Memorias del Himno

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Guillermo Cieza

No se conoce ninguna revolución que haya nacido huérfana. En Latinoamérica los cubanos del movimiento 26 de julio se proclaman herederos de los Mambises y de José Marti, y en Venezuela los bolivarianos apoyaran en las tres raíces históricas encarnadas por Simon Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora. Sin llegar a hacer una revolución todavía, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, reivindicaron a la Revolución Mexicana y a Emiliano Zapata.

Cuando todos estos procesos se iniciaron, estas identidades, símbolos y nombres propios, no estaban en estado de pureza o de silencio. Eran utilizados habitualmente para reforzar la dominación. En los gobiernos de Batista se conmemoraba a Marti, en la IV Republica Venezolana se citaba a Bolívar y en México el PRI gobernaba desde hacía 80 años en nombre de la Revolución Mexicana.

La idea de construir un imaginario y un relato popular no contaminado o en disputa por la dominación burguesa es una pasión inútil.

Como bien apunta Mészaros una de las grandes explicaciones de la buena salud y de prolongada supervivencia del sistema capitalista es su enorme capacidad de metabolizar todo aquello que se produce en las sociedades dominadas, incluso sus actos, gestos y símbolos de resistencia anticapitalista.

El capitalismo no disputa sólo aquello que carece de valor o prestigio alguno, incluso para las clases oprimidas.

Basta repasar un poco nuestra historia nacional para encontrar ejemplos que ilustran la advertencia de Mészaros. En las elecciones de 1973, en pleno auge de la idea del socialismo en Latinoamérica, la Unión Cívica Radical, llevando como candidato, a Ricardo Balbín, su expresión más conservadora, reivindicaba la consigna “Revolución en Paz “.

En los últimos tiempos advertimos cómo la marea feminista, que nació al margen y en oposición a la dominación capitalista, empieza a ser tomada en cuenta por las usinas de dominación., y desde el gobierno se está propagandizando referencia como la hermana de Grobbopatel, como ejemplo de “mujeres empoderadas”. La utilización por parte de Cristina Fernández de la palabra “machirulo”, para descalificar a Macri, va en la misma dirección.

A propósito del himno.

Cuando el 25 de mayo desde la Asociación de Actores se propuso ir a cantar el himno al obelisco, en rechazo al acuerdo con el FMI, no faltaron las opiniones en nuestra izquierda para descalificar la iniciativa por el tufillo kirchnerista de los convocantes, pero agumentando además, que el himno es un símbolo de la derecha y la burocracia. Estas apreciaciones no impidieron que 300.000 personas fueran a cantar el himno y a putear a Macri que, rodeado de milicos, vallado y acorralado en el Te Deum, mostró al mundo una de las imágenes más desoladoras que haya brindado un presidente argentino en una Fecha Patria.

El himno nacional, la memoria mutilada.

En Venezuela dicen que una de las muchas cosas buenas que trajo la revolución bolivariana es que volvieron a cantar el himno completo, porque las oligarquías lo habían mutilado.

En Argentina ocurre que lo que conocemos como himno es menos de un 20% de su versión original y resulta interesante prestar la atención sobre las partes que fueran suprimidas. La censura a algunas partes del himno se pretendió justificar con el argumento de “no mortificar al patriota del pueblo español y no fueran compatibles con las relaciones internaciones de amistad, unión y concordia que unen a la Nación Argentina con la Española”, pero la cuestión es mucho mas compleja.

En la primera estrofa censurada se hace referencia a una “nueva nación”, que surja a partir de haber derrotado al imperio español (encarnado en el león). Cuando se escribió y se apruebó el himno (1813) existía una fuerte disputa en Buenos Aires entre sectores partidarios de no romper definitivamente vinculos con España y los imperios europeos y quieres planteaban no negociar, llevar la guerra hasta el final y crear nuevas naciones. El himno expresa, al igual que la bandera de Belgrano, a las tendencias independentistas.

“Se levanta en la faz de la tierra
una nueva gloriosa nación.
Coronada su sien de laureles,
y a sus plantas rendido un león.”

La segunda estrofa censurada ligaba directamente la Patria y la resistencia de los pueblos originarios a las luchas independentistas de la época. Suprimir estos versos es coherente con un gobierno que había declarado la guerra a muerte a los “ barbaros salvajes”.

“Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor”

También van a ser censuradas la referencia a que la agresión del imperio español en otros lugares del continente.

“¿No los veis sobre México y Quito
arrojarse con saña tenaz? (bis)
¿Y cuál lloran, bañados en sangre
Potosí, Cochabamba, y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto, y llanto, y muerte esparcir?”

Planteada la resistencia a la agresión imperial, el himno se planta en una identidad nacional, la de argentinos (por aquellos años la identificación de argentinos correspondía también a los nacidos en la Banda Oriental) y plantea el papel de Buenos Aires en esa guerra de independencia que se asume como continental.

“El clarín de la guerra, cual trueno
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita unión.
Y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.”

