Fuente: https://tramas.ar/2021/12/20/2001-punto-de-inflexion-cambio-de-ciclo/
El 19/20 de diciembre de 2001, no es una efeméride simplemente. Como pretenden algunes comunicadores que hablan escasamente del levantamiento popular, de revuelta popular.
Es un punto de inflexión, un cambio de ciclo, es nuestra historia, pero es nuestro presente y también nuestro futuro.
Por primera vez un presidente argentino se ve obligado a renunciar no por imperio de las botas, de un golpe de estado cívico-militar, sino por el pueblo en la calle. Esto no es un dato menor, el pueblo enfrentó la represión brutal ordenada por el gobierno de De la Rúa, enfrentó el estado de sitio decretado.
Después de la dictadura genocida de 1976/1983, la sociedad en su conjunto quedó impregnada por el miedo de lo que había padecido. El 19/20 de diciembre de 2001, por el contrario, indica la pérdida del miedo y la construcción de confianza en las propias fuerzas por parte del pueblo.
Habitualmente se pone en discusión si lo que sucedió fue producto del espontaneismo. Nada es totalmente espontáneo aunque si se le reconozca una cuota de ello. El movimiento no brotó de la nada, acumulaba creciente desocupación, pérdida de salario y jubilaciones, degradación de la salud y la educación, fuerte endeudamiento y dependencia de los organismos financieros internacionales (entre los cuales obviamente el Fondo Monetario Internacional).
Entonces se produce un estallido consecuencia de esa acumulación, estallido que no fue percibido claramente por las fuerzas políticas y sindicales organizadas y antisistémicas en distintos grados de profundidad. Esto ocurre en la historia, se junta bronca y un acontecimiento se transforma en un estallido (Chile como ejemplo bien actual).
Un verdadero y real hartazgo popular ya se había condensado en las elecciones de octubre del 2001, en las que la primera minoría fue la del voto nulo, anulado, en blanco, con gran ausentismo. Lo que marcó claramente el descontento popular, mostrando una profunda crisis de representación política.
Pero no confundirse, no nació en octubre, se manifestó en octubre. Las luchas venían desde antes. Mismo la constitución de la fuerza política Frente Grande estaba expresando el rechazo popular al neoliberalismo en 1999. Rechazo que fue traicionado por el gobierno emergente.
El 2001 venía mostrando la reorganización de los espacios sociales más diversos: cortes de ruta en las zonas petroleras, la constitución de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, que anunciaban el amplio movimiento piquetero, el movimiento del trueque.
Reorganización de espacios sociales y valorización de la acción colectiva, por eso hablamos de cambio de ciclo. Hubo mucho de novedoso pero también la presencia de sectores organizados ya existentes.
Alguien habló de que la Argentina era un laboratorio social en movimiento. Surgieron y desarrollaron nuevas forma de organización y de expresión. Piqueteros ya en lo urbano, la CTA con la concepción de agrupar a trabajadores ocupados y desocupados, concepción sumamente importante desde el punto de vista de la lucha de clases. Asambleas populares que reivindicaban espacios democráticos, en especial por parte de la clase media.
Nuevos sectores que proclamaban la autonomía frente al Estado y los partidos políticos, que expresaban rechazo a la dirigencia política en general, todo lo cual encerraba una oposición entre lo social y lo político, una falsa dicotomía, un repliegue de la política y lo político. Un “basismo” que a poco fue demostrando que no era ese el camino de la emancipación aunque no fuera percibido de inmediato por sus sostenedores.
Y ante la falta de alternativa política real de la izquierda se produce una recomposición gradual de la política tradicional. Quizás la izquierda no llegó o no supo o no pudo valorizar el proceso de acumulación que se estaba viviendo.
La historia no es igual, no se repite linealmente. Sin embargo no podemos ignorar, que nuevamente se ha agudizado la crisis de la representación política, podría decirse la crisis de la política, un nuevo hartazgo expresado de alguna forma en el ausentismo en las últimas elecciones, una dicotomía entre lo social y lo político.
La aparición de expresiones ultraderechistas es también una expresión de esa falta de articulación entre lo social y lo político. Esas expresiones se presentan como un cambio y como la antipolítica y canalizan parte del descontento popular contra las fuerzas tradicionales pero hacia la derecha, hacia la profundización del capitalismo y no hacia el horizonte emancipador que los pueblos necesitan.
Se ha construido y se construye un sentido común que va contra el propio pueblo, que naturaliza la pobreza, la desigualdad. Pareciera que una de las cuestiones a acometer es la deconstrucción de ese sentido común.