Introducción
Luego de la Segunda Guerra Mundial, y entre 1945 y 1975, parecía que el capitalismo había logrado sortear todos los escollos y que era capaz de multiplicar panes y peces por arte de magia. Se aludió a los treinta gloriosos, en que, junto al objetivo de la ganancia, la lucha obrera y popular arrancó mejoras de ingresos y condiciones de trabajo y de vida de la población trabajadora. Esa lucha de clases en todo el mundo y la bipolaridad construida entre 1945 y 1991 establecían los límites a la impunidad del proyecto del capital. En ese marco, la realidad y la ley del valor enunciada por Marx puso de manifiesto la dinámica recurrente de las crisis del capital, con tendencia a la baja de la tasa de ganancia en los años 60/70 del siglo XX y una respuesta de ofensiva capitalista acelerada con la caída del “socialismo real” en Europa del este y la avanzada liberalizadora hasta la crisis del 2007/09 que perdura en nuestro tiempo.
La configuración del sistema monetario y financiero mundial ha permitido a los capitales el control, a través de la coerción (bloqueos y “sanciones”), no solo del sistema comercial sino de pueblos enteros incluyendo la posibilidad de cambios de modos de producción. El sistema monetario y financiero acordado en Bretton Woods y luego modificado en los 70, basado en el dólar estadounidense como moneda de referencia mundial cuyo valor depende de la “confianza” en la economía estadounidense, que se concretó en una arquitectura financiera basada en el SWIFT como alcabala financiera mundial, es un aspecto que ha permitido a los capitales el dominio y control, no solo financiero sino también comercial, económico y geopolítico.
Las guerras mundiales fueron expresión de esa crisis capitalista y la destrucción que generan, se renueva en el presente con el ascenso del gasto militar y procesos bélicos que se manifiestan en Europa, en Palestina o en África, entre otros territorios en que la militarización amenaza a la humanidad en defensa del régimen del capital. Las crisis capitalistas y las guerras son parte de un mismo fenómeno con el objetivo de abrirle paso a la explotación y a la dominación capitalista. Los defensores del orden capitalista resaltan el crecimiento de la producción y de la población como un logro del capitalismo, obviando la violencia de la acumulación originaria y la cada vez mayor desigualdad con el despojo, el genocidio de pueblos originarios, la cacería de población africana y el comercio esclavo para las plantaciones en América.
Las guerras son parte de esa violencia propia del capitalismo. En rigor, la violencia se ejerce sobre la población, especialmente sobre los trabajadores y las trabajadoras; pero, también sobre los bienes comunes de la humanidad, y por eso, el capitalismo es devastación, destrucción de seres humanos y de bienes comunes. El capitalismo es desarrollo de las fuerzas productivas y al mismo tiempo es destrucción del medio ambiente, contaminación y muerte, por epidemias e influencias de químicos y productos que amenazan la vida humana y natural. Asistimos a un tiempo de exacerbación de la amenaza del capital sobre la humanidad y la naturaleza.
La lucha social, popular, le arranca derechos al régimen del capital, en tanto parte de la lógica de la lucha de clases. Por eso existen los derechos humanos en sentido integral y crece la lucha por la igualdad de género y las diversidades, contra toda forma de discriminación y racismo. Las expresiones más reaccionarias en defensa del capitalismo reniegan de estos avances y así como combaten al socialismo y toda forma de organización y proyecto anticapitalista, se pronuncian en contra de los feminismos y los ambientalismos populares.
Lo cierto es que, junto a los derechos conquistados, la iniciativa política del gran capital concentrado transnacional y el accionar de los principales Estados del capitalismo mundial, junto con los organismos internacionales, promueven la lógica liberalizadora, lo que genera un fuerte impacto regresivo sobre la sociedad y de devastación sobre la naturaleza como nunca en la historia. La inmensa capacidad productiva del mundo contemporánea podría resolver el conjunto de las necesidades sociales y asegurar la reproducción de la vida social y natural. Sin embargo, el régimen del capital lo impide por favorecer la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista.
