Resulta importante incorporar el debate sobre las elecciones presidenciales de 2023, porque más allá de nuestras preocupaciones actuales, la totalidad de la dirigencia política tradicional está tomando decisiones pensando en esa encrucijada electoral.
En la Argentina hay elecciones cada cuatro años. La política no se reduce a las elecciones, pero allí están y en ellas participa nuestro pueblo. Las elecciones son una expresión de la lucha de clases, en su punto más bajo. En la Argentina y en otros países del mundo los trabajadores y los pobres votan, con más o menos esperanza, por los candidatos que piensan que pueden aliviar un poco su situación. Las elecciones no hacen revoluciones, pero ninguno saca carnet de revolucionario porque no vota, o no se involucra en una disputa electoral.
Resulta importante incorporar el debate sobre las elecciones presidenciales de 2023, porque más allá de nuestras preocupaciones actuales, la totalidad de la dirigencia política tradicional está tomando decisiones pensando en esa encrucijada electoral. Si no lo hiciéramos estaríamos recortando la realidad, y nos quedaríamos rengos para explicar decisiones políticas que hoy se toman y no dejan de sorprendernos. Las elecciones presidenciales son apenas una parte de nuestro futuro. Pero eso es suficiente para que debatamos el tema y tratemos de aportar con tiempo a alguna propuesta. La improvisación es un lujo del capital.
El Frente de Todos con fractura expuesta.
En el peronismo las preocupaciones por llegar o mantenerse en el gobierno generan diagnósticos que, sintetizados en frases, condicionan posturas políticas. Por ejemplo antes de la elección de 2019 se puso de moda la frase: “Con Cristina no alcanza y sin ella no se puede”. La propuesta a Alberto Fernández para que encabezara el binomio presidencial estuvo fundamentada en esa percepción.
La derrota sufrida en las PASO, promovió la idea de fortalecer el poder presidencial, pero los sueños hegemónicos del Albertismo, que incentivaron gobernadores y empresarios amigos del gobierno, parecen haber caducado. A nadie se le escapa que la dupla Fernández -Guzmán sobrestimaron su capacidad negociadora con el FMI y terminaron firmando un acuerdo muy malo. Lo hicieron además, sin poder contener a la disidencia interna y con apoyo de Juntos por el Cambio. El resultado de lo firmado con el organismo internacional significará más dependencia para el país y más hambre y miseria para el pueblo, pero además compromete la reelección del gobierno.
Los nuevos acontecimientos internacionales que promueven la suba de precios de los combustibles y los alimentos, convierten al mal acuerdo, en un acuerdo pésimo. El gobierno de Fernández priorizó una alianza con los productores de commodities de exportación, postergando a quienes producen para el mercado interno. La presencia de Domínguez en el Ministerio de Agricultura fue un guiño muy fuerte para las multinacionales del agronegocio. La elevación de los precios internacionales de los alimentos los enfrenta al dilema de romper con sus amigos empresarios subiendo las retenciones o enfrentar crecientes conflictos sociales por el precio de la comida.
La consecuencia de estos hechos, generan nuevos diagnósticos que ya empiezan a sintetizarse en nuevas frases. Hacia el interior del peronismo la frase más escuchada en los últimos días ha sido: “Está comprometida la reelección, con Alberto seguro perdemos”. Conducir a una derrota es, para el peronismo, una falla imperdonable.
Algunos hechos recientes dan algunas pistas de lo que empieza a perfilarse dentro del peronismo. Los intendentes del conurbano se encolumnaron con la Cámpora en la marcha del 24 de marzo y aportaron masividad. En las elecciones de la UOM, el sindicalista Antonio Caló fue desplazado por Abel Furlán, un dirigente al que se puede caracterizar como kirchnerista. Algunos conocidos funcionarios que semanas atrás acusaban de irresponsables a los dirigentes de La Cámpora se han llamado a silencio. Desde hace un tiempo la vicepresidente se ha venido desmarcando de las decisiones de gobierno. Su núcleo mas afín votó contra el acuerdo con el FMI. La consigna sería: “Si hay costos, que los pague el Presidente”
La ruptura entre Alberto y Cristina parece definitiva. La cuestión es cuándo se oficializará. Algunos apuestan que será poco tiempo antes de las PASO presidenciales. Su argumento, parece sólido. De las tres cajas más abultadas del país: Provincia de Buenos Aires, ANSES y CABA, el kirchnerismo controla dos. Tratarán de mantenerlas bajo su control todo lo que puedan. Algunos arriesgan un poco más: ¿y si arreglamos con Larreta?.
