamente, están en las antípodas de su pensamiento político.

Por el lado del troskismo argentino, no se parece a las versiones degradas de esa corriente como los que siguen reivindicando haber participado en la movilización previa al golpe contra Evo Morales, o los que han coincidido frecuentemente con la derecha venezolana. El trotskismo argentino ha construido una alianza electoral con presencia en todo el país, con un bloque de diputados nacionales y una buena referencia política mediática como es la de Myriam Bregman y un conocido dirigente territorial como es Eduardo Belliboni. Puede criticarse al trotskismo argentino por tener un techo bajo y dificultades para hacer política más allá de la izquierda, pero en la actualidad nacional es una fuerza previsible, lo que no es poco. Un legislador del FIT no vota a la derecha.

Por fuera de la izquierda trotskista hay una izquierda independiente que es votante del FIT en primera vuelta y que tiene inserción sindical y en los movimientos territoriales. Existe allí una mayor preocupación por disputar poder político pero, desde hace años, es más una promesa que una realidad. Podría jugar un papel relevante en una nueva propuesta unitaria. Hay que ver si se anima y es capaz de dotar de fuerza a sus razones.

Lo propuesto por esta nueva tesis de frente antifascista de unidad del peronismo y la izquierda para enfrentar a Milei, no es una novedad. Buena parte de la militancia de izquierda, incluidos sellos partidarios como el Partido Comunista, El PCR, Nuevo Encuentro, Unidad Popular, Frente Grande, Partido piquetero, etc., han sido parte de la alianza política que gobernó conducida por el Partido Justicialista. Sumándose a una amplia alianza para enfrentar a la derecha esa izquierda militó y votó lista completa, a Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa. Los resultados han sido decepcionantes, no solo porque dos de esos candidatos perdieron con la derecha, sino porque Scioli se pasó a las huestes de Milei, Massa trabaja actualmente para los fondos buitres, y Fernández fue un mal gobernante que está actualmente enredado en escándalos de su vida personal, muy vergonzosos.

El peronismo vive una crisis de identidad que arrastra desde el regreso de la democracia y seguramente hay sectores del movimiento que serán partes imprescindibles de un frente político que pueda enfrentar la avanzada sobre la soberanía nacional, el desmantelamiento de la protección estatal a los más vulnerables, el ajuste a lxs trabajadores y jubiladxs, el industricidio y las políticas de saqueo. Pero resulta ilusorio que, como ocurrió en otros períodos históricos el Partido Justicialista sea el factor aglutinador, o juegue un papel parecido al del PT de Brasil, el Morena de México o el Partido Libre de Honduras. El hecho que más de la mitad de los argentinos lo hayan votado a Milei, expresa no solo cambios en las pautas culturales de la sociedad, sino también un rechazo al liderazgo histórico del peronismo como “defensor de los pobres”.

Salir del atolladero de la automarginación de la izquierda clásica y de las oscilaciones de la militancia peronista que no reniega de banderas históricas, exigirá mucha imaginación y audacia política.

Las respuestas no se encontrarán al margen de un contexto mundial caracterizado por una fuerte disputa de los recursos naturales finitos (que no alcanzan para todos con este modelo de crecimiento) por parte de las potencias hegemónicas, que adquiere las dimensiones de una guerra no declarada y que se desarrolla en los estados nacionales que son víctimas del saqueo y de la acumulación por desposesión. Hoy, en países como el nuestro, la contradicción principal no es democracia o fascismo, sino soberanía o apropiación de los bienes naturales y de los frutos del trabajo. Las formas políticas que asumen las estrategias de apropiación dependen de la resistencia popular y de la construcción de una alternativa soberana. En algunos países bastará con utilizar como arietes a la justicia y al control de medios de difusión, incluidas redes sociales. En otro, se apelará a bloqueos y sanciones diplomáticas, sino cejan en su resistencia serán bombardeados.

Para quienes nos preocupamos por no renunciar al anticapitalismo, resulta evidente que en países como el nuestro, la reivindicación de nuestra soberanía no es ajena a la lucha de clases. Solo nuestra clase trabajadora en un sentido amplio y las clases expoliadas, están dispuestas a defender nuestros bienes naturales, nuestras conquistas sociales y nuestros salarios. Aquí no hay revolución por etapas. En palabras de Chávez: No hay Patria sin Socialismo. Y como pensaban San Martín y Bolívar no hay revolución posible si no se puede extender a otros países del continente.

Pensar un cambio revolucionario, exige en primer lugar pensar colectivamente, con cabeza propia y los pies en la tierra. Con los ojos muy puestos en nuestro continente, en Nuestramérica.

Europa, subordinada como nunca a la política estadounidense, perdiendo posesiones coloniales en Africa, envuelta en una crisis donde el fascismo se extiende en sus bases obreras, y el identitarismo fragmenta cualquier resistencia, poco puede enseñarnos en estos tiempos.

Fuente: https://tramas.ar/2024/09/11/recetas-europeas/


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