Para abonar lo señalado, verificamos que en los últimos 60 años la población mundial se ha multiplicado por 2,5 veces. En el mismo período, la producción de alimentos se ha multiplicado por 4 y la producción industrial, estimada a través de la producción de acero, por 5. No faltan alimentos ni producción, en realidad sobran, porque los pobres y los hambrientos no generan “señales de mercado”. Por eso, acusamos al capitalismo de las insuficiencias en la satisfacción de las necesidades de la población empobrecida y explotada.
El capitalismo ha logrado desplegar capacidades inmensas en lo que va de su historia para derribar las barreras que se oponen a su desarrollo. Como escribe Marx, “todo límite se le presenta como un obstáculo a salvar” y ha sido esa capacidad de superar los límites “la gran influencia civilizadora del capital”. Esa necesidad, que anida directamente en la idea del capital, ha creado por una parte un mercado y una industria universal y por otra, “un sistema de explotación general de las propiedades naturales y humanas” (Marx, Grundrisse). En tanto, el capitalismo es una relación social contradictoria sustentada en la explotación y el saqueo, la lucha de las clases explotadas se impone como límite al capital, lo que genera iniciativas cruzadas entre las clases dominantes y las subordinadas. Más aun, en tiempos de desarrollo criminal del capitalismo, en el cual se extiende el comercio de drogas, de armas o de personas.
¿Podemos afirmar entonces que la civilización en su actual etapa capitalista ha pasado la prueba gracias a esta capacidad de transgredir los límites y desplegar enormes capacidades productivas? Por supuesto que no, crecen la explotación y el saqueo, la desigualdad, el hambre, las guerras, la esclavitud, las migraciones forzosas, el racismo y múltiples discriminaciones, la criminalidad en el tráfico de drogas, armas o personas.
I. LA EVOLUCION Y CONTRADICCIONES DEL SISTEMA CAPITALISTA
1.- En el plano del desarrollo de las fuerzas productivas, la etapa actual del capitalismo se caracteriza por transformaciones muy significativas en las formas del trabajo, en la producción y distribución del valor y en la lógica misma de la acumulación de capital. Estas transformaciones se han acelerado de manera extraordinaria en las últimas tres décadas en la forma de innovaciones tecnológicas, aunque también transformando regresivamente las relaciones sociales, la configuración social de clases y grupos sociales a nivel nacional, subnacional y mundial, así como modificando algunas bases fundamentales en materia subjetiva, cultural e ideológica. Resulta central que la “crítica de la economía política” y el pensamiento crítico adviertan y revelen tales transformaciones para dar cuenta en conjunto de la realidad actual.
2.- El continuo aumento de la productividad del trabajo, más allá del ritmo que adquiere en el presente, gracias al desarrollo de nuevas técnicas y procesos, ha llevado al capital a la expulsión de grandes cantidades de trabajo vivo del proceso productivo. Como dice Marx, esta “revolución de las fuerzas productivas altera las relaciones, modifica incluso esas relaciones cuya base sigue siendo siempre la proporción entre el trabajo necesario y el plustrabajo o, si se prefiere, entre los diversos elementos del trabajo objetivado y el trabajo vivo” (Marx, Grundrisse). Esta contradicción entre fuerzas productivas (productividad del trabajo) y relaciones de producción (capital/trabajo) se manifiesta en la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, una contradicción que en la etapa actual se hace cada vez más difícil de resolver y apunta a la rápida desvalorización del capital. El exceso de capital (sobreacumulación) que lleva a la crisis del capitalismo contemporáneo se construye con base en la lógica de valorización ficticia de capital. El capital ficticio no se reduce a la actuación del capital en los mercados financieros. Se trata de la forma histórica específica (contemporánea) como se constituye capital en todos los mercados. Se parte de una expectativa de apropiación en el futuro, que se puede vender en el presente bajo la forma de bonos o derechos de apropiación en el futuro, de una producción que aún no se ha constituido. Mientras la creencia de que esa producción valide los derechos de apropiación, el capitalismo logra cierta dinámica de acumulación. En el momento en que se duda de esa validación, pasa a existir un exceso de oferta de esos bonos, lo que lleva a la crisis y la tendencia a devaluación, que se expande rápidamente por todos los mercados y sectores. El exceso de capital ficticio exige el crecimiento de la tasa de explotación del trabajo para conformar la sobreproducción de derechos de apropiación con el valor excedente que se debe producir. De lo contrario la crisis se perpetua como forma de devaluar el exceso de capital ficticio. Por eso el intento del capitalismo para salir de su propia crisis es intensificar aún más la explotación del trabajo.
