Gas pimienta, pobreza, esperanza. Por Daniel Campione.

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En la última semana y después de las derrotas legislativas de la anterior el gobierno nacional sostiene las políticas regresivas ante la deserción de parte de las oposiciones.

Jubilados, jubiladas, universidad.

En estos días hemos asistido a la represión a jubiladas y jubilados y al avance inexorable del veto total.  La caída del aumento del 8% será la consecuencia más tangible para los bolsillos de quienes cobran haberes previsionales. El gobierno se negó a dejar en pie el incremento y veta todo.

Juega fuerte para que no se junten los dos tercios de los votos en ambas cámaras, requeridos para la “insistencia” del poder legislativo en la sanción que vetó el poder ejecutivo.

Un posible toque de atención para la gestión actual es que la defensa de lxs jubiladxs frente al despojo y el empobrecimiento tiene consenso social nada desdeñable. La consolidación de la caída de sus ingresos y el apaleamiento por parte de fuerzas represivas no son nada simpáticos para la mayoría de la población.

En eso se emparenta con el sostenimiento de las universidades contra el ajuste preupuestario y la licuación de los salarios docentes. Con esa causa se ganó las calles una vez, en el mes de abril y puede volver a ocurrir. La reiteración de medidas de fuerza del gremialismo universitario apunta a constituirse en un apronte para nuevas demostraciones en el espacio público.

Ya habrá quien piense y actúe para hermanar ambas causas. La demostrada capacidad de movilización en defensa de las instituciones educativas puede a su vez arropar a la causa de la mal llamada “clase pasiva”, que tiene tantas razones para que la ocupación del espacio público le resulte dificultosa.

La quita de subsidios y los aumentos en transporte y servicios son otra línea de ataque al nivel de vida popular que podría resentir la paciencia que amplios sectores sociales parece que aún mantienen. Llegar al trabajo, o la calefacción en el duro invierno, se convierten en penosas odiseas.

La palabra de Cristina.

Mientras tanto el gobierno avanzó para contrarrestar el rechazo del decreto sobre los fondos reservados de la SIDE.

Entretanto la intervención pública de CFK sobre flirteos de peronistas con Victoria Villarruel, desautorizó las manifestaciones amistosas de algunas figuras hacia la actual vicepresidenta. Entre los peronistas “villarruelistas” destacan figuras como el presidente del bloque de Unión por la Patria en el senado, José Mayans y el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno.

Además de lo que puede haber de cuestión de principios, la ex vicepresidenta se protege frente a los entusiastas que pretenden un giro hacia la derecha como vía de reconstrucción para el peronismo, unida al desplazamiento de Cristina. Y sin quererlo trasmitió la imagen de que Unión por la Patria se halla sumida en reyertas ajenas a los acuciantes problemas populares.

Ay Mauricio¡

Por su parte Mauricio Macri juega entre el alineamiento directo con el gobierno que mantuvo vigente hasta ahora y la formulación de exigencias para mantener ese apoyo. Como a lo largo de toda su vida, el expresidente aparece más preocupado por negocios y espacios de poder que por objetivos políticos con algún vínculo con las necesidades de la ciudadanía. El oficialismo se lo echa en cara.

El expresidente pretende si no eliminar al menos disminuir el influjo de la “mesa chica” mileísta, a la que percibe como una traba para sus nada generosas ambiciones. Ya todo el mundo comenta que la “hidrovía” y ciertos asuntos energéticos se encuentran en la mira de quien fuera presidente entre 2015 y 2019.

Siguen las disquisiciones mediáticas acerca del ahora llamado “triángulo de hierro” integrado por los hermanos Milei y Santiago Caputo. El presidente amaga ampliarlo al jefe de gabinete, el presidente de la cámara de diputados, la ministra de seguridad y algún otro dirigente. Buscaría más vías de negociación y cierto ordenamiento del frente interno.

El mismo frente que se halla ajado por las poco sustantivas pero sí espectaculares riñas tanto entre los diputados como en la cámara de senadores.  Entre esas disidencias la única con cierta sustancia es la del senador Francisco Paoltroni, expulsado del bloque “libertario”. Se opone al apoyo presidencial al juez Ariel Lijo para integrante de la Corte Suprema de Justicia.

Los que quieren ser jueces.

En torno a las postulaciones a la Corte hubo audiencias en el Congreso, que no dieron resultados apreciables. Hostigamientos más o menos fútiles a ambos candidatos prevalecieron sobre las preguntas agudas y los cuestionamientos más fundamentados. Quedaron en veremos.

