Para Catalejo TV, Gisela Gentile y Alejandro Maidana entrevistaron a Lisando Brusco (integrante de la Radio Popular Che Guevara y la Casa de la Memoria), quien estuvo durante Diciembre de 2022 y Enero de 2023 en Palestina.
Los periodistas dialogaron con Lisandro Brusco; quien visitó, junto a Sol Morell (integrante de la Radio Popular Che Guevara y militante del Movimiento Amplio de Izquierda), el territorio palestino: un lugar donde las violaciones a los derechos humanos por parte del estado sionista se han convertido en moneda corriente. Una imprescindible charla, que fue acompañada por material fotográfico, que demuestra explícitamente la situación que atraviesa un pueblo oprimido empujado a desaparecer como tal.
Atrapados entre la ocupación genocida de israel y la «claudicante autoridad palestina», el pueblo palestino resiste.
El territorio de Palestina ha perdido toda continuidad, no solo por la partición de 1948 y la ocupación de 1967, sino, también, debido a la propagación de asentamientos israelíes que no se detienen. Estas colonias judías (300 asentamientos entre el Jerusalén Oriental ocupado y en Cisjordania), ilegales de acuerdo al derecho internacional, ya albergan cerca de 900 mil colonos israelíes. Estos colonos, son personas o grupos de personas que intentan reemplazar la población nativa mediante la fuerza, usando cualquier método. Los colonos sionistas roban las tierras, los recursos hídricos, las casas, e incluso la cultura; la idea de la ocupación israelí es destruir el sistema de vida de la población nativa palestina.
Esparcidos por todos los territorios ocupados, los 3,5 millones de palestinos (sin contar la población gazatí) ven sus movimientos constantemente restringidos por el ejército de ocupación israelí; mientras, sus nuevos vecinos (los colonos) se mueven por carreteras construidas para su uso exclusivo.
La ocupación israelí también se hace presente en los más de 600 kilómetros que enmarcan Cisjordania. El «muro del apartheid» cumple dos décadas privando a los palestinos del 10% de su territorio y forzando a los agricultores a estar a merced de los soldados israelíes. Sobre el terreno, la humillación diaria a la que están sometidos los palestinos toma distintas formas.
Israel intenta destruir la economía palestina por distintos medios. Por ejemplo, han hecho que los palestinos dependan de la ocupación para poder trabajar: es decir, los controlan a través de la concesión de permisos laborales (para trabajar en lo que se reconoce como Israel) por parte de la administración civil de la ocupación.
Los cierres de frontera (Palestina-israel), valorados como una práctica israelí de castigo colectivo y justificados oficialmente como «medida de seguridad» ante la previsión de eventuales «acciones terroristas» o tras su ejecución, afectan a todas las ordenes de la vida palestina y tienen efectos devastadores para la economía local, al impedir que los obreros palestinos, mano de obra barata en el mercado laboral israelí, puedan acceder a sus puestos de trabajo con normalidad.
Asimismo, la actividad comercial palestina, principalmente la exportación de los productos agrícolas producidos en los Territorios Ocupados y en las Áreas Autónomas como los cítricos y flores que se exportan a Israel o vía Israel a terceros países, el intercambio de bienes entre Cisjordania y Gaza, y la importación de productos desde Israel o desde el exterior, se ve seriamente dañada por efecto de los cierres de frontera.
Recordemos que existen resoluciones y convenciones del derecho internacional que obliga a la potencia ocupante de garantizar las fuentes de ingreso a la población ocupada; como así, también, asegurar y mantener, con la ayuda de las autoridades nacionales y locales, las instalaciones y servicios médicos y hospitalarios, así como la higiene pública en los territorios ocupados. O sea, por lo antes descripto, la ocupación israelí viola sistemáticamente los acuerdos, convenciones y normativas del derecho internacional.
Por su parte, la agricultura palestina se enfrenta a múltiples problemas, derivados en gran medida de la ocupación israelí. Por ejemplo, los colonos israelíes atacan a los agricultores palestinos sobre todo durante la temporada de cosecha del olivo. Los colonos sueles usar armas para atacar a los campesinos palestinos o esperar a que terminen de recolectar, para quitarles las cosechas. Cuando los palestinos intentan defenderse, el ejército de ocupación israelí interviene a favor de los colonos. Diariamente se producen confiscaciones de tierras y de herramientas de trabajo (tractores y animales de carga).
La mayor parte de la producción agrícola continúa siendo familiar, pero se están dando cambios en los últimos años, especialmente en el Valle del Jordán. Esta zona es la de mayor cantidad de tierras agrícolas (y más fértiles) de Palestina, y con una mayor abundancia de recursos hídricos; pero, la instalación de zonas militares, el uso de check-points y la creación de un estricto sistema de permisos por parte de la ocupación israelí, ha supuesto un aumento del coste de los productos palestinos.