3.- En cuanto a los procesos de trabajo, en su dimensión material, las últimas décadas han sido de constantes cambios. Hacia inicios de los años 90, en paralelo al derrumbe del socialismo real, la introducción masiva de la micro computación y las tecnologías de la información y comunicaciones, junto con el desarrollo de internet, han transformado no sólo la organización empresarial y administrativa, sino que posibilitaron la interconexión global, la coordinación de procesos y crecientemente han modificado la vida cotidiana de las sociedades. Una serie de métodos productivos, reproductivos y de circulación se han modificado radicalmente. La fábrica y las realizaciones manuales de manufactura -incluso muchos procesos de producción agrícola- han dejado de ser directamente ejecutados por la fuerza de trabajo viva, dando lugar a la automatización, la robótica, la producción y el control a distancia, la deslocalización productiva global, entre otros fenómenos.
4.- En cuanto a la producción y distribución del valor, crecientemente se ha pasado de circuitos nacionales a la conformación de una nueva economía mundial. Ya no se trata solamente de un mayor flujo de comercio de bienes -como fue en otros periodos históricos del capitalismo- sino de una reestructuración de las cadenas de producción de valor a nivel regional y global, con predominancia de la transnacionalización de las economías y la inversión extranjera directa, los flujos de capitales y el rol cada vez más determinante de las políticas monetarias y cambiarias, por sobre el papel de la política fiscal clásica (gasto público real) y la política industrial.
5.- Los nuevos procesos y tecnologías incorporan menos valor por unidad de producto y su distribución es extraordinariamente más concentrada ya no en los espacios nacionales, sino en el ámbito mundial. El mundo nunca tuvo un mayor volumen de valor creado y, sin embargo, hoy la pobreza mundial en términos absolutos es la mayor de la historia. Lejos de las concepciones posmodernas que plantean la anulación de la ley del valor en la etapa actual del capitalismo, la teoría y la ley del valor marxista están más vigentes que nunca y permiten explicar la distribución de la riqueza y los ingresos en la economía mundial actual.
6.- En cuanto a los procesos de acumulación, el capitalismo se encuentra en una situación estructuralmente límite, que lleva a la humanidad al punto de su eventual extinción como la conocemos hasta ahora. Mientras más aumenta la composición orgánica del capital con el cambio tecnológico, la tasa de ganancia en la esfera productiva tiende a reducirse, a pesar de la mayor explotación a los trabajadores derivando en más desigualdad y pobreza, pero especialmente a hacerse menos atractiva para la voracidad de la gran burguesía cosmopolita; mientras, puede obtener mejores retornos en la esfera financiera, en la especulación, en la apropiación de rentas, en la privatización de la vida cotidiana, en la depredación del planeta y en otras esferas.
7.- El capital especulativo financiero pone en el centro del proceso de acumulación a la deuda, sea esta empresarial, de los estados nacionales (deuda pública), de las personas (acceso a crédito hipotecario y tarjetas de crédito para el consumo). El crecimiento desmesurado de las distintas formas de deuda no es más que la concretización de la lógica de valorización ficticia del capital. Son creados medios de pago en el presente, que permiten los distintos intercambios en todos los mercados, bajo la forma de créditos. El incremento de la deuda privada, por su parte, compromete crecientemente la capacidad de inversión de los capitales. A su vez, el Estado intensifica su endeudamiento para obtener recursos que le permitan actuar en los mercados financieros, de forma de compensar el exceso de oferta de las distintas formas de bonos del capital ficticio sobre acumulado. De esa forma, el sobreendeudamiento es tanto consecuencia de la actual crisis, como una forma de posponerla e intensificar su actuación.
