24 febrero 2018
Jorge Marchini, Director de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política (SEPLA), quién abrió el panel, recordó la histórica lucha contra el ALCA a principio de los 2000, adviertiendo que el TLC entre la UE y el Mercosur es un documento aún más agresivo que profundizaría las asimetrías entre los países periféricos y los del centro. No obstante, los gobiernos de la región están avanzando con desesperación en la firma del acuerdo, ya que temen el cierre de la ventana de oportunidades con el inicio de la campaña electoral en Brasil a partir de abril.
No sorprende entonces la campaña discursiva que está desplegando el oficialismo en contra de quienes se oponen a la firma del TLC, acusandolxs de estar en contra del progreso, de no querer avanzar hacia el futuro, a pesar de que todo indica que tendrá un efecto negativo sobre muchos sectores de la economía regional. En este contexto, Marchini dio el ejemplo del sector de salud pública en la Argentina que se vería gravemente afectado, ya que, al extender los derechos de las empresas para reservar los datos de prueba, se encarecería la producción de remedios genéricos un 300% a 500%.
Subrayó entonces la necesidad de construir fuertes alianzas entre los sectores perjudicados y propuso preparar contra-propuestas concretas desde la izquierda.
Además remarcó la importancia de trabajar en común con los movimientos europeos que para frenar el acuerdo.
Por su parte, Luciana Ghiotto, investigadora del Conicet e integrante de la Asamblea Argentina mejor sin TLC, enfatizó que se trata de un acuerdo escandaloso, a pesar de que no incluye un capítulo de protección de inversiones que habilita a las empresas a demandar a los Estados ante un juzgado de arbitraje como es el CIADI del Banco Mundial. No obstante, el borrado del tratado que fue filtrado en noviembre 2017, contiene muchos puntos controversiales, entre ellos el tema de
las autopartes, los agrocombustibles, y los productos agrícolas, sobre todo la carne y el azúcar.
Otro de lo temas claves para la Argentina son las indicaciones geográficas, o sea los productos asociados a la producción en un lugar en particular que se convierten en una marca, que afectarían por ejemplo a los vinos y quesos argentinos. Productos como el Gouda, la Muzzarella o el queso
parmesano no podrían ser producidos y vendidos bajo este nombre (salvo si vienen de las respectivas regiones europeas) en caso de que entre en vigor el TLC. Esto no solo pone en peligro la clásica pizza con muzzarella, tambien impactará de forma directa en la cadena nacional de producción y comercialización, amenazando por ejemplo a los 60.000 puestos laborales que de forma directa o indirecta están vinculados a la industria láctea argentina.
Teniendo en cuenta este panorama, Ghiotto destacó la importancia de construir alianzas con Pymes y hasta grandes empresas nacionales que se verán afectados por el tratado.
Resaltó además, que en caso de que se firme el tratado, el poder legislativo de los cuatro países del Mercosur tiene que ratificarlo, lo que exigiría de las voces disidentes redoblar esfuerzos para tener incidencias en el trabajo parlamentario.
Emilio Taddei, investigador del IEALC, analizó el cambio sustancial en la correlación de fuerzas entre el trabajo y el capital de las últimas décadas. Según Taddei, el creciente poder del capital, que se demuestra en la proliferación de la ideología neoliberal, ha llevado a la implementación y auspiciado por la
naturalización de la idea de que no hay universalidad de derechos.
A pesar de las diferencias entre las clases dominantes, existe acuerdo sobre este tema, ya que constituye un elemento sustantivo para avanzar en la mercantilización de la vida y de todas las esferas de la existencia social. Actualmente se manifiesta en la brutal ofensiva sobre los derechos sociales, laborales y de la naturaleza al nivel mundial, en el incremento de la violencia contra lxs trabajadorxs y lxs manifestantes, y en el recrudecimiento de las medidas de “seguridad” para asegurar el status quo.
Estos y otros elementos forman parte de un nuevo pacto social, que funciona sobre la base de relaciones cada vez más asimétricas entre el Estado, el capital y la
sociedad.
Sin embargo, Taddei opinó que el 21F demostró que se está conformando un nuevo poder popular y sindical en la Argentina que está empezando a torcer la balanza.
Es este proceso de construcción unitaria que podría ser capaz de frenar las dos prioridades en el ámbito internacional del gobierno de este año: la firma del TLC y un exitoso G20.
El último panelista, Gonzalo Armua, miembro de la coordinación continental del ALBA movimientos, explicó que nos encontramos en un momento de crisis multi-dimensional que se plasma en el límite ecológico al cual nos está acercando la destrucción capitalista, en la crisis económica que empezó en el 2007/08 – y de la cual la mayoría de los países aún no se ha podido recuperar – y en la crisis en cuanto a la concepción política sobre cómo se aplican los derechos democráticos en un mundo globalizado donde los verdaderos poderes ya no se encuentran en un
territorio específico. A pesar de esas consecuencias dramáticas, las disputas inter-burguesas actuales y la concentración de poder y apropiación del plusvalor en cada vez menos manos, también abren una ventana de oportunidades de nuevas alianzas, ya que aumenta constantemente la base de quienes se quedan afuera de los procesos de toma de decisiones y distribución de riqueza.
Por el otro lado y al mismo tiempo, esta situación fomenta el racismo, el patriarcado y la xenofobia.
Armua reflexionó entonces sobre las posibles salidas de esta crisis civilizatoria, ya que el proyecto de las clases dominantes, parte del cual son los TLC, no está pensado a largo plazo. Según Armua, queda en manos de los movimientos populares de proponer un proyecto político alternativo y estaba confiado de que América Latina, teniendo en cuenta su larga historia de diversos proyectos políticos, estará en el centro de la elaboración de esta alternativa, y que los nuevos sujetos en la
arena política, el movimiento de mujeres, las experiencias de la economía popular, los pueblos originarios y las luchas contra el extractivismo y en defensa de los bienes comunes, jugaran un papel fundamental en su desarrollo.
Finalizando la actividad, se abrió el debate en el cual se sumaron a la larga lista de preocupaciones los temas de licitaciones públicas y compras gubernamentales al igual que la propiedad intelectual en cuanto a la protección de patentes de semillas. Se informó además, que el tratado obligaría a los países del Mercosur a firmar el UPOV 91, en caso de que la Unión Europea logre imponer su
propuesta.
No cabe duda entonces de que el rol que el acuerdo le adjudica a los países sudamericanos es el de proveedores de materias primas y compradores de productos procesados y de alto valor agregado, profundizando así aún más el modelo productivo basado en la plantación de monocultivos transgénicos y resultando en la desindustrialización total de los 4 países del Mercosur.
Ante este panorama sombrío se subrayó la urgencia de formar alianzas fuertes y expresar con acciones visibles y contundentes el rechazo del campo popular en la región contra este tratado nefasto.