Esta situación deriva en un problema enorme con las compañías agroquímicas y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID); algunas empresas están acaparando tierras para el monocultivo, lo que deja inermes a los pequeños agricultores (que a menudo han de vender sus terrenos y convertirse en empleados de estas empresas); mientras los pequeños propietarios cultivan para el autoconsumo y los mercados locales, las compañías producen para la exportación –a través de Israel y Jordania- con el apoyo de la USAID.
La ocupación israelí tampoco permite la construcción de infraestructura para la toma de agua. No se trata de falta de recursos hídricos sino de acceso a los mismos; el agua está controlada por la entidad sionista, que utiliza el 80% de dichos recursos.
En la actualidad, israel desvía anualmente unos 500 millones de metros cúbicos de agua palestina desde la base acuífera del este de Cisjordania. Mientras la población palestina solamente está autorizada a consumir un total de 218 metros cúbicos anuales per cápita, los colonos consumen 2500. Dicho consumo es tres veces más caro para los palestinos que para los colonos. Alrededor del 25 % de la población palestina carece de conexión a los sistemas de distribución de agua para consumo doméstico.
La apropiación del agua palestina a través de la empresa Mekorot no es más que otro ejemplo de los esfuerzos de la ocupación israelí por explotar los recursos de los territorios ocupados.
Desde 1948, hasta hoy, la ocupación israelí persigue, expulsa y asesina al pueblo palestino. Pero, la limpieza étnica que sueña el sionismo (apoyado por el imperialismo yanqui y la Unión Europea) es imposible porque se enfrentan a un pueblo digno, rebelde y solidario. A pesar de la ocupación, se mantienen firmes para proteger su tierra, cultivarla y vivir de ella.
En Homsa, una pequeña aldea al norte del Valle del Jordan, desde la Radio Popular Che Guevara, entrevistamos a Mahmud (13/01/2023). Tanto su familia, como sus vecinos, enfrentan los permanentes ataques del ejército de ocupación como de los colonos judíos que usurpan sus tierras y destruyen su vivienda.
Oslo, la ocupación legalizada.
Los efectos del proceso abierto en Madrid en 1991 han tenido serias implicancias. Mientras los acuerdos han permitido a israel seguir consolidando su proyecto sionista para Palestina, la consecución de las aspiraciones nacionales de independencia y soberanía palestina se han visto progresivamente frustradas. En consecuencia, las expectativas creadas en 1991 han derivado en un aumento creciente de las voces palestinas que, en el interior y en la diáspora, manifiestan su escepticismo y rechazo a los acuerdos por las negativas repercusiones que su aplicación está teniendo dentro de los territorios palestinos. Si el proyecto de los dos estados, como solución de una paz duradera tuvo alguna oportunidad en el pasado, al día de hoy es inviable por la proliferación de colonias y asentamientos judíos en una cada vez más cuarteada Cisjordania. Era funcional, eso sí, para la política de hechos consumados del estado genocida de israel por un lado; y, para mantener una Autoridad Nacional Palestina (ANP), totalmente inoperante, a costa de mantener su status y privilegios. La ANP, cuya creación fue fruto de los acuerdos de Oslo, hoy en día se encuentra totalmente descreditada a ojos de la población palestina, por su colaboración con las fuerzas policiales y con el ejército de ocupación israelí, en la represión de la resistencia del pueblo palestino.
Los “Acuerdos de Oslo” implicaron el desmembramiento de Cisjordania en zona A, B y C; el cual, constituyó el plan maestro para habilitar el aumento de colonias judías en territorio palestino. Las zonas A, B y C determinaban el reparto de poder en Cisjordania mediante la creación de fronteras internas. Estas fronteras generaban una serie de espacios interiores y exteriores dentro de los territorios ocupados, cada uno con sus propias leyes y regulaciones. Si bien en las tres zonas la Autoridad Palestina asumió plena responsabilidad por las instituciones civiles, en el área A, que en 1995 alcanzó el 3 % de las tierras de Cisjordania (Yenin, Nablus, Tulkaren, Qalqilya, Ramallah, Belén y Jericó) y el 26 % de su población, a la Autoridad Palestina se le otorgó plena responsabilidad por mantener el orden público. En el área B, que alcanzaba el 24 % de las tierras y el 70 % de la población se le confirió la responsabilidad del orden público, pero la ocupación (israel) mantuvo la principal responsabilidad por la seguridad. Y en el área C, que abarcaba el 73 % de las tierras y el 4 % de la población, israel conservó plena responsabilidad por la seguridad y el orden público, así como también cuestiones civiles relativas al territorio (planificación y zonificación, arqueología, etc).
Para el año 2000, luego de una serie de acuerdos, la distribución relativa de las áreas había cambiado. El área A comprendía el 17 % de las tierras; el área B el 24 % y el área C el 59 %. No obstante, el área A estaba dividida en 11 grupos separados, el área B en 120 grupos y el área C era todo contiguo. Las zonas en las cuales los palestinos tenían control absoluto eran como un archipiélago, mientras que las controlas por israel era pasillos estratégicos que interrumpen la contigüidad territorial de Cisjordania.