8.- La apropiación de rentas de recursos naturales y bienes comunes es una fuente creciente de disputas entre los estados nacionales, comunidades, empresas transnacionales y los grandes polos de poder económico en desmedro de las necesidades del conjunto de la sociedad.
9.- Al igual que en otras etapas de la historia y del propio capitalismo, las guerras son parte del despliegue geopolítico y estratégico para asegurar materias primas y control de vías y circuitos comerciales. En el capitalismo neoliberal, una de las características es la privatización de aquellas cuestiones que fueron parte consustancial de los estados de bienestar, como la seguridad social, las pensiones y jubilaciones, la salud, la educación, los servicios básicos de agua potable, los caminos y obras públicas, todo lo que permita mercantilizar la vida llevando al extremo las relaciones capitalistas. Este proceso le otorga mayor margen al capital para aprovecharse de todo, en el marco de los mercados privados (salud, educación, agua).
10.- Esta carrera desenfrenada por apropiarse del planeta y explotarlo para beneficio del capital, está llevando -hace décadas- a la crisis climática y extremando los procesos naturales, con posibilidades reales de conducir a la extinción de la humanidad o al menos de una parte mayoritaria de la población, mientras una minoría híper millonaria busca formas de continuar con su modo de vida de despilfarro, lujos y ostentación.
11.- El capitalismo mundial atraviesa una profunda crisis, y para superarla recurre a las guerras, cuyo motor es el Complejo Militar Industrial, fundamentalmente estadounidense, una de las principales fuentes de ingresos y empleos, que fomenta las crisis bélicas -en Europa, Palestina o Yemen, por mencionar territorios emblemáticos de manifestación del creciente gasto militar-; pero, también la agresión a la humanidad y al medio ambiente generado por el modelo productivo de maximización de las ganancias sin consideración al costo social, humano o ambiental. Todo ello, en el marco de una fortísima campaña ideológica y política para favorecer la continuidad de una dinámica de explotación de la fuerza de trabajo y de saqueo de los bienes comunes.
12.- La destrucción de la humanidad y de la naturaleza se deriva del accionar violento del capitalismo, una característica que se renueva desde la acumulación originaria, que para el caso de nuestra región supuso el genocidio de los pueblos originarios, la subordinación de los sobrevivientes y los trabajadores en general a la lógica del capital, y la asignación de un lugar subordinado a nuestros territorios y sociedades como proveedores de bienes primarios y fuerza laboral barata al servicio de la ganancia y la acumulación capitalista, especialmente en el presente transnacional de la economía mundial.
13.- Para subordinar y desestabilizar las sociedades de América Latina y el Caribe, el imperialismo implementó la “Guerra contra las drogas” (prohibidas), en la cual el narcotráfico genera inseguridad ciudadana, corrupción e ingentes recursos para la reproducción del dinero, mediante el “laissez faire” del lavado de activos, que no deja de ser una forma más de la actividad del capital que con el blanqueo toma los cauces de los demás capitales.
14.- Es una gigantesca y prolongada ofensiva del capital sobre el trabajo, la naturaleza y la sociedad, iniciada como respuesta a la crisis de rentabilidad de los capitales en los años 60/70 del siglo XX bajo la implementación de políticas “neoliberales”, ensayadas por las dictaduras del cono sur de América, desde el golpe militar en Chile, y asumidas como ensayo articulado de todos los procesos del terrorismo de Estado y la implementación de la doctrina de la Seguridad Nacional en el Sur de América, para luego consolidarse como política hegemónica desde Gran Bretaña y EEUU en los 80 (Thatcher, Reagan y la propaganda vaticana). Fue un proceso que, desde la hegemonía capitalista global, se extendió por Europa y con la desarticulación de la URSS creció en el este de Europa para consolidar una lógica de desarrollo de la economía mundial, favorecida por las aperturas a los movimientos internacionales de capitales, entre ellos y muy destacadamente las inversiones transnacionales en China, hasta convertirla en un importante actor de la economía mundial en el presente siglo.
