Parlamento y participación popular en Cuba. Voces en lucha conversa con Llanisca Lugo.

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La Tizza comparte la transcripción de la Semilla audiovisual de la entrevista realizada por Voces en lucha a Llanisca Lugo, educadora popular y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.

Te defines como educadora popular, una educadora popular que llega a ser diputada, ¿cómo es eso?

En realidad, la educación popular es un proceso de formación — consciente, organizada— que nos proponemos colectivamente, de la que tú te haces cargo, pero sin el conjunto, sin tu equipo, sin tus compañeros, no puedes enfrentar. Eso tiene mucho en común con la tarea nueva de ser diputada, que tiene también que ver, entiendo yo, con colocar nuestra visión de la educación popular, de las comunidades y de la necesidad de construir desde abajo un poder del pueblo en la Asamblea Nacional. Tienen en común la educación popular y el rol de diputada que sin los demás, sin la gente que te acompañe y que tú acompañas, no se pueden hacer bien ninguna de las dos cosas.

O sea, no es una tarea de ningún modo individual, no es una tarea que puedas enfrentar sola. Es una tarea que necesita confiar mucho en la gente, aprender constantemente de la gente con ese compromiso de la sinceridad y de la verdad de acompañar los desafíos cotidianos. Y yo estoy en una etapa de aprender también, de aprender qué significa, sobre todo entendiendo el ejercicio de la Asamblea Nacional muy anclado al territorio.

Se trata de poner en el centro el trabajo territorial, el desarrollo de los municipios, el trabajo comunitario: es el territorio privilegiado donde podemos realmente generar las principales transformaciones, donde se puede tejer la movilización popular.

Entiendo, como diputada, que también debería ser el territorio mi principal función, aunque, por supuesto que en el Parlamento hay tareas legislativas que tendrían que profundizar el socialismo que queremos en el país, eso tiene que verificarse, contrastarse y darse realmente testimonio en el territorio. Hay que estar vinculado a los problemas del territorio, saber bien cuáles son las potencialidades del territorio, comprender realmente la fuerza y no hacer parte de los procesos que victimizan o que son generalmente problemas agudizados en el territorio. Estos últimos, aunque tienen que ser parte de los dramas, tú tienes que ser capaz de encontrar las fuerzas y las potencias de la gente organizada.

Todo lo anterior es muy coherente con la educación popular. Nosotros tenemos hoy la oportunidad de tener ese espacio también para la influencia política que queremos ejercer en el país. Y como eso lo siento yo: como una tarea, una tarea más que es coherente con todo lo que hace nuestro Centro, con todo lo que hacemos desde el Martín Luther King para que en Cuba tengamos una sociedad con cada vez más justicia.

Estamos hablando del Poder Popular. ¿Cómo funciona en Cuba la Asamblea Nacional del Poder Popular o el Parlamento, como se conocería en otros países?

Fíjate que eso es algo que yo estoy casi segura que la gente no conoce mucho: cómo funciona el Parlamento; porque el sistema político cubano es diferente y nuestro propio pueblo a veces, aunque siguen las sesiones por televisión, no conoce toda la lógica de funcionamiento del Parlamento. Falta todavía que tengamos una comunicación más amplia.

La Asamblea, más allá de las sesiones ordinarias aprobadas en la Constitución, que son dos en el año, tiene sesiones extraordinarias que complementan estas, pero entre sesión y sesión las comisiones permanentes de trabajo tienen una ardua tarea de fiscalización, de rendición de cuentas de las entidades administrativas, a los ministerios que rinden cuentas en las sesiones siguientes. Hay compañeros y compañeras que trabajan de manera sostenida en las tareas de fiscalización y de ejercicio del control popular desde las comisiones permanentes, pero también hay un llamado del país — yo creo que es fundamental que demos este vuelco — a que los diputados y diputadas como Asamblea Nacional estén presentes en los territorios y en las Asambleas Municipales del Poder Popular, que es el órgano de ejercicio del soberano en el territorio, es el espacio donde realmente se deberían encarnar las políticas del país con protagonismo de la gente, con esos delegados que hacen parte de esa Asamblea Municipal.Ello significa creer más en las posibilidades de la Asamblea Municipal del Poder Popular y es parte esencial de una legislatura que está intentando que el control popular sea el centro de la gestión del gobierno.

