El resultado de las PASO señala un castigo al gobierno nacional. La necesidad de cambios con los que se revierta la situación de aquí a noviembre, abre interrogantes dentro y fuera de la alianza gubernamental. Así como suscita legítimas especulaciones.
De lo sabido.
Los resultados de las PASO mostraron al gobierno nacional, el descontento social con su gestión. De allí el castigo. La participación de ciudadanxs en las urnas se calculó en el 66,22% del padrón, siendo este porcentaje el más bajo registrado hasta ahora. En las PASO de 2017 hubo seis puntos de presentismo más que este año y en las elecciones parlamentarias del 2013, diez puntos más -un 76,83%-. Se ha dicho que esta baja en la presencialidad no es relevante en cuanto la experiencia indica que en las contiendas presidenciales la participación es mayor -por ejemplo, en la elección general de octubre de 2019, el porcentaje fue de 81% frente al 76,5% que había participado en las PASO de ese año-. Pero, justamente esa “diferencia en más” que votaría en las próximas elecciones son el núcleo a traccionar para lo que va a ser la composición del próximo Congreso Nacional. Esta es una particular preocupación del Frente de Todos (FdT), tal como lo son también los cambios de rumbo que pueda tomar el electorado -a favor o en contra-.
Algunos mitos se han caído. Aquello de que al peronismo unido nadie le gana, por ejemplo. O que el peronismo votará siempre a les precandidatxs que le indique el lider o lideresa. Se verifica mayor participación ciudadana frente a la necesidad de dirimir candidatxs dentro del mismo espacio político –Diego Santilli con Facundo Manes, María Eugenia Vidal con Ricardo López Murphy o, en Córdoba, Luis Juez y Mario Negri-.
En la CABA, en consonancia con el indudable peso que tiene la derecha, se registró un porcentaje considerablemente superior al previsto del 10% para el candidato de lxs “libertarios”. Javier Milei recibió un importante apoyo en distritos tanto populares como de sectores medios y configura un fenómeno que merece un análisis que excede al de esta nota. La izquierda con Myriam Bregman a la cabeza ha obtenido un buen porcentaje del 6%, mientras en Provincia. de Buenos Aires, el Frente de Izquierda Unidad (FITU) tuvo un apoyo electoral superior al obtenido por precandidatos como Florencio Randazzo y José Luis Espert. Dicho apoyo se ha manifestado también en otros distritos, lo que permite interpretar que el FITU ha logrado ser reconocido por lxs votantes, como el espacio que, por lo menos formalmente, representa un voto a la izquierda.
¿Es necesario que …?.
Se necesitó la derrota electoral mayoritariamente expresada -aún en énclaves tradicionalmente peronistas como La Pampa o Chaco- para que el Presidente Alberto Fernández considere la necesidad de un cambio ¿de gabinete?¿de rumbo?¿hacia dónde?. Esto así, mientras el 22 de septiembre, el gobierno argentino tiene previsto pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI), utilizando los Derechos Especiales de Giro que distribuyó el mismo FMI -los USD 1.884 millones que exige como primer pago de capital sobre el préstamo que acordó fraudulentamente con el gobierno de Mauricio Macri- al momento de ser publicada esta nota, ya está presentado al Congreso Nacional, el proyecto de Presupuesto para el año 2022.
Lo que seguramente alimentó la baja presencialidad de votos peronistas es la evidente desconexión del gobierno respecto a la pauperización de sectores sociales populares sobre los que cayó -agravando su situación previa- el ajuste fiscal hecho en pandemia, la restricción del gasto público, la inflación del casi 50,4%, la baja de las jubilaciones, el retiro del apoyo económico que significó el Ingreso Familiar de Emergencia, la baja del poder adquisitivo del salario y la falta de control de precios, el pago de la deuda externa sin investigación ni auditoría previa según negociaciones con el FMI. Jamás diremos que Fernández es igual a Macri, pero esta falta de empatía con lxs más vulnerables y vulneradxs, los equipara.