15.- El actual estadio del capitalismo, como intento de contestar su propia crisis, se construyó con base en una fuerte reestructuración productiva, mercantilización de todas las relaciones sociales y financiarización. El desarrollo del capital financiero no se limita a la actuación más especulativa de los capitales en los mercados financieros. El capital no existe previamente para después ingresar al proceso productivo, explotar el trabajo y vender las mercancías. En la actual etapa, basta que exista una expectativa de que ganancias sean apropiadas en el futuro para que se creen activos financieros que venden el derecho de apropiación futura de una ganancia que aún no fue producida. Así se genera el capital que puede, o no, producir la ganancia que se esperaba. Así ocurrió en todos los mercados de la economía mundial, y es la marca de la actual etapa del capitalismo. La crisis actual se desarrolla justamente porque se han producido demasiados derechos de apropiación futura sin que la producción capitalista acompañe en el mismo ritmo.
16.- La política de globalización neoliberal encontró sus límites en la crisis del 2007/09 y en la disputa por el orden mundial. En esa encrucijada, la respuesta de las principales potencias del capitalismo se orientó a políticas proteccionistas, expresada en el “primero América” de Trump y en el Brexit, ambos procesos desplegados desde el 2016. Desde ese momento el bloque occidental adoptó una estrategia defensiva, consistente en la instrumentación de un proyecto revisionista del orden internacional para reconfigurarlo en su favor, esfuerzo que se radicalizó con el triunfo de Trump en EE.UU. y el Brexit de la UK desde 2016, frente al reto que a su predominio significó el desarrollo de potencias emergentes no pertenecientes al bloque, especialmente China.
17.- A pesar de sus diferencias internas, el bloque occidental utilizó, en lo económico, una política de “desglobalización” políticamente orientada, en gran parte, mediante la extroversión del derecho nacional en detrimento del derecho internacional a través de la profundización de sanciones económicas extraterritoriales con propósitos políticos, y la inducción de relocalización productiva para descomponer las cadenas globales de valor e interiorizarlas en áreas bajo su dominio, para ulteriormente procurar una nueva fase de globalización controlada.
II. AVANCES Y RETROCESOS DEL CAMPO POPULAR EN NUESTRAMERICA
18.- El avance de la izquierda revolucionaria en Nuestra América en los años 60 y 70: En 1959 triunfa la revolución cubana y se genera una nueva realidad estratégica en América Latina. En 1962, luego que se oficializa el bloqueo estadounidense contra Cuba, se aprobó la II Declaración de La Habana, que expresó la voluntad inquebrantable de autodeterminación del pueblo y Gobierno Revolucionario de construir el socialismo, y de defender la soberanía del país frente a las agresiones del imperialismo. Con dicha declaración se reforzaron en la región las prédicas del socialismo como forma de transición hacia un nuevo régimen económico-social sin explotados ni explotadores.
19.- La campaña del Che Guevara en Bolivia, cuando ingresó clandestinamente en 1966, para establecer la lucha armada y donde fue asesinado el 9 de octubre de 1967, marca un hito en el proceso de las luchas revolucionarias del continente.
20.- Otro paso fundamental lo constituyó el gobierno de Salvador Allende, cuando entre 1970 y 1973 intentó una experiencia absolutamente insólita: realizar la transición hacia el socialismo en condiciones de legalidad democrática.
21.- El perfil nacional-democrático de la clase obrera predominante en América Latina, junto con el trabajo político ideológico de anarquistas, comunistas y socialistas hizo posible articular la cuestión nacional y el antimperialismo que motivaban las luchas nacionales en el continente contra la dominación del capitalismo, especialmente norteamericano.
22.- Las diferencias teóricas y políticas de las izquierdas de las décadas de 1960 y 1970, pasaban, en gran medida, por los caminos de acceso al poder. Por un lado, estaban quienes defendían caminos graduales y electorales, que incluían la negociación con las fuerzas burguesas y los populismos y, por otro lado, las múltiples organizaciones guerrilleras que impulsaban el cambio inmediato hacia el socialismo por la vía armada.
23.- Este proceso de avance de las fuerzas sociales y políticas, combinando diversos métodos de lucha, la amplitud y simultaneidad de los brotes insurgentes en varios países del continente, junto con la conexión supranacional entre las mismas, representaron un avance sustancial de las luchas revolucionarias.
