La profunda crisis capitalista mundial en curso, con inflación y desaceleración económica; con mayor desigualdad en la apropiación del ingreso y la riqueza, en un marco del deterioro ambiental, con gigantescas ganancias de laboratorios y el complejo militar, entre otros, convoca a pensar en otro orden social.
El capitalismo, sustentado en la explotación y el saqueo transita una etapa de devastación social y natural, alejado del paradigma histórico del “progreso”, que nos desafía en pensar alternativamente.
Hace pocos días se celebró el 175 aniversario del Manifiesto Comunista, en el que Marx y Engels convocaban a superar el orden capitalista, aun cuando resaltaban la revolución liderada por la burguesía. Eran tiempos de revolución industrial y expansión de la relación capitalista, con crecimiento de la base obrera y la lucha por sus derechos.
En Nuestra América, hace un siglo, José Carlos Mariátegui sostuvo que nuestros pueblos debían sustentar el mito de la revolución socialista, una propuesta en polémica con la tesis que demandaba el desarrollo capitalista como etapa necesaria para el objetivo socialista.
Hay que recoger para el debate actual las últimas reflexiones de Marx sobre la opción socialista aun desde el retraso de las relaciones capitalistas, sustentado en la correspondencia con Vera Zasulich y los populistas rusos.
El capitalismo es mundial y, por ende, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas opera a escala global. Por eso el interrogante si es posible la propuesta para una revolución socialista. La respuesta está en los intentos de la tradición cultural que remite al Manifiesto e incluso a la Asociación Internacional de Trabajadores.
Desde la Comuna de Paris, pasando por la revolución en Rusia, en China, Cuba o Vietnam, se verifica un proceso de búsqueda por hacer efectiva la revolución. Cada una de ellas es una experiencia que continúa siendo evaluada y que aún resulta complejo hacer síntesis,
Por su parte, la experiencia del capitalismo nos devuelve sus efectos sobre la sociedad y la naturaleza, los cuales nos convocan nuevamente a pensar en revolución y en socialismo.
Socialismo en el siglo XXI
Recuperemos algunos debates recientes a propósito del socialismo.
El próximo 5 de marzo se cumplirá una década del fallecimiento de Hugo Chávez que, entre muchos aportes al debate teórico y político regional y global, propuso la recreación de la propuesta “socialista” ante los problemas del orden social en el siglo XXI.
La temporalidad en el nuevo siglo definía su pensamiento, lo que suponía una crítica a la experiencia del socialismo en el Siglo XX, que por supuesto no caía bien a proyectos que se asumían en esa trayectoria de construcción socialista.
Era la de Chávez, una contribución creativa de nueva propuesta civilizatoria en la perspectiva anticapitalista de la lucha de los pueblos.
Su formulación de “socialismo del Siglo XXI” data de 2004/05, tiempos de los acuerdos entre Cuba y Venezuela, que dieron lugar a la conformación de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de América, ALBA. Se trataba de una réplica al Área de Libre comercio de las américas, ALCA, proyecto impulsado por EEUU y todos los gobiernos de la región, excepto Cuba, entre 1984 y 2001.
El ALBA crecerá luego con varios países de la región instalando una agenda de transformaciones económico sociales que aun hoy tiene vigencia, más allá de los límites para su realización.
Fue en Quebec del 2001, cuando en la cumbre presidencial de las Américas, la presencia del dirigente venezolano empezó a cuestionar el consenso a la estrategia de integración subordinada sustentada desde EEUU y el capital concentrado en la región.
Chávez desde adentro del cónclave presidencial y en combinación con la inmensa movilización de la Cumbre Popular de Quebec en 2001 es que se potenció un contra consenso que terminó de materializar el rechazo al ALCA en noviembre del 2005 en Mar del Plata, Argentina.
El socialismo, como propuesta de Hugo Chávez se formula en tiempos de la mayor acumulación de poder popular en la lucha contra el Consenso de Washington y la liberalización de la economía para darle andamiaje al capitalismo en la región.
Vale recordar que durante el 2005 y en la Universidad de La Habana, Fidel Castro señaló: “…uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo”.
Para el líder de la revolución cubana, el socialismo es una experiencia de construcción, que involucra a los propios protagonistas, no solo a los dirigentes, sino al sujeto de la revolución, por lo que Fidel interpelaba a los estudiantes sobre el socialismo a construir en este tiempo histórico, ya avanzando en la primera década del siglo XXI.
Se trata de una imperdible conferencia del máximo constructor de la perspectiva socialista en la región latinoamericana y caribeña, para pensar que la propuesta socialista requiere de voluntad, decisión asumida de manera consciente por un colectivo social que debe ampliarse todo lo posible.
Vale aquí recordar que la dirección bolchevique de octubre imaginaba la expansión de la revolución soviética más allá del propio territorio, como la dirección revolucionaria cubana imaginó revolucionar la región latinoamericana y caribeña.