Macri renace en Juntos por el Cambio.
La apuesta de un neoliberalismo progresista que en algún momento encarnó Larreta, ha perdido encanto porque ese lugar ya lo ocupó Fernández y está fracasando estruendosamente.
Por derecha están creciendo los libertarios liderados por Javier Milei, al que algunos encuestadores le atribuyen una intención nacional de votos del 17 %. En ese nuevo escenario, Macri con su promesa de “hacer lo mismo pero más rápido” aparece como mejor posicionado para encabezar un amplio frente de derecha, o por lo menos asegurar los votos de Milei en una segunda vuelta.
El radicalismo liderado por Gerardo Morales y Manes, busca reubicarse en un escenario político donde la derecha dura pisa fuerte en Juntos por el Cambio. Los radicales se sienten mucho más cómodos con Larreta que con Macri, y sus posiciones no son distantes de las sustentadas por los gobernadores justicialistas y el Presidente Fernández. Desde hace bastante tiempo los radicales están mas preocupados por ser parte del gobierno, que por defender determinados principios o pautas programáticas. Son concientes de que mantienen un caudal electoral y están dispuestos a negociarlo dejando abiertas todas las opciones aunque, por ahora, dicen que su límite es Milei.
La izquierda tiene una candidata.
Despues de muchos años la izquierda tiene una candidata con proyección política por fuera de los limites de la alianza partidaria que la sustenta. Myriam Bregman que pertenece al PTS es una de las figuras políticas más atractivas que ha surgido en la Argentina en los últimos años. Es una militante formada, que se maneja bien ante la prensa y que suma a la coherencia política una preocupación por empatizar con quienes la escuchan. En la campaña contra el acuerdo con el FMI apareció compartiendo un panel con Nora Cortiñas y Eric Toussaint, uno de los mejores especialistas mundiales en el tema de la Deuda Externa. Haciéndose cargo de esos temas y con esas compañías suma un reconocimiento que excede al FIT. Tiene un discurso llano que no renuncia a su formación troskista, pero donde incorpora la perspectiva feminista, conceptos antimperialistas y hasta puede mencionar a Rodolfo Walsh o a San Martin, sin sonrojarse y sin que parezca una concesión oportunista.
La gran incógnita es qué hará el FIT con la candidatura de Bregman. Si la utilizará para dar un pasito electoral tan seguro como mezquino, o si se animará a arriesgarla poniéndola a la cabeza de una plataforma más amplia. Reivindicando la propia historia del FIT no faltarán los que aconsejarán no abrir la alianza, ni armar ninguna plataforma amplia que sustente su candidatura. Para fundamentar esa postura pueden enumerar una larga lista de militantes politicos y dirigentes que hace una década, se presentaban como parte de la izquierda y hoy son parte del gobierno de Fernández, o aspirantes a funcionarios. Pero también es cierto que hay una larga lista de militantes y dirigentes politicos de la izquierda que no han claudicado y que han demostrado tener iniciativa política por fuera del FIT, como es el caso de quienes armaron la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda Externa. Y también es cierto que en una mirada larga de nuestra propia historia nacional, las más importantes luchas populares y los mejores proyectos revolucionarios no pueden reducirse a lo que han aportado organizaciones de filiación troskista.
Pensando en aportar a una candidatura presidencial de la izquierda con proyección política, recuerdo unas palabras de Norman Briski, con quien compartimos una campaña electoral en 1991. Norman decía que para montar una obra de teatro se necesita dinero o tiempo. Y nos explicaba que para quienes tienen dinero, los burgueses, el tiempo no es demasiado importante porque todo se puede comprar hecho. Pero quienes no tienen dinero, necesitan tiempo. Hay que reemplazar con trabajo, lo que no se puede comprar hecho.
Para la izquierda, un desafío como la candidatura de Myriam Bregman, necesita tiempo y mucho trabajo. No hay margen para improvisar.
Fuente: https://tramas.ar/2022/03/29/roscas-rupturas-y-apuestas-pensando-en-las-presidenciales-de-2023/