Hacer una reflexión acerca de Malvinas implica necesariamente mirar también el actual contexto de la política mundial militarizada.
Se está transitando el 40 aniversario de una confrontación bélica con el Reino Unido, con el apoyo del imperialismo norteamericano y de otros países de Nuestramérica, como fue el caso Chile, que cumplió en su momento, un apoyo logístico importante. Fue y es un hecho doloroso para la Argentina, por la pérdida de vidas humanas y la consolidación del domino extranjero sobre un territorio nacional. Fue en época de la dictadura militar que se concretó la guerra, teniendo como único objetivo salvar el proyecto político militar.
Respecto de Malvinas, sabemos que el Reino Unido desde 1833 usurpa violentamente el territorio nacional. Como todo país dominante y de historia imperial, se ubica por encima de toda normativa de organismos internacionales, como es el caso de Naciones Unidas, que insta a este país invasor, a cumplir resoluciones emitidas por ese mismo organismo. El desacato a tales disposiciones es natural. Los países poderosos y dominantes diseñan normas para que sean cumplidas por los países dependientes y dominados, no por ellos, reservándose el poder de veto formal o informal. Es decir la impunidad de ser parte de la hegemonía mundial, de ayer y de hoy.
En el artículo ¿Por qué Malvinas es una causa latinoamericana? se puede encontrar una síntesis interesante de algunos aspectos históricos y del momento actual. Entre otros aspectos que destaca la nota, es la importancia de las Islas Malvinas con la proximidad de la Antártida, como un territorio estratégico y “apetecible” para el dominio hegemónico.
En otro artículo se explica el valor de Malvinas para el dominio global, destacando que “Malvinas es esencial en la línea imaginaria de fuerza naval que los británicos han trazado desde su base de Gibraltar, pasando por Ascensión, Santa Helena, Tristán da Cunha hasta Georgias y Malvinas. Esta cadena de poder le permite controlar todo el Atlántico Sur y las costas de tres riquísimos continentes América del Sur, África y Antártida”.
De manera directa lo que hay que observar y reflexionar es acerca de la importancia estratégica de la ubicación geográfica y de los diversos recursos que poseen, tanto las Islas Malvinas como en la Antártida, que son funcionales al desarrollo capitalista mundial. Pero vale subrayar que las Malvinas son unos de los puntos estratégicos de Nuestramérica que están bajo el dominio del capital y del imperialismo.
Malvinas, además de ser la memoria por los muertos y territorios hurtados y que fragmentan a la Nación, nos debe permitir tener presente cómo opera el imperialismo en la historia, ya sea en la “guerra” como en la “paz”. También, comprender cómo el desarrollo capitalista para sostenerse requiere de la militarización de sus relaciones en Nuestramérica y en el mundo.
Esta presencia que solamente suele ser “visible” ante la inmediatez de conflictos, sin embargo siempre está activada en sus diferentes formatos. La política institucionalizada del orden mundial y nacional, suelen trabajar para ocultarla y no mostrar lo que implica en la realidad el desarrollo de la industria militar y su vínculo con la política de los países desarrollados. También en naturalizar a través de los múltiples convenios de cooperación que son presentados en el marco de las “buenas relaciones bilaterales”.
Malvinas como tantos otros territorios nacionales, han sido colonizados, neocolonizados y usurpados para el dominio del mundo de parte del imperialismo de turno y los países satélites, como es en la actualidad la Unión Europea.
Las explicaciones, fundamentos y justificaciones para usurpar territorios nacionales, son diversas, desde argumentaciones históricas, por acuerdos prestablecidos, hasta en defensa de la democracia, siendo el caso más asombro la intervención de EE.UU a IRAK. Pero en esencia, más allá de los discursos, lo que está detrás siempre es el interés de poseer y controlar territorios que sean funcionales, a partir de su ubicación geográfica, por la riqueza intrínseca de los mismos, como también por las alianzas estratégicas para el dominio mundial, es garantizar la reproducción capitalista.
Mirar el tema Malvinas sin poner en contexto lo que ha significado para Nuestramérica el proceder imperialista y sus aliados, no nos permite aproximarnos a la complejidad de la economía mundial y la geopolítica en pos de pensar y buscar alternativas en la tercera década del siglo XXI. Se consigna que Malvinas hoy es un territorio de armas nucleares.
La militarización en Malvinas no es ajena a lo que pasa en resto del mundo.
En general la militarización del mundo no es considerado un tema a debatir y reflexionar en parte de la sociedad y de la política profesionalizada. No está en la agenda política para pensar en maneras alternativas de este modo de articulación mundial. Esto es parte de lo que hay que cambiar. Seguramente son muchas las causas, pero podemos destacar que en parte tiene mucho que ver el extraordinario poder de los dueños de los medios de comunicación, que conforman los conglomerados económicos (multinacionales) y que actúan en articulación con los objetivos de las potencias del mundo, y que forman parte del poder expresado anualmente en el Foro Mundial Económico y del G 7, como élites de diseño de las políticas globales que buscan su imposición mediante diferentes mecanismos de dominación.