24.- La respuesta a las luchas populares y de la izquierda en su conjunto, más allá de tácticas diferenciadas, fue el terrorismo de Estado. Las dictaduras accionaban en el marco de la doctrina de la seguridad nacional impuesta por los Estados Unidos para enfrentar al comunismo internacional en el contexto de la Guerra Fría. La violencia de la represión de los gobiernos militares (cívico-militares y/o civiles, como el caso colombiano) se desarrolló en sus formas más radicales aplicando el terrorismo de estado. Se trató de destruir a sangre y fuego todas las organizaciones políticas y sociales que se oponían a la reestructuración capitalista y a la destrucción de las aproximaciones a un estado de bienestar. Se desmantelaron las organizaciones sindicales, los organismos de enseñanza fueron intervenidos y depurados, la prensa fue silenciada, se ilegalizaron los partidos políticos de izquierda y se detuvo y torturó a sus dirigentes y militantes. La resistencia fue inmensa y se constituyó en la base que le puso freno al terrorismo de Estado y habilitó los procesos constitucionales del último medio siglo en la región.
25.- La lucha armada alcanzó en Nicaragua la victoria en 1979. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) inició desde 1974 un proceso creciente de acciones armadas que tienen un momento estelar hacia mediados de 1978, en que se intensifican. En marzo de 1979 se firma el acuerdo de unidad por parte de los representantes de las tres fracciones sandinistas y el 19 de julio las columnas guerrilleras del FSLN consuman la derrota de la dictadura conducida por Anastasio Somoza Debayle. La revolución sandinista fue ferozmente agredida, pero no pudo ser derrotada, por grupos contrarrevolucionarios financiados y dirigidos por la CIA -con el apoyo de asesores de la dictadura militar de Argentina- y que tenían como base de operaciones a Honduras. El primero de mayo de 1984 Estados Unidos impuso un embargo comercial, patrullando las costas del Atlántico y del Pacífico.
26.- Nuestra América estuvo en el inicio del experimento “neoliberal” y luego, con la iniciativa del Consenso de Washington en los años 90 del siglo pasado, transformó este tránsito en la forma del desarrollo dependiente de la región al capitalismo mundial. Cuba era la excepción en todo el continente, y pudo desarrollar esa autonomía por su vínculo al denominado campo socialista, haciendo un destacado aporte a las luchas de liberación en el sur del mundo. Esa lucha antimperialista y anticapitalista desde Cuba convergió en los difíciles años 90 en una resistencia regional y global de los pueblos contra el neoliberalismo, expresión de la cual emergen variadas iniciativas de articulación de proyectos políticos críticos que generaron las esperanzadas expectativas de la primera década del siglo XXI, en la cual emergieron propuestas de alternativas al desarrollo socio-económico y político de la región.
27.- ¿Cuál es el significado del progresismo pensado desde una óptica anticapitalista y en el contexto actual? El progresismo, mayoritariamente, se maneja en el ámbito de la institucionalidad liberal-burguesa y no se propone trascenderla. En los pocos casos que ha pretendido hacerlo, ha generado fuertes discrepancias internas y externas. Para muchos el progresismo es el horizonte insuperable de este tiempo, sin hacerlo para cambiar el sistema económico. Asumir ese criterio es negar que otro mundo es posible y no podemos renunciar a luchar para lograrlo; sin ello, la lucha ideológica se limita a las diferencias distributivas dentro del sistema.
28.- El problema de los gobiernos progresistas es que no se plantean trascender el capitalismo, no se plantea tomar medidas para acumular hacia un proyecto anticapitalista, un proyecto de cambio de fondo; su frontera -en el mejor de los casos- es tomar medidas contra el neoliberalismo para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, reduciendo la desigualdad entre el capital y el trabajo, especialmente con medidas redistributivas (distribución secundaria del ingreso; transferencias desde el Estado). Las metas de avanzar en la justicia social y de atender las necesidades de la población son muy válidos, pero si no tienen el contenido de trascender, con el objetivo de alcanzar una sociedad sin explotados, es simplemente -en términos del pasado- apenas reformismo. La retórica en contra de las políticas liberalizadoras no alcanza. Lo que se necesita es la radicalidad en el objetivo para construir una sociedad en contra y más allá del capitalismo.