La historia posterior permite precisar que “los argentinos”, (al igual que “los venezolanos”) tuvieron un papel descollante en la independencia de America, pero no Buenos Aires, que más bien saboteó la lucha continental.

Que el himno nacional argentino haya sido mutilado por un decreto presidencial en marzo de 1900 (Presidencia de Roca), no es pura casualidad.

Se vivían tiempos en que las clases dominantes de nuestro país expresaban un profundo desprecio a todo lo que fuera originario, nacional, popular o latinoamericano. Para ellos el destino del país se disputaba, en palabras de Sarmiento, entre Civilización (europea) o Barbarie (nativa).

A pesar de su europeísmo, quienes fueron los artífices de la constitución del Estado Argentino, podían advertir que sólo podían consolidar su proyecto, apoyándose en un imaginario fuertemente enraizado en sentimientos populares. La oligarquía tomo tres símbolos de ese imaginario (San Martín, el himno y la bandera) y los acomodaron a su gusto. La bandera creada por el indigenista Belgrano fue convertida en símbolo de la invasión al territorio originario, el mestizo San Martín se volvió blanco y porteño, y el himno fue mutilado.

Que Julio Argentino Roca, uno de los gobernantes más criminales de nuestra historia, asesino de indios, de paraguayos y de anarquistas, haya sido el mutilador del himno, tampoco es una mera coincidencia. Los enemigos habían dejado de ser los imperios extranjeros. A finales del siglo XIX y a principios del siglo XX los enemigos eran los originarios, los pueblos con pretensiones de ser soberanos y los trabajadores.

Los que cantan el himno

Como otros símbolos populares, el significado del himno nacional está en disputa.

Las oligarquías dominantes hicieron uso y abuso del himno y la bandera nacional, para oponerlos a las canciones revolucionarias y a las banderas rojas y negras de socialistas y los anarquistas, pero su apropiación no fue antojadiza.

El himno fue muy popular en los tiempos de las luchas independentistas, como lo certifica el testimonio de un viajero norteamericano que comentando su recorrido por las Provincias Unidas, relata:

(el himno) “era universalmente cantado en todas las provincias de El Plata, así en los campamentos de Artigas, como en las calles de Buenos Aires; y que se enseña en las escuelas como parte de la esencia de la educación a la juventud”

En Voyage to South America, Henry Brackenridge 1819

La apropiación y mutilación del himno nacional por la oligarquía, y las múltiples apropiaciones posteriores por dictadores, politiqueros y burócratas, no ha impedido que fuera esgrimido por el pueblo retomando su origen de canción guerrera en distintas circunstancias.

Anotamos algunos hechos. Seguro hay más.

“Un tanque atropelló el portón y detrás entra la policía. Seis mil obreros reunidos en el patio empezaron a cantar el himno nacional y a tirar a la policía con todo lo que tenían a su alcance. Los policías desataron la represión con gases lacrimógenos y tiros; el cuarto piso fue desalojado luego de tres horas de resistencia. Finalmente, un contingente de la Gendarmería Nacional ocupó el frigorífico, con un saldo de 95 obreros detenidos y varios heridos.”. Testimonio de la Toma del Frigorífico Lisandro de La Torre 1957.

“En los actos de la militancia de los que luchábamos por la Patria Socialista, se cantaba con mucha emoción el Himno Nacional”. Sobre todos los últimos versos “ O juremos con gloria a morir”. No era para menos, todos los días nos estaban matando compañeros.. Testimonio sobre luchas revolucionarias en la década del 70 “

“El Gordo Morales le contó. – Fue después de la vez que los milicos vinieron a desalojar la fabrica, y estuvimos como dos horas cantando el himno”

Sobre el conflicto de Peugeot durante la dictadura de Videla, 1979, en “Destiempo”

“Cuando se iba a producir el desalojo del asentamiento vinieron con las topadoras. No teníamos con que resistir, Y entonces se pusieron las mujeres y los niños al frente y empezaron a cantar el Himno”. Testimonio sobre el intento de desalojo del primer asentamiento El Tala en zona Sur, en los últimos años de la dictadura (1981)

El 21 de setiembre de 1992, el Astilleros Río Santiago estaba ocupado por comandos armados de la Prefectura, “los Albatros”, que tenían sus nidos de ametralladoras custodiando el ingreso de la planta. Había decisión de privatizarla y el gobierno estaba decidido a todo. En la madrugada los trabajadores ingresaron a la planta, llorando, cantando el himno nacional. .“Si es necesario vamos a dejar el cuero en los portones” comentó uno de sus protagonistas . Y así se ganó la batalla de Astilleros.

La dominación capitalista en la Argentina promueve que las nuevas generaciones lean el pasado en clave mitrista, y repitan la versión oficial de los escribas de los oligarcas y los genocidas.

Quien quiere hacer una revolución tiene el compromiso de estudiar críticamente la historia de su país y de su pueblo. Quienes fuimos testigos tenemos el compromiso de recordar.


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