Ni la revolución rusa, ni la cubana fueron pensadas con limites nacionales, si no que se asumieron como propuestas anticapitalistas de contenido global, como desafío para la humanidad.
Con estos antecedentes tiene sentido recuperar a Chávez y su evolución en el pensamiento económico, social y político.
En una nota que le realiza Manuel Cabieses, Director de la Revista de izquierda “Punto Fijo”, de Chile, y difundida en varios medios en 2005, en el fragor de un debate hacia donde se dirigía la región luego de años de hegemonía liberalizadora del Consenso de Washington, el comandante bolivariano recuperaba su trayectoria, que en origen no era por el socialismo.
Señala en la misma nota que “…en los primeros años de nuestro gobierno -y te confieso que yo lo viví, aunque por poco tiempo-hubo la ilusión de que podíamos estar bien con Dios y con el diablo. Me dejé llevar por esa línea en los primeros años. Eran los días de mis reuniones con Clinton y con altos empresarios estadounidenses. Fui al Fondo Monetario Internacional, estuve en la Bolsa de Nueva York y toqué el martillo ése…”
Agrega: “En una época llegué a pensar en la tercera vía. Andaba en problemas para interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía lecturas equivocadas, tenía unos asesores que me confundían todavía más. Llegué a proponer un foro en Venezuela sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y escribí mucho sobre un «capitalismo humano». Hoy estoy convencido que es imposible. Pero esto ha sido producto de seis años de dura brega y de aprender de mucha gente. Me convencí de que el socialismo es el camino y así lo dije en Porto Alegre y después aquí, ante la Asamblea Nacional. He invitado al país a un debate.”
De propia fuente reconocemos el trayecto de su evolución. Recordemos que Bill Clinton y Tony Blair eran cultores de la “tercera vía”, entre la restauración conservadora de Reagan y Thatcher y la socialdemocracia europea. Una concepción menos radical que la del “tercer mundo”, entre capitalismo y socialismo, la que se sustentaba en tiempos de la bipolaridad socialismo y capitalismo.
La situación venezolana y el ascenso de las luchas contra el proyecto de poder, especialmente contra el ALCA, generó condiciones de luchas concretas y de organización que acercaron al líder venezolano a concepciones antiimperialistas, anticapitalistas y por el socialismo.
Se trata de un proceso que articula dinámica social en lucha con opciones de proyectos civilizatorios que definen un momento de la política. Vale recordar el giro al socialismo en Cuba es en las condiciones de 1961 y el ataque estadounidense a Playa Girón.
En efecto, a fines del 2004 al suscribir los acuerdos con Cuba que llevarán al ALBA, y en enero del 2005 en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil, en un estadio a pleno, es que Chávez sostuvo que el capitalismo no era solución para los pueblos y convocaba a crear el “socialismo del siglo XXI”.
Una formulación audaz que lanzó creativamente para alimentar la inventiva de la lucha popular en ascenso en ese momento de la lucha de clases.
Las ideas económico sociales del líder bolivariano que hoy recuperamos, a una década de su fallecimiento, nos interpela en las palabras de su maestro Fidel y en las propias, que el “pensamiento” es una creación de la lucha y organización popular, que no está predeterminado.
Mariátegui discutió hace un siglo con quienes sostenían que aún faltaba desarrollo del capitalismo para pensar en revolución socialista. Hoy también puede pensarse que hay capitalismo para rato y, de hecho, la innovación define al capitalismo de este tiempo.
Hemos señalado que Marx y Engels resaltaban la revolución burguesa, pero eso no impidió su involucramiento personal en la organización popular para la revolución y saludar y reflexionar sobre la experiencia de la derrotada Comuna de París.
Crítica, lucha y horizonte socialista
En todo caso lo único invariable, decimos con Marx, es la crítica al capitalismo y a lo que se dice sobre el orden económico, social y cultural contemporáneo. Todo lo demás es creación de los propios pueblos en lucha, incluso el horizonte socialista.
Con la crítica al capitalismo queremos sustentar hoy la vigencia de la revolución en contra y más allá del capitalismo, en la perspectiva inconclusa de un proyecto socialista como asignatura pendiente de un mito que hace un siglo sostuvo Mariátegui, y que la revolución cubana intenta sustentar por décadas más allá de bloqueos y errores.
Con Chávez, el socialismo volvió a mencionarse como una posibilidad en la experiencia de lucha y organización de los pueblos por otra sociedad, contraria a la lógica de la ganancia, la acumulación y la dominación capitalista, de la explotación y el saqueo, aun cuando Fidel destacaba que más allá de pistas y aprendizajes, el socialismo es una incógnita supeditada a la creación colectiva de los pueblos.
La lucha por el socialismo es el principal legado de la trayectoria política de muchos revolucionarios en la región y en el mundo, y en estos días, a una década de la muerte de Hugo Chávez, queremos desafiar al pensamiento y a la práctica sociopolítica sobre la vigencia de un horizonte socialista para la región y el mundo.