29.- La ofensiva del capital no facilitó esas experiencias y por eso la respuesta de la dominación mundial agravó las condiciones del embargo-bloqueo a Cuba, y extendió las sanciones a Venezuela y Nicaragua, al tiempo que obstaculizó cualquier proceso de cambio radical en la región, estimulando nuevas formas de intervención política asociada a las clases dominantes locales, expresadas en los golpes no tradicionales de Honduras, Paraguay, Brasil, Bolivia y en varios países. Se trata de lo que se conoce como “lawfare” y que es parte de las guerras de baja intensidad que despliega el capital. Con ese mismo objetivo, desarrolla guerras económicas y todas las prácticas que esta implica, bloqueos comerciales, financieros, manipulación del valor de las monedas nacionales derivando en hiperinflaciones y con ésta inestabilidad económica, social y política, desabastecimiento inducido de bienes muy necesarios dada la presencia de monopolios en estos sectores, sabotajes de los servicios básicos, destrucción de las industrias que generan divisas por la vía de las exportaciones, etc. Otro aspecto importante en estas estrategias imperiales es el papel de los medios de comunicación, también bajo el dominio de los grandes capitales. Especialmente para llevar a cabo sus golpes blandos y guerras económicas sino para aprovechar y posicionar un discurso anti socialista y anticomunista. Son manifestaciones regionales de un proceso mundial de la lucha de clases, ante lo cual la respuesta popular debe enfrentar la iniciativa del poder y construir contrapoder.
30.- Por eso, en variados procesos de recuperación de los gobiernos y en esta tercera década del siglo XXI, los procesos no presentan la fuerza de la subjetividad transformadora de los inicios del siglo, expresados en las nuevas constituciones y los programas de la integración no subordinada; lo que nos lleva a pensar que el movimiento popular en la región necesita articular una propuesta política, estratégica, de mayor radicalidad en las formas de participación social en la toma de decisiones y que al mismo tiempo recupere, ampliando, el proyecto anticapitalista, anticolonialista y antimperialista que se pretenda adelantar en soberanía en una perspectiva emancipadora por el socialismo.
31.- La crisis capitalista se descarga sobre la mayoría empobrecida de nuestros pueblos y ante los límites de los gobiernos progresistas, emergen proyectos de ultraderecha que disputan y logran consensos sociales amplios para políticas reaccionarias de sustentación del capitalismo. Es el camino -con acentos locales- que se manifestó y manifiesta con Bolsonaro, Milei, Bukele, Noboa o Trump, entre otros.
32.- No obstante, lo señalado, pensamos que en defensa del socialismo estamos obligados a examinar crítica y autocríticamente la experiencia de la construcción del socialismo, que no ha dado respuesta al avance sostenible de la lucha de los pueblos. Ha quedado demostrado la enorme y subestimada dificultad y complejidad en la lucha en contra del régimen del capital, en donde los factores subjetivos resultan de primordial importancia en la perspectiva de construir un sujeto colectivo consciente en la lucha contra el capitalismo y por el socialismo. Es necesario resaltar la iniciativa de revolucionarias/os a través de los años, que, siguiendo las sugerencias de los clásicos de la teoría y práctica de la revolución, animaron procesos de objetivos por el socialismo y en esa experiencia hoy sacamos conclusiones y aprendizajes para renovar la lucha por la revolución y el socialismo.
33.- Desde la SEPLA nos proponemos contribuir a recuperar la iniciativa política por el socialismo, por la defensa de lo común y comunitario, por la autogestión y la democracia participativa para la superación del orden de explotación y saqueo, como necesidad histórica para resolver los problemas de alimentación, educación, salud, acceso a los derechos económicos, sociales y humanos más amplios de este tiempo.