 En este campo la negociación, con Unión por la Patria en un papel principal, se convierte en un rompecabezas. Entran a tallar la posibilidad de ampliación del número de miembros del alto tribunal, el nombramiento del procurador general de la nación después de años de vacancia, la cobertura de las vacantes en juzgados federales.

También juega la perspectiva de diferenciación entre el juez Lijo, siempre sospechado de corrupto y sin vuelo jurídico y Manuel García Mansilla. A este último los grandes diarios y otros ámbitos conservadores se apresuran a clasificarlo como “prestigioso catedrático”, “jurista intachable” y loas semejantes.

No hay que descuidar que el profesor de la Universidad Austral no sólo es un neto conservador en temas como el aborto legal sino un abogado de grandes empresas. Incluso es directivo de instituciones ligadas al sector clave del petróleo y el gas.

Es palpable que el establishment quiere “hacer la corte” con un magistrado tan “amigo” como Carlos Rosenkrantz, otro letrado de grandes empresas y corporaciones.

Las políticas proempresariales y cómo siguen.

Más o menos negociadas; conversadas con Mauricio Macri, o del todo unilaterales, las decisiones del presidente Javier Milei tienen una dirección unívoca. Si se excluye el incremento en la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar es harto difícil encontrar alguna medida gubernamental que sostenga los ingresos populares.

En el mediano plazo el gobierno se juega al extractivismo y en particular al petróleo, el gas y la minería. Lo lleva al optimismo, entre otros factores, el acentuado crecimiento de la producción de la cuenca de Vaca Muerta. Alienta un “buen clima de negocios” en ese rubro y gana el apoyo de los grandes grupos económicos con intereses petroleros, como Pan American Energy, Techint, Pampa Energía y Eurnekian.

No es casual que más allá de algunas críticas, hombres como Paolo Rocca, Marcos Bulgheroni y Marcelo Mindlin sean parte de las insignias de La Libertad Avanza (LLA) entre el gran empresariado.

¿Qué hay enfrente?

La única fuerza de mayorías en una postura de franca oposición, el kirchnerismo se retuerce sin saber bien qué hacer. Está claro que no comulga con una “salida institucional” del tipo del juicio político, que sólo promete reemplazos ominosos (¿Villarruel, Miguel Ángel Pichetto, alguna figura escogida por Mauricio Macri?) para las clases populares.

Lo más serio es que el Partido Justicialista y sus aliados tampoco tienen respuesta en el campo de la apelación a “las bases” y a la movilización popular. A sectores como “La Cámpora” se les notan todavía las dificultades para operar desde fuera del poder ejecutivo y la administración pública nacional.

Y con el pretexto de la “orfandad política” que proviene del Partido Justicialista y aledaños tampoco están tomando acciones claras y persistentes la Confederación General del Trabajo y las organizaciones sociales más próximas al peronismo.

Cabe citar palabras al respecto de Ricardo Aronskind, insospechable de antikirchnerismo, en el portal El cohete a la luna de este domingo:

“Desamparo es también que los partidos, organizaciones, sindicatos, instituciones y corrientes diversas que componen el vasto entramado de la representación de lo popular, no logren articular respuestas significativas que puedan canalizar la penuria popular, frenar el despojo al que son sometidas las mayorías y marcar una perspectiva política esperanzadora. En principio, sería muy valioso comenzar a transmitirle a tanta gente la sensación de que ‘no estás solo, somos muchos’”.

La conclusión es forzada, sin ser ninguna novedad: Las clases agredidas desde el gobierno y el aparato estatal no tienen instancias institucionales en las cuales confiar. Sólo la presión desde abajo y la vocación de un accionar independiente moverán a conducciones a las que sólo la amenaza de perder primacía puede poner en acción.

Que el empobrecimiento sea marcado y doloroso produce enojo, seguro. Pero lo acompaña el desconcierto y hasta la parálisis si no se alzan voces coherentes dispuestas a jugarse en la organización y la mayor toma de conciencia colectiva.

Voces como las que salieron a condenar de modo tajante las tremebundas declaraciones de la vicepresidenta y del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Los rechazos a la reivindicación del terrorismo estatal y el repudio a la denigración de cualquier política de género, son muy necesarios, por cierto.

Es indispensable que no sólo la denuncia sino el señalamiento de otro camino forme parte asimismo de los movimientos de los opositores profundos y sinceros a las políticas en curso.

Daniel Campione en Facebook.

@DanielCampione5 en X.

Fuente: https://tramas.ar/2024/09/01/gas-lacrimogeno-empobrecimiento-esperanza/


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