Más allá de otras consideraciones, la militarización es producto del avance planetario del desarrollo capitalista, el cual no puede sostenerse sin la articulación permanente entre la política y la fuerza. También hay que asociarlo a las diferentes derrotas de proyectos políticos que no han podido morigerar tales avances, y en otros casos, se trata de proyectos que en el actual contexto, por sus características como es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, no tienen la fuerza necesaria para mitigar tal presencia militar.
Si contraponemos a los mapas de Ucrania-Rusia y Nuestramérica las bases militares que anillan estos territorios, se podrá observar claramente como en momentos de “guerra” y de “paz” EE.UU y la OTAN, con su ejército de dominación y conquista están presentes.
Al año 2014, eran 29 las bases militares de EE.UU y la OTAN que rodeaban a Rusia. En tanto que diferentes estudios dan cuenta de la existencia de más de 76 bases militares a lo largo y a lo ancho de toda Latinoamérica y el Caribe, entre ellas la que se encuentra en Malvinas. Ambos territorios son presa del poder mundial. También de los múltiples mecanismos de presencia militar-logística de apoyo y de penetración en los territorios nacionales de parte de los países poderosos, entre otros, Reino Unido y EE. UU. La militarización de las relaciones entre países nos lleva hacia la dominación del más débil y la prevalencia del más fuerte.
Este es el mundo que hay que cambiar. Por eso decimos en el título, que a propósito de Malvinas, hay que discutir las implicancias del militarismo del poder imperial. De allí el interés en aludir al significado y alcance de las bases militares de EE.UU y la OTAN que van conformando anillos alrededor de los territorios para su dominación. Por eso interesa mostrar el avance de las bases militares en Nuestramérica, como de Ucrania- Rusia, que lo traemos a cuenta por la actualidad del conflicto.
La presencia militar del Reino Unido y la pretensión de otras potencias Pensar en discutir y buscar cambiar el mundo tiene muchos desafíos.
También es visto y pensado por mayorías importantes, como una tarea imposible de concretar. Esto lo sabemos y es más que comprensible que existan estas voces y su consecuente militancia para sostener el actual sistema. Es obvio que también tenemos que generar nuevos y válidos argumentos desde el pensamiento crítico para buscar incidir en romper con esa subjetividad que toma como cierto lo establecido por el poder hegemónico y que es producto de nuestra formación colonizada, que viene de largo tiempo y que los centros de estudios, universidades, entre otros ámbitos, en general son reproductores de este sentido común.
Más allá de esta “gran muralla” que impone el poder hegemónico establecido y que ha penetrado en múltiples ámbitos de nuestras sociedades, se debe seguir trabajando en buscar alternativas para frenar y modificar la penetración imperial.
Leiggener señala que “las luchas interimperialistas a nivel mundial, llevó a las potencias a reforzar su control en Latinoamérica. Gran Bretaña fortaleciendo su posición en las Islas Malvinas y su paso a la Antártida y reafirmando el acuerdo que en su momento firmó la canciller argentina Susana Malcorra en septiembre de 2016 con el ministro para las Américas de la Commonwealth británica Alan Duncan”. Agregando que “Estados Unidos proyecta las bases militares en Neuquén, Misiones, Salta y Tierra del Fuego. Allí está cerca de Vaca Muerta, la Triple Frontera, el triángulo del litio, y el acceso al Mar Argentino y la Antártida, respectivamente”.
Por lo visto el interés de tener un control directo sobre nuestros territorios es muy importante.
Muchas son las acciones que buscan concretar bases o centros operacionales de control militar, político y de circulación. Algunas de estas acciones implican avances y otros en vía de implementación. Lo importante para destacar es la debilidad institucional y política para poner freno a estos avances.
Desde el Centro de Pensamiento Crítico Pedro Paz y de la Especialización en Estudios Socioeconómicos Latinoamericanos, se viene reflexionado y comprendiendo este y otros fenómenos que están entrelazados con la militarización de la política global.
El avance en la crisis civilizatoria con su impacto en lo alimentario, energético, climático, sanitario, entre otros, van fortaleciendo el complejo industrial militar como instrumento de desarrollo y dominación. Lo cual no es nuevo. La historia da cuenta de su existencia, pero la novedad es la escala que hoy ha adquirido y el poder de destrucción.
Así mismo el poder dominante va tomando nota a partir de las diferentes movilizaciones en rechazo por parte de cada vez más sectores de la población, a raíz de las consecuencias sociales, económicas y ambientales. Aspecto este que los lleva a profundizar y diseñar nuevas estrategias de presencia militar, aprovechando las “ventanas” abiertas dejadas por la política institucional.
Fuente: Transiciones Boletín #16 Marzo 2022