Eso no quiere decir que esté anclado solo a quejas, a reclamos o a decir que un problema tiene 20 años en solución.

Eso quiere decir que hay que confiar en que cuando la gente se organiza ―y hay que confiar en esto realmente― sus potencialidades de transformación son infinitas. Pero la gente no se organiza bajo una lógica única, bajo un llamado único, para una agenda única, ni centralizada: la gente se organiza cuando sus necesidades, sus deseos, sus anhelos están siendo móviles de organización.

Tú tienes que ser capaz de poner en diálogo esas esencias de la gente que son inmediatas, que son urgentes con su potencia, si no, la gente entiende que participar es decir lo que piensas: eso no es participar.

No es decir lo que tú piensas, ni es acudir a la entidad que es el gobierno municipal ni es acudir al comité municipal del Partido para decirle lo que no está funcionando. Eso es una parte muy pequeña y limitada de lo que significaría el ejercicio de la participación popular.

Tiene que haber un plan de soberanía alimentaria en el territorio, una estrategia de desarrollo territorial, planes para el adelanto de la mujer. ¿Cómo eso encarna en la gente que tiene en el territorio problemas vinculados a todas estas cosas? Porque esto existe, porque hay problemas en el territorio que vemos muy claros: o sea, no se producen alimentos — por tanto, la soberanía significa que podamos, de verdad, evitar importar la mayoría de los alimentos que consume este país — . Asimismo,

hay problemas en relación con algunos retrocesos en cosas que logramos en términos de derechos de las mujeres: eso se traduce en pensar en cómo vamos a organizarnos como sociedad para que no haya violencia contra la mujer en Cuba.

A nivel territorial tiene que haber esa discusión, no anclada estrictamente a que tú conozcas las leyes que son instrumentos legales que nos favorecen, que nos apoyan, pero no necesariamente mirando todo el tiempo la ley, sino los valores de justicia que la Revolución construyó y, con ese sentido de lo que es justo, con ese bien común que tenemos bastante instalado como sociedad, intentar fortalecer ese camino.

Para mí, se trata de que el municipio realmente se crea ―con la autonomía que está consagrada en la Constitución que queremos regular también en ley — como el espacio donde puede generarse toda esa estrategia de desarrollo territorial, con los recursos del municipio, con las empresas del territorio, con las fuerzas populares organizadas del territorio. Necesitamos descentralizar este tipo de lógicas de funcionamiento de la sociedad — descentralizarlas no quiere decir que estén caóticamente organizadas, sino descentralizarlas con responsabilidad colectiva—. Creo que eso es muy importante y estamos en un camino que necesita todavía vencer muchas trabas; porque hay propuestas, hay políticas, pero luego hay montones de resistencias, hay montones de años aprendidos de que las cosas son de una manera y no pueden ser de otra.

La gente no puede transformar su mentalidad de hoy para mañana porque haya una voluntad determinada, porque haya una ley nueva: no es por cumplir la ley que el ser humano cambia y somos una sociedad que tenemos que aprender. En ese camino estamos. Creo que es un momento complejo en el que todos estamos aprendiendo.

Creo que estamos aprendiendo mucho como sociedad y tenemos que aprender, por ejemplo, algunos temas que tienen que ver con que la crítica no porque sea más alta y más cruel es más profunda.

La crítica hay que hacerla, el conflicto tiene que emerger en el terreno de la política porque si no es un conflicto que va a emerger en otras zonas que no le hacen bien a la profundización del socialismo. Sin conflictividad en la política, sin gente organizada, impugnando, poniendo agenda, presionando para que realmente se transforme la realidad, no lograremos profundizar el socialismo en Cuba. Son cosas que tenemos que aprender. De poco nos sirve tener un teatro de aparente debate.

El debate es muy importante, pero necesitamos que ese debate tenga expresiones claras en la política. Necesitamos buscar en la política cómo se amplían los espacios vinculantes donde el ejercicio del poder popular tenga un impacto real luego que la gente tenga una asamblea, o que la gente se reúna, o que la gente tenga un tallercito, o la gente diga lo que piensa. Esto es un desafío importante: organizar, ampliar esas zonas donde hay una influencia real en la política de la gente organizada en el territorio, a cualquier nivel en el país.

Fuente: https://medium.com/la-tiza/parlamento-y-participaci%C3%B3n-popular-en-cuba-b9352219e616


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