De esta manera, desde 1993 el número de colonos se ha incrementado de 100.000 a más de 800.000 para lo que ha sido preciso confiscar buena parte de las mejores tierras agrícolas, de Cisjordania y Jerusalen Este, para crear nuevas colonias y autovías que las comuniquen con el interior de Israel.
Desalojos y demoliciones, una de las prácticas perversas de la ocupación israelí.
Durante los primeros once meses de 2022, un total de 851 estructuras fueron demolidas o incautadas y 966 personas fueron desplazadas en Cisjordania y Jerusalén Este, bajo la excusa de que no cumplían con la autorización requerida. La imposición de un restrictivo sistema de permisos para la construcción de viviendas palestinas sigue siendo utilizada por israel al objeto de limitar el crecimiento natural de la población palestina y de consolidar el control del territorio por medio de los asentamientos, las carreteras y las áreas militares israelíes.
(10 de Enero del 2023 – Demolición de una casa familiar por orden de la ocupación israeli en la zona de Salfit, Cisjordania. Cobertura de la Radio Popular Che Guevara)
Una nueva generación toma las calles: «la unidad de la sangre, la lucha y los fusiles».
El año 2022 también ha sido un año para la esperanza. Por primera vez en muchísimo tiempo, una serie de protestas por el desalojo de familias vecinas del barrio de Sheik Jarrah en Jerusalén Oriental fueron extendiéndose poco a poco culminando con una jornada de huelga general el 18 de mayo. Una huelga en la que participó la población palestina de toda la Palestina histórica (Cisjordania, Jerusalén Este y estado de Israel), en una inesperada unidad de acción que hacía mucho tiempo que no sucedía.
Así también, una nueva generación de la resistencia palestina ha irrumpido desde mediados del 2022 en diferentes ciudades y aldeas de Cisjordania. Especialmente en Nablus, bajo el nombre de «La guarida de los leones» ( Lion’s Den), palestinos muy jóvenes enfrentan a diario cada incursión del ejército de ocupación israelí y de los colonos.
«La guarida de los leones» reúne militantes sin afiliación a ninguna facción de las conocidas hasta ahora y ha desbordado el poco control que sobre el terreno ejercía una desacreditada Autoridad Nacional Palestina. El grupo adquirió mayor protagonismo en toda Cisjordania tras el asesinato en agosto del 2022 de un militante de 19 años llamado Ibrahim al-Nabulsi, cuya muerte se convirtió en la causa de unión para los jóvenes descontentos de la Ciudad Vieja y los campos de refugiados. Minutos antes de ser martirizado, ya rodeado por las fuerzas de ocupación, el joven palestino logro enviar un mensaje de audio a su madre (el cual se hizo viral): “Fui martirizado chicos, quiero mucho a mi mamá, cuiden nuestra patria después de mi y por sus honores no bajen sus armas”.
«El Den pertenece a toda Palestina y cree en la unidad de la sangre, la lucha y los fusiles», declararon. Era una referencia al tipo de resistencia colectiva que supera los intereses de las facciones. Con una popularidad creciente entre la población palestina la joven insurgencia ha vuelto a desbordar los marcos de las clásicas organizaciones palestinas. Su juventud y combatividad le ha convertido en símbolo de una nueva generación que no está dispuesta a transigir con una ocupación que a diario se cobra vidas entre la población palestina. Bien armada, se ha hecho popular rápidamente gracias a su actividad en las redes sociales (tik-tok y telegram) donde se define como; “un fenómeno de resistencia continua derivado de la unidad en el terreno y de las raíces de la pasada revolución”.
Hace unos meses, el ministro de Defensa de la ocupación israelí, Benny Gantz, trató de debilitar al grupo en términos de número e influencia. Calculó que sólo tenía «30 miembros», y prometió «echarles el guante… y eliminarlos».
La Autoridad Palestina también participó activamente en la represión del grupo, aunque con un enfoque diferente. Los medios de comunicación palestinos y árabes hablaron de generosas ofertas de la AP de puestos de trabajo y dinero para los combatientes de la Guarida de los Leones si accedían a deponer las armas.
Tanto los dirigentes israelíes como los palestinos han malinterpretado la situación. Han asumido erróneamente que el movimiento nacido en Nablus es un fenómeno regional y provisional que, como otros en el pasado, puede ser aplastado o comprado con facilidad.
La Guarida de los Leones, sin embargo, parece haber aumentado en número y ya se ha ramificado a Yenín, Al-Jalil (Hebrón), Balata y otros lugares. Para Israel, e incluso para algunos palestinos, la Guarida de los Leones es un problema sin precedentes, cuyas consecuencias amenazan con cambiar por completo la dinámica política en la Cisjordania ocupada.
Nota producida por el material reunido por integrantes de la Radio Popular Che Guevara – FM 103.1 (Rosario – Argentina) en su estadía en Palestina durante el mes de Diciembre de 2022 y Enero de 2023. Sumamos la nota producida y realizada por Catalejo TV para el diario digital Conclusión de Rosario.
«Difunda esta información, sienta la satisfacción moral de un acto de libertad» RW
Fuente: https://radiocheguevara.org.ar/cronicas-en-la-palestina-ocupada/