III. PARA TRASCENDER AL CAPITALISMO ES IMPRESCINDIBLE CONCIENCIA DE CLASE EN SI, ORGANIZACIÓN Y DIRECCION
34.- Este proceso de la desvalorización de la vida, que da lugar a las crisis del capitalismo al acercarse cada vez más a la frontera de la de substanciación del capital, no es un proceso automático ni ahistórico. Sin embargo, ha dado lugar a este tipo de interpretaciones que es preciso combatir y que suelen formularse como un desarrollo neutral y autónomo de las fuerzas productivas. De esta forma, el proceso técnico de trabajo se convierte en el principal factor trans-histórico determinante de la acción política.
35.- Por causa únicamente del desarrollo de las fuerzas productivas el capital no abandonará un día este mundo en paz sin que nos demos cuenta. Como relación social contradictoria que es, su superación implica lucha y fuerte confrontación, ya que las clases dominantes defenderán sus posiciones con la violencia que ejercen desde su dominación del Estado capitalista y sus instituciones de represión.
36.- Estando jaqueado y debilitado por contradicciones irresolubles, límites que parecen infranqueables y sobrecargados con una descomunal masa de capital ficticio parásito, el capital más concentrado apunta contra otros capitales menores en una lucha inter capitalista e inter imperialista de hegemonías que amenaza hoy con convertirse en guerra nuclear en la que se pretende curar a fuego y apunta a la vez contra la subjetividad, contra los sujetos revolucionarios que pueden definir el proceso emancipador. A nivel de la lucha de hegemonías de las diversas fracciones en descomposición del capital global nacen alianzas que jerarquizan la democracia, la multipolaridad y hasta el combate al fascismo y en defensa del sur global. No alcanza con esas aspiraciones si se no se avanza en una perspectiva en contra y más allá del capitalismo, por el socialismo.
37.- El capitalismo se esfuerza por diluir la confluencia de las luchas sociales de los múltiples sujetos explotados y dominados y pretende dispersarlas en un mar de oposiciones de identidades múltiples. Pretende ganar tiempo para encontrar nuevas áreas productivas con las que reiniciar un nuevo ciclo de acumulación. El problema no es nuevo, lo planteó Gramsci: “la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en ese interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”. (Gramsci, “Cuadernos de la cárcel”). Urge la unidad de la diversidad de sujetos dominados y explotados con una nueva estrategia en contra del régimen del capital. El trabajo humano es la fuente de creación de valor y en su relación con los bienes comunes es la fuente de la riqueza producida por la humanidad. Terminar con la apropiación privada de esa riqueza socialmente generada es la tarea de nuestro tiempo. Avanzar en la conciencia de esta situación por parte de las trabajadoras y trabajadores generadores de valor y defender los bienes comunes son tareas inmediatas de la izquierda y del movimiento popular. Si el capital mercantiliza crecientemente, la tarea es la desmercantilización de la vida social y natural. La lucha es por la humanización en defensa de lo vital, humano, social y natural. Se trata de recuperar el sentido histórico de la conciencia social de trabajadoras y trabajadores, de los pueblos, en la construcción de la sociedad sin explotación, sin explotados ni explotadores, en donde los bienes comunes aseguren la satisfacción de las necesidades actuales y de las futuras generaciones.
38.- La tensión y contradicción entre capital y trabajo constituye la fuerza impulsora del cambio revolucionario. Pero la transición a una sociedad sin explotados ni dominados constituye un desafío revolucionario que involucra al pueblo trabajador, a las mujeres, a los pueblos originarios. La lucha por el socialismo es parte de la lucha de clases, de la conquista de la democracia participativa por otro orden social. El capitalismo nos arrastra a la barbarie: las guerras genocidas y de destrucción masiva, el hambre y la miseria y la destrucción ambiental se ciernen sobre la humanidad si no avanzamos en la conformación de un frente de lucha político contra el capital, el patriarcado, el imperialismo, por la soberanía y la autodeterminación, por el socialismo.
¡La organización popular sustentada en un accionar consciente por un orden social sin explotación ni explotadores constituye la tarea de nuestro tiempo para un nuevo internacionalismo solidario!
Dado en Nuestramérica, junio de 2024