Alberto Fernández aseguró que, en aras de “dar vuelta” el resultado electoral con miras a lograr el éxito en noviembre de este año, a partir del día siguiente de las PASO sucederían o tendrían que suceder dos cosas: 1) cambios “necesarios” que haría el gobierno; 2) que lxs militantes fueran casa por casa para explicar a lxs vecinxs el proyecto político del Frente. Lo que no dijo es qué es lo que el gobierno va a cambiar y qué explicación a lxs vecinxs considera que la militancia tiene que dar.
La derecha y los representantes del gran capital seguirán presionando para que el gobierno mantenga las negociaciones y pagos al FMI y se concreten las reformas laboral, tributaria y de la seguridad social que “el país necesita”. Descartamos un cambio de rumbo político hacia una transformación estructural, hacia un Estado anticapitalista, ecosocialista, antipatriarcal, respetuoso de identidades…
Se ha señalado que una deficiencia notoria es la del gabinete “que no funciona”, y la modalidad de ejercicio de su Jefatura. Sabemos que Cristina Fernández de Kirchner acaba de impulsar la incorporación de Juan Manzur en el gabinete ¿Cuál es el cambio: la titularidad de una cartera o la política del Estado?
Referentes sociales y políticos afines al gobierno dibujan descripciones críticas -cuya veracidad no descartamos- con las que interpretar el “veredicto de las urnas”, pero lo hacen desde un lugar grosero, viendo la ola desde arriba, sin mojarse, “surfeándola” para llegar exitosamente a la orilla. Desde esa mirada “desde arriba”, desde esa interpretación impertinente de la realidad de lxs más necesitadxs, desde donde la preocupación y objetivo es ganar las próximas elecciones -y no que la gente viva bien-. Ahí queda expuesta, desnuda y sin máscara alguna, la función que le cabe al sistema de representación política en el Estado capitalista.
Cuando el “ponerle plata en el bolsillo a la gente” es herramienta proselitista para ganar un voto, se está especulando con que el nivel de despolitización sea tan profundo y eficaz que se pueda traccionar el voto a partir de establecer medidas cosméticas -aunque indispensables- que lleven alivio a la población más sojuzgada. En eso, lo que se ofrezca para superar una urgencia social es prenda de cambio en la estrategia proselitista. Es la política de la torsión de voluntades bajo el apremio de una necesidad vital lo que acusamos.
Porque no es cuestión de nombres sino de sistemas
Las PASO y su resultado han hecho crecer las tensiones hacia dentro de la alianza gobernante -hoy hechas públicas-, tanto como hacia dentro de cada organización o movimiento que se ve traccionado a “no quedar afuera” del juego de abalorios. Mientras funcionarixs públicxs y precandidates -al estilo de ese espacio reservado para el ejercicio del intelecto en la obra de Herman Hesse- discurren en análisis y debates del que se hallan ausentes la política, la economía o la tecnología en la medida en que éstas no aseguren y fortalezcan los lineamientos del sistema socioeconómico vigente.
Veremos qué cambios hará Fernández. Escribió CFK en su Carta que ella ya le había dicho al presidente que no coincidía con el rumbo económico. Ella se hace cargo de haberlo elegido como candidato para presidente y asume que Alberto, ahora, honrará el compromiso que tomó con ella y con el pueblo. Obviamente, la defensa de la institucionalidad burguesa tiene más peso que la defensa de la vida de los pueblos -a cuyo veredicto en contra, en las urnas, hay que esperar para pensar un cambio a su favor-. ¿No se huele a algo podrido en esa ecuación?
Un cambio favorable a los sectores más postergados va a implicar tiempo de debate y realización, por lo que se le seguirá requiriendo paciencia y fe a quienes más vulnerables son. Paciencia para esperar los resultados a futuro y fe para creer que en algún futuro se concretarán. Esto es lo que quiere y necesita el gobierno. Esa es la libertad e igualdad electoral del Estado burgués. Nada adquirió un sentido más religioso -en el peor sentido- que el capitalismo.
Liliana Costante
Fuente: https://tramas.ar/2021/09/19/de-las-paso-a-las-elecciones-generales-de-noviembre-que-hay-en-juego/