Fundador y dirigente del Movimiento Sin Tierra desde hace más de tres décadas y uno de los tantos hombres y mujeres que empujan la lucha desde el Frente Brasil Popular, está convencido que sólo la movilización popular en las calles es la única receta para desgastar y tumbar al gobierno de Temer, si es que no se produce el regreso a su cargo de Dilma Rousseff.
-¿A pocos días del 29 de agosto, de qué depende que Dilma pueda tener posibilidades de volver al gobierno en las actuales circunstancias? ¿Tiene alguna viabilidad pensar que “sólo se trata de convencer a seis senadores” para que ello se produzca?
-Dilma tiene posibilidades reales de regresar. Pero todavia es una incógnita, porque hay muchos factores que influenciaran al Senado. Primero, hay una posibilidad real que algunos senadores cambien el voto, o simplemente no comparezcan al juicio.
Segundo, el desempeño desastroso del gobierno golpista. Tercero, las denuncias que muchos senadores están involucrados en procesos de corrupción, cuarto el ánimo producido por la fuerza de las movilizaciones populares y quinto, las articulaciones locales de las perspectivas electorales en cada uno de los Estados de los senadores, que siempre van a reelección o disputan los gobiernos estatales, y la fama de golpistas, puede restarles muchos votos.
-¿Si el impeachment siguiera adelante y Dilma fuera destituida definitivamente, hay otra salida posible para los sectores populares que no sea esperar las elecciones venideras? ¿Es Lula la única gran esperanza?
-Si se consolida el golpe, habrian entonces varias formas de seguir la lucha contra Temer. Por un lado, ingresar un reclamo en el STF (Supremo Tribunal Federal) porque Dilma seria alejada del gobierno sin cometer delito alguno y entonces no hay base legal para ello. Además, continuar las movilizaciones contra el gobierno, para disputarle las calles.
Tercero, es posible que si el gobierno Temer se desgasta mucho ante la opinión pública la propia burguesía lo cambiaría. Para eso basta impugnarlo, ya que hay un proceso en el Tribunal Superior Electoral y eso lo alejaría del gobierno en enero o febrero próximo. El reemplazo sería por elecciones indirectas en el Congreso.
Y en ese caso, la burguesía ya tiene el candidato, que es el ministro golpista de Hacienda, el banquero Henrique Meirelles. De no concretarse nada de eso, los movimientos populares seguiremos en la lucha para tumbar el gobierno de Temer y exigir un plebiscito popular, para que el pueblo pueda decidir sobre temas temas requeridos por los diferentes movimientos populares: a) si está de acuerdo con anticipar las elecciones presidenciales (que son en octubre de 2018) b) si está de acuerdo en realizar elecciones generales; y c) si está de acuerdo que se convoque una Asamblea Constituyente exclusiva para realizar una reforma politica, en el sistema electoral brasileño.
-En este período en que Temer se ha hecho con el gobierno a través de un golpe palaciego, ¿ cuáles son a su entender los retrocesos más grandes producidos para los sectores populares?
Temer cerró el Ministerio de Desarrollo Agrario, por donde pasaban todos las políticas públicas hacia la agricultura familiar y campesina. Cerró los tres ministerios que protegían los derechos humanos, a las mujeres y a la comunidad negra. Implementó una política económica tipicamente neoliberal. La crisis económica se profundizó y la tasa de desempleo en la industria es del 15%, llegando a 30% entre los jóvenes.
Además, Temer ha puesto en marcha una ley que rompe la ley actual del petróleo, y permitirá la privatización de las reservas del pre-sal.
De hecho la Petrobras, bajo su comando ya vendió activos y privatizó uno de los pozos de petróleo más ricos de hidrocarburos. Un pozo que valía 80 mil millones de dólares lo vendieron a las trasnacionales por 8 mil millones de dólares. Ahora amenaza con que culminado el golpe, va hacer la reforma provisional, aumentando en diez años la edad mínima para jubilarse.
Va a hacer una reforma en las leyes laborales, que prevé incluso aumentar la jornada de trabajo. Va a imponer que las reglas del trabajo serán firmadas solo entre las dos partes, obreros y patrones. Y promete aprobar una ley en el Congreso que libera la venta de tierras al capital extranjero.
-¿Temer y su gobierno están débiles como cuando comenzaron o se han ido consolidando en estos meses? ¿Siguen siendo los “preferidos” de quienes los impusieron desde el exterior o también pueden estar esos sectores pensando en un recambio?
-Creo que el gobierno Temer, ademas de golpista e ilegitimo, es totalmente provisorio. Por eso esta tratando de hacer, de la forma más rápida. los cambios neoliberales que ningún gobierno con base electoral haría. Además su gabinete está totalmente involucrado con la corrupción.
Asi, creo que aunque tumbe a Dilma el dia 29 de agosto, la burguesia no mantendrá a Temer hasta diciembre del 2018. Él solo esta haciendo el trabajo sucio, para después abrir espacio para un candidato mas potable de la derecha en las próximas elecciones.
-¿Está la izquierda popular brasileña en la cual tú y el MST están integrados, satisfechos con lo hecho hasta ahora a nivel de resistencia? ¿Qué se plantean a futuro para confrontar con el gobierno Temer?
-Claro que no estamos satisfechos. Tenemos muchos retos de corto plazo para poder enfrentar a los golpistas. La clase trabajadora sigue en casa, no se movilizó. Quien sí lo hizo fueron los militantes, los sectores más organizados. Pero el 85% de la clase sigue viendo novelas.
Para eso, tenemos que redoblar los esfuerzos como movimientos populares para llegar hasta la clase obrera, demostrar los graves riesgos que tenemos, y estimular su participación en la calle.
Estamos discutiendo la viabilidad de una huelga general, contra el golpe. Pero hace 28 años que no se hace huelgas políticas. La clase obrera no ha estado educada para eso.
Seguiremos con movilizaciones a corto plazo, como por ejemplo ahora, el 5 de agosto en la apertura de las Olimpiadas, y después en la semana de la votación.
A medio plazo, el reto principal es que debemos seguir organizados en el Frente Brasil Popular como un nuevo espacio de unidad popular, y debatir la necesidad de construir un nuevo proyecto de país que por ahora la izquierda no tiene. Por eso, aparte que la derecha hará todo lo posible para inviabilizar una candidatura de Lula, solo su presencia en el pleito no será suficiente. Tenemos que presentar al país un nuevo proyecto que supere lo que fue el neodesarrollismo, que ya se agotó.
De todos modos, veo el futuro con optimismo, a pesar de las dificultades actuales y de las derrotas que sufrimos. La crisis abre un nuevo tiempo de cambios. Y para eso, las fuerzas populares necesitan redoblar sus esfuerzos para recuperar el trabajo popular y debatir un nuevo proyecto para el país, que represente cambios estructurales en la sociedad. Así que tendremos dos años de mucha disputa, de lucha de clases, de batalla de ideas.