Que Javier Milei haya dado una conferencia de prensa en su carácter de candidato a presidente de la Nación desde la sede de una empresa financiera llamada Bull Market encierra un profundo simbolismo.
Para defenderse frente a una inconducente denuncia por “intimidación pública” impulsada por el presidente Alberto Fernández, elige como base la empresa de cuya propiedad participa uno de sus principales adláteres y candidato a jefe de gobierno de CABA, Ramiro Marra. El impulsor en jefe de una corrida cambiaria y bancaria toma asiento en un lugar desde el que se la incentiva de modo directo. Y reitera allí los llamados a “huir” del peso y el vaticinio de una próxima hiperinflación.
Pone de manifiesto así que se siente muy cómodo como parte de un poder financiero que apuesta sin ambages a pulverizar el poder adquisitivo y los ahorros de millones de argentinas y argentinos.
Mucho más allá de Milei.
Las acciones y los dichos del candidato libertario y sus seguidores sobre materia monetaria e inflacionaria no deben tomarse de manera aislada, sino integrados a toda su prédica. Ha quedado de manifiesto que su apuesta es a generar una bisagra histórica que abarque no sólo a los aspectos socioeconómicos sino también a los políticos y culturales. Una refundación reaccionaria de la sociedad argentina.
La generación de una híper no sólo sería una monumental transferencia de ingresos, consumada a pleno, dolarización mediante. Entrañaría además un instrumento para debilitar cualquier resistencia. Y para habilitar una brutal política de reforma laboral y previsional regresivas, de derrumbe de la educación y la salud públicas, de privatizaciones, de “relanzamiento” de la economía sobre la base de una pulverización salarial de largo alcance. En suma, la inducción de una derrota histórica de trabajadores y explotados en nuestro país, comparable a la experimentada medio siglo atrás, con la dictadura de 1976 y el prólogo del Rodrigazo.
Al servicio de doblegar las resistencias, va el programa del postulante de La Libertad Avanza contra lo que él y sus correligionarios llaman el “marxismo cultural”. Lo puso de manifiesto en ambos debates entre candidatxs, en particular en la asunción plena de las posiciones de la dictadura respecto a definir como “excesos” la política genocida. Y en la misma dirección, con el negacionismo minucioso del cambio climático y de toda problemática ambiental ocasionada por la acción del capital.
Apunta así a destruir cualquier manifestación de conciencia y organización con potencial cuestionador, así sea indirecto, al poder de las clases dominantes y sus servidores.
¿Milei busca en lo inmediato asegurar su triunfo electoral, si fuera posible en primera vuelta? Es cierto, y la agudización de la crisis es probable que lo favorezca en ese plano. Pero ese acomodamiento táctico está puesto al servicio de propósitos estratégicos, orientados a consumar todo un cambio de época. Por eso resulta erróneo reducir al seguidor de la escuela austríaca a un “loquito” desesperado por ganar las elecciones.
En esa línea “psiquiátrica” parece ir su rival electoral, Sergio Massa, que acaba de proponer que se haga una especie de “test” a los distintos candidatos, con miras a determinar su estabilidad emocional y consiguiente aptitud para desempeñar la jefatura del Poder Ejecutivo. Un derroche de superficialidad, por parte de quien no parece tener respuestas políticas serias.
Ocurre hoy que hasta parte sustantiva del gran capital luce asustada frente a los aparentes desvaríos de quien salió primero en las PASO. Se dirá con justicia que ahora parece espantarlos la criatura que contribuyeron a crear. Hasta los bancos tuvieron que salir a criticarlo y recibieron como réplica el comentario a la vez crítico del economista. En la conferencia de prensa mencionada expuso acerca de su rol parasitario como compradores de Leliq, en lugar de cumplir con su función de dadores de préstamos.
De producirse un triunfo de Milei, sin embargo, los grandes empresarios locales y extranjeros procurarán reacomodarse, limar sus “excesos” y sacar partido como clase de las reformas reaccionarias que un eventual ciclo ultraliberal podría imponer, más allá de pérdidas sectoriales o individuales en el seno de los propios capitalistas.
————–
La preocupación de “los de abajo” debería recorrer un sendero opuesto: El de contrarrestar los ataques frontales contra sus condiciones de vida, sus trabajos, sus derechos.
Para empezar a lograrlo es condición indispensable la comprensión de que el candidato de La Libertad Avanza es sólo el ariete más duro de una ofensiva que tiene sostenedores en las diversas expresiones del poder económico y la dirigencia política y sindical asociada. Todos están subidos a una perspectiva que ignora al pueblo y sus intereses más básicos. Y de maneras cada vez más groseras.
En esas circunstancias, se necesita que empiece a tomar la palabra la inmensa mayoría de la sociedad que no pertenece al mundo de los grandes negocios. La que puede llevar adelante no sólo la negativa y resistencia a un cambio histórico regresivo, sino comenzar la lucha por propuestas hacia una transformación radical. Para comenzar, movilización y lucha como antídoto contra el desconcierto, la incertidumbre extrema y la parálisis que se pretende inducir desde arriba. “Frenar a la derecha” no es un cometido sólo, ni principalmente, electoral. Es una tarea de vasto alcance reservada, en todo lo decisivo, a las clases populares, con los vastos espacios de la militancia de calle como eje principal. Y que no puede reducirse al “freno” sino proyectarse hacia el avance en sentido contrario. A que nunca más se aspire a dirigir el país desde los salones de las financieras.
Daniel Campione en Facebook.
@DanielCampione5 en Twitter.
Fuente: https://tramas.ar/2023/10/12/el-leon-ruge-en-bull-market/